Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

sábado, julio 30

Post Babilonia. La condición metropolitana contra el derecho al territorio


El crecimiento mastodóntico y caótico de los grandes monstruos metropolitanos no supone solamente la destrucción de sus entornos, sino también la supresión misma del concepto de ciudad en su sentido más rico y complejo. Esa expansión ha generado un todo urbano, mediante continuos ciclos de ocupación y urbanización sustentados en el despliegue de infraestructuras, que a día de hoy supedita la economía y la vida de regiones enteras a los procesos extractivos, y obliga a miles de millones de personas a participar en su propia destrucción.

A través de diferentes estudios de caso, que abarcan desde la relación de los Pirineos con la región Barcelona/Cataluña hasta la historia de las metrópolis mexicanas o la memoria de la destrucción (y de las luchas contra ella) del territorio balear, Miquel Amorós analiza los distintos medios y estrategias a través de los cuales la condición metropolitana destruye el derecho al territorio. No solo devastando formas de vida, usos o economías consideradas desechables para el Capital, sino también reduciendo las posibilidades de construir tejidos sociales y existenciales antagonistas al mercado.

Post Babilonia plantea que «la defensa del territorio es la nueva lucha de clases o que la cuestión social es ante todo una cuestión territorial», ya que la condición de oprimido, en la actualidad, está definida por «ser piezas de un engranaje que los obliga a consumir y endeudarse en un espacio vital condicionado por la economía de mercado». En ese espacio «urbano pero sin vida urbana» que es la metrópolis, la lucha por el derecho al territorio es condición irrenunciable para la emancipación social.

Miquel Amorós (València, 1949). Traductor, historiador y analista social no académico, formó parte del equipo redactor de la revista Encyclopédie des Nuisances y, en los últimos años, de la redacción de la publicación antidesarrollista y libertaria Argelaga. Prolífico temáticamente, ha abordado desde la memoria libertaria hasta la crítica social y las propuestas antidesarrollistas contemporáneas, siempre desde una perspectiva antiautoritaria. Esta amplitud de miras se refleja también en su abanico de colaboraciones editoriales, desde sellos de reconocido prestigio como Pepitas de Calabaza o La Linterna Sorda hasta editoriales de corte militante como Muturreko Burutazioak, Milvus, Brulot o Anagal. Con Virus, ha publicado una trilogía que recoge la memoria del anarquismo disidente durante la Guerra Civil (La revolución traicionada, José Pellicer, el anarquista íntegro y Maroto, el héroe. Una biografía del anarquismo andaluz), además de Durruti en el laberinto.

 

https://www.viruseditorial.net/es/libreria/libros/609/post-babilonia 

 

miércoles, julio 27

Los cinco elementos. Una cartilla de alfabetización ecológica

 


Yayo Herrero



Hoy nos enfrentamos a una creciente desestabilización global de los ecosistemas y de los ciclos naturales de nuestro planeta, como consecuencia de una economía extractivista y orientada a un crecimiento sin límites mundializado. Nos hallamos ante una gran crisis ecosocial.

Yayo Herrero propone analizarla a partir de cinco elementos: agua, aire, tierra, fuego… y vida, para poder recuperar la memoria de lo que somos y de dónde venimos, y así desarrollar una conciencia que debería darnos fuerza para hacernos cargo del mundo como proyecto viable.

Situando como prioridad la sostenibilidad de una vida digna, el gran reto es llegar a compartir casi todo bajo principios de suficiencia, reparto, cuidados y precaución. El presente ensayo es una invitación al activismo al tiempo que un canto apasionado a la vida buena en nuestro planeta.

domingo, julio 24

Esplendor del mal

 


Rayos de Dios ultravioletas 

deshilachan nubes de CO2, NH3 y CFC. 


Cae lluvia ácida, 

se descuelgan racimos de bombas inteligentes 

en este invernadero nuclear de alimentos transgénicos, 

bolsas de dividendos de plástico no degradables, 

contaminación acústica, predicadores, artistas 

y políticos ladrones de sueños. 


