Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

lunes, octubre 29

Perspectivas ¿En qué fijarnos?

¿En la cancela que encierra la naturaleza
o en los árboles que resisten,
que crecen y superan la verja?

¿En la ventana que encuadra la montaña
o en la vida que se despliega
detrás de la persiana?

¿En el agua que las manos rodean
o en el escurridizo río
que libremente brinca y golpea?

¿Desde qué perspectiva comenzaremos nuestro camino?

Alberto García Teresa

viernes, octubre 26

Recuerdos del porvenir

A partir de los archivos de la fotógrafa Denise Bellon (1902-1999), Chris Marker y Yannick Bellon, hija de la fotógrafa, reviven la Francia de la preguerra, del África colonial, y recuerdan a los protagonistas de guerras y revoluciones, tanto a los célebres como a los anónimos. Un lúcido repaso a la historia a partir de los excepcionales retratos de una mujer que supo captar un presente convulso que contenía ya las huellas del porvenir.

martes, octubre 23

Salida de emergencia

Salida de emergencia reúne las últimas aportaciones de Miguel Amorós a los debates en curso sobre la Cuestión Social. En sus páginas, el lector encontrará los nuevos argumentos que Amorós suma a la crítica del urbanismo o a la crítica del desarrollismo, así como sus aportaciones contra las falsas contestaciones. Y con todo ello ayuda a clarificar algunos aspectos de la tergiversada historia social. Como broche final, este libro contiene un interesante epílogo en el que Fernando Alcatraz hace balance de la ineludible aportación crítica de Amorós en los últimos años.

No son éstas discusiones de las que se hagan eco los medios de comunicación, sino aportaciones serias a los debates que, como verdades clandestinas, van abriéndose paso en el seno de la creciente oposición a la dictadura de la economía. Disidencias que una vez más nos confirman que ni partidos ni sindicatos ni asambleas convivencialistas nos salvarán.
 ***
 [...] Las esperanzas de los sectores aferrados a la conservación del capitalismo de Estado en un decrecimiento paulatino, pacífico y voluntario serán prontamente desmentidas por la brutalidad de las medidas de adaptación a escenarios de escasez y penuria y la dinámica social violenta que van a originar. Históricamente, las clases medias en descomposición han exigido siempre gobiernos autoritarios. Pero si bien el colapso catastrófico no va a producirse en fecha fija, inminente, tampoco va a ser inevitable la entronización de un régimen ecofascista con o sin ayuda de las masas desclasadas; sin embargo, la probabilidad más o menos cercana de ambos fenómenos puede servir para llevar la acción por derroteros consecuentes, lográndose así en las sucesivas confrontaciones una salida favorable al bando de los partidarios de un cambio social radical y libertario. Nada está decidido, por lo que todo es posible, incluso las utopías y los sueños.
***
En los años setenta, Miguel Amorós contribuyó a la formación de varios grupos anarquistas efímeros; durante la Transición mantuvo posiciones asambleístas en pro de la autonomía obrera, y posteriormente formó parte del equipo redactor de la revista Encyclopédie des Nuisances (1984-1992). Ha traducido varios libros — La nuclearización del mundo de Jaime Semprun, por ejemplo, para Pepitas de calabaza—, ha escrito incontables folletos y artículos en la prensa libertaria y ha impartido infinidad de conferencias en las que ha analizado los diferentes frentes de la Cuestión Social, algunas de las cuales están recogidas en libros como Las armas de la crítica , Registro de catástrofes , Desde abajo y desde afuera , A carne viva , Perspectivas antidesarrollistas o Golpes y contragolpes . Recientemente ha publicado los libros sobre la guerra civil española La revolución traicionada y Maroto, el héroe.

En la actualidad prepara, para esta misma editorial, una nueva edición del Manuscrito encontrado en Vitoria


 Editorial Pepitas de Calabaza, Logroño, 2012, 200 págs.

