Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

lunes, marzo 30

La rebelión en cuarentena: Una guía anarquista de acción en tiempo de pandemia

https://drive.google.com/file/d/1JY4JlTM7eCuW1usnCaCKqavyyjzDhxkW/view?fbclid=IwAR0NJ4jC7U5rTL9H1h6xSryJUyJGzURMCq04OeQn6sG-daGoEpsuHyghzXw

Una guía práctica de sobrevivencia, acciones de seguridad y prevención social frente a una pandemia como el coronavirus COVID -19 y como combatir sus desastrosas consecuencias en un orden social que nunca fue diseñado para preservar nuestro bienestar.

Diseño, Ilustración y Diagramación: Jorge Enkis

"Agradecemos a Crimethinc y al Colectivo Four Thieves Vinegar por el material informativo y a los miles de voluntarios que trabajan en el sistema sanitario de la salud y a las redes de apoyo mutuo internacional contra la pandemia."

 Descargar Libro [PDF]

Editorial SDA

viernes, marzo 27

Un virus del monocultivo alimentario


En un artículo publicado en 2014 recogí unas declaraciones del sociólogo Jean Batou en las que, analizando información respecto a la pandemia del ébola, explicaba que su origen estaba relacionado con la implementación de un modelo de agricultura diseñado para generar materias primas para el mercado, en lugar de alimentos para la población. Expansión vírica por el capital. En concreto, sus palabras decían «la transmisión del virus del ébola de la fauna a las personas está vinculada a las transformaciones cualitativas operadas en el medio ambiente de la región a causa de la deforestación, del acaparamiento de recursos naturales, del acaparamiento de tierras y de la explosión del monocultivo para la exportación».

En el caso del ébola fue la expansión en África del monocultivo de palma africana, del que se extrae el aceite de palma que encontramos en tantos alimentos industriales y en el biodiesel, la que permitió el contacto entre humanos y el reservorio de este virus, un murciélago frugívoro. La revista Anfibia, en un artículo de esta semana, lo explica muy bien. El monocultivo favorece la fragmentación del bosque tropical y de las selvas, de manera que la carencia de espacio hace que se concentren muchas especies de murciélagos en los pocos árboles que quedan en pie. Esta mezcla de especies que no habían interactuado antes en el ambiente «fue el caldo de cultivo de lo que pasó después». Sin fronteras entre selva y aldeas, el contagio es sencillo. La revista explica otros casos de nuevos virus que han resultado de las mismas dinámicas, como la deforestación en Bolivia para el cultivo de arroz o la deforestación en Argentina para el cultivo de soja.

De hecho, como explica el informe «Un futuro cultivado en granjas» de la fundación GRAIN, lo mismo ocurre en otros lugares de hacinamiento: las granjas intensivas de cerdos. La epidemia del virus de la peste porcina africana, que también se extiende actualmente desde China a muchos otros países, sigue esa misma pauta. Los virus se multiplican y mutan en las grandes granjas intensivas donde muchos animales malviven asardinados. El salto a las personas es un riesgo que se advirtió en el caso de la llamada Gripe A del 2009.

Y no solo quiero señalar con el dedo a la industria alimentaria responsable de estos monocultivos, en definitiva el coronavirus es una muestra, como la crisis climática con sequías y huracanas, de un sistema capitalista que no solo es muy injusto sino que es extremadamente frágil porque hemos roto todo el equilibrio natural.

Soy aprendiz de hortelano y he aprendido algunas cosas fundamentales. Si lleno el huerto de solo un cultivo y además castigo la tierra con fertilizantes inorgánicos para mejorar las producciones, tengo un huerto muy vulnerable. La llegada de un hongo o un virus, no la podré detener, se esparcirá rápidamente sin defensas propias basadas en la biodiversidad. Este huerto uniformizado y envenenado ha perdido armonía y equilibrio.

Entonces ¿volvemos a la diversidad de pequeñas comunidades productoras de alimentos?


Gustavo Duch

martes, marzo 24

Confinados y controlados


Cuando escribo esto, hace una semana desde que el gobierno de España decretara el llamado estado de alarma. Desde entonces, los acontecimientos se han precipitado y han logrado que, una gran mayoría al menos, estemos quietitos en casa. Como creo haber dicho en otras ocasiones, no soy un gran amante de las teorías de la conspiración, tal vez porque la realidad sencillamente observable me parece mucho más terrible. Sin embargo, es paradójico que en un mundo sobreinformado no sepamos mucho sobre lo que han calificado como una terrible pandemia. Un virus de origen ignoto está causando estragos, saturando una sanidad pública cada vez más depauperada, causando víctimas entre los más debiles y ocasionando una nueva crisis económica, que por supuesto pagarán los más humildes. Las medidas gubernamentales han convertido España, algo inédito desde el fin de la dictadura franquista, en un Estado totalitario. Para ello, lo más terrible, peor quzá que la fuerza explícita, han inoculado el miedo en la población, y como es sabido no hay virus más efectivo para tener a la gente controlada.

