«Escondéis la higuera bajo el cemento, igual que vestís a las personas de uniforme para que no se reconozcan» – Pintada anónima en una pared en el municipio de San Sebastián de los Reyes la pasada década
Las huellas de un genocidio pueden ser enterradas bajo el cemento, y también pueden esconderse bajo la arena del silencio. La represión en el Estado español siempre queda atada y bien atada, y los huesos sacuden una verdad ocultada premeditadamente. Las cifras oficiales del Ministerio de Justicia registran al menos 2.567 fosas comunes, donde se calculan que pueda haber más de 115.000 desaparecidos víctimas del Franquismo. En Madrid habría 54 fosas comunes, que contabilizan 12.116 asesinados.
Las estadísticas apabullan, y la actitud del Estado español sigue sorprendiendo (no tanto) décadas después, protegiendo política y socialmente siempre a quienes perpetraron esos crímenes y a quienes actualmente siguen exaltándolos. No extraña tanto cuando en este país es la sociedad consciente y organizada la que ha decidido romper el silencio y la inacción oficial, buscando verdad, justicia y reparación; una labor a la que siempre los poderes estatales ponen piedras en el camino.
El pasado 22 de agosto la Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes y la Sociedad de Ciencias Aranzadi iniciaban la excavación de una de las fosas del municipio de Colmenar Viejo, donde fueron tirados los cuerpos de 107 hombres y una mujer, fusilados por las autoridades franquistas entre el 15 de abril y el 1 de diciembre de 1939 por sus ideas antifascistas.
Fueron fusilados en varias tandas semanalmente, cualquier día de la semana, incluso en domingo, como el caso de Manuel Mateo López, ex alcalde de Sanse. Una nueva evidencia material para abandonar las teorías reaccionarias que apuntan a señalar la violencia en ambos bandos y esas narrativas herederas del Franquismo que quieren adornarse de falsa neutralidad. La realidad es que el régimen franquista cometió un genocidio y creó aparatos jurídicos y represivos para llevar a cabo un exterminio masivo de la población española por razón de odio a la clase trabajadora organizada y su ideología emancipadora.
De todas las personas enterradas en una de las fosas comunes en el cementerio de Colmenar Viejo, 44 eran vecinos de ese municipio (incluyendo a Martina Aparicio Bastero, de 32 años de edad, la única mujer inhumada), 25 vecinos de San Sebastián de Madrid (denominado así en 1936), 16 de Fuencarral, 11 de Hortaleza, 5 de Moralzarzal, 4 de Soto del Real, 2 de Manzanares, 1 de Miraflores de la Sierra y otro de El Molar. Todos ellos, bien eran miembros de las corporaciones municipales, o eran sindicalistas o milicianos, pero tenían algo en común, y es que eran trabajadores, mayoritariamente jornaleros.
Desde el año 2015 que nació la Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes, junto al antropólogo Roberto Fernández y otros historiadores voluntarios, se ha perseguido conquistar esta memoria bajo la tierra con una gran labor de investigación y lucha social. Se han organizado eventos, se han realizado homenajes, se ha localizado a familiares de las víctimas, es decir, se lleva rescatando la memoria durante largo tiempo y este proceso de exhumación es un punto álgido, y a su vez continuación de un proceso que debe marcar la azada en otras muchas fosas sin abrir.
Estas exhumaciones recaen sobre una doble necesidad narrativa: la personal, la de los familiares en búsqueda de la verdad, y los sentimientos con los que se encontrarán para sanar heridas; y por otro lado la narrativa social que reconstruye la memoria del pasado para aportar a la lucha en el presente. Se vincula al hilo rojo de la lucha histórica anticapitalista y antifascista, porque si queremos hacerles un reconocimiento honesto, debemos considerar que sus acciones políticas e ideas buscaban acabar con el capitalismo y aplastar el fascismo, labor que aún en la actualidad tenemos pendiente.
El año pasado se acudía a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, donde se presentó un proyecto solicitando una subvención para iniciar los trabajos de exhumación de las fosas de Colmenar Viejo, y que finalmente fue aprobado. La exhumación, dirigida por la antropóloga forense Almudena García-Rubio, está siendo de un gran interés mediático ya que se trata de la primera exhumación realizada en la Comunidad de Madrid.
En la primera jornada, con gran expectación, se rompió el hormigón de media fosa, y se comenzó a sacar tierra de relleno, no compactada, se excavó en total unos 30-40 cm. El primer esqueleto apareció en el tercer día, a metro y medio de profundidad, un varón de unos 25 años con un orificio de bala en la mandíbula y en el cráneo. Según los informes que la Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes ha compartido, tras la primera semana de intenso trabajo ya se habían localizado un total de 11 cadáveres, 6 de los cuales ya estaban exhumados en cajas para llevar al laboratorio. Los últimos restos humanos aparecieron sin caja, como suele ser habitual, y ha aparecido una bala de las que usaba la Guardia Civil en la época para dar el tiro de gracia. Durante el primer fin de semana, además, se hicieron visitas guiadas con explicaciones históricas a familiares y personas que quisieran conocer los detalles de la exhumación sobre el propio terreno.
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