Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

sábado, octubre 19

Banal o no, maldad al fin y al cabo

 


Como es sabido, y si no ya lo explico yo, Hannad Arendt cubrió durante cuatro años (1961-1964), para The New Yorker, el juicio contra el criminal nazi Adolf Eichmann, uno de los responsables de la deportación y exterminio de infinidad de personas, que había sido secuestrado y encarcelado por el Estado de Israel. El libro resultante de aquello, Eichmann en Israel. Informe sobre la banalidad del mal, llevó a un considerable revuelo hasta el punto de que aquella valiente mujer fuera atacada, considerada enemiga de los judios (perteneciendo ella misma a dicha etnia, tiene bemoles) y etiquetada poco menos que de filonazi. Veamos qué quiso expresar esta importante filósofa con dicha obra y tratemos de encontrar una explicación, aunque sea estremecedora, para los muchos horrores que perviven bien entrado el siglo XXI. Arendt no encontró en Eichmann ninguna encarnación del mal con mayúsculas, sino un tipo mediocre, un burócrata incapaz de pensar que cumplía órdenes, y por lo tanto alguien que había acabado renunciando a su condición de ser humano. El concepto que desarrolló Arendt debería ser considerado hoy en día primordial para juzgar, no solo los sistemas totalitarios, también cualquier forma de dominación, entender cómo tanta gente se muestra igualmente incapaz de pensar y acaban convertidos en una suerte de discapacitados intelectuales que se dedican a repetir lo que dicen otros o, en el peor de los casos, a llevar a cabo acciones terribles.

Arednt dedicó gran parte de su obra a estudiar los sistema totalitarios en los que las personas corrientes se convierten en meros funcionarios en el peor sentido, en piezas de una maquinaria que se mueve externamente hasta el punto el punto de que no tienen opción para dejar de cooperar con el mecanismo, por muy terrible que sea. Y no pueden dejar de formar parte el engranaje, ya que es posible que consideren que es peor para el conjunto dejar de cooperar. De acuerdo, la explicación parece plausible para el totalitarismo, pero es posible que dicha lógica funcione igualmente en otros sistemas estatales, incluso en aquellos que se dicen legitimados por la voluntad popular. Recordaremos que Israel es una democracia, algo que hoy en día los inicuos palmeros de los crímenes cometidos diariamente en Gaza por el Estado israelí se afanan en repetir. ¿Tal vez el Estado democrático tienda también hacia una forma de totalitarismo y se acabe justificando toda atrocidad cometida en su nombre? Ahí lo dejo caer para, al menos, tratar de buscar alguna explicación ante tanta indiferencia hacia el mal. Arendt, además, diferenciaba entre la dictadura, donde los gobernantes llevaban a cabo crímenes de forma consciente, y los sistemas totalitarios, donde el horror no era percibido siempre como tal por las personas que lo llevaban a cabo.

Es posible que los sistemas totalitarios, tal y como los vivió Arendt en su tiempo, tiendan a extinguirse, pero seguimos formando parte de un engranaje perverso de una u otra manera. Me interesa especialmente, más necesaria que nunca en la actualidad ante la estupidez reinante, esa invitación hacia la reflexión profunda y la autocrítica, algo que debería llevarnos a no realizar determinadas acciones para no cooperar, ni convivir en la medida de lo posible, con el crimen. Lo sé, complicado dando el sistema político y económico que sufrimos y del que todos estamos impregnados, pero siempre se puede, recordando también al bueno de Albert Camus, pulir un poco nuestra conciencia, aunque eso suponga cuestionarnos a nosotros mismos, y decir no ante muchas de las injusticias imperantes. El pensamiento de Arendt, además, es de gran actualidad también en esta época, que algunos llaman posmoderna, al señalar ya en su momento que no existen reglas universales fiables a nivel moral, ya que eso podía conducir al terrible dogmatismo en nombre del que se siguen haciendo las mayores barbaridades, en hablar de cierto relativismo y en rechazar toda abstracción para insistir en la realidad concreta. Y es que es necesario salirse de todo orden establecido, abundar en el pensamiento para, sí, llegar a un juicio de valor sobre el mundo que sufrimos. Y lo dice un ácrata de tendencias nihilistas.

 

Juan Cáspar

miércoles, octubre 16

Juventud



“Leo, con una mezcla de rabia y de pena, el desalojo del centro social Casablanca, en el barrio de Lavapiés de Madrid. Hace tres días pasé allí una tarde agradable, comí unas estupendas tortas de verdura y me senté rodeada de jóvenes que hablaban, reían y se relacionaban en un ambiente tranquilo y distendido. En el patio interior se oía música, algo parecido a jazz, a un volumen que no ponía en peligro los tímpanos ni el sistema nervioso.

Soy maestra de la escuela pública, tengo 53 años, y me pregunté ¿pero estos chicos y chicas de dónde salen? Hablan de arte, de música, de ecología, de política, de cine, de literatura; montan talleres de huerto, de yoga, de bicis, de baile. Son la juventud soñada y conseguida, son los jóvenes que hacen que cualquier maestra se sienta orgullosa, sienta que merece la pena continuar, que no todo está perdido, que esa energía y fuerza de la juventud dará frutos en la construcción de un mundo mejor y más justo.

Quiero soñar que ocuparán otros espacios y que serán cada vez más los jóvenes que lucharán contra este sistema injusto, gris y falso al que nuestras autoridades quieren llevarnos. Quiero dar las gracias y el apoyo a estos sabios jóvenes que me enseñan el camino más recto hacia la libertad.”




             Carta al director de una persona en un periódico cualquiera

 

domingo, octubre 13

Nadja

 


Autor: André Breton. Alianza Editorial, 2006 [1928]. Páginas: 256.

