Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

domingo, octubre 29

Colaboracionismo y Contrarrevolución en la Cataluña del Procés

La confusión reinante en relación a lo que ocurre hoy en Cataluña no es casual. Ya dice el refrán que a río revuelto ganancia de pescadores. En este sentido lo que actualmente sucede en Cataluña no es una excepción a tenor de los últimos acontecimientos. Por esta razón es preciso señalar la existencia de dos niveles de análisis de la realidad para una mejor comprensión de los hechos que acontecen en Cataluña.

En primer lugar nos encontramos con el marco general en el que se inserta la opinión pública, y que está definido por el enfrentamiento entre las elites de Madrid y Barcelona. Este conflicto puede resumirse como una lucha entre diferentes legalidades. La legalidad del Estado español que pretende conservar su control sobre el territorio y la población de Cataluña, y por otro lado la legalidad que trata de imponer la Generalitat sobre Cataluña para constituirse en un Estado independiente. En el marco de este rifirrafe se inscribe todo el conflicto y debate que hoy se desenvuelve en torno a Cataluña, y del que el referéndum del pasado 1 de octubre únicamente constituye un instrumento de los políticos nacionalistas para legitimar la construcción de un Estado propio. A los líderes nacionalistas nunca les ha interesado el derecho a decidir, salvo que este consista en ratificar su voluntad y consecuentemente su programa político. De hecho es bastante clarificador comprobar que la pregunta formulada en el referéndum girase en torno a la creación de un Estado catalán o, en su caso, la permanencia de Cataluña dentro del Estado español. Así pues, los acontecimientos se han desenvuelto en este marco político e ideológico establecido por las instituciones oficiales del sistema de dominación.

La lógica del conflicto en Cataluña se desarrolla, entonces, entre el Estado central y la Generalitat, el nacionalismo español y el nacionalismo catalán, el españolismo y el catalanismo, la burguesía española y la burguesía catalana. Se trata de una lógica del poder que ha dirigido la escalada de la confrontación a la que diferentes sectores de la población han sido arrastrados. Si el Estado español ha empleado la represión para imponerse y tratar de asegurar con ello el cumplimiento de su legalidad, los políticos de la Generalitat no han sido menos y han utilizado sus recursos institucionales (Mossos, sistema educativo, burocracia, medios de comunicación, etc.) y monetarios para movilizar a la sociedad y hacer valer así sus intereses. Asimismo, el nacionalismo español no ha dudado en movilizar a su correspondiente base social tanto en Cataluña como en el resto del Estado español para legitimarse y crear más presión sobre la elite nacionalista catalana. Es, por tanto, un conflicto de carácter nacional en el que el nacionalismo, a partir de los hechos diferenciales en el terreno identitario, es empleado para politizar y movilizar a la población y lograr su adhesión a alguna facción de la elite dirigente. Como resultado de todo esto el espacio público, político, ideológico, cultural y social se divide entre el nacionalismo español y el nacionalismo catalán, lo que permite la colaboración entre clases y la supeditación de los sectores más populares a los intereses de cada facción de la elite dominante.

Pero existe otro nivel de análisis la realidad que subyace a todo lo antes descrito y que es el que ataña a lo que ocurre entre bastidores. Si la representación del conflicto es hecha en términos nacionales es porque obedece a una intencionalidad política que hay detrás de todo ello, y que en última instancia responde a la necesidad de forzar una redistribución del poder institucional. El procés y el referéndum han servido al claro propósito de forzar la creación de una situación de excepcionalidad política que permita arrancar al Estado español una serie de concesiones a través de la reforma constitucional y estatutaria. Es aquí donde cobra sentido la apertura del correspondiente debate político para reformar la constitución con el propósito de mantener a Cataluña dentro del marco político de un Estado español de carácter federal. De un proceso de reforma como este sólo cabe esperar un reforzamiento del poder del Estado español, y sobre todo un aumento del poder de sus delegados en la periferia como es la elite política catalana. Inevitablemente todo esto implica, a su vez, un aumento de los recursos económicos de la autoridad regional, de lo que se deduce rápidamente que en toda esta serie de desencuentros políticos calculados están en juego sustanciosas cantidades de dinero, pero también de cargos en la burocracia autonómica, de privilegios, sinecuras y prebendas como, por ejemplo, en las empresas a cargo de la Generalitat o en aquellas otras que dependen de sus contratos y subvenciones. Así, puede entenderse que en determinados sectores políticos, encuadrados sobre todo en el nacionalismo catalán y en aquellos que se encuentran en la órbita del soberanismo, ligados tanto a organizaciones partidistas como de carácter social y movimentista, estén tan implicados e interesados en el desarrollo del procés como para haber puesto en marcha una movilización social en Cataluña que no se veía desde 2011.

Si el impulso principal del procés y de todo cuanto ha girado en torno al referéndum ha venido de las instituciones oficiales en Cataluña, y más concretamente de la Generalitat, su ejecución ha contado con la casi imprescindible colaboración de diferentes actores sociales, políticos y sindicales que han operado como correa de transmisión para movilizar a una parte considerable de la población. No se trata de un apoyo desinteresado, sino que existe un gran interés en recoger los correspondientes frutos derivados de una gran movilización popular que, todo hay que decirlo, ha destacado por un elevado grado de organización, coordinación y eficacia a la hora de ofrecer resistencia a las autoridades enviadas desde Madrid para abortar las iniciativas de los políticos catalanes. El nacionalismo catalán se ha dotado así de una importante base social que el 1 de octubre hizo de parachoques de la elite catalana al ser la que recibió los embates de la represión ejercida por la fuerza armada del Estado español. Quienes participaron en esta movilización fueron utilizados de un modo completamente descarado por la casta de mercenarios políticos apoltronados en la Generalitat, quienes no dudaron en alimentar una serie de esperanzas que ellos mismos se encargaron de destruir el 10 de octubre y que tuvieron como consecuencia la decepción y el descrédito. Sin embargo, hay que destacar que la movilización popular puesta en marcha por diferentes actores ubicados en los movimientos sociales, el sindicalismo y la política, se inscribió en el marco antes descrito y que bajo el pretexto del derecho a decidir buscaba la construcción del Estado catalán. La fundación de una república catalana, de carácter capitalista, burgués, estatista, partitocrática, europeísta, etc., o la permanencia de Cataluña en el Estado español son las únicas opciones posibles presentadas a los catalanes. Las alternativas giran, por tanto, en torno a un estatismo catalán y un estatismo español, de manera que a los catalanes únicamente se les pretende brindar la oportunidad de elegir el color y el propietario de las cadenas de su esclavitud.

