Un papel recogí del suelo cuando aquel encuentro de jóvenes estaba a punto de finalizar. Aquellas notas sueltas, sin ser grafólogo, parecían, por los trazos inacabados, escritas a mucha velocidad pero muy bien pensadas por como de apretados estaban cada uno de ellos. ¿Una carta de propósitos o quizás un aprendizaje?
Claro que somos unos flojos, no queremos sostener este mundo de mierda.
Claro que somos unas desheredadas, no queremos la herencia de su mundo.
Claro que somos analfabetos y analfabetas si su diccionario es machista.
Claro que no votamos, pasamos cuando la muerte son sus proyectos.
Claro que nos orgullecemos de lo viejo, su modernidad es un altar al olvido.
Claro que somos unos desinformados, su inteligencia televisiva o internauta es un puro secuestro.
Claro que hay que mirar atrás cuando su delante es opresión. Claro que reclamamos menos cuando su más es destrucción.
Claro que vestimos como vestimos pues sus estúpidas corbatas son sogas en el cuello. Bello es el amanecer, un huerto con sus hierbas y un grafiti de amor.
Claro que somos indecentes si su decencia es contaminar o escupir inmundicias sobre la Tierra.
Claro que somos impúdicos con nuestros besos, abrazos y roces pero a ellos no vamos a renunciar.
Claro que somos incrédulos de dioses y ciencias pues bien sabemos que la vida es un misterio.
Claro que somos unos marginados pues nos situamos al margen de sus podridas leyes.
Claro que somos unos payasos. Claro.
Para mí no hay duda, el papel que guardo en el bolsillo es una declaración de amor. De seres de otro mundo. De seres hacedores de otro mundo.
GUSTAVO DUCH GUILLOT. Autor de MUCHA GENTE PEQUEÑA
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