Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

sábado, abril 29

Impregnados de estulticia

 


Siempre tengo muy presente una charla del bueno de Agustín García Calvo (algo ininteligible a veces en sus propuestas radicales para el común de los mortales, todo hay que decirlo) en la que sostuvo algo así como que él pasaba totalmente de estar impregnado a diario de los medios de desinformación. Cito de memoria, y con toda la inexactitud e incluso algo de distorsión que eso puede conllevar, pero creo que el saludable espíritu libertario y algo nihilista era ese. El caso es que, en aquella época en la que yo era todavía un candoroso mozalbete cargado de cuestionable energía positiva, defendía con cierto ardor lo contrario; venía a decir que había que estar bien informado sobre la sociedad que sufrimos, precisamente, para poder combatirla con conocimiento de causa y transformarla a mejor. A pesar de aquella tierna oposición, como dije al principio, siempre tuve en cuenta aquellas palabras y, hoy por hoy, sin caer en ninguna suerte de solipsismo, pienso y actúo de modos harto diferentes. Y es que al cabo de los años la sociedad mediática, con la irrupción de nuevas tecnologías, internet, redes sociales y demás medios de desinformación, solo ha ido a peor para afección de aquellos incautos exentos de espíritu crítico; no ya que moldeemos nuestro imaginario, y nos manipulen de una u otra manera, a conveniencia de unos determinados paradigmas políticos y económicos, es que directamente nos impregnamos de la más pura estulticia a poco que nos dé por estar pendientes de los consabidos chismes en los dispositivos electrónicos.

Efectivamente, los medios y la tecnología nos moldean en gran medida a imagen y semejanza de la mezquina y frívola sociedad que sufrimos. Y el que suscribe, hasta que se demuestre lo contrario, y a pesar de la enorme estatura intelectual y moral que demuestra a diario, es también un ser humano, por lo que es justo reconocer que no siempre es posible escapar a esas situaciones. De esa manera, a poco que uno cruce unas palabras con los vecinos, en la barra de un bar o haciendo una pausa en el trabajo, se acaba enterando de un cúmulo considerable de datos baladíes, estériles, inanes junto a otros epítetos en los que ahora no caigo. Y no estoy hablando, necesariamente, de cosas como no sé que diablos reciente pugna entre un multimillonario futbolista con su expareja, cantante de éxito, algo que en cualquier caso tiene un indignante peso mediático hasta el punto de estar en boca de casi todo el mundo. Me refiero a que la profundización política del personal no suele pasar de mencionar lo bien que habla inglés el presidente del Gobierno, en no sé que evento, o lo correctamente que se ha expresado cualquier otro político, sin la más mínima profundización en las medidas reales que hay detrás, o cosas superfluas por el estilo. Hace tiempo que ya está evidenciado que la democracia electiva es una miserable farsa, que el sistema se basa en la más pura demagogia, pero no parece importar ya demasiado a una masa proclive a la más pura enajenación revestida de boba frivolidad, mientras otros mantienen la ilusión de que, algún día, llegarán al poder los que cambien las cosas.

Por otra parte, una percepción de la realidad bastante objetiva es que internet ha puesto a nuestra libre disposición, junto a una aglomeración incontable de estupidez, también grandes obras de la literatura y el pensamiento; algo impensable hace unas décadas, con la única posibilidad del medio impreso y la permanente ilusión de la propaganda por parte de aquellos que quieren cambiar el mundo. Este indefinido acceso a la información se ha defendido por algunos como una especie de democratización, valga el palabro, de la cultura; sin embargo, sería digno de estudio qué diablos es lo que construye el deseo de gran parte del personal, incapaces de la más mínima inquietud al respecto. Las nuevas tecnologías y comunicaciones, no solo no ha procurado individuos mejores o más libres, muy al contrario, ha dado lugar a seres cada vez más cercanos a la idiocia; tal vez, una de las razones es porque este barniz de posmodernidad encubre los mismos problemas sociales de siempre con intereses políticos y económicos que saben muy bien adaptarse a los nuevos tiempos mostrando una faz más amable o, incluso, diluyéndose hasta el punto de que pueda haber necios que piensen que nadie maneja los hilos. Urge, y mucho, quizá no tanto lo que sostuvo el bueno de García Calvo, de forma extremista, algo que se muestra tal vez imposible, ya que nos hace caer en el aislamiento o directamente en el solipsismo, pero sí promover conciencias y espíritus críticos ante la abundante estolidez que nos inunda. Para ello, quizá no es factible mantenerse totalmente ajeno al sistema; pero esa parte que, ineludiblemente, se queda dentro, que al menos se mantenga lúcidamente a salvo de tanta insensatez.