La elite política catalana, sabedora de la inviabilidad de fundar un Estado catalán independiente, atizó el nacionalismo como instrumento de movilización para generar la presión social necesaria con la que desencadenar una crisis política e institucional en el seno del Estado español y, de este modo, forzar algún tipo de proceso de reforma del que obtener las consecuentes concesiones. Estas concesiones en la forma de considerables sumas de dinero constituyen una importante motivación que los actores involucrados en la movilización social anhelan conseguir en un futuro próximo. Así se entiende el colaboracionismo no ya sólo de sectores abiertamente nacionalistas, sino también de aquellos otros que históricamente han pertenecido a la disidencia política cuyo eje de coordenadas ideológico natural se ubica en el terreno de la lucha de clases, de las aspiraciones emancipadoras y transformadoras. Sin embargo, la conversión del independentismo, el nacionalismo, el referéndum y, en definitiva, el soberanismo, en una moda en Cataluña ha hecho que los sectores pertenecientes a la disidencia política se hayan subido al carro del procés para integrarse de manera ordenada en el sistema y recoger las debidas prebendas que, más pronto que tarde, serán repartidas entre los participantes en función de sus correspondientes méritos al servicio de la causa nacionalista.

Entre los colaboracionistas encontramos a un sector considerable del movimiento libertario. Desde un punto de vista ideológico no deja de ser llamativa esta participación, lo que hace necesario buscar las razones reales que se encuentran detrás. Aunque no han sido pocas las voces críticas con esta postura lo cierto es que este tipo de fenómenos tampoco constituyen una novedad, sobre todo si tenemos en cuenta que fueron bastantes las ocasiones del pasado en las que una parte del entorno libertario se prestó a colaborar con ciertos elementos de la clase política, e incluso con las autoridades. Por este motivo es importante buscar las razones de fondo que explican esta actitud y contrastarlas con aquellas explicaciones justificadoras utilizadas por quienes se involucran en este tipo de procesos políticos y sociales.

Si hay algo verdaderamente peculiar en el entorno libertario es esa extraña propensión a apuntarse al jaleo allí donde lo hay. Esto suele justificarse bajo el pretexto de que es necesario estar en las denominadas luchas populares para tratar de radicalizarlas y conseguir de este modo dotarlas de un carácter revolucionario. En el fondo esto no deja de ser la expresión de una vieja táctica empleada por los marxistas y que no es otra que el entrismo. Con ello se busca parasitar las movilizaciones sociales organizadas por otros para extraer los consecuentes réditos tanto sociales, como políticos y económicos. Lo que se busca en estas ocasiones no es la consecución de un cambio en un sentido emancipador, pues es de sobra sabido que el reivindicacionismo de las luchas parciales sólo logra en el mejor de los casos meras reformas del orden constituido en la forma de concesiones, de migajas que son dispensadas por el poder a las elites subalternas que encabezan las protestas. En este contexto es en el que se inscribe esa propensión de algunos sectores ácratas a participar en las trifulcas políticas que se tercien. Pero en el fondo únicamente persiguen mantener y reproducir sus organizaciones, crecer a expensas de las movilizaciones, de tal manera que la agitación social es el río revuelto en el que lanzan sus redes para pescar en medio de la confusión. Todo esto en el marco del procés deja bien clara la existencia de un anarquismo que opera de manera reactiva, que crece y se desarrolla al amparo del poder establecido así como de sus iniciativas. Un anarquismo integrado por quienes hoy aspiran a recoger los frutos de su participación en un fenómeno político y social encaminado formalmente a la construcción de un Estado catalán independiente. Un anarquismo cuyas organizaciones e integrantes persiguen las dádivas de las instituciones en la forma de prebendas de todo tipo, y que sólo demuestra que en el fondo de estas maniobras se encuentra la intención de integrarse de forma ordenada en el sistema establecido.

No sin razón Errico Malatesta señaló en su momento el sinsentido de que los anarquistas apoyasen a aquellos que aspiran a alzarse con el poder. Esta afirmación sigue siendo válida en lo que respecta a los libertarios que de manera entusiasta se han sumado al procés. La agitación social que ha acompañado al procés no es otra cosa que las burbujas que emergen en la superficie de un fenómeno que constituye en esencia una lucha de las elites por una redistribución del poder, y en el que determinados sectores sociales sólo son instrumentos al servicio de los intereses de dichas elites. Así, la denominada construcción nacional con la creación de un Estado catalán está en las antípodas de cualquier aspiración de carácter emancipador. El colaboracionismo demuestra ser una gran inconsecuencia cuya justificación suele ser respaldada con la reivindicación del referéndum como expresión del derecho a decidir. Sobre esto ya se ha dicho bastante en otra parte, pero cabe recordar que un pueblo no tiene la posibilidad de decidir su futuro en el marco político del Estado, y un Estado catalán tampoco va a resolver nada de esto. Por el contrario el referéndum únicamente ha sido un instrumento de legitimación de la elite catalana y de su proyecto político. Aunque formalmente se afirma que se aspira a la creación de un Estado catalán, lo que es completamente inviable, lo que realmente se persigue es algo mucho más factible como es conseguir nuevas concesiones del Estado español.

Los libertarios favorables a la participación en el procés aducen que la única alternativa es quedarse en casa y no luchar. Esto constituye un grave error porque demuestra impotencia para organizar un espacio de lucha propio en la sociedad, pero también manifiesta un carácter reactivo al depender de las iniciativas ajenas. A esto hay que sumar que participar en el procés significa involucrarse en un conflicto cuyo eje central es la denominada lucha nacional y no la lucha de clases, con lo que en la práctica supone afianzar la dinámica de colaboración entre clases que hoy se ha implantado en Cataluña. En el marco social, político e ideológico del procés no hay ninguna posibilidad para que la protesta popular, definida en términos puramente nacionales, adopte un carácter revolucionario y emancipador porque está dirigida, al menos formalmente, a construir un Estado catalán y no a poner fin a la sociedad de clases. Quienes controlan este proceso son no sólo las instituciones oficiales, sino sobre todo sus colaboradores en los movimientos populares a través de una red de organizaciones y colectivos, tanto políticos como sociales y económicos, que orbitan en torno a la Generalitat, y de la que de un modo u otro comen. Por esta razón, cuando se elige participar en un espacio político, social e ideológico que no es el propio, y que por el contrario constituye un territorio que pertenece al enemigo, ya se está preso antes de luchar y la batalla está perdida de antemano. Es materialmente e ideológicamente imposible desvincular el procés de su finalidad política nacionalista dirigida a reforzar el poder de las elites catalanas, y eventualmente construir un Estado catalán propio que cada día que pasa es cada vez más lejano e imposible.