Qué más da que lo nieguen, 

en pro del pesticida del terrorismo 

y el herbicida del peligro 

que representan los inmigrantes 

para la seguridad ciudadana, 

científicos domesticados 

y periódicos que crucificaron la verdad 

en un madero ilegalmente talado por niños esclavos 

en los bosques tropicales también llenos de lobbys. 


Extintas nieves del Kilimanjaro, 

televisión, luz de luz de nuestras vidas, 

aire irrespirable de México D.F.,

líneas electromagnéticas de este cáncer, 

chapapote, mancha de fuel, 

microondas do mar de Vigo, 


ai ondas que eu vin veer, 

se me saberedes dicer, 


primer mundo del basurero restante, 

si piensas que aún estás a salvo... 


...sepas 

que ya nada te protege. 



Antonio Orihuela



lunes, julio 18

Humanidad Burocrática, Humanidad Económica

 

 
 
Estamos en un contexto histórico muy especial, el sistema capitalista ha apretado otra vez más las tuercas , cada vez más gente se está cayendo del trasatlántico del estado del bienestar... Estamos a la espera de algo no sabemos que ... ¿Que nuevo modelo social nos quieren imponer? ¿Cuantos agujeros más nos apretaran el collar? ... Seguimos esperando ? O empezamos caminar... ¿Es la vida una ocasión para un experimento?. Partiendo de la idea de "la humanidad económica" Pedro Gª Olivo iniciará un recorrido por la obra de numerosos autores (j. Ellul, L. Mumford, I. Illich...) para así compartir algunas claves y hallar respuesta a esta pregunta, y quizás abrir camino para formularnos otras.

viernes, julio 15

Flujos migratorios

 


Días después de la cumbre de la OTAN en la capital del reino, todavía nos invade la vergüenza ajena ante el nivel de subordinación y genuflexiones de la politiquería de ese inefable país. Como es sabido, la fuerza atlántica, lejos de disolverse como organización terrorista armada, como ya debió hacer décadas atrás, estableció su línea de actuación para los próximos diez años. Entre sus objetivos, para orgullo de la derecha más extrema, y como no podía ser de otra manera, está el defender todavía más la integridad territorial de todos y cada uno de sus socios; de manera explícita esta vez, se alude a los flujos migratorios. Por supuesto, Pedro Sánchez, al frente de la autoproclamada coalición de gobierno más progresista de la historia, ha mostrado su entera satisfacción por haber servido de sede a los gerifaltes del imperio. Con una crisis encadenada tras otra, estando al borde del colapso económico debido al sistema capitalista y con una democracia representativa, que asegura el control de las élites políticas y económicas, la fuerza atlantista, como insigne representante de la civilización occidental, se repliega en su deseo de buscar con ardor enemigos entre los que se encuentran los desgraciados del mundo en busca de una vida mejor. Nadie esperaba más, al fin y al cabo ya estamos olvidando en nuestra descerebrada sociedad mediática los recientes asesinados en la frontera marroquí por parte de las sacrosantas fuerzas del orden.

Y es que parece mentira que continuemos con nuestras grises vida en plena (gran) crisis de una modernidad empecinada en hablar todavía, sin el menor asomo de vergüenza, de «progreso» y «desarrollo». Si alguien esperaba, después de que la pandemia del Covid afectara también al primer mundo, que aprendieramos a ser más solidarios y concienciados ante un mundo desigual, los incidios estaban equivocados. Al fin y el cabo, el capitalismo ha demostrado tener mucha más capacidad de innovación y mutación de lo que predijo el viejo Marx; en lo que ataña a la política, los gobernantes, de uno u otro pelaje, se muestran razonablemente tranquilos mientras no entremos los ciudadanos en una fase de madurez para aprender a crear nuestras propias herramientas de gestión directa. Sí, lo diremos una vez más, la invasión de Ucrania por parte del ejecutivo ruso es repulsiva, pero olvidamos pronto que las guerras parecen formar parte del código genético del capitalismo y que en ningún momento ningun Estado ni ninguna fuerza militar de las que forman parte han trabajado de verdad por la paz, por no hablar de justicia social. Pero, continuemos con el inicuo «control de los flujos migratorios».