 

Juan Cáspar

miércoles, abril 26

  

Lo que vemos y oímos todos los días

es que en el capitalismo sobra gente,

 

como en la Alemania nazi

sobraban las razas inferiores

o en España sobraban los rojos.

 

En el capitalismo sobra gente,

sobran obreros con derechos laborales

y sueldos dignos,

 

sobran jubilados con pensiones,

aunque dos de cada diez

mantengan con ellas a sus hijos

y a las familias de sus hijos,

 

sobran indígenas que se opongan

a la desposesión de sus bienes colectivos

a manos de las multinacionales,

 

sobran inmigrantes.

 

Para que aquí podamos vivir como vivimos,

en el resto del mundo tiene que sobrar gente.

 

Consumimos diez veces más que ellos,

por tanto, en un planeta finito,

no hay para todos y la abundancia de aquí

solo puede significar escasez al otro lado

de las concertinas.

 

Sobra gente en el capitalismo,

que la guerra, el hambre y el cambio climático

se hagan cargo de ellos.



Antonio Orihuela

jueves, abril 20

La Nueve y los antifascistas españoles

 


No soy muy amigo de efemérides, por lo que me entero por purita casualidad que hoy se celebra la liberación de París de la tiranía nazi. Es bueno hacer memoria, especialmente en este inefable país, tan necesitado de ella de una manera honesta. Dice mucho de este inenarrable Reino de España el hecho de que no se enseñe en las escuelas que los integrantes de novena compañía fueran en su mayor parte antifascistas españoles. Para quien desconozca la histora, tras el triste fin del conflicto civil en España, miles de personas se agolparon en Alicante con la esperanza de escapar en barco del yugo fascista. Solo una parte pudo hacerlo y, entre ellos, algunos de los que luego integrarían la compañía que liberaría la capital gala. Acabarán en la ciudad argelina de Orán donde la gloriosa Francia no siempre les dio el trato que merecían. De hecho, el germen de aquella compañía fue un regimiento compuesto en gran parte por tropas africanas, a las cuales se negó finalmente pertenecer a aquella División Leclerc, a pesar justo es decirlo de la oposición del propio general, de la que formaría parte La Nueve. Al parecer, no podía tolerarse que los negros, a pesar de su buen papel durante los primeros años de la guerra, pudieran formar parte del desfile de la liberación; ya demasiado que reivindiquemos a aquellos desharrapados españoles por haberlo hecho.

Aquel Raymond Dronne, capitán de La Nueve, recuerda el espíritu antimilitar de aquellos españoles, no es casualidad que en su mayoría fueran anarquistas. De forma ovbia, no es sencilla que un libertario acepte la autoridad por sí misma sin ninguna base moral, pero su disciplina libremente consentida al parecer fue ejemplar; se convirtieron, paradójicamente, en «magníficos soldados, valientes y experimentados». A pesar de que la historia nos muestre una y otra vez a los americanos como los que encabezaron la liberación, y de ese esfuerzo francés por apartar a los africanos de la contienda, la realidad es que fueron los «rojos españoles» los primeros en desfilar por el París libre con vehículos de combate nombrados como batallas de la Guerra Civil Española: Madrid, Brunete Guadalajara, Teruel… Perplejidad e indignación debería haber causado esta situación recordando el trato indignante que el gobierno francés dio a los exiliados republicanos al meterlos en campos de concentración en el sur del país.

El encuentro de republicanos y anarquistas, integrantes de La Nueva, con aquellos otros que participaron en la resistencia parisina debió ser emotivo. Como no podía ser de otra manera, muy pronto, una vez liberada la ciudad y tranquilizadas las cosas, se esforzaron en tratar de reanudar la lucha contra el fascismo en España; su empeño fue, desgraciadamente, en vano dada la hipocresía de las potencias democráticas y el reconocimiento de la dictadura de Franco años más tarde. Al acabar la liberación de París, de forma quizá no tan sorprendente, en la historiografía francesa los nombres de aquellos blindados fueron mutándose al lenguaje galo, la referencia a los antifascistas españoles fue desapareciendo de los libros oficiales y de la memoria. Tuvo que pasar más de medio siglo para que empezara a reconocerse a aquellas personas, que no desfallecieron ante su derrota en su país. Después de sufrir la derrota frente a Franco y sus secuaces, continuaron la guerra en Francia, según las propias palabras de alguno de ellos, «contra los mismos enemigos, el nazismo y el fascismo». Seguramente, peco de ingenuidad, pero al menos creo posible que cuando esto se reconozca así en este insufrible país, de esta explícita manera y sin subterfugio alguno, quizá algunas cosas empiecen a cambiar.