 

 Recomendar Nadja (1928), de André Breton, puede ser tan arriesgado como necesario. El riesgo aparece, para empezar, debido a su canonicidad, que la ha hecho propensa a la petrificación y mortificación mercantil como objeto cultural oficial y que lo ha secuestrado en el espacio políticamente neutralizador del «clásico moderno». La necesidad tiene tanto que ver con recuperar una lectura que haga justicia a una de las experiencias literarias más radicales de siglo XX tanto como con la actualidad de una escritura que se implica como pocas en la ejecución de una cotidianidad revolucionaria. La novela, que orbita en torno a un fortuito y turbulento contacto entre el narrador y una enigmática joven llamada Nadja, pone en juego de forma sobrecogedora algunos de las cuestiones más importantes del surrealismo: la posibilidad de la irrupción de lo súbito, inesperado o maravilloso en la vida cotidiana, el “encuentro” como quiebra del tejido experiencial, la inestabilidad de las categorías positivistas de “realidad” o la subyacencia de una vida psíquica y desiderativa no aparente que es posible experimentar y representar intermitentemente. El texto, fabricado de la urdimbre heterogénea del diario, el poema en prosa, el autoanálisis onírico o el ensayo antipsiquiátrico y contra el trabajo asalariado, no deja de intentar devolver su verdadera problematicidad al contacto con el otro, violento y traumático al resquebrajar las condiciones narcisistas y anestesiantes de la vida capitalista. El amor es en Nadja el acontecimiento súbito de un auténtico apocalipsis personal, en el que la experiencia queda abierta a una relación dialéctica en la que el día a día moderno dejan ver su envés inestable. El fracaso, por lo demás, por la que este amor está tocado -desde el comienzo oscilando entre la pesadilla y la locura- no tiene tanto que ver con una herencia romántica mal entendida sino con el reconocimiento irrenunciable de las orillas de unas condiciones materiales que modulan la posibilidad de su éxito. Si el surrealismo se encargó de afirmar que el amor debe ser a la vida cotidiana lo que la revolución a la historia, Breton no se olvida de señalarnos en Nadja que sin la lucha por esta aquel solo podría ser experimentado en los términos negativos de lo elusivo o lo frustrado. Quizás una de las mayores virtudes de esta novela sea la de mostrar la vida cotidiana en una imagen unificada con la lucha por su crítica y su transformación, tratando de hacer evidente «que el más allá, todo el más allá, se encuentra en esta vida».

 

https://www.todoporhacer.org 

jueves, octubre 10

Hegel de vacaciones

 


El fin del mundo ya llegó

pero viene en episodios.



Uno se llama Titanic, en él se hunde el mundo

pero la orquesta sigue tocando,

la derecha promete crecimiento infinito,

la publicidad dice no te conformes con menos,

la propaganda comenta que lo mejor está por venir,

la gente va al gimnasio, hace yoga

y se recupera la venta de automóviles y smartphones.



Otro se titula El dinero manda,

un musical para que el corazón lata al ritmo del capital

que justificará la desaparición de ecosistemas

la explotación de las personas,

y el exterminio de las especies.



El tercero se llama Cuatro Gatos,

y enseña a despreciar a ecologistas, anticapitalistas,

decrecentistas, anarquistas y animalistas.



El tercero se llama Enterprise

y promete el traslado a Marte

el día que terminemos de destruir

lo que será imposible reconstruir en ninguna otra parte.



El cuarto es Zombis Nazis

y plantea la necesaria eliminación del 99%

para la supervivencia del 1%,

de momento es un gran éxito

y apenas hay gente en desacuerdo

pues todos nos consideramos dentro del 1%

que se salvará.



El quinto será Corazón y enseñará

todos los atributos del posthumanismo en ciernes:

irresponsabilidad, infantilismo, apoliticismo,

consumismo e inmoralidad.



El sexto será ¡Entre fieras!

y en él los pobres serán castigados por inadaptados

e ineficientes de cara a su necesaria eliminación.



El séptimo será Raíces, para aceptar la división biológica

de amos blancos y siervos de razas inferiores.



El octavo será Tendido 0,

para combatir el sufrimiento animal

con tradición, cultura y arte de la tauromaquia.



El noveno será El Dorado,

para naturalizar la depredación de las riquezas del Tercer Mundo

y la eliminación de las comunidades nativas

por primitivas y atrasadas.



Y entre medias, repetirán ¿Todo bien?,

para bloquear cualquier síntoma de malestar

cuando haya que saludar a alguien

en este tiempo donde nada va bien.





Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Ed. Irrecuperables, 2023

lunes, octubre 7

Refugio

 

 

Pedro Sáez Serrano

 
«EL EVEREST SE HA CONVERTIDO EN UNA METÁFORA DEL MUNDO. ME INTERESABA CUANDO ERA UNA ALTERNATIVA»

 

Después de siete años trabajando como guía de montaña en el Nepal, David Abós regresa al pueblo familiar de Asomo, en el Pirineo, donde inicia una nueva vida al frente de un pequeño refugio de montaña.

Durante sus años en Asia, David se ha convertido en un escalador de primer nivel, cumpliendo de ese modo sus más acuciantes sueños juveniles.

Sin embargo, oscuras razones parecen empujarle ahora a rechazar cualquier ambición deportiva, y refugiarse como un ermitaño. A lo largo de la historia se van revelando las causas que han provocado en él esta transformación, entre las que se encuentran desgarros personales pero también la evidencia de que el alpinismo, a diferencia de lo que David sostenía en sus años ingenuos, no es un ámbito ajeno a la creciente mercantilización de la vida y el mundo.

La vuelta al hogar, a una posible vida amable y retirada, lejos de ser una solución a su desencanto, supone la prolongación de conflictos equivalentes a los dejados atrás, cuyo inesperado enconamiento empujarán a David a tomar decisiones arriesgadas.