Audio. Presentación a cargo del autor: Ir a descargar

sábado, octubre 20

Una cierta justicia poética

"Me gustaría recordar y saludar al orangután que escapó de su celda en el zoo de Kansas City en junio de 1990 desatornillando cuatro enormes cerrojos; a la nutria procedente de la costa occidental de África que, en diciembre de 1991, se escapó de una jaula electrificada en las instalaciones de reclusión del zoo de Portland; al caimán que trepó por una rampa elevada en la feria científica de Seattle en octubre de 1991 y estuvo desaparecido durante varias horas; al elefante del zoo de Louisville que se escapó en junio de 1994; a Cody, la nutria marina que en septiembre de 1993, armada con un destornillador de fibra de vidrio recogido del suelo del acuario de Oregón, apuntó a una ventana y destrozó una de las láminas de cristal; a los chimpacés Ai y Akira del Primate Research Institute de la Universidad de Kyoto que usaron las llaves que le robaron al guarda para abrir sus jaulas, cruzar el vestíbulo para liberar a su amigo orangután Dodoo e irse corriendo hacia la libertad. [...]

El spaniel belga que diparó una escopeta, matando al cazador Jean Guillaume; el elefante que corneó al cazador Alan Lowe en Zimbawe; la vaca que mató al granjero Origene Ste-beanne, de Québec, cuando intentaba quitarle a su ternero recién nacido, son también merecedores de nuestro respeto. Prefiero la persuasión y la educación a que se acabe con vidas, pero hay una cierta justicia poética en estos actos."



La revuelta de los murciélagos
Alon K. Raab. 
 
Extraído del blog Vida de perras

domingo, octubre 14

Corto: A Decade


Ficha:

Duración: 1 min 31 s.

Año: 2012

Categoría: Corto de animación

Web: http://www.treehse.com/blog/portfolio/a-decade/

Sinopsis/Crítica: A Decade condensa en minuto y medio de duración las sensaciones que dominan la vida moderna de los ciudadanos privilegiados. Minimalista, pero con mucha fuerza  y un gran final. La banda sonora es perfecta.

jueves, octubre 11

En defensa de la violencia

Últimamente la idea que más ronda por mi cabeza es el uso de la violencia con fines revolucionarios. Las imágenes del descontento social, del despertar de la conciencia, de esos gritos de rabia en la calle, no hacen sino forzar al pensamiento en una dirección que parece inevitable confrontar: ¿se puede justificar la violencia?