Conviene recordar a los que todavía conservan algún atisbo de fe en un gobierno «progresista», que todos y cada uno de ellos ha mantenido su política de contención de la migración para asegurar que el sistema capitalista se mantenga bien en funcionamiento convirtiendo a las personas en una mercancía más. Sí, cuando la migración es «indeseable» opera la fuerza represiva más evidente, léase Ceuta y Melilla, pero la hipocresía del sistema es tal que la legalidad establecerá adecuadamente qué personas son adecuadas según las necesidades del mercado laboral. Estos acuerdos para decidir qué migrantes son aptos para ser explotados, mientras otros son cruelmente reprimidos, son obviamente resultado de acuerdos entre gobiernos con el beneplácito toda suerte agencias para el desarrollo y ONG asistencialistas, que maquillan y sustenta el mundo en que vivimos; no es casualidad que poco antes de la desmedida actuación de la policía marroquí, en perfecta connivencia con las fuerzas del orden españolas, Pedro Sánchez mostrara su satisfacción de haber negociado satisfactoriamente, podemos adivinar qué, con el déspota marroquí. En plenas crisis globales de todo tipo, las migraciones, resultado precisamente de los muchos conflictos bélicos, de la injusticia económica y de la opresión política, debería ser uno de los campos donde demostrar que es posible un mundo libre y solidario, sin fronteras de ningún tipo. Ello, a pesar del enésimo repliegue armado de las inicuas élites del mundo, que esperemos muestren con ello sus últimos estertores.

 

Juan Cáspar

martes, julio 12

La revolución feminista de Mujeres Libres. Breves apuntes

 

Resulta sorprendente el olvido, o quizás borrado, que los feminismos actuales han llevado a cabo de una revolución feminista como la que llevaron a cabo Mujeres Libres entre 1936 y 1939. Es posible que alguien mencione alguna vez a Mujeres Libres, pero se hace como si fuera una naturaleza muerta que se rememora puntualmente sin encontrar genealogía en su agencia y en su pensamiento.

Su revolución, planteada desde un feminismo obrerista y anarquista, tiene diferencias respecto a la revolución modelizada que se llevó a cabo desde el Movimiento Libertario a través de los tres pilares (Comités, Milicias y Colectivizaciones) que consideraron necesarios para acercarse al modelo de sociedad al que aspiraban: el Comunismo Libertario.

No es extraño que las mujeres fueran excluidas por sus propios compañeros de dicha revolución modelizada. No hay mujeres en los comités centrales (algunas encontramos en los comités de barriada), fueron expulsadas de las milicias al poco de empezar la guerra (se han documentado novecientas milicianas que combatieron en el frente de Aragón entre julio y diciembre de 1936, después disminuyeron drásticamente) y solo en las colectividades encontramos más mujeres sin que parezca que tuvieran posiciones de protagonismo o liderazgo hasta donde sabemos en la actualidad.

Postergadas a la retaguardia reinterpretaron su papel y pusieron en marcha una revolución entendida como mutación cultural partiendo de la esfera que siempre había estado en sus manos, lo que llamamos hoy «cuidados», entendido como gestión de la vida en sentido amplio y desde ahí pusieron en marcha una auténtica revolución de la existencia. Una revolución con enfoques prácticos y eficaces, poniendo el cuerpo en las cosas para solucionar problemas (guarderías y comedores colectivos, maternidades, subsistencia doméstica, trabajo, atención a los refugiados/as, huérfanos/as, sexualidad, higiene, el amplio campo de las relaciones personales y familiares, etc.).