Un libro de montaña y aventura, también una reflexión sobre las funciones que tanto el alpinismo como la literatura pueden jugar en nuestro mundo, alejado quizá para siempre de cualquier noción de refugio. Y un canto apasionado a las montañas, los Pirineos y los sueños de la infancia que permanecen para siempre en el alma.

 

 https://www.desnivel.com

viernes, octubre 4

Las sublevaciones de la tierra

 

Hablamos con Adrián Almazán, autor del prólogo del libro 40 voces por las sublevaciones de la tierra. Abecedario para desarmar el colapso ecosocial,
publicado por Virus 


https://viruseditorial.net/ca/libreria/sublevaciones-de-la-tierra/

 
Un libro escrito por múltiples voces, como múltiples son los colectivos que componen este movimiento que lleva, desde hace un par de años, en Francia, multiplicando sus acciones (ocupaciones de tierras, sabotajes, etc) contra los proyectos del capitalismo ecocida.

Con Adrián hablaremos de la naturaleza del movimiento, quiénes los componen, cómo funcionan, qué tipo de acciones realizan, la represión sufrida...

linternadediogenes@gmail.com

martes, octubre 1

Israel extiende el genocidio a Cisjordania y Líbano


Nuestro mensaje a los vecinos más allá de la valla, en Tulkarem, Nur al-Shams, Shawika y Qalqilya: los convertiremos en ciudades en ruinas como en la Franja de Gaza si continúa el terror contra los asentamientos” – Bezalel Smotrich, Ministro de Finanzas de Israel, a finales de mayo.

 

Se cumple un año del 7 de octubre, fecha en la que Hamás y la Yihad Islámica cruzaron el muro y lanzaron la Operación Inundación Al-Aqsa como venganza contra 75 años de brutal ocupación israelí y su régimen de apartheid. Israel respondió con una campaña de bombardeos, matanzas indiscriminadas e invasión terrestre que se ha cobrado, hasta la fecha, la vida de 41.252 personas (más de 21.000 son niños) y ha dejado más de 95.000 heridos y 10.000 desaparecidos. Además, 1,9 millones de personas se han visto forzosamente desplazadas de sus hogares.

A la vista de estos preocupantes datos –que se limitan a lo ocurrido en Gaza– llevamos un año informando sobre el genocidio que se está perpetrando en la Franja. Sin embargo, más allá de Gaza, Israel va sembrando muerte y destrucción en lugares como Siria, Yemen, El Líbano y Cisjordania. Nos hemos propuesto abordar lo que está pasando en algunos de estos lugares, pero para ello debemos empezar con un brevísimo resumen histórico si queremos entender cómo hemos llegado a este punto.

Breve historia de Cisjordania

En 1948 la ONU asumió las reivindicaciones del movimiento sionista y dio el visto bueno a la fundación del Estado colonial-occidental de Israel sobre el territorio, hasta entonces bajo control británico, conocido como Palestina. Su acto inaugural fue la Nakba o catástrofe, la expulsión de 700.000 palestinas de sus hogares –la mayoría de las cuales se asentaron en Jordania, Gaza y Cisjordania– y la destrucción de varias aldeas a manos de distintas milicias. Desde entonces, en Cisjordania viven tres millones de personas, la mayor concentración de palestinas en un único lugar del mundo.

Durante décadas se produjeron tensiones entre Israel y los países vecinos, que en 1967 desembocaron en la Guerra de los Seis Días. Después de que Israel derrotara a Egipto, Siria y Jordania, ocupó los territorios palestinos –los cuales habían sido asignados por la ONU al pueblo palestino– de Cisjordania y Jerusalén Este. Inmediatamente, comenzaron los asentamientos (ilegales según la Convención de Ginebra) y las tensiones continuaron aumentando.

En 1993, la OLP de Arafat y el Estado de Israel firmaron los Acuerdos de Oslo, en un intento de sellar la paz a cambio de traicionar la causa palestina y aceptar la existencia del Estado colonial. A cambio, las autoridades palestinas podrían ejercer algún tipo de control sobre sus territorios y las fronteras volverían a la configuración anterior a 1967. En la práctica, Israel nunca ha cumplido los compromisos alcanzados, ni tiene intención de hacerlo, ya que su fin último es la limpieza étnica, la desaparición de Palestina y el supremacismo judío. De hecho, Yitzhak Rabin, el primer ministro israelí que firmó los Acuerdos, fue asesinado por un sionista extremista (considerado un héroe por muchos colonos), que entendió que cualquier intento de firmar la paz con Palestina era una humillación para Israel. En la actualidad, el Estado sionista mantiene el control total del 67% de Cisjordania (la Autoridad Nacional Palestina solo gestiona algunas ciudades como Nablus, Yenín, Ramala, Belén, Tulkarem, Qalqilya, Jericó y parcialmente Hebrón) y los asentamientos de colonos no solo no han desaparecido, sino que año tras año siguen aumentando. Además, Israel ha desplegado puestos militares por toda la región, ha instaurado un régimen de apartheid y controla las principales vías de circulación e infraestructuras básicas como pozos de agua o terrenos agrícolas.

 

Actualmente hay más de 700.000 colonos israelíes viviendo en los territorios palestinos ocupados, distribuidos en 279 asentamientos. Israel se lava las manos con la cuestión, argumentando que no los puede controlar y, cuando ya se han asentado, los legaliza y protege militarmente. Solo en los últimos diez años, hasta 200.000 colonos se habrían establecido en Cisjordania, un aumento del 40%. Algunos de los arquitectos del genocidio en curso se han criado en estos asentamientos, como los ministros Gvir y Smotrich.