 

 Juan Cáspar

viernes, abril 14

La matanza de Acteal. Masacre paramilitar en México contra indígenas a finales del siglo XX

 


La matanza de Acteal fue una incursión paramilitar en la localidad del mismo nombre, ubicada en el municipio de Chenalhó, región de los Altos de Chiapas, sureste mexicano, el 22 de diciembre de 1997. Se cumplen veinticinco años de una masacre que regó de sangre un pequeño municipio chiapaneco, asesinando a 45 indígenas tzotziles. Posteriormente se demandó frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) al ex presidente mexicano Ernesto Zedillo por delitos de lesa humanidad, sin embargo la comunidad indígena víctima del ataque se desvinculó de la demanda, porque los demandantes estaban relacionados con el Partido de Acción Nacional, o el propio ex presidente Carlos Salinas; viendo que esa demanda tenía intereses parlamentarios únicamente.

La impunidad con la que se perpetran matanzas contra las poblaciones indígenas en América Latina, es una constante en la historia de los malos gobiernos en la imposición de su idea civilizatoria. Cuando «los nadie» deciden asomarse al abismo de la autonomía para construir sus propios caminos colectivos, los poderes toman venganza infringiendo represión y castigos para devolverles a la senda marcada por la construcción nacional. Esa misma edificación ideológica que trata de borrarles de la historia utilizando cualquier método violento, ya sea directo y descarnado como los gobiernos conservadores, o invisibilizado y manipulado como los gobiernos progresistas. Esta es la historia contemporánea del México abajo y a la izquierda: hacendados, empresarios, policías, narcotráfico y paramilitares como estrategia del shock, para mantener a las comunidades indígenas bajo su yugo.

La muerte disfrazada de paramilitar llegó tras el alba en un negro día de diciembre

A las 10 de la mañana del 22 de diciembre de 1997, paramilitares irrumpieron frente a una ermita de la localidad de Acteal donde se encontraban concentradas numerosas personas rezando por la paz en Chiapas. Fueron asesinadas en total 45 personas: 21 mujeres, 15 niños y niñas, y 9 hombres. Las víctimas eran indígenas tzotziles de la organización pacifista conocida como «Las Abejas». El ejército federal mexicano y la policía del municipio se encontraban cerca de la localidad, pero no intervinieron y se permitió que durante cinco horas los paramilitares emprendieran su matanza. Cuando las autoridades accedieron a la localidad, removieron cadáveres y los trasladaron a la capital de Chiapas, Tuxla; para practicar supuestamente las autopsias. Ni siquiera miembros y trabajadores de Cruz Roja pudieron acceder para asistir a heridos de la matanza.

Tras veinticinco años de la masacre no se ha conseguido una justicia real, porque esta no procede de unos tribunales, y eso lo saben bien los municipios indígenas mexicanos. Su contribución a una justicia social reparadora ha sido continuar la lucha en el sureste chiapaneco, y trabajar con gran esfuerzo en extenderla a todas las comunidades indígenas oprimidas para lograr su autonomía y emancipación. Esta matanza de Acteal debe enmarcarse en la violencia promovida desde los gobiernos mexicanos contra el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el 1 de enero de 1994. Esas políticas oficiales consistieron en la creación y fortalecimiento de grupos paramilitares que, siempre y hasta la actualidad, el gobierno mexicano ha tratado de negar su vinculación con investigaciones sesgadas que impiden documentar información para aplicar una verdadera justicia.

Si bien la organización civil indígena «Las Abejas» no compartían estratégicamente la lucha armada del zapatismo debido a su perspectiva pacifista, sí que conciliaban con sus objetivos y argumentos políticos, y por ello el gobierno mexicano y los paramilitares vieron en este grupo un objetivo a violentar criminalmente. La versión oficial del gobierno mexicano fue rápidamente reducir la masacre a una confrontación entre comunidades indígenas para evitar toda responsabilidad en la matanza. La Procuraduría General de la República presentó conclusiones a investigaciones de gran irregularidad policial y sin garantías judiciales, que hasta la actualidad, son la única versión tomada como oficial.