Su revolución fue más silenciosa, menos épica, menos heroica, que la que impulsaron los hombres, trataron de comprender las potencias (cualidades de todo lo vivo) de la situación para impulsarlas. Practicaron «la escucha» de lo que estaba pasando, no de lo que debería pasar atendiendo a un modelo de sociedad previamente diseñado que a ellas no les guiaba ni les condicionaba. De esta manera descubrieron que las potencias estaban en el encaje entre la existencia y la lucha poniendo la revolución en el centro de la vida para entenderla y vivir de acuerdo con el movimiento de transformación que llevaron a cabo.

Para los feminismos más radicales esta experiencia debería ser un referente actual. Solo quienes conciben la historia como algo vivo unido al presente pueden revivir una época y se pueden abrir posibilidades a través de las cuales se pueden perseguir diversos futuros. Eso, y no otra cosa, es la genealogía, un campo de aperturas que traza historias discontinuas pero ininterrumpidas.

 

Laura Vicente

sábado, julio 9

La externalización como política de control migratorio. El dinero que evidencia el racismo europeo

 


A mediados de abril saltó la noticia del acuerdo alcanzado entre Reino Unido y Ruanda por el cual éste último país se comprometía a recibir a las personas que buscando refugio formulen la solicitud de protección internacional en el país británico. De esta forma, Reino Unido trasladará a dichas personas a más de 6.500 km para evitar su acogida, todo ello a cambio de una importante asignación económica para el país centroafricano. Esta decisión, si bien resulta ser la más llamativa, no es la única que ha tomado el gobierno de Boris Johnson con intención de restringir la llegada de personas extranjeras a Reino Unido pero sí que resulta realmente inquietante por hacer saltar por los aires los ya frágiles y mínimos consensos internacionales respecto a la protección de las personas refugiadas. Por otro lado, este acuerdo ha sido el pistoletazo de salida para que otros países comiencen a plantear medidas similares, como ya ha hecho Dinamarca negociando también con Ruanda. Aunque Dinamarca ya se había anticipado aprobando una ley en 2020 que da luz verde a la expulsión de personas refugiadas a un tercer país. Un portavoz del gobierno danés, Rasmus Stoklund, en unas declaraciones sobre esta reforma legislativa fue rotundamente claro al manifestar cuál es su objetivo real: “Si solicitas asilo en Dinamarca, sabes que te enviarán a un país fuera de Europa y, por tanto, esperamos que la gente deje de buscar asilo en Dinamarca”. Mientras el gobierno inglés trataba de vender públicamente que las condiciones de acogida en el país ruandés serían dignas y respetuosas con los derechos humanos, la clase política danesa no se ha andado con rodeos, haciendo pública la línea del conjunto de países europeos: “no queremos que vengan”.

La noticia del acuerdo entre RU y Ruanda tuvo un amplio eco mediático durante la jornada en la que se hizo pública, pero, como tantas otras noticias, ha acabado diluida entre el inmediatismo y la sobresaturación. Aun así es necesario incidir en que esta medida no es más que la punta del iceberg de la política de externalización que Europa lleva poniendo en práctica desde hace años, con España como vanguardia de esta forma de control migratorio.

España ha firmado acuerdos con países como Marruecos, Mauritania, Mali, Sudán, Chad, Guinea Conakri, Gambia, Costa de Marfil, Senegal, etc., en los cuales, a cambio de dinero, pactos comerciales, inversiones, etc., estos países se comprometen a controlar las rutas migratorias con destino a la Península. De esta forma, las acciones contra las personas en movimiento se inician mucho antes de la llegada a la propia frontera, generando una nueva forma de colonialismo por dicha práctica expansionista y refronterizadora, es decir, por la sustitución del límite fronterizo físico, por la extensión de la jurisdicción más allá de las fronteras de España. Además, la externalización del control migratorio no solo se realiza a través de una especie de “subcontratación” de policías y militares de otros países sino también con la presencia directa de cuerpos armados españoles en estos territorios. La justificación incorporada a dichos acuerdos está impregnada de un relato securitario donde se entremezclan referencias a la lucha contra el terrorismo y las mafias con el control de los flujos migratorios, presentado incluso a la persona migrante como una víctima de redes de tráfico.