En el año 2002, Cisjordania quedó sitiada por un muro. Esta barrera separa físicamente a familias enteras y miles de personas se ven obligadas a pasar un punto fronterizo a diario, con sus cacheos e identificaciones, para ir a trabajar, a comprar, al hospital, etc. Desde 2022, además, hay ciudadanas que necesitan permisos especiales para vivir en sus propios hogares. El muro es parte fundamental de la estrategia de apartheid, ocupación y cerco a la población palestina y fue declarado ilegal por la Corte Internacional de Justicia en 2004, que también ha declarado ilegales los asentamientos y el régimen de apartheid, pero la comunidad internacional hace caso omiso, no corta relaciones con Israel y sigue vendiéndole armas. En julio de 2024, 150 estados votaron a favor de condenar el muro, 10 se abstuvieron y solo Israel y EEUU se manifestaron en contra de hacerlo.

Ataques israelíes en Cisjordania

La Operación Inundación del 7 de octubre de 2023 se explica, en parte, por los eventos ocurridos en los meses previos en Cisjordania. El gobierno de Netanyahu había aprobado construir 13.000 nuevas viviendas en ese territorio y los ataques de colonos iban en aumento: quema de viviendas de familias palestinas, echar cemento a pozos, acoso y agresiones a agricultores, tala de olivos, etc. todo ello ante la pasividad y, en ocasiones, colaboración del ejército. La violencia desplegada por los colonos contra la población local es salvaje… Al final, el supremacismo sionista es pura violencia y racismo.

Desde principios de 2024, en plena campaña de bombardeos en Gaza, las autoridades israelíes han emitido cuatro anuncios (el último en julio) para convertir tierras palestinas privadas en tierras estatales. A finales de junio, el New York Times publicó un audio en el que se escuchaba al ministro Smotrich dirigirse a un grupo de colonos e informar que el Gobierno de Israel estaba preparando “actividades sobre el terreno para convertir Judea y Samaria [un término israelí para la Cisjordania ocupada] en una parte integral del Estado de Israel. […] Estableceremos la soberanía primero sobre el terreno y luego a través de la legislación. Tengo la intención de legalizar los asentamientos jóvenes”.

Era evidente que Israel preparaba una operación militar gorda en Cisjordania, que se manifestó el pasado mes de agosto. El día 28, este territorio ocupado vivió una de sus jornadas más violentas, cuando las Fuerzas de Defensa de Israel lanzaron lo que denominaron ‘operación antiterrorista’ y asaltaron, simultáneamente, por tierra y aire, al menos cuatro ciudades palestinas y varios campos de refugiados cercanos. Se trató del mayor ataque contra esta región palestina en las últimas dos décadas, cobrándose al menos 10 vidas. Paralelamente, las fuerzas de Israel cercaron completamente una de las principales urbes de Cisjordania, Yenín, bloqueando el acceso de las ambulancias y cortando el suministro eléctrico. Según datos del Ministerio de Sanidad palestino, en lo que va de 2024, al menos 310 personas han sido asesinadas en Cisjordania por fuego israelí, medio centenar de ellas, menores de edad. Y si calculamos el número de asesinadas desde el 7 de octubre del año pasado, estamos hablando de más de 650 palestinas muertas en incidentes violentos con tropas o con colonos. 147 eran niños.

Estos ataques coincidieron con un llamamiento del ministro de Exteriores, Israel Katz, a comenzar la evacuación de la población palestina de Cisjordania. «Se trata de una guerra en todos los sentidos. Necesitamos abordar la amenaza [terrorista] exactamente como abordamos la infraestructura terrorista en Gaza, incluida la evacuación temporal de civiles palestinos y cualquier otra medida necesaria«, tuiteó. Resulta evidente que los llamamientos a evacuar civiles palestinos no se debe a una preocupación por su bienestar, sino a un intento de profundizar en la limpieza étnica y apropiarse de sus tierras. Según la ONG Peace Now, que documenta la colonización de las tierras palestinas, en lo que va de 2024, los colonos israelíes han ocupado 23 kilómetros cuadrados más de tierra palestina. Se trata de la mayor incautación desde la firma de los Acuerdos de Oslo.

La presencia de Hamás en esta región es inexistente, pero eso no ha impedido que las palestinas hayan caído víctimas de la misma maquinaria de exterminio que opera en Gaza; porque el objetivo no es la organización islámica, sino el pueblo palestino.

Muy significativo está siendo también el bloqueo informativo que está llevando a cabo Israel. Hasta la fecha, ha asesinado a 168 periodistas en Gaza (más del 35% del sector) y el pasado 22 de septiembre clausuró las oficinas de Al Jazeera en Ramala. Probablemente sea la antesala a un recrudecimiento de sus operaciones.

 Ataques israelíes en Líbano

El genocidio que Israel está perpetrando en Gaza desde hace un año llevó a Hezbolá y a otros muchos grupos del denominado Eje de la Resistencia a lanzar ataques contra los intereses israelíes y estadounidenses en la región. Éstos han servido como excusa para propiciar el ensanchamiento del conflicto que varios altos mandos sionistas llevaban años pidiendo. Por ejemplo, antes del 7 de octubre de 2023, varios altos cargos de la política israelí reivindicaban una guerra abierta contra Irán y aplaudieron la decisión de Trump de revertir el acuerdo nuclear que había firmado Obama.

En los últimos meses Israel se ha atrevido a atacar objetivos en Yemen e Irán, asesinar al líder de Hamás, cortar accesos terrestres imponiendo un férreo bloqueo en Gaza o a lanzar incursiones armadas en Cisjordania. Todo sin que Occidente haga nada por evitarlo, más allá de algún tibio llamamiento a la contención.

Por otro lado, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, lleva pidiendo una invasión del Líbano desde el mes de noviembre de 2023, con el pretexto de expulsar a Hezbolá del sur del país. A lo largo de 2024, viendo la nula disposición de Hezbolá a responder de manera que escalase el conflicto, Israel no ha parado de cruzar líneas rojas: asesinatos selectivos de militantes de alto rango, ataques aéreos transfronterizos en el sur de Líbano, bombardeos en Beirut, sabotajes de las capacidades de Hezbolá y, a mediados de septiembre, la detonación simultánea de miles de buscas y walkie talkies (que dejaron decenas de muertes y centenares de heridos) y bombardeos en el barrio de Dahiya.