Nos parece natural la reacción violenta que pueda tener una persona atracada; nos parece justificada la bofetada que le dio la mujer al señor que le tocó el culo en el metro; nos parece lógica la cruzada que inició George W. Bush en Oriente Próximo con el pretexto de la prevención terrorista; pero nos parece radical y repugnante la piedra que una persona encapuchada lanza a la policía. Y si somos de les poques que no pensamos así, ya están los medios capitalistas de comunicación para recordarnos la línea del pensamiento dominante. Al final acabamos sintiéndonos culpables, o llenes de dudas en el mejor de los casos, por haber llegado a pensar en la posibilidad de la violencia física.
En los Estados modernos todo encaja a la perfección: con la centralización del poder y la aglutinación de las instituciones sociales alrededor de un gobierno despótico, los Estados modernos monopolizaron el uso legal y formal de la violencia. Legal porque es la violencia amparada en el marco jurídico (estatal) la única que no es punible. Formal porque las relaciones de opresión no son sólo materiales sino que también son simbólicas, y como resultado tenemos una inmensa mayoría de la población que repudia la palabra violencia porque han internalizado (y dado por natural) el monopolio estatal de la misma.
Si el contrato social, del que tanto se jactan les liberales de bien, existe en verdad y establece que el Estado es el garante de la seguridad de sus ciudadanes, entonces no me explico las palizas sistemáticas de la policía antidisturbios en cualquier país del mundo; las elevadas tasas de desempleo en el sur de Europa; o el incremento de las familias que viven rozando el umbral de la pobreza. Si esto ha sucedido es porque antes de todo ya éramos pobres, pero pobres de conciencia.
Como apuntaba antes, una de las características del Estado moderno es que abarca prácticamente todos los espacios de vida, incluyendo lo que se puede y lo que no-se-puede. La socialización de la policía como un elemento de orden elimina de un plumazo cualquier conato de insurrección: le encapuchade es una persona indeseable porque atenta contra el garante del orden. Hemos internalizado tan profundamente el monopolio de la violencia que cualquier respuesta física es tachada por la opinión pública con una ingente cantidad de adjetivos negativos; y peor suerte corren las personas que andan detrás de las confrontaciones físicas.
Pero nada de esto se podría llegar a comenzar a entender si no tenemos en cuenta que el Estado moderno, mediante las dinámicas de socialización en las que se internaliza la cosmovisión dominante, representa y personifica todos los anhelos de bienestar que de forma social nos han inculcado. Creo que es útil comprender este galimatías teórico de la siguiente forma: imaginemos que la sociedad es una masa de agua en la que nosotres flotamos libremente. Nadamos hacia un lado, hacia otro… hasta que nos damos con los gruesos cristales del acuario, el cual delimita la realidad para les que flotamos en su interior. Pero el acuario (el Estado) no solamente delimita geográficamente nuestra libertad, también lo hace de otras maneras: los castillos, las algas, las rocas, los soldaditos del nene… todas esas cosas que suele haber en un acuario son impuestas sin opción a negarse. De la misma manera, nuestro acuario estatal nos impone una forma de pensar estandardizada, unos cánones morales a seguir, una visión específica de esto, de aquello, de lo otro… Y desde luego que romper los cristales del acuario no figura en la lista de cosas permitidas.
El contexto de crisis global que estamos viviendo en la actualidad es, sin embargo, un buen momento para empezar a ver nuestro reflejo en el cristal que nos constriñe, y así haciéndolo, empezar a pensar que hay un cristal entre nosotres y otro mundo posible. Éste es el momento idóneo para la formación, para cuestionar todo aquello que damos por hecho, para alzar la voz y hacer que otres se vean reflejades en ese cristal del acuario. Solamente cuando esto suceda podremos romper los muros del Estado que nos oprime, para así acabar de paso con el sistema de organización social que nos obliga a vivir a la fuerza.
Cada vez más gente comprende que violencia también es dejar en el paro a más de seis millones de personas; desahuciar miles de familias dejándolas en plena calle; explotar la única vida que tenemos para que unes poques puedan salir a navegar en su yate de lujo. Cuando además entendamos que luchar contra aquello que nos esclaviza (física y simbólicamente) no es violencia sino resistencia justificada, y que además estamos obligados moralmente a resistirnos, entonces podremos decir que al final la violencia sí que estaba justificada (y no sólo porque a ella nos obligan).
Muches pensarán que estoy justificando la violencia gratuita; no es así. No es mi intención hacer apología de nada excepto de la necesidad de ver la realidad social; la verdadera, no la que nos venden los medios capitalistas de comunicación. Confío en que ver y comprender la realidad social, la cual sólo tiene una posible interpretación que se reduce a la “explotación del hombre por el hombre”, derive en una única y lógica respuesta.
Estoy apelando a esos anhelos de libertad que todes tenéis como seres humanos que sois. Si bien une no está dispueste a confrontar físicamente a las fuerzas opresoras del Estado capitalista, al menos que no ensucie la valentía de los que sí están por la labor de dar la cara. No es plato de buen gusto correr delante de una manada de borregos a sueldo, y por ello nadie ha de ser juzgado en base a su participación, o no, en este tipo de acciones; suficiente es el reconocer la superioridad ética de la violencia cuando es resistencia justa. Además, el hecho de que existen grupos sociales que quieren evidentemente dominar al resto, convierte a la violencia física en el único camino posible en último término. La pregunta del millón es, ¿cómo sabremos que hemos llegado al último término? La respuesta parece sencilla: cuando solamente veamos la sangre de aquellas personas que, corriendo tras la libertad, se dieron de bruces con el cristal del acuario que nos oprime.
Y esa sangre ya la estamos empezando a ver, no solamente en el Estado español, también en otras partes del mundo. Esto nos muestra que no estamos soles en nuestro acuario; que existen más acuarios que han de ser destruidos si queremos ser verdaderamente libres. Y a este respecto no existe duda alguna: la libertad personal se consigue única y exclusivamente cuando el resto de personas es libre. Y la libertad pasa, en las condiciones de vida que nos imponen, por la resistencia activa al brutal poder que nos arruina la vida; la única que tenemos.