Por si no fuera ya de por sí perversa dicha práctica, los sucesivos gobiernos españoles han ocultado estas partidas económicas como ayudas al desarrollo. Con estas asignaciones a la cooperación se han financiado equipamientos y entrenamientos a fuerzas policiales o centros de privación de libertad, como un centro de detención en Mauritania, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que fue cerrado en 2012 por denuncias de vulneraciones de derechos humanos. Pero también, estas ayudas al desarrollo han sido utilizadas para condicionar las políticas de dichos países, como un instrumento de presión no solo para obtener el compromiso de control en la frontera sino también para que se acepten repatriaciones y readmisiones.

Todo esto forma parte de un cambio en la estrategia española donde se pretende “suavizar” el ejercicio del control migratorio, donde la fuerza policial y militar tenga menos visibilidad pública, delegando el trabajo sucio en otros gobiernos, por lo que España pretende limitarse a una acción, por un lado, diplomática y política, y, por el otro, de inteligencia, compartiendo información obtenida por sus instrumentos de vigilancia.

Para finalizar, incidir en que esta dinámica externalizadora tiene efectos directos en las personas que buscan refugio y protección. España imposibilita solicitar asilo en sus embajadas y consulados, por lo que solo es posible tramitar dichas peticiones en suelo español o en la propia frontera, pero si cada vez se establecen más trabas para alcanzar los puestos fronterizos, se está vulnerando directamente el derecho de asilo, incumpliendo también, al igual que hacen Reino Unido y Dinamarca pero a través de otros mecanismos, los acuerdos internacionales que protegen este derecho.

 

https://www.todoporhacer.org

miércoles, julio 6

De árbol a árbol

 

 

Los árboles
¿serán acaso solidarios?

¿digamos el castaño de los Campos Elíseos
con el quebrancho de Entrerríos
o los olivos de Jaén
con los sauces de Tacuarembó?

¿le avisará la encina de Westfalia
al flaco alerce de Tirol
que administre mejor su trementina?

y el caucho de Pará
o el baobab en las márgenes del Cuanza
¿provocarán al fin la verde angustia
de aquel ciprés de la Mission Dolores
que cabeceaba en Frisco
California?

¿se sentirá el ombú en su pampa de rocío
casi un hermano de la ceiba antillana?

los de este parque o aquella floresta
¿se dirán de copa a copa que el muérdago
otrora tan sagrado entre los galos
ahora es apenas un parásito
con chupadores corticales?

¿sabrán los cedros del Líbano
y los caobos de Corinto
que sus voraces enemigos
no son la palma de Camagüey
ni el eucalipto de Tasmania
sino el hacha tenaz del leñador
la sierra de las grandes madereras
el rayo como látigo en la noche?

 

Mario Benedetti

domingo, julio 3

Las funciones de la OTAN en la arquitectura del capitalismo global

 

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), también conocida como la “Alianza Atlántica”, fue fundada mediante el Tratado de Washington, firmado el 4 de abril de 1949. Con sólo 14 artículos, este tratado internacional, anuncia en su preámbulo que las partes firmantes “reafirman su fe en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y su deseo de vivir en paz con todos los pueblos y todos los Gobiernos. Decididos a salvaguardar la libertad, la herencia común y la civilización de sus pueblos, basados en los principios de la democracia, las libertades individuales y el imperio de la ley”.

Pese a tan idílico inicio, la OTAN no es una plataforma de extensión y desarrollo de los derechos humanos o una ONG centrada en solucionar las múltiples injusticias que asolan nuestras sociedades, sino una organización militar internacional que agrupa más del 50 % del gasto en armamento global. Según la revista Defensa, “en 2021 el total del gasto en militar de los 30 países que integran la OTAN ha ascendido a 1.048.511 millones de dólares constantes de 2015, y representa un incremento del 2,11 % respecto a 2020.  El 30,8 % corresponden a EE.UU. (322.803 millones). Este presupuesto financia a más de tres millones de hombres y mujeres 3.317.000 que integran los ejércitos de los países OTAN (120.000 son los efectivos que corresponden a España)”.