Como consecuencia de la asunción de las premisas políticas e ideológicas del nacionalismo que equiparan la autodeterminación con el referéndum, las votaciones y en última instancia la construcción de un Estado catalán, vemos cómo algunos sectores libertarios no han dudado en reivindicar uno de los mayores símbolos de la esclavitud de nuestra época actual como son las urnas electorales. Del abstencionismo y de consignas como la de “no nos representan” se ha pasado a defender las votaciones bajo la fórmula fraudulenta del derecho a decidir. Pero lo cierto es que un pueblo únicamente consigue disponer de la capacidad decisoria para determinar su futuro cuando el Estado ha sido destruido, y no cuando se desarrolla un proceso electoral dirigido a ratificar la voluntad de las elites para construir un nuevo Estado, y consecuentemente una nueva máquina de opresión dirigida a conservar y reproducir las jerarquías de la sociedad de clases. El colaboracionismo se traduce, entonces, en contrarrevolución que es ejecutada de un modo más o menos consciente por los principales responsables de las organizaciones libertarias implicadas en el procés, todo ello con la esperanza de conseguir los consecuentes recompensas por los servicios prestados. Pero igualmente esta colaboración es desarrollada, muchas veces de un modo inconsciente, por ese rebaño de activistas alienados que hace tiempo delegaron en otros cualquier labor reflexiva.
Un claro ejemplo de todo lo dicho lo representa la convocatoria de huelga del 3 de octubre bajo el pretexto de protestar contra la represión. Una represión, que al menos en el momento en el que la huelga fue convocada, era llevada a cabo contra algunos altos funcionarios de la Generalitat y no contra el conjunto de la sociedad catalana. Sin embargo, se cerraron filas en torno a los políticos catalanes y el relato antirrepresivo no tardó en vincularse desde el primer momento a la celebración del referéndum, en tanto en cuanto la represión fue presentada como una vulneración de los derechos y libertades ciudadanas. Una vez más nos encontramos con que sectores pretendidamente disidentes, e incluso revolucionarios, asumen la ideología ciudadanista y terminan defendiendo los principales instrumentos de opresión política de los que dispone el sistema de dominación, tal y como ocurre con los procesos electorales. En este sentido el procés ha dado lugar a bastantes paradojas como que ciertos anarquistas defiendan las urnas electorales y con ello apoyen el estatismo, sea a través de la permanencia de Cataluña en el Estado español o de la construcción de un Estado catalán. En último término este sector libertario no ha hecho sino asumir como propia toda la mitología nacionalista que ha sido construida en torno al referéndum.

Asimismo, es interesante constatar que la huelga política convocada para el 3 de octubre rápidamente consiguió el apoyo y patrocinio de las máximas autoridades en Cataluña, además del apoyo y la participación de una facción significativa de la patronal catalana y otros elementos destacados del establishment como, por ejemplo, los partidos políticos. Tal es así que la mencionada huelga no tardó en convertirse en un paro nacional con todo lo que ello conlleva en el terreno político y simbólico. De este modo comprobamos una vez más que la denominada disidencia social y política tiene poco de disidente cuando sus principales exponentes se suben al carro de las iniciativas impulsadas desde el poder, lo que demuestra su oportunismo con el que tratan de reproducir sus organizaciones al parasitar este tipo de procesos sociales y políticos, además de intentar granjearse toda clase de prebendas y privilegios en los estamentos de la burocracia estatal y política.

De todo lo anterior podemos concluir que ese anarquismo de Estado, toda esa farándula libertaria que se presta a la colaboración entre clases, que sirve de apoyo para la clase política y sus proyectos de creación de un Estado catalán, y que vive de las subvenciones, los privilegios y el mercadeo de prebendas de todo tipo con la administración, no es otra cosa que la expresión de una disidencia controlada y dirigida por el poder, que desempeña el papel de remolque o furgón de cola en las movilizaciones desencadenadas por las instituciones. Si la naturaleza del procés, tal y como fue indicado en otra parte, es la revalorización de la clase política catalana y sus instituciones oficiales, la participación en semejante espectáculo constituye una forma de afianzar la contrarrevolución en curso. El procés ha servido para impedir cualquier tipo de movilización autónoma de la sociedad en Cataluña dirigida a subvertir el orden establecido, destruir las instituciones, la propiedad privada y las estructuras de poder que sostienen al Estado en aquella región. La lucha de clases ha sido sustituida por la lucha nacional en la que opresores y oprimidos se dan la mano, lo que ha servido para dirigir la protesta social hacia el callejón sin salida del nacionalismo y el estatismo, y que en última instancia significa el mantenimiento y reproducción de la actual sociedad de clases.

El procés mismo forma parte de la estrategia contrarrevolucionaria puesta en marcha por la elite dirigente catalana después de verle las orejas al lobo en 2011 cuando la población rodeó el parlamento, hasta el punto de que Artur Mas, así como otros colaboradores suyos, tuvo que entrar en helicóptero como Batman. Una estrategia que, a tenor de los más recientes acontecimientos, les ha funcionado de maravilla con la innegable colaboración de algunos elementos vinculados al activismo, los movimientos sociales y la disidencia política. Hoy Artur Mas, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, Anna Gabriel y tantos otros, son los héroes nacionales de Cataluña junto a las instituciones autonómicas como el parlament, los Mossos, etc. La represión del Estado español ha contribuido a reforzar esa imagen de héroes y mártires que han logrado construirse, pues el victimismo, un rasgo inherente a todas las ideologías totalitarias y que de forma especial se da en los nacionalismos, es la principal herramienta para la movilización social y la presión política para, así, legitimar las aspiraciones de la clase política catalana.

El sentimiento de nación agraviada siempre ha sido muy funcional para las elites dominantes de todas partes. El fascismo surgió de ese sentimiento generalizado en las poblaciones de Italia y Alemania. Este victimismo ha demostrado ser muy útil políticamente al servir para elaborar un relato que presenta un conflicto nacional entre buenos y malos, y en el que los referéndums sólo son un elemento legitimador para reforzar la posición de poder de las elites, pero también un mecanismo con el que buscar la unanimidad a nivel interior en contraposición al enemigo exterior. La ley de las mayorías, la ley del número que socava toda individualidad, impone una dinámica totalitaria en la que el hecho diferencial en el terreno de la identidad constituye la línea divisoria que enfrenta a un nosotros frente a un ellos que niega esa misma identidad. En última instancia el nacionalismo catalán ha logrado llevarlo todo hasta el extremo de vincular el derecho a decidir con la construcción de un Estado independiente, lo que ha servido para trazar una línea divisoria perfectamente clara entre quienes están a favor de ese proyecto político y quienes lo rechazan. Todo se resume a la consigna de “estás conmigo o estás contra mí”. Como consecuencia de esto quienes no comulgan con ruedas de molino son rápidamente metidos en el mismo saco del españolismo y sus representantes políticos.
Hoy vemos cómo una mascarada que algunos se atreven a llamar revolución sirve para subvertir cualquier posibilidad emancipadora y transformadora en el terreno social, hasta el punto de que la movilización de la población ha significado su alineamiento con el nacionalismo catalán o el español así como con sus respectivas elites de referencia. Desafortunadamente la mentalidad democraticista parece haberse impuesto en algunos sectores del radicalismo político, hasta el punto de que parece que los millones de personas que participaron en el referéndum del 1 de octubre no pueden estar equivocadas. Pero lo cierto es que la libertad no sale de las urnas, y que esta no es posible en el marco político de un Estado, sea español o catalán. Por este motivo se hace necesario que ante esta dinámica contrarrevolucionaria los sectores más conscientes de la disidencia política, tanto en Cataluña como en el resto del Estado español, desarrollen su propio espacio de lucha en un marco más amplio que el de sus particulares enfrentamientos contra el poder. Inevitablemente esto significa poner en marcha una lucha ideológica dirigida a romper la colaboración entre clases que hoy ha impuesto el nacionalismo, tanto español como catalán, y de esta forma extender entre la población la oposición al sistema de dominación vigente. Se trata de recuperar la lucha de clases como eje central del conflicto social, lo que inevitablemente conlleva dar la espalda a las instituciones y enfrentarse a ellas al mismo tiempo.