Publicado por La Colectividad

lunes, octubre 8

El urbanismo al servicio del poder


Nadie puede negar que la ciudad, núcleo de la sociedad industrial, se ha convertido en un lugar donde la represión de la vida cotidiana de los hombres mediante el condicionamiento es la más avanzada. En ella se expande la “violación de las masas” por la publicidad omnipresente, en ella se realizan al máximo las ambiciones cada vez más alienantes de la sociedad de consumo. Y, corolariamente, también es un lugar donde la policía se halla magníficamente representada, organizada, agresiva y activa (…) En el siglo XX las ciudades no son obra de sus habitantes sino de los técnicos bajados del cielo del conocimiento, que planifican y organizan la vida cotidiana de miles de hombres, imponiendo un marco a lo cotidiano sin prevenir a quienes introducen en cajas. Cajas azules, rosas o floreadas, regalo que ofrece como premio la asociación poder-capital por la venta de treinta años suplementarios de una vida ya entregada al enriquecimiento de otros, y de un pensamiento plegado ya al poder de los organizadores del espectáculo...

El urbanismo al servicio del poder”, Monde Libertaire, nº 128, enero 1967.

viernes, octubre 5

Armas silenciosas para una guerra tranquila

 William Cooper

El autor de este texto publicado en 1979 nos muestra las actuales formas de dominación, mucho más sofisticadas que en tiempos pasados. Esta misma persona alertó el 28 de junio de 2001 de la preparación por parte del gobierno de EE.UU. de un atentado del que se culparía posteriormente a Bin Laden. El 5 de noviembre sería asesinado por la policía.

La Tercera Guerra Mundial, llamada “Guerra tranquila” está, siendo llevada a cabo utilizando armas biológicas subjetivas, calificadas de “armas silenciosas”.
Estas armas concretan sus efectos en evitar que la población mundial utilice su inteligencia con objeto de construir una realidad totalmente previsible, predecible y manipulable.
A fin de alcanzar una realidad totalmente predecible, los elementos de las clases inferiores de la sociedad deben ser llevados a un control total, es decir subyugados a un deber social a largo plazo desde una edad temprana. Para llegar a tal conformidad, las células familiares de las clases inferiores deben ser desintegradas. La calidad de la educación dada a las clases inferiores debe ser la más pobre, de manera que la brecha de la ignorancia que aísla las clases inferiores de las clases superiores sea cada vez más grande y a la vez que permanezca impenetrable para las clases inferiores.

Introducción descriptiva de las armas silenciosas

Las "armas silenciosas” disparan situaciones, en vez de balas; propulsadas por el tratamiento de datos. No causan daños físicos o mentales aparentes, ni interfieren de manera evidente con la vida cotidiana social de cada uno. Producen, sin embargo, un permanente “ruido” causa indelebles daños, físicos y mentales, e interfieren de forma constante en la vida social cotidiana.
Cuando un arma silenciosa es aplicada gradualmente, las personas se ajustan, se adaptan a su presencia, y aprenden a tolerar las repercusiones que genera sobre sus vidas. En consecuencia, el arma silenciosa es un tipo de arma biológica. Ataca la vitalidad y las posibilidades de realización de los individuos en sociedad, manipulando y asaltando su energía social e individual, así como sus fuerzas y debilidades físicas, mentales y emocionales, consiguiendo finalmente que los ciudadanos sientan una profunda aversión a cambiar su forma de vida, transformar su mentalidad o regenerar su fe en el prójimo.
Tomar el control del mundo por medio de la utilización de “armas silenciosas” bajo la forma de una “guerra tranquila”, significa reducir los conflictos derivados de la actual desigualdad económica mundial a un nivel seguro, mediante un proceso que combine la esclavitud y el genocidio cuando este se vuelve estrictamente necesario.