La realidad política es que han logrado, casi sin coerción, con una machacona propaganda sin apenas alternativas o difíciles de encontrar, que nos aislemos o, los que nos vemos obligados a no hacerlo por motivos laborales o personales, mirar desde la distancia y de manera furtiva a los escasos prójimos con los que nos crucemos. Conspiración o no, en un mundo donde la insatisfacción social es constante, y las protestas periódicas, han conseguido tener al mundo confinado pendiente de una nueva amenaza. Resulta significativo que, no solo se ha afirmado que vivimos un escenario de guerra y de modo muy real el ejército esté patrullando por las grandes ciudades del país, también se use una terminología bélica: hay que luchar contra en el enemigo y destruirlo. Los poderes fácticos, no hace falta acudir a teorías de la conspiración, junto a los grandes medios que apuntalan el mundo que sufrimos, son muy reales e infinitamente más nocivos, en su búsqueda de beneficio político y económico, que cualquier microorganismo patógeno.

Este análisis, espero que se me entienda, no niega la existencia de ese virus biológico de nuevo cuño, llamado Covid-19, algo que se presume casi invisible, pero muy real, aunque sus efectos esperemos que no muy devastadores todavía estén por llegar. Escribí hace ya semanas que este virus estaba siendo propagado mediáticamente de forma respulsivamente mezquina y, más o menos real la amenaza, el tratamiento resultaba desproporcionado respecto a otras enfermedades, verdaderas pandemias, que afectan debido al afán de lucro de clases privilegiadas a los más débiles y humildes. Me reafirmo en todo lo que dije, pero una de las diferencias con la maldita cotidianeidad es que esta nueva crisis sanitaria ha llegado hasta la puerta de nuestra mal llamada sociedad desarrollada. Hay quien, desde el ámbito médico, sostiene que estas medidas de aislamiento son incluso cuestionables, muestra del mezquino paternalismo de las autoridades y la abundante sobreinformacion de falsedades; también, que ese afán sanitario por luchar contra la enfermedades anula la posibilidad de un modo de vida auténticamente saludable. Sea como fuere, lo evidente es que nos han inoculado el virus del miedo sobre el que hay que encontrar una pronta vacuna.


sábado, marzo 21

Mundo COVID-19: Las epidemias en la era del Capitalismo


La explotación de los recursos naturales del planeta está llevando a la humanidad al borde de la autodestrucción, vivimos en medio de epidemias causadas en su mayoría por la propagación continua de productos químicos (pesticidas, insecticidas, disruptores endocrinos, etc.) y nocivos para nuestra salud al mismo tiempo vivimos rodeados de una atmosfera con niveles tan altos de contaminación como para desarrollar alergias y enfermedades en gran parte de la población. Esta explotación de los recursos naturales lleva consigo igualmente la devastación del territorio por parte de tecno industria: el Mediterráneo convertido en una alcantarilla, el sudeste asiático en un desierto químico, África en un gran vertedero, etc.

La aparición del virus conocido como Covid-19 es consecuencia de la civilización industrial, para nosotros lo importante no es si el virus ha mutado de un murciélago debido posiblemente a la industrialización de su hábitat o de si es un ataque de EEUU a la economía China , para nosotros lo importante es que es la consecuencia de un sistema que mercantiliza cada proceso, objeto o ser vivo sobre la tierra, es la codicia de un sistema que persigue la aniquilación de todo lo vivo para artificializar el mundo. No podíamos pensar que nuestra forma de vida basada en el crecimiento continuo en un planeta que en realidad es finito no iba a traer estas consecuencias y otros desastres que vendrán. Cientos de productos químicos presentes en nuestra cotidianidad modifican los procesos naturales dando lugar a cientos de “catástrofes” (epidemias, cambio climático, etc.), son los mismos productos que en China producen un millón y medio de muertos al año y que no salen en las noticias, que no producen ni alarma social, ni confinamientos, ni estado de alarma. En España son 10.000 los que mueren al año por contaminación y no cunde el pánico, son parte de las víctimas necesarias para que el mundo industrial pueda seguir funcionando, lo importante es que el progreso y su codicia no se detengan.

En principio, el Covid 19 (aunque lo continúan investigando) es una gripe con síntomas similares a la gripe común y ambas afectan más a personas que sufriesen patologías anteriores y especialmente a la población de mayor edad, ambas gripes se diferencian en la rápida propagación y capacidad de contagio de la primera que es lo que ha levantado la alarma sanitaria. En el momento de escribir este texto son casi 300 las personas que han muerto a causa del Covid19, sin embargo, la gripe común causó en España el año pasado más de 6.000 muertes y en 2018 llego a las 8000. Ante esto nos preguntamos a que es debida esta situación excepcional, de alarma social creada en gran parte por los medios de comunicación y por la opacidad de la información que transmiten aquellos que gestionan nuestras vidas.