Todo parece indicar que los acontecimientos que hoy se desenvuelven en Cataluña van a servir para provocar una crisis política e institucional que fuerce la reforma del orden constituido, y consecuentemente que facilite el reforzamiento del sistema de dominación. Ante esta coyuntura histórica se hace preciso reformular la lucha en unos términos ideológicos y estratégicos antagónicos a la lógica y a la dinámica del poder. Esto implica la conformación de un único frente de batalla contra el sistema de dominación en el que existan diferentes trincheras desde las que desarrollar esa lucha común, hasta el punto de generar un espacio de lucha propio dirigido a destruir el Estado y su sociedad de clases. Así pues, desde diferentes ámbitos se impone la necesidad de orientar la lucha en ese sentido revolucionario y emancipador, lo que constituye una actitud que hoy fácilmente puede ser resumida en la vieja consigna de paz entre pueblos y guerra entre clases.


Esteban Vidal

jueves, octubre 26

Antiespecismo como postura Antifascista

Debería sobrar decir que ser vegan además de una postura ética y moral, es una postura política absolutamente incompatible con ser machista, sexista, LGTBfobo, racista,… y cualquier otra postura fascista. Igualmente, no se puede ser antiespecista y no ser feminista, por ejemplo. La razón es obvia: El especismo es la discriminación arbitraria a personas por pertenecer a otra especie diferente, por no ser igual que tú. Y esto parte desde una óptica supremacista, es decir, el especista se cree “superior” a los que son diferentes a el, a los que no pertenecen a su misma especie. Al creerse superior, el especista cree que la vida de los de otra especie son inferiores, vale menos, por el simple hecho no ser igual que el, por lo tanto, puede utilizarlos a su antojo, incluso cree justificado el explotarlos, esclavizarlos, asesinarlos,…Incluso meterlos en campos de concentración, y practicar un genocidio contra los diferentes, exactamente igual que hicieron los nazis en su día. Exactamente igual que se esta haciendo actualmente contra los no humanos en mataderos y demás. Ya que para el especista, los de especies diferentes a la suya, no los ve como sujetos con una vida propia, como individuos conscientes con el mismo derecho a vivir y a disfrutar de la vida que el, sino los ve como objetos, como recursos que exprimir, como propiedades, como algo, pero no como alguien. Esta discriminación tiene las mismas bases que cualquier otro tipo de discriminación, como puede ser el racismo, el machismo, la LGTBfobia…
 
Todas ellas son discriminaciones arbitrarias a un grupo de personas por ser diferente a los que discriminan, por no pertenecer a su mismo grupo, considerarlos inferiores, desde una optica obviamente supremacista. Es fascismo puro y duro en su mas clara definición. Por lo tanto, el antiespecista es antifascista.

No tendría ninguna coherencia ser antiespecista y no ser antiracista, antiLGTBfobo, antimachista (feminista). Igualmente no tendría ningún sentido ser antiracista y homofobo, o feminista y racista, … En resumidas, carecería absolutamente de cualquier sentido y lógica ser antiespecista y no ser antifascista. Tampoco tiene sentido, lógicamente, ser antiracista, o decir ser antifascista, pero no ser antiespecista, por ejemplo. Y todas las combinaciones incoherentes y absurdas que se pueden dar al no discriminar a un grupo de personas por ser diferentes a ti, pero a la misma vez si discriminar a otro grupo por las mismas razones supremacistas, ya que las bases y el desarrollo de todas las discriminaciones arbitrarias y supremacistas son las mismas. 

Se entiende por tanto, que por pura coherencia y sentido común, ser antiespecista viene ligado a ser antimachista (o feminista), antiLGTBfobo, antiracista,.. y cualquier otro postulado del fascismo. Igualmente, el antifascismo no tendría ningún sentido discriminando a unos desde posturas supremacistas, y apoyando la lucha contra otras discriminaciones igualmente supremacistas.

No se puede ser antifascista o antinazi y apoyar los campos de concentración, el holocausto, la esclavitud,…a los diferentes, como pasa hoy en día con los animales no humanos. Posiblemente sea de las actitudes mas incoherentes que se podría tener hoy en día. Es más, algunas victimas supervivientes del holocausto nazi se han hecho vegan por, según sus propias palabras, no reproducir el mismo sufrimiento que ellos padecieron. Y es que muchos estudios apuntan a que los nazis se inspiraron en lo que sucede con los no humanos para llevar a cabo su holocausto (trasporte de victimas, campos de concentración, campaña para desinsibilizar y verlos como inferiores,…)
La única diferencia entre la discriminación supremacista que llevo a los nazis a hacer el holocausto contra los diferentes, y la discriminación supremacista que lleva hoy en dia a los especista a hacer el holocausto contra los diferentes, es que en el holocausto contra los no humanos hay muchisimas mas victimas, y mucha mas crueldad.
 
En resumidas, se puede decir claramente que el antiespecismo es una postura etica y moral, y un posicionamiento politico mas dentro del antifascismo, como lo son cualquier otro tipo de discriminación arbitraria desde opticas supremacistas que son la base de las ideas de concebir el mundo y a su habitantes que tiene el fascismo, como puede ser  el machismo, la LGTBfobia, el racismo,…

Desconfía de aquella persona que diga ser antiespecista pero tenga actitudes machistas, racistas, LGTBfobas,… fascistas de cualquier índole,…o que directamente se posicione en contra de estos principios (por ejemplo en contra del feminismo o cualquier otra lucha contra la discriminación). Desconfia de aquella personas que intente dividir las luchas, o promulgar que el antiespecismo no es antifascismo, no es política. ¿que hay detrás? ¿Por que te quieres sentir cómodo diciendo que eres antiespecista PERO que el antiespecismo no es antifascismo? Una persona que defiende este tipo de posturas, a todas luces esta absolutamente desligitimado como defensor del veganismo y el antiespecismo por razones obvias, sino que ademas, por sus enormes incoherencias, hace que sea una amenaza contra las victimas de cualquier opresión, incluido las que supuestamente dice defender.

Igualmente desconfía de aquella persona que se denomine antifascista y tenga actitudes o posturas supremacistas o discriminatorias contra los diferentes. Es de sentido común. También sobra decir que no tendría absolutamente ningún sentido identificarte como antiracista, o feminista y apoyar de manera directa o indirecta el especismo. No. Tu discurso seria sesgado, corto, interesado, e incoherente.
 