La verdad, la justicia y la reparación siguen secuestradas hasta la actualidad

Fuentes periodísticas independientes acusaron directamente a mandos del ejército federal de haber colaborado con la masacre, bien con el suministro de armas o municiones utilizadas por las fuerzas armadas mexicanas, o bien con el entrenamiento forzado de civiles a quienes incitaron a usar la violencia. La presión internacional obligó a las autoridades mexicanas a detener a decenas de civiles tomados por paramilitares como autores de los crímenes, sin embargo, no ha habido jamás responsables ni autores intelectuales. Estos sospechosos fueron condenados por los tribunales federales en 2007, sin embargo la Suprema Corte de Justicia de la Nación tuvo que liberar a la mayoría de presos en 2009, al reconocerse irregularidades en el proceso judicial; renovando la injusticia en todo lo relativo a esta masacre.

El actual gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador solicitaba hace dos años disculpas por esta masacre y se comprometía a entregar compensaciones económicas a las víctimas, así como becas a la vivienda y mejorar la infraestructura hidráulica de la comunidad. Una medida exclusivamente mediática, que ya ha venido realizando el gobierno mexicano, sin promover ninguna clase de cambio estructural, ni iniciar una justicia reparadora honesta y con voluntad sobre la violencia en México. Mientras su presidente afirma esas palabras ante la Comisión Internacional de Derechos Humanos para cumplir los mínimos de buena imagen mundial, estos años de gobierno de López Obrador, la violencia contra los municipios zapatistas y otras regiones indígenas han continuado o se han incrementado.


https://www.todoporhacer.org

martes, abril 11

Cuando mis cromosomas


 

Cuando mis cromosomas optaron por la xy,

afuera me dieron un altavoz

y un escalón de cinco centímetros

sobre las niñas que me rodeaban.

Me pusieron a caminar con una malla de mujeres mudas

que alimentaban y cuidaban de mis brazos

y mi sonrisa, y que depositaban su oxígeno

en los surcos donde se posarían mis pies.

 

Yo también construí con saliva esa carcasa;

con los trayectos repetidos,

con el lenguaje manoseado,

con las miradas cómplices, las risas ignorantes,

los silencios cobardes, la pasividad gomosa.

 

Yo mismo me apoyé cómodamente

en la amalgama uniformada de cuerpos

que atendía dócil mis carencias.

Yo mismo corrí por ese sendero desbrozado

por convencionalismos y privilegios

mientras se apilaban obstáculos en su vereda.

 

Y hoy puedo ver

que las marcas de estas uñas

también llevan mi nombre,

que mi piel también arropa

la violencia del patriarcado.



ALBERTO GARCÍA-TERESA

 CUANDO DEJAMOS ATRÁS LO POSIBLE (BAILE DEL SOL, 2022)

sábado, abril 8

“¡Ni uno más, ni una más!”. Un primer paso para la Plataforma de Familias por las Muertes en Prisión

 


A partir de varias entrevistas personales realizadas a miembros de la Plataforma de Familias por las Muertes en Prisión, un compañero nos habla de quiénes han formado recientemente este colectivo y los motivos que les han llevado a ello. Historias de familias que han perdido a alguien fallecido bajo custodia de Instituciones Penitenciarias y que han decidido no callarse y luchar para que sus casos no sigan repitiéndose.

El pasado 6 de octubre varias decenas de familiares de presos fallecidos bajo custodia acudieron de diferentes puntos de todo el Estado y se concentraron en Madrid, frente a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. En la concentración demandaban a la institución verdad y justicia en el esclarecimiento de la muerte de sus familiares. Los familiares implicados, en su gran mayoría madres y hermanas de presos fallecidos aprovecharon para contar sus casos y expresar su rabia y su sufrimiento, señalando el trato inhumano al que sus parientes fueron sometidos y reclamar la investigación sobre la muerte. La concentración fue la primera que realiza la Plataforma de Familias por las Muertes en Prisión, colectivo que espera poder realizar más acciones de este tipo y dar visibilidad a la situación de injusticia, opacidad, torturas y falta de medios sanitarios en las prisiones del Estado.

Las familiares acudieron a la prisión con carteles que aludían a la violencia institucional y la falta de investigación de las conductas delictivas. Las fotografías de los fallecidos estampadas en las pancartas o las camisetas se acompañaban de mensajes como “Siempre contigo, Miguel Ángel” o “Antonio Rivero Juez: investigación y justicia, su familia, pedimos la investigación del fallecimiento bajo custodia en el centro penitenciario de Badajoz, el 25 de abril de 2020”. A propósito, la antropóloga María Pita señala la función testimonial de este tipo de fotografías y mensajes como un medio para simbolizar el sufrimiento y reclamar justicia, un elemento que permite dar al fallecido el estatus que se merece como persona y que el Estado le negó. Como me contaba Ana, hermana de Julián, fallecido en la prisión de Alcalá Meco, la fotografía de su hermano “representa las injusticias… de él, y de todos los que han fallecido ahí, todas las injusticias que se cometen ahí adentro en las que nadie, NADIE toma cartas en el asunto, ni un juez ni un fiscal”. La concentración transcurrió con normalidad, con momentos de fuerte emotividad al canalizar la rabia contra las instituciones.