La teoría del shock, como arma silenciosa, aplicada a la economía

Gracias a una investigación denominada shock-testing (prueba de shock), fue descubierta una relación directa entre la disponibilidad del flujo de dinero en una economía y la respuesta de una masa de gente en función a esa disponibilidad. Por ejemplo, se ha establecido que existe una relación cuantitativa medible entre el precio de la gasolina y la probabilidad de que una persona sufra dolor de cabeza, sienta ganas de ver una película violenta, fumar un cigarrillo, o ir a un bar para tomar un par de cervezas.
Los más interesante es que observando y midiendo los modelos económicos por los cuales la gente trata de huir de sus problemas y de escapar de la realidad, es posible generar programas informáticos para predecir la más probable combinación de acontecimientos creados (choques) que llevan a un control completo y al sometimiento de las personas, por ejemplo, gracias a la perturbación de la economía con acciones tipo "agitar el árbol de las manzanas” haciendo que los más débiles caigan.
La forma más simple de arma silenciosa es un instrumento llamado publicidad. Si una publicidad televisiva se dirige a una persona como si ella tuviera 12 años de edad, entonces, en razón de la sugestibilidad, ella tendrá, con cierta probabilidad, una respuesta o una reacción tan desprovista de sentido crítico como la de una persona de 12 años de edad.
Nuestro sistema económico se sostiene gracias al consumo abundante y barato de materias primas y el consentimiento del pueblo para trabajar, y en consecuencia, para asumir una cierta posición social en la estructura social (es decir de proveer trabajo a los niveles variados del orden social). Cada clase social, obrando a garantizar su propio nivel de ingresos, controla el nivel inmediatamente inferior a éste, y así preservar la estructura de clase. Ello asegura la estabilidad y la seguridad, pero también un gobierno desde arriba. Es esencial reconocer que en la hora actual, el consentimiento de los ciudadanos es todavía clave para el sostenimiento del sistema. Así, el consentimiento es la primera victoria.
Un sistema de arma silenciosa opera a partir de datos (información) obtenidos de un público dócil por medios legales. Tal información se halla disponible para los programadores de sistemas de armas silenciosas, empezando por los formularios de datos de la declaración de la renta presentados por los propios pagadores de impuestos.
El que el gobierno sea capaz de recaudar impuestos y de dimensionar la propiedad privada sin justa compensación ni contrapartidas sociales reconocibles, es una indicación de que la ciudadanía está madura para rendirse y consentir su esclavitud y su sometimiento legal.

Diversión, la primera estrategia

La experiencia ha mostrado que el método más simple para volver eficaz un arma silenciosa es mantener al público ignorante, confuso, desorganizado y distraído con temas sin importancia. Esto se obtiene:

• Descomprometiendo sus mentes y espíritus; saboteando sus actividades mentales;
• Administrando programas educativos de baja calidad en matemáticas, economía, derecho e historia y desmotivando la creatividad.
• Desviando sus emociones, infantilizándolas.
• Aumentando su egocentrismo y su gusto por las actividades físicas a través de la presencia constante en los medios de comunicación de situaciones de violencia, guerra y sexo.
• Ofreciendo –en exceso– “basura” para el espíritu, y privando a la gente de lo que realmente necesita.
• Rescribiendo la historia y la ley, y sometiendo al publico a distracciones que desplacen sus pensamientos hacia un desear construido artificialmente y que nada tiene que ver con las necesidades reales de la población.
• Creando problemas para enseguida ofrecer soluciones.
• Manteniendo al público ocupado, ocupado, ocupado, sin tiempo para pensar.