SIEMPRE ANTIFASCISTA
SIEMPRE ANTIESPECISTA
 
 

lunes, octubre 23

El libre consentimiento y el fascismo consensuado

Asistimos a una degradación vertiginosa de la vida social, que se presenta como las piezas de un puzzle, como trocitos de la misma imagen. En Estados Unidos “the angry white men”, los hombres blancos cabreados, han conseguido imponer su discurso y colocar a los mandos a una caricatura de sí mismos. Si es la hora de ahorcar, ahorquemos, parecen decir. Los estadounidenses han aceptado más o menos de forma consensuada que ese hombre, Trump, les represente y les guíe en estos tiempos de rapiña. Y rapiña tiene la misma raíz que rape, violación en inglés.

Así que tenemos a un violador vocacional (acumula denuncias, ha reconocido públicamente que cometió agresiones sexuales) al que no es que se le perdonen sus crímenes, se le elige precisamente por ellos.

En el otro extremo del planeta, en Rusia, un magnate ha decidido grabar un programa de televisión inspirado en los Juegos del Hambre, donde los participantes podrán matar, violar y mutilar. Todos firmarán, por su puesto, su libre consentimiento. Así lo anuncian a bombo y plantillo los medios de comunicación. Y ante la noticia, en las barras de los bares, el tertuliano mueve la cabeza, se queda un momento en blanco y luego balbucea: “hay gente pa’tó”.

Sí, hay “gente pa’tó”. Y si quieren, si consienten, ¿quiénes somos el resto para oponernos? Las mujeres hemos sido los conejillos de indias de la ética del libre consentimiento, que dicta que si alguien acepta, es que es aceptable. Cuando el feminismo comenzó a impugnar la moral que establecía que las mujeres no éramos personas, sino propiedades de un hombre o de todos los hombres (mujer decente o mujer pública) surgió rápidamente, para mantener la coherencia en el orden real de las cosas, la ética del libre consentimiento, la del contrato. El burdel debía sobrevivir (de hecho, es una institución social que está más viva que nunca), y si ya no se apoyaba sobre las “descarriadas” debía hacerlo sobre el consentimiento. ¿Quién es usted, puritana, para cuestionar lo que dos personas adultas pactan libremente?

Las mujeres hemos sido los conejillos de indias de la ética del libre consentimiento, que dicta que si alguien acepta, es que es aceptable. Mucha gente de camisa a cuadros que pulula por la izquierda es ardiente defensora de esta tesis, que reclama que el burdel sea legitimado como institución social y regulado como un centro de trabajo. Y, como el programa televisivo ruso que promete asesinatos y violaciones, se apoyan en que hay “gente pa’tó”, ya que existen algunas mujeres que consideran aceptable pasar su vida como sirvientas sexuales (a las que son sometidas a este sistema prostitucional, sobreviven y denuncian simplemente no las escuchan; a las que desean medios materiales y horizonte para dejar el burdel, tampoco). En todo lo demás estos progresistas son capaces de ver las condiciones sociales y económicas que llevan a alguien, por ejemplo, a meter a sus hijos en una patera y echarse al mar, y comprenden con claridad que eso no es una decisión “libre”. Y también son capaces de proponer un modelo social más justo por el que luchar. En el caso de la prostitución, no. La deshumanización y el fascismo del burdel se les escapan, no lo captan. El creador y el beneficiario del burdel son invisibles, no existen.

Pues tras décadas de educarnos en el libre consentimiento (si me dejo sacar un ojo, es cosa mía) hemos llegado a la situación de Siberia (si es que finalmente la noticia, replicada por todos los medios “serios”, es cierta), en la que es posible reducir el asesinato y la violación a los términos de un contrato. Los que lo montan, los que se enriquecen, los que lo miran, como en el caso del burdel, son invisibles. La degradación social que emerge de ese experimento también es invisible, como es invisible para los paternalistas“salvaputas” de la izquierda el tipo de sociedad que se crea en los lugares donde es posible, con la ley en la mano, abrir un bar de mamadas, como los que funcionan a pleno rendimiento en Tailandia.


Grupo Anarquista Higinio Carrocera

viernes, octubre 20

Lxs disidentes de la izquierda y la derecha: Lxs "no trabajadores"

Aquel que no trabaja (porque no pueda o no quiera), se convierte en el mayor de los sinvergüenzas, lo peor de lo peor, esta cometiendo el mayor de los “pecados” cometibles, sera señalado, insultado, despreciado, ridiculizado, es un disidente, traidor,… pero no solo para el capitalismo y el actual Régimen productivista-consumista, y la religión, sino también para prácticamente todo el abanico de las izquierdas, que centra su discurso en “los trabajadores”, poniendo a este gremio en un pedestal, algo que adorar, reivindicar (sí, esos mismos que mantienen el actual Régimen, lxs responsables de que las cosas vayan como van),…y olvidando e invisibilizando en el mejor de los casos, cuando no directamente despreciando, rechazando, discriminando,…a toda aquella persona que no es trabajadora. Si eso, nos acordamos, o mejor dicho, lxs utilizamos para pedirles el voto o engrosar las filas de nuestros proyectos, aunque estos mismos proyectos no lxs tengan en cuenta jamás, ni siquiera de manera simbólica.

Para la izquierda, solo tienes valor como trabajador o trabajadora, no como persona en sí. Solo si formas parte de ese gremio a cual adorar, eres valido, utilizable. Por lo tanto, cuando dejas de serlo o simplemente no lo has sido nunca, pierdes todo valor para la izquierda, todo interés, no entras dentro de sus discursos, de sus programas, de sus reivindicaciones,…No eres una persona, eres un/a trabajador/a, una herramienta más de trabajo, una maquinaria más de producción. Exactamente la misma concepción fría y distante que tienen las derechas y el capitalismo.

Este discurso, además de lo obvio de la falta de sensibilidad, empatía y solidaridad, es un claro ejemplo más de falta de adaptación a los tiempos que corren, y también una evidencia del enésimo intento de hacer que las personas se unan y adapten a un corsel ideológico desfasado y dogmático, y no como debería ser, la adaptación del discurso a los tiempos actuales, a la realidad. Dejan fuera a gran parte de los barrios, ya que en un alto porcentaje, estos por diferentes cuestiones no cuentan con “trabajadores” propiamente dichos, y cualquiera que haya vivido o viva en una barrio sabe de lo que hablo.

Y que decir entonces, de los animales no humanos, también entran dentro de esta percepción que comparten derechas e izquierdas, capitalismos y “anticapitalismos”, donde solo son validos no como personas completas, sintientes, y por lo tanto con derecho a vivir y a disfrutar de la vida por el sencillo hecho de Ser, de existir, de vivir, sino que su validez es medida en cuanto a su capacidad para producir, para trabajar, como meras máquinas de trabajos más, sin ninguna otra validez (exactamente lo que pasa con los humanos), volviéndose “inservibles”, cuando ya no pueden trabajar, producir más, o simplemente nunca pudieron, por las razones que sean.