¿Cuál es el objetivo último de esta gigantesca estructura militar transnacional, hegemonizada firmemente por los Estados Unidos, que representa el Ejército más imponente y extenso de la Historia de la Humanidad? Vamos a intentar desentrañarlo, resumidamente, en este texto.

La OTAN se constituye en el momento inicial de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Oficialmente se presenta como una organización armada construida para garantizar el apoyo mutuo entre los países occidentales ante el expansionismo soviético. El artículo 1 del Tratado fundacional establece que “las Partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de las Naciones Unidas, a resolver por medios pacíficos cualquier controversia internacional en la que pudieran verse implicadas de modo que la paz y seguridad internacionales, así como la justicia, no sean puestas en peligro”. Sin embargo, el artículo 5 del mismo Tratado establece un sistema automático por el cual “las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas (…) ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada”.

Sin embargo, la amenaza del expansionismo soviético, en los años subsiguientes a 1949, difícilmente consistía en un hipotético ataque armado de la URSS contra los países occidentales. El Pacto de Varsovia (la organización espejo de la OTAN entre los países del “socialismo real”) no fue fundado hasta 1955, como respuesta a la puesta en marcha de la OTAN.

La amenaza real, entonces, en los territorios de Europa Occidental, era la expansión del movimiento obrero y el comunismo, en algunos lugares aún por domesticar. Esto explica las reiteradas informaciones relativas a la participación de servicios de la estructura de inteligencia de la OTAN en actividades de contrainsurgencia en numerosos países europeos, realizando atentados, seguimientos o campañas de desinformación política. La red Gladio en Italia, Absalon en Dinamarca o ROC en Noruega, son los diversos nombres de las estructuras que la inteligencia de la Alianza, en colaboración con la CIA y el M16 británico, así como en estrecho contacto con sectores de la ultraderecha de diversos países, puso en marcha durante la Guerra Fría en una Europa que se pretendía alejar de la influencia comunista. Ya en 1957, por ejemplo, el director del servicio secreto noruego, Vilhelm Evang, protestó públicamente contra las actividades de subversión política llevadas a cabo por la OTAN y EEUU, retirando temporalmente al Ejército noruego del Comité Clandestino de Coordinación de la Organización.

Con la caída del Muro de Berlín y la disolución del Pacto de Varsovia, la Alianza parecía hacerse quedado vacía de funciones. Europa ya no estaba en peligro. Sin embargo, la OTAN no se disolvió, sino que asumió con aún más brío objetivos que, ya implementados durante la Guerra Fría, son fundamentales para la gestión política y social de la hegemonía norteamericana sobre el mundo.

Nos explicaremos: la OTAN es una organización militar y de inteligencia que permite al Ejército norteamericano (el mayor del mundo con enorme diferencia, y el que hegemoniza de hecho la toma de decisiones de la Alianza Atlántica) controlar los estándares técnicos y las estructuras de mando de los Ejércitos aliados, orientar la formación militar y político-social de las Fuerzas Armadas del resto de firmantes del Tratado, imponer sus análisis sobre las amenazas globales y sobre las medidas a tomar ante ellas, y, sobre todo, convertir a los Ejércitos firmantes en clientes fieles y dependientes de su descomunal industria de Defensa. Y la industria de defensa es el pilar esencial del Imperio norteamericano.