 

¿Qué tenían en común estas mujeres? La mayoría pertenecían a clase trabajadora, sus familiares, todos jóvenes de entre 18 y 35 años tenían problemas de drogadicción o salud mental y habían acabado en la prisión-depósito, ese espacio institucional en el cual el control se ejerce no a través de la disciplina o la corrección, sino como diría Basaglia, a través de la droga o la enfermedad como medios de control por destrucción. Sus hermanos o hijos se encontraban en módulos conflictivos y de aislamiento, aquellos que la institución considera aptos para los peligrosos o difíciles, a los que se controla mediante la perpetuación de sus problemas. Todas estas mujeres habían decidido dar un paso adelante, politizar el malestar y convertir el sufrimiento en un elemento político.

Por lo general, las familiares veían la prisión como un espacio en el que la integridad física de sus hermanos o hijos estaba en peligro antes de su muerte, ya fuera por sus problemas de salud, la falta de recursos para tratarlos, los conflictos con los carceleros u otros presos y el fácil acceso a drogas y psicofármacos. Es preciso señalar que las cárceles cuentan con 200 médicos para atender a 55.000 presos, de los cuales entre el 50 y el 75% tiene problemas de salud mental o drogadicción. Como señala el informe del Comité de Prevención de la Tortura (CPT) de 2021 la atención psiquiátrica es prácticamente inexistente.

El miedo dificultaba además que estas mujeres actuaran libremente para denunciar dichas situaciones por lo que pudieran hacer contra sus familiares. Mari Ángeles, madre de Adrián, fallecido en Morón, me relataba cómo una vez que su hijo había fallecido, la institución ya no la podía acallar porque no tenía nada que perder: “se aprovechan del miedo que infunden ellos, del terror, porque son terroristas… el miedo paraliza, pero a mí ya no me pueden hacer nada”.

Las familiares cuentan cómo vivieron la situación de fallecimiento, dando una versión muy diferente de los hechos a la de la prisión. Pamela, hermana de Manuel, fallecido en la prisión de Badajoz reclama que su hermano no recibió atención médica cuando la requirió: “estuvo un año con leucemia, le mandaban paracetamol, no le hicieron analíticas, no le sacaron y murió…le sacaron para morir”. Asimismo, Mónica relataba la situación de su hermano Samuel en Tenerife II, que con 31 años y estando en silla de ruedas falleció con golpes en la cabeza y las manos: “lo que queremos saber es de qué son esos golpes si la autopsia no lo recoge ¿por qué están esos golpes? Y hay pruebas, incluso hay un médico forense que pagamos la familia que reconoce que los golpes que tiene Samuel son golpes contusos vitales”.

Tanto en la concentración como en las entrevistas, las mujeres hacen referencia a la falta de interés en investigar los fallecimientos. Victoria, madre de Jesús, que su hijo falleció en la cárcel de Sevilla I me contaba que a la investigación de su hijo le querían “dar carpetazo…oye perdona mira, pero ¿una sobredosis en prisión? ¿cómo? ¿si en la prisión no se puede entrar droga? Mi hijo estaba bajo custodia de Instituciones Penitenciarias” señalando así la responsabilidad última del Estado sobre el fallecimiento. Aina Graciela, madre de Claudia Ximena, fallecida en Wad Ras, denunciaba que la investigación llevada a cabo por parte de los mossos constaba de 6 folios: “yo quiero claridad, quiero transparencia, quiero que se me diga, señora, este es el protocolo, este funcionario hizo así, actuó de esta forma, su hija ese día peleo con el funcionario por esto… pues vamos a investigar a ese funcionario, sería lo correcto”. Al respecto Ana, hermana de Julián me contaba que su impresión era que las autopsias eran “copias y pegas” y que se sentía muy poco respaldada por la justicia, puesto que tenía pruebas de la negligencia médica que había sufrido su hermano, testimonios de que a su hermano no le llevaron al médico pese a las demandas reiteradas de todos sus compañeros.