La naturaleza no animal, lo mismo. son vistos detrás de estas gafas. “recursos naturales” se les denomina. Igual que muchas veces se incluye ahí a los animales no humanos. Triste pero cierto.
Recordar que la ley de “vagos y maleantes” (ley que perseguía entre otras muchas personas, a lxs desempleadxs, por ese “atroz crimen”), no fue una ley franquista, como muchos piensan, sino de la II República.

Tenemos que empezar a deconstruir todas estas mentalidades desfasadas y crueles, que se olvidan de gran parte de la población humana, y de prácticamente no humana. O eso, o seguir jugando a los trágicos años 30.


martes, octubre 17

Dos poemas de Jordi Maíz


EL ZULO

Nos hemos metido en un eterno laberinto
un pasillo larguísimo
sin puertas a los lados

Unos dicen que el edificio es suyo
pintan las paredes con colores,
otros, simplemente quieren reformarlo

Solo nos queda una salida
romper el techo
y salir corriendo para otro lado

CADÁVERES

En casi todas las neveras
hay un papel pegado
con listas negras
llenas de asesinatos


Jordi Maíz

sábado, octubre 14

Referéndums, creación de Estados, y distracciones varias

Seguimos enfrascadxs, atontadxs, con la cabeza como las avestruces, pero en vez de debajo de la tierra, nosotrxs con la cabeza metida en enfrentamientos estériles,  entretenidxs en temas dirigidos por lxs de arriba. Y son esxs, lxs de arriba, quien nos marca la hoja de ruta, nos marcan la agenda, una cosa detrás de otra, para tenernos bien entretenidxs y no molestemos en lo realmente importante.

Ahora toca que si el referéndum de Catalunya. Todos los medios, televisivos, radios, digitales, en papel,…con el monotema, no vaya la gente a despertar por alguna fisura que se nos haya escapado.
¿Qué más da si los porrazos te los da un policía con la bandera de España o la de Cataluña bordada en su uniforme? ¿que mas da si las multas y sanciones que llegan a tu casa tienen arriba el logo del gobierno de España o el de la Generalitat? ¿Qué mas da si quien te desaloja de tu casa y te roba es Carles Puigdemont o Mariano Rajoy? ¿Qué importa si quienes están destruyendo el aire, el mar, las zonas verdes y la naturaleza en general, quienes están haciendo un holocausto, un genocidio contra millones de inocentes a quienes esclavizan, torturan y asesinan en los mataderos, lo hacen con el visto bueno del gobierno de España o con el de Cataluña? ¿Qué mas da vivir en una cárcel llamada Estado, de un color, o de otro color, sufrir el yugo de un Estado o de otro mas pequeño, sufrir la represión y la muerte bajo un acento o bajo otro? ¿en que nos afecta a nosotrxs, a nuestro entorno, y a lxs mas inocentes, …?

Mientras nos tienen entretenidos con este monotema, y perdiendo el tiempo en este tipo de cosas, no nos salimos de lo que ellxs nos marcan, no nos rebelamos, sino todo lo contrario, nos ponemos al servicio de los intereses de unxs u otrxs pero en el fondo iguales, de lxs mismxs poderosxs, solo que hablan con acentos diferentes. Al servicio de lxs poderosxs catalanes, o de lxs poderosxs españoles, de lxs opresorxs de un color, o de otro, pero opresores al fin y al cabo, que ni siquiera se molestan en disimularlo lo mas mínimo. Mientras estamos gastando nuestro tiempo y energía en la lucha de los interés de los de arriba, la lucha que sus medios de comunicación nos marcan, lo realmente importante, el genocidio, la tortura y esclavitud, el holocausto contra los mas inocentes, sigue su curso. La destrucción de nuestro entorno y el de mas allá, de los mares y océanos, del aire, de la vegetación y la naturaleza en general, de la vida, sigue su curso y muy poca gente son las que se oponen con la fuerza y firmeza con la que se enfrascan en otras batallas banales.  Porque, ¿existe algo mas grave y urgente que el mayor genocidio de la historia de la humanidad? ¿existe algo mas grave y urgente que la destrucción total y sin retorno de todo cuanto nos rodea? ¿de que nos vale bajo que Estado sufrir, si no hay tierra, si no hay agua, si no hay aire, si no hay vida? Y esta destrucción va a toda prisa, es muy urgente, solo tienes que mirar a tu alrededor, o informarte de los datos y estadísticas objetivas.

Nos siguen entreteniendo, nos siguen marcando la agenda, para que no nos ocupamos, no luchemos por lo realmente importante. Y cuando acabe el monotema del referéndum, ya sacaran otro.
Sea cual sea el Estado, todxs perdemos. Pero es que ni siquiera la suspensión de este nos garantizaria la supervivencia, la igualdad, la libertad, el fin de la opresión y la autoridad, si no luchamos simultaneamente también por todo ello.

¡La tierra grita: No soy de nadie, soy libre!


miércoles, octubre 11

"Muerte a la política"


«Muerte a la política»

Si la política no fuese más que la de los «políticos», bastaría con apagar la tele y la radio para no volver a oír hablar de ella. Pero resulta que Francia, que solo para la galería es el «país-de-los-derechos-humanos», es más bien y sin lugar a dudas el país del poder. En Francia, todas las relaciones sociales son relaciones de poder, ¿y qué queda sin haberse socializado? Por eso, en este país hay política en todos los estratos. En las asociaciones y en los colectivos. En los pueblos y en las empresas. En los entornos, en cualquier entorno. Por todos lados maniobra, interviene, busca hacerse querer, pero no habla francamente porque tiene miedo. La política es, en Francia, una enfermedad cultural. En cuanto la gente se junta, sea cual sea la meta, sea cual sea el objetivo, y si la cosa dura un poco, se estructura como una pequeña sociedad cortesana, y siempre hay alguno que se toma por el Rey Sol [...].

***
Comité Invisible  www.pepitas.net/libro/ahora

domingo, octubre 8

Contra la fe en el voto, o ¿Por qué se prohíbe votar el 1-0?

Que un estado moderno cuya esencia política es el voto prohíba votar, dicho así en principio, parece una paradoja. Por una parte nos incitan a votar a todas horas y por otra, prohíben votar en un referéndum, que aunque parta de un supuesto carente de sentido: el “derecho a decidir” (decidir el qué, pues decidir es algo que todos hacemos, al margen del derecho, innumerables veces a lo largo del día, incluso de forma inconsciente), es una cita electoral más, que como todas, solo sirve para legitimar y reproducir el sistema capitalista imperante, haya un estado más o un estado menos.
Así que intentar resolver la paradoja, tal vez pueda ayudarnos a soportar el enfermizo aturdimiento al que nos somete la lucha de poder entre un estado, que para nuestra desgracia ya lo es: España, Una, Grande, y Libre, y otro, que para nuestra desgracia, aspira a serlo. Catalunya Triomfant, y que, como todo estado que se precie, también aspira a ser uno, grande, y libre, y puede que hasta a ganar el próximo campeonato mundial de fútbol. Y si uno se deja llevar por lo que aun pueda quedar vivo fuera de lo políticamente correcto, y del pensamiento único - atado y bien atado por las reglas del juego democrático – lo que primero viene a la mente es aquel grito olvidado de: “Un patriota un idiota… mil patriotas mil idiotas” que tras la muerte del dictador, recorría en manifestaciones populares las calles de nuestras ciudades.