El 23 de septiembre los bombardeos mataron a más de 500 personas en Líbano, el día más mortífero del país desde el año 2006. Las bombas supuestamente se dirigieron contra unos edificios donde se encontraba reunida la cúpula de la importante fuerza Radwan de Hezbolá (liderada por Ibrahim Aqil, que perdió la vida) y a un total de 1.300 objetivos, pero también se produjeron numerosas muertes de civiles y de personas no vinculadas con Hezbolá.

En el momento en el que escribimos estas líneas Israel está preparando una invasión terrestre de Líbano y probablemente ya haya comenzado cuando nos leas. “Nunca más los judíos se esconderán de los monstruos”, anunció Netanyahu, que ha ordenado la evacuación de las vastas zonas al sur del río Litani y del valle de Bekaa, lo cual muestra que las operaciones planeadas son muy ambiciosas.

La estrategia de Israel apuesta por la doctrina del castigo colectivo —de nuevo, un crimen de guerra tipificado por el derecho internacional, pero a estas alturas a quién le importa eso ya—: los civiles que no abandonen sus hogares y permanezcan en ellos serán tratados como combatientes enemigos. Se están siguiendo en Líbano, por tanto, estrategias similares a las que se llevan a cabo en Gaza. Ya ha comenzado la exigencia de evacuación de la población libanesa a “lugares seguros” hacia el norte y centro del país, con la promesa de Netanyahu de que podrán regresar a sus hogares cuando se haya destruido a Hezbolá. Algo difícil de creer tras un año de genocidio que nos ha mostrado que la destrucción en Gaza no ha logrado eliminar a Hamás pero sí ha demolido la infraestructura civil palestina, mientras se habla de una nueva colonización en la Franja. ¿Ocurrirá lo mismo en el sur de Líbano?

 

https://www.todoporhacer.org 

 

sábado, septiembre 28

La salida del planeta

 


La salida del planeta

en esta caída de cristales partidos

no puede residir en el dinero verde,

el egoísmo verde, la explotación verde.


Los tallos se siguen cortando con la misma guadaña.


La persistencia de su maravilloso equilibrio

se basa en algo tan sencillo

como poder mirar a la cara a la gente,

estrechar sus manos, besar su frente;

respetar al río, al bosque, al monte;

concebir a los seres vivos

únicamente como entes latientes, sintientes,

no como productos o inversiones.

Palpar con las venas las raíces,

empaparse el alma de rocío,

escuchar a los árboles, sonreír a los peces;

dejar la mercancía

definitivamente

en el vacío.

 

 

Alberto García-Teresa. En: Se agota el tiempo: rebelión poética por el clima. Ed. La Vorágine / Voces del Extremo. 2024

Foto de Teresa Chacón


miércoles, septiembre 25

Bulos racistas para extender el odio


El pasado 30 de julio, cientos de personas, convocadas por diversas organizaciones de extrema derecha, se concentraron frente a la mezquita del pueblo inglés de Southport. Corearon “no surrender” (“no nos rendimos”), “English till I die” (“inglés hasta la muerte”) y “Tommy Robinson” (el nombre de un activista de extrema derecha, fundador de la organización islamófoba English Defence League, que días antes había huido del país para evitar comparecer a un juicio) antes de empezar a lanzar piedras contra el centro religioso y a la policía que lo custodiaba. Finalmente, los maderos – de los cuales 50 acabaron heridos, 27 de ellos hospitalizados – solicitaron refuerzos, cargaron contra los ultras con material antidisturbios y disolvieron el acto que supuraba odio.

El origen de todo: un bulo islamófobo

La razón por la que se produjo este ataque contra una mezquita se debía a que el día anterior una persona, armada con un cuchillo, acudió a un campamento infantil de baile en Southport y asesinó a sangre fría a tres niños e hirió de gravedad a otros ocho y a dos adultos. Horas después, varias cuentas de redes sociales de derechas – incluyendo la negacionista Channel3Now que se hizo muy popular durante la pandemia, la del mencionado Tommy Robinson, exiliado en Chipre, y las de grupos neonazis como British Movement, Atomwaffen Division y National Action – empezaron a difundir la noticia que el asesino se llamaba Ali Al-Shakati y que era un refugiado musulmán. Sin embargo, esto no era más que un bulo, dado que al poco tiempo trascendió que el autor del crimen era Axel Rudakubana, un joven galés de 20 años, padres ruandeses, católico y nacido en la mismísima Gran Bretaña.

En los días siguientes, pese a que se aclaró la identidad, nacionalidad y religión del asesino, la desinformación racista se siguió propagando. Por ejemplo, el ultraderechista Nigel Farage (UKIP) acusó a la policía de ocultar información con fines partidistas y Tommy Robinson aseguró que el autor del asesinato había llegado en patera a su preciosa y verde isla. Incluso cuando ya estaba claro que se trataba de un joven nacido en Cardiff, el hecho de que es negro siguió siendo suficiente para para continuar los ataques racistas. “Tan solo unos días antes, Kyle Clifford, un hombre blanco de Londres, había asesinado a tres mujeres, pero el caso no pasó de la habitual crónica de sucesos”, explica este doble rasero Miquel Ramos en un artículo en Público1. “Nadie salió a cazar hombres blancos. Ni se suceden las cacerías de hombres cada vez que uno mata a una mujer, sea del color que sea. Lo de Southport fue diferente porque el perpetrador era negro, y eso sí que se podía usar para responsabilizar a todo un colectivo por los actos cometidos por una sola persona. Es el ABC del manual racista”.