Los familiares apuntan continuamente a que sus parientes detenidos han recibido un tratamiento inhumano. Así, interpelan directamente a la institución, intentando poner a prueba, con Rancière, el enunciado de la igualdad del ser humano: ¿estar privado de libertad implica merecer el mismo trato a nivel sanitario? ¿tener el mismo acceso a la justicia? ¿tener el derecho a ser protegido, a ser respetado, a vivir? Como me contaba Ángeles, cuyo hijo José Joaquín falleció en la prisión de Sevilla: “¿no son seres humanos? QUE SON SERES HUMANOS… tenemos que acabar con esto es una injusticia muy grande, que se haga esto por 500 euros por los que estaba condenado mi hijo… y los poderosos, sus hijos no entran, no la pisan”.

El CPT en su informe de 2021, que las familiares tuvieron oportunidad de relatar, indicaba las múltiples deficiencias del Estado Español en materia de prevención de la tortura, señalando la perpetuación de prácticas de maltrato físico y verbal, la falta de investigación de las quejas de los internos, la ausencia de cobertura de las cámaras de seguridad y las dificultades de acceso a las grabaciones: “la visita del CPT en 2020 demuestra que sigue existiendo un patrón de malos tratos físicos infligidos por los funcionarios de prisiones como reacción desproporcionada y punitiva”.

Tras el fallecimiento, las familiares describían el trato de la prisión como vejatorio. Algunos de ellas recibieron la noticia por teléfono y no pudieron recoger las pertenencias de sus parientes. Aina Graciela me contaba que el mismo día que falleció su hija acudió a la prisión donde le sacaron sus enseres en “bolsas de basura… todas las cosas de mi hija salen en bolsas negras… todo tirado… o sea… aquí tiene las cosas, llévese a su muerto, y ya está”.

Las situaciones de duelo a las que los familiares se enfrentan son complicadas. Algunas de estas mujeres se encuentran en tratamiento psicológico y psiquiátrico a consecuencia del fallecimiento: la gravedad de los hechos, la falta de investigación, de explicaciones claras y de reconocimiento institucional dan lugar a una vivencia traumática. Algunas de ellas habían tenido que dejar de participar en grupos de apoyo por las dificultades que les suponía enfrentarse cotidianamente a hechos similares. Otras señalaban que el poder expresarse tenía cierto componente catártico, pero, en cualquier caso, todas indicaban la importancia de tener una red de apoyo para poder lidiar con la situación.

Los familiares de los presos son una de las formas de protección más importantes contra la impunidad. Su lucha puede contribuir a la mejora de las condiciones de vida de la población reclusa, a la vigilancia de malos tratos y la reducción del punitivismo. La Plataforma no sólo lucha por la investigación de sus casos, sino por evitar que más casos como los suyos sucedan. Ángeles me decía “yo ya no le voy a dar a mi hijo la vida… pero no quiero que eso le siga pasando a los chavales porque es que ellos no tienen protección ninguna ahí adentro, es que hacen con ellos lo que les da la gana, y es una injusticia muy grande”.  Así mismo, las personas de la Plataforma luchan contra la negación del sufrimiento que comete la mayoría social por el hecho de que las víctimas son personas presas. Como me contaba Mari Ángeles de Sevilla: “lo mismo que las mujeres maltratadas, que antes sufrían y les decían que tenían que hacerle caso al marido, lo veían normal… hoy en día hay una ley que las defiende y las protege, pues esto tiene que ser igual, a base de luchar, luchar y luchar”. Esperemos que sea así y que esta concentración sea sólo un primer paso para la Plataforma.

 

Para contactar con la Plataforma: pmuertesenprision@gmail.com

 

miércoles, abril 5

Alfredo Cospito, 5 meses en huelga de hambre


 

“pronto moriré, espero que después de mí alguien continúe la lucha”

Alfredo Cospito ha cumplido cinco meses en huelga de hambre y sigue dispuesto a sacrificar su vida en lucha contra el sistema de tortura y aislamiento que supone el régimen carcelario italiano del 41 bis.

Alfredo, anarquista con décadas de militancia a sus espaldas, está en prisión tras disparar en la pierna a Roberto Adinolfi, un directivo de una empresa nuclear y por un ataque con explosivos en unas dependencias de los Carabineros en Turín que no causó heridos (para conocer su historia y los comienzos de la huelga de hambre, os recomendamos nuestro artículo Hasta mi último suspiro” 80 días de huelga de hambre del preso Alfredo Cospito contra el aislamiento y la cadena perpetua).

Con su cuerpo y su vida como únicas armas, se está enfrentando en una lucha a muerte contra el Estado italiano para lograr acabar con el régimen especial de aislamiento que supone la aplicación del artículo 41 bis, similar al régimen FIES español. Concretamente, Alfredo se encuentra recluido una celda por debajo del nivel del mar, de 1,52×2,52, casi sin luz. Solo ve un trozo del cielo a través de los barrotes. Se encuentra aislado del resto de presos, puede recibir muy pocas visitas, todas a través de un cristal. No se le permiten guardar fotografías, ni recuerdos, no puede estudiar, formarse, leer lo que desea, ni escribirse con el exterior.