Por entonces, a la gente aun no le habían creado problemas nacionales. Teníamos otros sueños y otras preocupaciones más de abajo, más de clase, y la izquierda en general, marxistas -aún el PSOE decía serlo- y anarquistas, mantenían vivo el recuerdo de que habían nacido con vocación de I Internacional, y que los trabajadores tenemos una sola patria: el mundo. Las banderas, las patrias, los estados, y las fronteras son cosa de otros, que algún día debemos destruir, si de verdad buscamos la Emancipación Social, o como se dice ahora, construir un Mundo Nuevo. Ahora el capital nacional causante de guerras mundiales y millones de muertos, para mejor defender sus intereses se vuelve multinacional, mientras la izquierda marxista para parecer nueva y diferente, se hace nacionalista. “Patria y Pueblo” rezaba un slogan electoralista de Podemos, en su hilarante deriva transversal, para pillar votos acá y acullá. ¡Vivir para ver!

Tal parece que una primera consideración tiene que ver con el tiempo. Si entendemos que votando nunca pasa nada importante que no esté previsto, pues si excepcionalmente pasara se impone lo previsto, es fácil pensar que si las partes quisieran, el tan grave problema catalán se habría solventado en dos o tres meses a lo sumo, tal como pasó en Escocia o Quebec. Pero entonces no podrían entretenernos y asustarnos durante años con el problema nacional, ni crear y exacerbar sentimientos nacionalistas populistas patrióticos en ambos estados, que es lo que se pretende, en torno a tradiciones inventadas y símbolos absurdos como los trapos con franjas rojigualdas, horizontales o verticales, mas o menos anchas. Mas sin el espectáculo aborregante, aparecería el peligro de que la gente pueda pensar y razonar. Quizá preguntarse por qué no dedicar toda esa energía a evitar que sigan deteriorándose las condiciones de vida y trabajo, y que un tercio de la población sufra carencias de todo tipo, en ambos bandos; o por qué seguimos soportando que nos envenenen el aire, el agua, y la tierra; y se abandonen los montes, y se maltraten mujeres, y….

La paradoja se complica: Ya es más que temporal. Un referéndum no acordado ni pactado, también se prohíbe porque es un ataque a la democracia, ya que altera el orden institucional y socava el principio de autoridad del estado. Por eso todos los actores usan como fundamental argumento su intención de defender la democracia, aunque sea haciendo a la vez una cosa y la contraria. Si se autorizara bajo presión, podría descubrir la debilidad y la mentira constitutiva del moderno estado capital. La gran mentira es que la democracia, por mas democracia que sea – participativa, representativa, directa, indirecta o circunstancial -, no es un modo de vida, ni es un sistema social, como quieren hacernos creer, sino que solo es la expresión política del Poder, del estado con su conjunto de instituciones al servicio del capital, para garantizar la explotación del trabajo y el sometimiento de los trabajadores, en condición de ciudadanos libres y soberanos. Y el instrumento con el que se teje el engaño es la Ley, o mejor, el Imperio de la Ley.

Unas pocas personas, “ungidas por el poder”, articulan un conjunto de leyes y normas en defensa de los ricos y sus privilegios, llamado Constitución, que luego democratizan a través del voto para darle apariencia divina – no en vano ese es el origen genuino de la Ley –. Con el truco del voto hacen que la gran minoría que es la mayoría ganadora en las elecciones, se convierta en Todos, y la fecha concreta en que se produce, en Siempre. Así se construye la creencia general de que las leyes las hacemos entre todos, que todos somos iguales ante ellas, y que además son eternas. De ahí que lo que solo es legal debe ser acatado por todos, y en todos los estados, como justo, universal y eterno. De no obedecer, te atizará el “estado de derecho” con todo el peso de la ley, es decir con todo su aparato legal y democrático de represión, que para eso está. Eso es lo que hace el gobierno español, y cualquier otro llegado el momento.

O es ¿que aún alguien en sus cabales piensa que partido o institución alguna promovería por ejemplo, una votación a favor de una Federación Libre de Comunas Obreras, o Asambleas Populares, o cualquier otra forma de sociedad sin estado?

Al final, la paradoja desvela una vez más que el voto, y los derechos a él asociados, solo sirven para impedir a la gente, como en otros regímenes, ejercer la libertad de vivir y organizar sus vidas. Por tanto, “Prohibido prohibir” ha de ser la única norma universal y el único artículo que debe figurar en la Constitución de ese Mundo Nuevo, que llevamos en nuestros corazones, y que cada vez se torna mas necesario que posible.


José Ramón Palacios
Presidente de la Fundación Anselmo Lorenzo

jueves, octubre 5

Estados como sinónimo de represión y distracciones nacionalistas

No hay palabras para definir lo que se vivió ayer en Catalunya. La represión y violencia ejercida por las Fuerzas democráticas del orden, policías y guardias civiles, dejan una vez mas patente que a la hora de la verdad, en la práctica no hay diferencias en los diferentes tipos de regímenes que desde el Estado, oprimen a las personas. Llámese democracia, dictadura, o como quieran, en la práctica es lo mismo, y ayer quedó nuevamente demostrado. Sí, esto es democracia, como ya estarán cansadas de ver a lo largo y ancho del mundo y de la historia. El problema no son unos políticos u otros, ni siquiera un modelo de Estado u otro, el problema es el propio Estado en sí, el Sistema, porque todos los Estados  llevan explícito la represión de unos pocos privilegiados, los poderosos, los que gobiernan y sus aliados, contra todas las demás. Todos los Estados, sean del color que sean, como la historia bien nos remarcan, llevan represión, fuerza, violencia, opresores y oprimidas, poderosos y humilladas, policías, cárceles, autoritarismo, falta total y absoluta de libertad, especialmente contra el individuo, antropocentrismo, destrucción del Planeta, dominación, explotación,… Lo de ayer fue una demostración más, de lo que pasa siempre, cuando un Estado, sea este del color que sea,  y la sociedad, chocan. La historia está plagada de hechos tan espeluznantes, asqueroso y vergonzosos como los de ayer. Los mismos acontecimientos que, no le quepa a nadie la menor duda, hubieran pasado en una Catalunya independiente del Estado español pero donde sus habitantes estuvieran sometidos a un nuevo Estado, en este caso el catalán, si la sociedad catalana choca con los intereses de este hipotético Estado y gobierno catalán. También son habituales las agresiones, violencia, represión,… por parte de los Mossos (policía autonómica catalana) contra personas que luchan por sus derechos o por cualquier otra causa justa. ¿O es que acaso la represión y la violencia de las porras y las pistolas han dolido menos si la bandera de la solapa del brazo armado de la democracia lleva la bandera de Catalunya o cualquier otra?

