William Morris. 1890
“– Decidme una cosa, si sabéis: el cambio,… ¿se produjo pacíficamente?
– ¿Pacíficamente? —repitió—, ¿era posible la paz en aquella masa caótica de pobres desdichados del siglo diecinueve? Fue la guerra de principio a fin, guerra áspera hasta que surgió la paz y el bienestar…”.
Finalizada en 1890, Noticias de ninguna
parte es una novela ya clásica en la historia del pensamiento utópico.
Descatalogada durante algún tiempo, en los años recientes ha sido
publicada de nuevo por al menos dos editoriales (la otra es Minotauro,
cuya traducción es un poco más rígida y además pertenece al despreciable
grupo empresarial Planeta). Su argumento es relativamente simple: un
activista socialista londinense se acuesta a finales del siglo XIX para
despertar en el año 2102. En cierta medida se trata de un relato que se
acerca y mucho a la ciencia ficción (género especializado precisamente
en los futuros distópicos y desoladores), salvo por el hecho de que el
personaje no llega al futuro por medio de ningún proceso tecnológico,
sino durmiendo. Su primera sorpresa será encontrar un Támesis limpio
por el que nadan los salmones. A partir de ahí recorrerá una nueva
realidad de la mano de un personaje que hace las veces de guía y le
muestra los principales aspectos de la sociedad futura. Sociedad
utópica, por supuesto, en la que los habitantes viven en una especie de
comunismo libertario (superficialmente esbozado, que para eso es una
novela y no un tratado teórico) y se ha producido una vuelta a la
naturaleza y a los oficios manuales (rotativos para desterrar la rutina
de la vida, como explicara el joven Marx).
William Morris, genial personaje
histórico al que merece la pena acudir de tanto en tanto, se limita a
mostrarnos el futuro que deseaba para la humanidad. Con cierta
ingenuidad, pero con descaro e ingenio (el edificio del Parlamento sirve
para almacenar estiércol, por ejemplo). Para ello describe una
naturaleza exuberante, la desaparición de la actividad industrial, una
forma de vida pausada, la abolición de la tiranía de la máquina, la
primacía de una estética ajena a las mercancías, el cese del urbanismo,
la liberación material… en definitiva, la abundancia y la paz. Leída ya
entrado el siglo XXI, algunas de sus apreciaciones nos pueden parecer
fuera de lugar, como por ejemplo la sensación de que se ha producido una
cierta mejora racial (que tiende hacia lo rubio, todo hay que decirlo) o
el trato que se da a las mujeres (quienes se encuentran supuestamente
liberadas, pero son descritas con un tono paternalista que chirría
bastante), sin embargo, hay que hacer el esfuerzo por trasladarse a la
época en que fue escrita y valorar tanto el esfuerzo de Morris, como la
actualidad de sus sueños. Al fin y al cabo, Noticias de ninguna parte se escribió para contrarrestar El año 2000 de
Edward Bellamy, otra utopía de aquellos años en los que el futuro se
presenta en forma de estabilidad social garantizada por el desarrollo
tecnológico y una organización estatal eficiente. No hace falta que os
digamos que el horizonte que anhelamos nosotros se asemeja más al de
William Morris, uno en el que el trabajo no sea minimizado u organizado
de manera diferente, sino que sencillamente se transforme en algo tan
distinto de lo que conocemos que ya no pueda responder a ese nombre.
Interesante visionario.
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