El pasado 24 de febrero, el Tribunal de Casación italiano denegó su salida del aislamiento. Es consciente de que cada día puede ser el último y está dispuesto a aprovechar cada uno de ellos para hacer pública la inhumanidad del régimen especial y tratar que los 750 presos sometidos a él salgan algún día de éste.

Ese día, Cospito asumió que el Estado italiano le condenaba a muerte y, pese a ello, decidió que continuaba con la huelga de hambre. Sus palabras al conocer la resolución eran claras: “pronto moriré, espero que después de mí alguien continúe la lucha


En aislamiento por anarquista

Uno de los motivos para mantenerle en aislamiento, ha sido el no renegar de sus ideas anarquistas y de seguir en contacto con sus compañeros. Así lo señaló el Ministro de Justicia, Carlo Nordio, que afirmó que “es peligroso y habla a los anarquistas, debe permanecer en el 41 bis” además de acusarle de dar y recibir órdenes de compañeros en el exterior.

También, y con el ánimo de frenar las simpatías que su lucha está despertando en parte de la opinión pública italiana, se le está acusando de trabajar para los mafiosos, dado que este régimen especial fue creado directamente para aislar a los principales capos de estas organizaciones del exterior.

Ante esto, Alfredo, lejos de renegar de sus ideas, las defiende orgulloso, afirmando que su lucha es solo por una vida que merezca ser vivida para cualquier persona que esté encerrada en estas condiciones, como escribía en su carta difundida por su abogado el 1 de marzo.

Mi lucha contra el 41 bis es una lucha individual de un anarquista, ni doy ni recibo órdenes. Simplemente no puedo vivir en un régimen inhumano como el 41 bis, donde no puedo leer libremente lo que quiero, libros, diarios, periódicos anarquistas, revistas de arte y ciencias, así como de literatura e historia. La única posibilidad que tengo de salir es renegar de mi anarquía y vender a alguien que ocupe mi lugar.

Un régimen donde no puedo tener ningún contacto humano, donde no puedo ni ver ni tomar un puñado de hierba o abrazar a una persona querida. Un régimen donde las fotos de tus progenitores son secuestradas. Enterrado vivo en una tumba en un lugar de muerte. Llevaré adelante mi lucha hasta las consecuencias extremas, no por un “encargo” sino porque ésta no es vida.

Si el objetivo del Estado italiano es hacerme “disociar” de las acciones de los anarquistas de fuera que sepa que como buen anarquista yo no acepto recados. Creo que cada uno es responsable de sus propias acciones, y como perteneciente a la corriente autoorganizativa no estoy “asociado” a nadie y por tanto no puedo “disociarme” de nadie. La afinidad es otra cosa. Un anarquista coherente no toma distancia de otros anarquistas por oportunismo o conveniencia.

Yo siempre he reivindicado con orgullo mis acciones (incluso en los tribunales, por eso me encuentro aquí) y nunca he criticado las de otros compañeros, mucho menos cuando existe una situación como en la que me encuentro.

El mayor insulto para un anarquista es ser acusado de dar o recibir ordenes.

Cuando estaba en el régimen de Alta Seguridad también tenía la censura y no he expedido ningún “pizzini” (n. del t.: papelitos mediante los que supuestamente los jefes mafiosos pasan sus ordenes) sino artículos a los diarios y revistas anarquistas. Y sobre todo era libre para recibir libros y revistas y escribir libros, leer lo que quería, incluso se me permitía evolucionar, vivir.

Hoy estoy dispuesto a morir para hacer entender al mundo lo que realmente es el 41 bis; 750 personas lo sufren sin protestar, convertidos continuamente en monstruos por los mass media. Ahora me toca a mí, me habéis convertido en un monstruo como el terrorista sanguinario, después me habéis santificado como el mártir anarquista que se sacrifica por los demás, para después volver a convertirme en un monstruo, como un terrible espectro. Cuando todo haya acabado, sin duda seré elevado a los altares del martirio. No, gracias, no estoy por la labor, no me presto a vuestros sucios juegos políticos.