No es una cuestión de nacionalismo o creación de nuevos Estados. Es una cuestión de la existencia de los propios Estados en sí, como insisto nos demuestra la historia, y obviamente esto no se soluciona con la creación de otros nuevos, con todo el pack represivo con el viene cualquier forma de Estado.

Los gobiernos nacionalistas tanto español como catalán han jugado muy bien sus cartas:  Por un lado tenemos al gobierno nacionalista catalán, ahogándose en mil y un caso de corrupción, otros tantos casos de represión y brutalidad policial por parte de su policía autonómica, y descendiendo de una manera vertiginosa tanto en las urnas como en las encuestas. Y en este descenso en cuanto a apoyo popular, no solo me refiero a los nacionalistas que gobiernan, CiU (ahora creo que se llaman PdD o algo así, como un intento de lavar su imagen y huir de la crisis interna y descalabro social) y ERC, sino además de la propia Cup, que como era de esperar, a sus electoras no les ha parecido nada bien que se alineen y apoyen a burgueses, opresores, derechistas, conservadores, corruptos,…vamos, al “PP catalán”. Unos nacionalistas que estaban en caída libre y que la sociedad, con razón, les daba de lado cada vez más. Y entonces, sacaron el arma que de momento siempre funciona: llamamiento al patriotismo, nacionalismo,… Porque si no, ¿que otra cosa puede tener en común el gobierno y las personas en la calle, oprimidas y opresores? Pues una supuesta patria en común, y así estamos todas en el mismo barco, las de abajo defendiendo y justificando a los de arriba, a sus propios explotadores, ya que ahora, tienen una causa en común políticos, policías, empresarios, burgueses, oprimidas… Y las oprimidas, muerden el anzuelo. Y nos dejan imágenes tan surrealistas e impensables hace unos meses como unas gentes que estaba hasta las narices de que les robaran, explotaran, reprimieran y apalearan,… aplaudiendo y dándole vitoles a sus verdugos, políticos y policías. Ya esta todo olvidado, la jugada del nacionalismo salio de maravilla para el corrupto y desprestigiado gobierno catalán y sus aliados.

Y por parte del nacionalismo español más casposo representado en el gobierno de España por el PP, tres cuartas partes de lo mismo. Igual que el gobierno catalán, el español, desprestigiado y absolutamente desligitimado por miles de casos de corrupción, de opresión, de explotación, de recortes de derechos, de alejarse de la realidad de su entorno, vuelve a izar la bandera de la patria para recibir un apoyo social que estaba perdiendo, contra “los que quieren romper y destruir a la amada patria”. Y vuelve a salir la jugada redonda, las personas a olvidarlo todo, y apoyar el intervencionismo casi militar en Catalunya. Jugada perfecta por ambos bandos, usando la carta que nunca falla de patrias, nacionalismos, enemigos en común,…

¿Y el resultado cuál es? Pues el de siempre que se caen en estas triquiñuelas por parte de los Estados o gobiernos. Lo que pasa en cualquier guerra: oprimidxs matándose entre ellxs, en defensa de intereses burgueses  ajenos a los suyos. Aplausos y vitoles a sus propios opresores, que ven desde sus cómodos sillones, quizás con una copa de champan  (o cava) en la mano, como un apoyo popular que tenían absolutamente perdido, lo vuelve a tener en un tiempo récord, debajo del calor que da la amada patria. Pues toca echar mas leña al fuego, que cuanto más se cabreen con el otro nacionalista, más me apoyaran a mi y me reconocerán como sus líderes y dirigentes de tan noble causa como la nación o la patria. Ahora tenemos una causa común, y un enemigo común. Ya la sociedad a dejado de apuntar su rabia hacia mi, y la apuntan hacia otro lado, muy lejos de mi. Me vuelven a reconocer a mi, y al brazo armado que defiende mis intereses contra ellos mismos, como “de los suyos”. O mejor dicho, ellos ahora vuelven a estar bajo nosotros. Ya mañana tocara reprimirlos a ellos, pero de momento, nos son útiles.

En todo este tinglado de patrias y nacionalismos, es habitual ver envuelta a la izquierda. Lo que quizás es un poco más sorprende es ver del lado de policías (autonómicos en este caso), políticos, burgueses y corruptos, represores y explotadores de todo índole, a algún o alguna despistada venida del mundillo libertario. Si bien es cierto que algunos sectores de este mundillo hace tiempo que tiró la toalla y hoy por hoy es muy difícil en cuanto a fondos y formas distinguirlos del viejo marxismo de toda la vida, no deja de sorprender ver a alguna, quizás por falta de formación ideológica, o información en general, teniendo de compañerxs de viaje a burgueses, policías, opresores, religiosxs,… O es que simplemente les gusta la fiesta y allí donde la haya ellxs se apuntan sin importar el contenido, todo sea por la bronca y el ruido, o quizás simplemente es que no terminan de tener claro sus ideas. Si es esto segundo, no me preocupa. El tiempo y la información, pone a cada uno en su lugar. Si es lo primero, tampoco debería ser preocupante. Nunca han estado de este lado.


lunes, octubre 2

Suavemente corren los cerrojos bien engrasados

SUAVEMENTE CORREN LOS CERROJOS BIEN ENGRASADOS


A Marcos Ana


¡Y que haya tanto espacio abierto, tanto
aire libre,
tantas ganas de luz, y sin embargo,
con qué primor, con cuánta
delicadeza, sí,
arrodillados,
vamos limpiando,
engrasando,
abrillantando,
nuestros cerrojos!


Y entre estos muros ciegos,
con la bayeta al hombro, el uniforme
cada vez más lustroso
y un rumor de cadenas a la espalda,
nos creemos a salvo y
buenos días
buenas tardes compadre hoy hace frío
qué tal van los barrotes? se ha apretado
bien fuerte esta mañana
la mordaza? otra bomba
en oriente otro naufragio
ya usted bien sabe
que como en este calabozo
en ningún sitio


Y es tan amplio y vistoso nuestro patio
por donde damos vueltas
y vueltas
a la sombra
en torno a escaparates,
con la bayeta al hombro,
que olvidamos que existen otras celdas
inhumanas, más crudas de castigo,
de cuyo desamparo surgen voces
más heridas sin duda, pero menos,
mucho menos cautivas,
muchos menos dañadas,
que siguen preguntando a cada instante
cómo es un árbol.


Y nosotros, nosotros,
sin respuesta,
en medio de la calle, entre barrotes,
con la bayeta al hombro, el uniforme
cada vez más lustroso, los cerrojos
bien engrasados,
suavemente cerrando el horizonte.




SALARIO


I


Por un salario,
los años y los días
me han expropiado.


II


Todo lo traga,
en turbios remolinos,
la subcontrata.


III


Yo y mi contrato,
visos del tiovivo
totalitario.


IV


¡Mi pobre iluso,
querer cambiar las partes,
nunca el conjunto!


V


Solo una tuerca…,
y todo el trampantojo
se desmantela.





CONRADO SANTAMARÍA. En Community Poetry. Haciendo, haciendo: once maneras de mirar de frente. Ed. El Perdigón. 2017