Vayamos por partes: Estados Unidos tiene intermitentemente una enorme deuda pública. Una deuda que, si la tuviera cualquier otro país, implicaría la quiebra y venta en saldo de su estructura productiva y sus servicios públicos, por la vía de un Plan de Ajuste Estructural como los que el Fondo Monetario Internacional fuerza a firmar a los países del Tercer Mundo. Pero EEUU puede hacer frente a esa deuda sin problemas. ¿Cómo? Porque dispone de lo que algunos autores han llamado “el señoreaje del dólar”, es decir, tiene a su disposición la máquina de emitir dólares con los que pagar la deuda. Para esto, es decisivo que los dólares continúen siendo la divisa internacional de referencia, es decir, que todos los Bancos centrales y empresas del mundo estén dispuestos a utilizarlos para sus transacciones. El hipertrofiado aparato militar estadounidense garantiza que esto sea así. Si alguien toma medidas que privilegien otras divisas en su comercio exterior, puede encontrarse con una rápida intervención del cuerpo de marines, como le ocurrió a Sadam Hussein.

La brutal extensión del gasto militar de los EEUU es, además, uno de los elementos fundamentales de su éxito económico después de la Segunda Guerra Mundial. Como pusieron de manifiesto pensadores como Noam Chomsky o Jame Petras, Estados Unidos se sostiene sobre una forme perversa de política económica que podríamos llamar “keynesianismo militar”. Esta política económica está basada en un amplio gasto público en defensa que alimenta un descomunal “complejo militar-industrial” de empresas privadas gigantescas.

El ”keynesianismo militar” funciona como una inyección de gasto público continua que alimenta la economía, pero en un sector específico (el militar) donde no “entra en competencia” con el sector privado (como lo haría en el caso de que este gasto público fuera gasto social en educación o sanidad). Así pues, la economía norteamericana consigue la cuadratura del círculo, gracias a su hipertrofiado sector de Defensa. Estimula su economía industrial con un gasto militar que no tiene que pagar en su cuantía real, porque dispone de la “máquina de hacer billetes”, de cuya aceptación internacional cuida el cuerpo de marines.

Así que la OTAN es un club de clientes fieles de la industria militar norteamericana y una estructura que garantiza su influencia política sobre las Fuerzas Armadas de otros países.

Para legitimar a la organización, por otra parte, a la OTAN se le ha dado una función subordinada en la estrategia principal de las últimas décadas del aparato militar norteamericano. El “señoreaje del dólar” está basado en que las Fuerzas Armadas de EEUU cumplan la función de “gendarme del mundo”, garantizando las infraestructuras básicas de la globalización económica (es decir, que las principales vías comerciales están disponibles para el comercio mundial y la energía y las mercancías llegan donde deben de llegar). Esto explica la estrategia norteamericana en Oriente Medio (invasiones de Irak y Afganistán, guerra en Siria), así como la inmisericorde presión de la Alianza sobre Rusia, que es un país con una fantástica base de materias primas y fuentes de energía que aún no controlan del todo los fondos de inversión internacionales.

En este papel de “policía global”, la OTAN ha jugado, hasta el momento, un papel auxiliar del Ejército norteamericano. El artículo 5 del Tratado fundacional solo se ha activado para justificar la intervención en Afganistán (contra las redes yihadistas que ponían en peligro las vías de transporte de la energía a nivel global). Sin embargo, su papel en Europa parece darle un protagonismo añadido: la extensión de la infraestructura militar de la OTAN hacia Rusia parece el prolegómeno de una andanada brutal de conflictos “fríos” y “calientes” entre los países occidentales y las nuevas potencias emergentes (China, Rusia, Irán…) que puede durar décadas.

La OTAN, pues, se justifica a sí misma presentándose como la alternativa militar a una Europa sin un Ejército coordinado, amenazada desde el sur y el este y sin estándares comunes para su industria de defensa. Sin embargo, no podemos olvidar que lo único que nos ofrece la OTAN, en la vida real, es dependencia, falta de soberanía, control ideológico, militarización social y desvío de fondos públicos para las guerras y matanzas que necesitan los grandes inversores.

Los pueblos se manifiestan contra la OTAN porque saben que el industrial de las armas es hermano del señor de las batallas.

 

Jose Luis Carretero Miramar