Huelga decir que incluso si el asesino hubiera sido un solicitante de asilo musulmán, estos pogromos racistas no habrían estado justificados. En cualquier caso, el bulo se extendió como la pólvora y las manifestaciones de ultraderecha empezaron a aflorar como setas por todo el país, especialmente en Inglaterra e Irlanda del Norte. El 31 de agosto, Patriotic Alternative celebró una marcha por Londres bajo el lema “enough is enough” (“ya basta”). Ese mismo día, se atacaron hoteles en Manchester y Hartlepool que alojaban a solicitantes de asilo, al grito de “we want our country back” (“queremos que nos devuelvan nuestro país”). Y en los días siguientes, hasta el 10 de agosto, se produjeron concentraciones similares por todo el país, muchas de las cuales terminaron en violencia – bibliotecas y coches ardiendo, tiendas saqueadas, centros de acogida atacados, abogadas de extranjería amenazadas, coches robados alunizando contra hoteles que albergan migrantes, agresiones a comerciantes árabes, ataques a rumanos que circulaban por la calle, etc –. Además, reventaron varias concentraciones propalestinas en diversas localidades inglesas y galesas e, incluso, llegaron a instalar un checkpoint temporal en Middlesbrough para purgar extranjeros. En total, se han producido más de 1.000 detenciones, cientos de encarcelamientos y más de 130 policías han resultado lesionados. Los daños materiales totales todavía no se pueden calcular.

Contado así, de forma fría, puede parecer un relato impersonal. Pero Miquel Ramos hace un buen trabajo de describir lo que todo esto supone: «Hay un grupo de personas parando los coches para comprobar quienes van en su interior. Los blancos pasan sin problemas, pero un conductor de tez morena emprende la huida como puede tras ser golpeado por varios de los que han rodeado el vehículo. No es el único punto de la ciudad donde hay incidentes. A pocos kilómetros, unos jóvenes se graban mientras apedrean las casas y los vehículos de una calle donde viven personas de origen migrante. En otra ciudad, un grupo de personas llega a un hotel donde se alojan refugiados. Entre los manifestantes hay un padre que lleva a su hijo a hombros, y otros menores de edad que saltan y gritan acompañando a la masa. A los pocos minutos, alguien prende fuego a unos contenedores y los empuja para que prenda todo el edificio«.

Y mientras todo esto sucedía, Elon Musk, propietario de Twitter y uno de los instigadores de las protestas – que, además, se lucra con la difusión de bulos y mensajes de odio – tuiteó “Civil War is inevitable” (“la guerra civil es inevitable”) y puso un su perfil imágenes de las cacerías racistas2.

La respuesta antifascista

Por fortuna, hemos podido presenciar decenas de respuestas, a nivel de calle, plantando cara a esta oleada de violencia fascista. Desde cadenas humanas frente a centros de acogidas de migrantes, hasta contramanis en diversas ciudades e, incluso, enfrentamientos físicos en algunas de ellas. Como consecuencia, algunas antifascistas han sido detenidas por supuestas agresiones contra racistas y/o policías Chatham, Southampton y Portsmouth, por citar algunos ejemplos. «Cientos de vecinos se apostan ante las puertas de otro hotel en Bristol, haciendo un muro humano contra la horda de racistas que intenta asaltarlo«, relata Miquel Ramos. «Por otra calle bajan decenas de encapuchados que se enfrentan a los racistas y los ahuyentan a palos. Son también ciudadanos que se han organizado para confrontar a los ultraderechistas que llevan días patrullando las calles y agrediendo a cualquier persona no blanca. Hay también convocatorias para proteger las mezquitas, lugares señalados por los ultras para que sean atacadas. Las comunidades que han sido objeto de señalamiento y violencia han formado grupos de autodefensa, e incluso han salido a las calles a dar respuesta a los racistas violentos«.

Miles de personas [unas 25.000] salieron a la calle el 7 de agosto en las ciudades Birmingham, Brighton, Bristol, Liverpool, Londres, Newcastle y Northampton para denunciar los disturbios y ataques de extrema derecha contra inmigrantes y musulmanes”, escribió El Salto en su web3. “Se trataba de una convocatoria que pretendía contrarrestar las convocatorias de la extrema derecha, que apuntaban a despachos de abogados, ONG y oficinas de derechos sociales de apoyo a las personas migrantes”.

 

Un manifiesto hecho público ese día dice: “Nosotras somos la mayoría, ellos son unos pocos. Gran Bretaña tiene una orgullosa historia de derrotar a fascistas y racistas. Podemos derrotarlos de nuevo. Debemos hacer frente al racismo, la islamofobia y el antisemitismo. Debemos unirnos y movilizarnos contra la extrema derecha y el fascismo”.

La respuesta estatal

Por su parte, el gobierno laborista de Keir Stammer respondió condenando las protestas y llevando a cabo la mayor movilización de policías desde los disturbios de Londres de 2011. 6.000 agentes antidisturbios fueron repartidos por el país – la mayoría en la capital – y otros 2.000 permanecieron en la reserva, dispuestos a acudir donde se les llamara. Policías escoceses fueron enviados a Belfast para poder hacer frente a los disturbios que se estaban produciendo. Además, se anunció que se usaría tecnología de reconocimiento facial y se haría seguimientos a organizaciones de extrema derecha para poder detener a cualquier persona que haya participado en los ataques.

Las detenciones resultaron tan masivas, que el 19 de agosto el Ejecutivo activó la Operación Amanecer Temprano, dejando en libertad provisional a centenares de presos preventivos de otras causas en cárceles de Gales e Inglaterra central para poder ingresar en prisión a un elevado número de ultras.