El efecto de las “armas silenciosas” en la estructura política de una nación

La primera razón por la cual los ciudadanos individuales de un país crean una estructura política es un deseo subconsciente de perpetuar la relación de dependencia de su infancia, y la explicación a por qué la soportan es porque están dominados por el miedo, la pereza y porque es más cómodo que asumir individual y colectivamente las responsabilidades políticas que se derivan de vivir en sociedad.
La inmensa mayoría de los ciudadanos no quieren afrontar los problemas sociales y mucho menos sentirse responsables de nuestra suicida forma de vida, así que asignan el trabajo sucio a otros para mantener la sangre alejada de sus
manos y aquí entran en acción unos profesionales llamados políticos. El pueblo se pone en manos de los políticos a fin de que el pueblo pueda:

1. obtener la seguridad sin tener que organizarse.
2. no tener que pensar o reflexionar.
3. infringir robos, heridas, y hasta la muerte a otros sin tener que implicarse directamente en esas actividades.
4. evitar asumir cualquier tipo de responsabilidad, dando a los políticos el poder de crear y de dirigir la violencia institucional siempre que se justifique apelando a la sobrevivencia de la nación/útero, lo que significa incluso la eliminación de los ciudadanos de su propio país que no se conforman al respeto de la estabilidad de la nación/útero.

* Texto publicado en el anexo del libro Behold a pale horse. Ed. Light Technology Pub
(1991). ISBN: 9780929385228

Adaptación de Antonio Orihuela.


martes, octubre 2

Trabajo: malversación social

"¡Qué locura es el amor al trabajo!
Qué gran habilidad escénica la del capital, que ha sabido hacer que el explotado ame la explotación, el ahorcado la cuerda y el esclavo las cadenas.
Esta idealización del trabajo ha sido la muerte de la revolución hasta ahora. El movimiento de los expltados ha sido corrompido por la moralidad burguesa de la producción, la cual no es solo ajena al movimiento sino contraria a este. No es casualidad que los sindicatos fueran los primeros en ser corrompidos, precisamente por su mayor cercanía a la gestión del espectáculo de la producción".

A. Bonanno

El trabajo es una malversación social. Si derrumbas los cimientos movedizos del capital, los hilos se destensan y se te empiezan a aflojar los nudos corredizos de las articulaciones, se incoa la recreación de lo que puedes llegar a ser o alcanzar tu potencialidad como ser humano. Modelas la materia y descubre en su leitmotiv la dogmatización de la existencia, la reprogramación de tu presente para fagocitar el cerebro y la voluntad de lo que realmente eres. La planificación de la realidad para poder desplegar tu esencia. La libertad se te presenta factible cuando el dogma, recreado desde los despachos y las probetas de los adoctrinadores, se derrumba fagocitando cada palmo de mentira, antes inmutable a las conciencias y sentidos. Tu verdad se hace cognoscible.
El trabajo es una rueca de subsistencia para el individuo, un motor de multiplicar las ganancias y el crecimiento de las riquezas atesoradas a partir de la base misma de la estructura, el modo de producción. El tótem de las conciencias alienadas y desestructuradas que solamente aperciben una
parte convenida para la supervivencia del sistema: ciudadanos desvinculados de su propio devenir, aún así suficientemente manipulables y, a veces, apologistas del sometimiento racional a una condición infrahumana de sus posibilidades reales, transfiriendo su libertad en pos de la maquinaria bien engrasada de la producción y el consumo mecanicista.
El salario ganado, a su vez, lo reinvierten en el mercado, después de caminar inseguros hacia el cebo, instrumentalizan sus conciencias para crear necesidades donde ceder las ganancias. Rumiar la realidad es la mejor de las maneras de desvelar el sabor agrio, las posibilidades cuánticas que podemos conquistar si aprendemos a descubrir las caras ocultas del prisma. Quien se mueve, escucha el sonar de los eslabones que lo constriñen a un empleo y un palmo de tierra donde quebrar su voluntad.
Debemos caminar al contrario de los dogmas omnipresentes e intocables que se nos presentan, endiosados por los aleccionadores y los mass media.
Los parados no deben gastar energías en busca de empleo, sino manifestarse en contra del sistema que forja sus jaulas de podredumbre y deshumanizada vida. Parar de engrosar con sus condenas las fortunas de las élites y sus tecnócratas.
El trabajo, en el modo de producción capitalista, es un componente totalitario y dogmático en manos de tus dueños. 

 Antonio Rubio Mendoza