En realidad, el verdadero problema del Estado italiano es que se lleguen a saber todos los derechos humanos que son violados en este régimen 41 bis en nombre de una “seguridad” por la que se sacrifica todo. ¡Bien! Tendréis que pensároslo mejor antes de meter a un anarquista aquí dentro. No se que motivaciones reales ni maniobras políticas habrá detrás. Y porque alguien me ha usado como “manzana envenenada” en este régimen. Era bastante difícil no prever cuales serían mis reacciones ante esta “no vida”. Un Estado, el italiano, digno representante de la hipocresía de un Occidente que continuamente da lecciones de “moralidad” al resto del mundo. El 41 bis ha dado lecciones que han sido bien recogidas por estados “democráticos” como el turco (los compañeros kurdos saben algo de ésto) y el polaco.

Estoy convencido de que mi muerte supondrá un obstáculo a este régimen y que los 750 que lo sufren desde hace décadas podrán vivir una vida digna de ser vivida, hayan hecho lo que hayan hecho. Amo la vida, soy un hombre feliz, no cambiaría mi vida por la de ninguno otro. Y es porque la amo por lo que no puedo aceptar esta no vida sin esperanza.


No puedo rendirme a esta no-vida

El 14 de marzo, Cospito tuvo una nueva oportunidad de alzar la voz en la vista en la que se revisaban las medidas cautelares del proceso Sibila, en el que está imputado junto a otros compañeros, acusados de “cargo de instigación a la delincuencia con el agravante de terrorismo” por la difusión de escritos en panfletos, webs y periódicos.

Soy el único idiota que muere en el occidente democrático desarrollado porque se le impide leer y estudiar lo que quiere, periódicos anarquistas, libros anarquistas, revistas históricas y científicas, sin descuidar los amados cómics.

Admitiréis que es paradójico y hasta un poco divertido, no puedo vivir así, simplemente no puedo hacerlo, espero que quienes me aman lo entiendan. No puedo rendirme a esta no-vida, es más fuerte que yo, quizás porque soy un anarquista cabezón de Abruzo. Ciertamente no soy un mártir, los mártires me dan asco, Sí, soy un terrorista, le disparé a un hombre y orgullosamente reivindiqué ese gesto, aunque dejad que os diga, la definición hace sonreír un poco en boca de los representantes de Estados que tienen guerras y millones de muertos en su conciencia y que a veces, como uno de nuestros ministros, se enriquece con el comercio de armas. Pero que podemos decir al respecto, así va el mundo, al menos hasta que triunfe y vean la luz la anarquía y el verdadero socialismo, el antiautoritario y antifascista. “No falta nada” diréis vosotros y también yo, por ahora los únicos destellos de luz que veo son los gestos de rebeldía de mis hermanos y hermanas revolucionarias en todo el mundo, y no son poca cosa, porque están hechos con corazón, pasión y valentía, por pequeños e inconexos que puedan parecer.

Dicho esto quería explicar el sentido de mi tenacidad contra el régimen 41 bis. Creo que algunos juristas lo han entendido, pero muy pocos lo han comprendido: el 41 bis es una metástasis que amenaza y de hecho está socavando vuestro llamado estado de derecho, un cáncer que en una democracia un poquito más totalitaria –con el gobierno de Meloni estamos cerca– puede servir para reprimir, silenciar con terror cualquier disidencia política, cualquier tipo de extremismo hipotético. El tribunal que decide sobre la condena a la mordaza medieval del 41 bis es muy similar al tribunal especial fascista: sólo podré salir de este círculo dantesco si reniego de mis convicciones políticas, de mi anarquismo, sólo si vendo a algún compañero o compañera. Siempre empieza por los gitanas, los comunistas, los antagonistas, los gamberros, los subversivos y luego por las izquierdas más o menos revolucionaras.

Cómo no iba a oponerme a todo esto, desde luego de forma desesperada, y para un anarquista, precisamente porque no tenemos una organización, la palabra dada lo es todo, así que seguiré hasta el final. Para concluir, como dijo el anarquista Henry si no recuerdo mal, antes de que le cortaran la cabeza: “cuando no me gusta el espectáculo tengo derecho a abandonarlo, saliendo y dando un gran portazo”. Lo haré en los próximos días, espero que con dignidad y serenidad, en la medida de lo posible.

Y tristemente, ese final puede estar cada día más cerca. El pasado 22 de marzo, Cospito sufrió una crisis cardíaca que, según los médicos pueden dejarle secuelas irreversibles.

Es posible que Alfredo muera, pero las múltiples muestras de solidaridad, con concentraciones y ataques a intereses italianos y de la policía a lo largo de todo el mundo, demuestran que son muchos los decididos a continuar su lucha.

Para una información actualizada, recomendamos la web www.lucharcontrael41bis.noblogs.org


 

Extraído de https://www.todoporhacer.org