La respuesta del Estado siempre es usar la policía, responder a la violencia con violencia, y no abordar las causas de la xenofobia4. Se trata todo esto como un problema puntual de orden público, pero la precariedad y la ansiedad que el racismo genera continuarán serán la maleza que actuará luego combustible. «Esta situación es el resultado directo de la combinación explosiva de odio, el racismo, xenofobia y desinformación mostrando de manera meridiana como triunfa el discurso de las extremas derechas en las democracias liberales«, explicó Ruth Ferrero-Turrión en Público el 8 de agosto. «Unas extremas derechas que aprovechan las emociones de la gente para alcanzar sus objetivos a través de la movilización de la ira, el miedo, la indignación, la ansiedad o incluso la  sorpresa operan de manera eficaz sobre sociedades, en este caso la británica, donde primero ha tenido lugar la destrucción del tejido social a través de la implantación de políticas neoliberales, y después los líderes políticos que las han implantado han señalado con el dedo al otro como enemigo y amenaza y responsable de todos los males. Donde se ha azuzado la lucha del penúltimo contra el último. De esto iba el Brexit. La sociedad británica, pero no solo, es receptiva a cualquier bulo que apunte a los que siempre les han dicho que eran la causa de todos sus males«.

Y todo, al final, se arregla con policía”, decía Miquel Ramos el pasado 6 de agosto. “El sistema, insisto, permanecerá intacto. Los equilibrios y las convivencias, cada vez más frágiles. Tan solo las comunidades organizadas, conscientes de estos problemas, están dando respuesta a pequeña escala, al margen de las instituciones, señalando los problemas estructurales, dando batalla como pueden y poniendo el cuerpo cuando toca. Pero volverá a haber cualquier excusa en un futuro, si no en Reino Unido, en cualquier otro país. Y volverá a prender la mecha del racismo que permanece incrustado, inalterable e instrumental para entretener a los precarios compitiendo por las migajas”.

La extrema derecha española emula a la británica

El tiempo no tardó en darle la razón a Miquel. Justo mientras la llama de los disturbios británicos se apagaba, el 18 de agosto una persona asesinó a puñaladas a Mateo, un niño de 11 años, mientras jugaba al fútbol en un polideportivo de Mocejón, Toledo. Enseguida, aprovechando el corto lapso de tiempo, la extrema derecha española empezó a esparcir por las redes bulos racistas relacionados con el crimen, buscando provocar una reacción similar a la que dos semanas antes había sacudió el Reino Unido. Relacionaron el crimen con inmigrantes subsaharianos, con menores marroquíes e, incluso, con un atentado yihadista. Participaron en la mentira pseudomedios y cuentas anónimas, pero también empresas como Desokupa, el pseudoperiodista Vito Quiles, el agitador y ahora eurodiputado ‘Alvise’ Pérez – que, en su canal de Telegram (de más de 700.000 suscriptores) vinculó el asesinato con la llegada de “africanos” al pueblo, generando comentarios llamando a “ir a dar muerte a MENAs” – y hasta el mismísimo Santiago Abascal, que sin mencionar explícitamente el caso dijo que los migrantes estaban convirtiendo España en un “país peligroso”.

Llegó un momento en el que Asell Sánchez, el portavoz de la familia, pidió que no se acusara a “nadie por su raza o color de piel”, ante lo cual recibió una avalancha de repugnantes comentarios culpándole por la muerte de su sobrino, enviados por centenares de fascistas.

La respuesta estatal también emula a la británica

Unos días después, la policía detuvo a J.P., un joven español, como sospechoso del crimen. Español de verdad, que dirían los racistas, de piel blanca y padres españoles. Una vez trascendió la noticia de que la desinformación que difundía la derecha – la cual, aunque se desmienta, deja poso y estigmatiza a las personas migrantes – no eran más que bulos, la Fiscalía especializada en delitos de odio anunció que investigaría quién estaba detrás de la propagación de estas fake news por si hubieran cometido un delito de odio. Ante esto, no tardaron las ratas en abandonar el barco y varios ultraderechistas eliminaron, raudos y veloces, sus cuentas en redes sociales.

La Fiscalía, además, reclamó algunas reformas legales: acabar con el anonimato en las redes y prohibir su acceso a quienes difundan discursos de odio. Una serie de medidas – aplaudidas, por cierto, por algunos sectores de izquierdas, como el secretario general del PCE, Enrique Santiago – que, en el mejor de los casos son bienintencionadas y, en el peor, una manipulación para aumentar el control estatal sobre la población, nos generan pavor. Por un lado, acabar con el anonimato, es decir, dar un DNI para navegar por internet o abrirse una cuenta en una red social, impediría que un proyecto militante (como un centro social okupado, un colectivo ecologista que participa en acciones de desobediencia civil o un periódico anarquista) pueda difundir su trabajo sin señalar abiertamente a las activistas que participan del mismo). El anonimato es útil para que puedas participar en los debates políticos en redes sin exponerte, sin que tus jefes conozcan tu ideología, o sin informar a las autoridades de lo que piensas. Sin él, peligra la libertad física de quienes participan en acciones de protesta o en movimientos sociales, se limita la libertad de expresión y el derecho a recibir información. Por otro lado, otorgar al Estado la posibilidad de decidir qué se puede decir en internet y quién lo puede decidir, por supuesto, se volverá en contra de los movimientos antagonistas. Al igual que ocurrió con los delitos de odio, que se regularon para proteger a las minorías vulnerabilizadas y que se han instrumentalizado para proteger a personas privilegiadas – blancos, heterosexuales, españoles, fascistas, machistas, etc –, esta nueva normativa se pervertiría de la misma forma para atacar al antifacismo, feminismo, anarquismo, ecologismo, antiespecismo, etc.

La estigmatización de los problemas de salud mental

Por último, debemos señalar que una vez que trascendió la identidad del autor del asesinato de Mocejón, los titulares de casi todos los medios apuntaron inmediatamente que se trataba de una persona que presentaba trastornos mentales, que tenía una discapacidad intelectual del 70% y asociaron este hecho al delito.

Debemos destacar el trabajo incansable que han hecho varias activistas de salud mental y también la Comisionada de Salud Mental del Ministerio de Sanidad – quien ha difundido una guía de buenas prácticas – a la hora de explicar que asociar un posible trastorno con este terrible hecho resulta estigmatizante y dañino, además de infundado. Resulta sumamente irresponsable asumir que existe una vinculación entre salud mental y violencia cuando, de hecho, las personas que tienen un diagnóstico de salud mental reciben mucha más violencia que aquellas que no lo tienen. Por tanto, resulta tan discriminatorio asociar el crimen a una nacionalidad o etnia como a un trastorno mental.

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1“Mata a tu vecino para salvar a tu país” (16/08/24).

2Recomendamos encarecidamente que leáis el artículo “La jaula de Elon Musk”, escrito por Jonathan Martínez (14/08/24) y «Pogromos en el Reino Unido«, escrito por Ruth Ferrero-Turrión (08/08/24), publicados ambos en Público.

3“Miles de personas aplastan las convocatorias racistas en Reino Unido” (08/08/24).

4Hemos traducido y subido a nuestra web un artículo titulado “La extrema derecha británica se alimenta del racismo de la política mainstream”, escrito en inglés por Amelia Morris y publicado originalmente en Jacobin. En él, la autora repasa el desarrollo de la islamofobia en Occidente tras el 11-S y cómo socialdemócratas y conservadores han ido normalizando y haciendo suyo el discurso xenófobo de la extrema derecha, hasta convertirlo en dominante. 

 

https://www.todoporhacer.org 

 

domingo, septiembre 22

Muerte y desesperación en Gaza (y en tantos lugares)


No me preguntéis por qué le presto atención a semejante cosa, pero acabo viendo parte de un debate en el que, entre otras cosas, se habla de los asesinatos masivos en Gaza por parte del Estado de Israel. El caso es que dos sujetos se niegan a posicionarse con el argumento de que las cifras de muertos están manipuladas. Para entonces, va en aumento, se hablaba de más de 40.000 fallecidos por el ataque israelí. Me pregunto qué cifra de asesinados es aceptable para que semejantes elementos, de ideología predecible, condenen lo humanamente intolerable o, tal vez, es que consideran que es falso que se esté cometiendo una masacre en Gaza. Uno de ellos, que dice estar al frente de algo llamado Partido Libertario, un evidente oxímoron para cualquiera que tenga bien oxigenado el cerebro, alega además que no se ha dado a conocer de verdad los crímenes cometidos por Hamas sobre los israelís en octubre del año pasado. Claro, es de una lógica aplastante, lo perpetrado por unos pocos justifica castigar a miles de inocentes. Y eso lo afirma un pseudolibertario, que dice ser crítico con cualquier abstracción llamada Estado y su feroz maquinaria bélica (bueno, esto seguro que no le molesta tanto). En fin. Uno se pregunta qué cruel y extraño mecanismo opera en el cerebro de algunos para, en función de sus simpatías ideologías, no condenar un crimen estatal. Y, desgraciadamente, no pasa solo a un lado del espectro ideológico.

Pronto, hará un año del inicio del ataque israelí sobre Gaza, de infligir por parte de un ejército un sufrimiento y muerte indescriptible sobre una población civil. Es posible que las cifras estadísticas, esas mismas que negaban ese par de botarates inicuos, no ayuden demasiado tampoco a adquirir conciencia, nos estamos acostumbrando demasiado al horror. Decenas de miles de muertos, entre ellos muchos niños, otras tantas personas que pueden estar bajos los escombros y esparcidas por las carreteras, sin que los servicios de emergencia puedan actuar por los continuos bombardeos, e infinidad de heridos atendidos en unas condiciones nefastas al estar las infraestructuras de la franja destruidas por los ataques militares. Incontable sangre derramada que debería golpear nuestra conciencia y que solo demuestran que la humanidad, una vez más, atraviesa una interminable era de colapso moral. Lo ocurrido el 7 de octubre de 2023, con cientos de asesinados israelís por milicianos de Hamas, no solo ha sido la perfecta excusa para la definitiva exterminación palestina, sino que toda argumentación parece condicionada por aquellos crímenes sin tener en cuenta que son ya muchas décadas de cruel hostigamiento del Estado de Israel sobre la población palestina.

El genocidio del Estado de Israel sobre Gaza evidencia que el derecho internacional es una pantomima y que las instituciones encargadas supuestamente de mantenerlo están condicionadas y directamente subordinadas a los intereses de los poderosos. Hace ya meses que la Corte Internacional de Justicia, sin levantar demasiado la voz y sin tomar ninguna medidas final contra ello, consideró que había motivos para creer que se estaba cometiendo un genocidio en Gaza, pero los aliados occidentales de Israel, con Estados Unidos a la cabeza, guardaron silencio y siguen haciéndolo. Si las instituciones jurídicas, obviamente, no es que se esfuercen en paliar los problemas del mundo, sino que más bien los sustentan, la responsabilidad se deja en todos nosotros, en la población civil, en los movimientos sociales. Se nos dirá qué diablos podemos hacer cada uno de nosotros, pero siempre se puede hacer alguna acción imaginativa, además de mantener un elevado foco crítico sobre todo Estado y su maquinaria bélica. Hambre y desesperación para gran parte del planeta, mientras en nuestras acomodadas vidas discutimos sobre meras estadísticas. A veces maldigo a gran parte de la especie humana. No obstante, tengamos confianza en superar las crueles estructuras sociales y políticas que se han creado, junto a incontables conflictos históricos que nos siguen determinando.

 

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/09/11/muerte-y-desesperacion-en-gaza-y-en-tantos-lugares/