Como forma de acabar con la pandemia el Estado ha decretado el “Estado de alarma” que conlleva las prohibiciones de movimiento, el confinamiento, el aumento del control, suspensión de reuniones y de la vida pública en general, control de los medios de transporte y quién sabe si dentro de poco de la distribución de alimentos. En este proceso vemos como el Estado deviene en ecofascista donde el gobierno se verá cada vez más obligado a actuar para administrar los recursos y el espacio cada vez más “enrarecidos” dando lugar a que la preservación de los recursos más necesarios solamente puedan garantizarse sacrificando otra necesidad: la libertad.

A falta de un enemigo interior o exterior el Estado ha encontrado un enemigo ante el cual mostrar todo su potencial bélico y al mismo tiempo acentuar el sometimiento a la población mediante el miedo y la represión mientras se erige como la única posibilidad de salvación ante el terror producido por la epidemia. Para nosotros la solución no es un estado más autoritario es la desaparición de toda forma de autoridad. A partir de ahora posiblemente los estados de alarma, de emergencia… se sucedan como consecuencia de la devastación ecológica y social del mundo porque estamos seguros que las catástrofes seguirán ocurriendo. No exageramos cuando hablamos de potencial bélico: ya estamos viendo al ejército tomando posiciones en lugares estratégicos, la policía controlando más las calles y drones con cámaras vigilando los movimientos de la población. Las medidas del estado de alarma no persiguen únicamente acabar con la pandemia de la gripe sino que persiguen también extender otra pandemia: la de la servidumbre voluntaria de la población mediante la obediencia a las leyes ante el peligro de la pandemia, acabar con las críticas al Estado y al Capitalismo ante el miedo y los posibles riesgos. Esta servidumbre voluntaria sería imposible sin el sometimiento a nuestros aparatos tecnológicos y a la forma de vida que crean. Ante situación de pandemia o cualquier otro desastre quedamos sometidos a tecnócratas, especialistas, expertos, científicos, etc., a aquellos gestores del espacio y del tiempo que lo tienen todo planificado en sus racionales cálculos.

Igualmente las consecuencias de esta epidemia, o de cualquier otro desastre industrial, serán económicamente devastadoras, ya estamos viendo la situación crítica de miles de personas que se verán abocadas al paro o la precarización de sus trabajos, como siempre el empeoramiento de las condiciones de vida la sufrirán las capas más desfavorecidas de la sociedad que ya llevan años soportando las duras embestidas de la “crisis capitalista” y sus recortes. Por lo contrario, seguramente reportara grandes beneficios a las clases altas, como por ejemplo, a los propietarios de las grandes farmacéuticas.

Ante la epidemia, la confinación industrial en la que vivimos se agiganta, nos encierran en nuestras jaulas de ladrillo y hormigón de donde solo podremos escapar virtualmente de la agobiante realidad través de nuestros aparatos tecnológicos. Los mismos aparatos que nos someten y perpetúan la alienación ante la forma de vida industrial. Aquellos aparatos que nos deshumanizan y modelan nuestras percepciones, nuestro cerebro, nuestros sentimientos, etc. que rediseñan la forma de vernos a nosotros mismos y al mundo. Enganchados al mundo virtual nos mantenemos alejados de la realidad de un mundo hostil, de una epidemia o de una catástrofe nuclear. Desde aquellos que gestionan nuestras vidas no reclaman responsabilidad intentándonos hacer partícipes de las catástrofes del capitalismo industrial, curioso porque una de las características de la posmodernidad es la falta de responsabilidad en los actos de cada uno ya que participamos en la máquina “ajenos” a sus efectos. Para nosotros los únicos responsables son la organización técnica de la vida y quienes la gestionan.

                              CONTRA TODA NOCIVIDAD

                                         MARZO 2020


https://contratodanocividad.espivblogs.net/

miércoles, marzo 18

Coronavirus, una pandemia muy oportuna



La radiografía del momento son hospitales colapsados, personal sanitario exhausto y un sistema de salud pública resquebrajado por las privatizaciones. El Covid-19 destapa las vergüenzas de una gestión destinada a transformar la medicina en un gran negocio para empresarios ávidos de ganancias. Como suele ocurrir en estos casos, la iniciativa privada se frota las manos. Cualquier circunstancia es buena para hacer caja. Así, juegan con el miedo mientras ven aumentar sus beneficios. Han llegado a cobrar 300 euros por las pruebas del Covid-19. Su costo normal no supera los 25 euros. Son los empresarios quienes piden exenciones de impuestos, rebajas en el IVA, facilitar despidos y recibir ayudas para paliar la crisis abierta por la pandemia.

El Covid-19 es una buena excusa para especular. Dejar de ganar no es lo mismo que perder. Si lo valoramos en coyuntura, es una parálisis efecto de una situación extraordinaria. El cierre temporal puede no tener incidencia en el cuadro anual de resultados. Así lo hizo saber el ex ministro de Industria, Comercio y Turismo del PSOE (2008-2011) Miguel Sebastián: "Las parálisis económicas no tienen por qué ser una crisis económica… es un paréntesis… la clave (es) que no duren mucho… puede ser un mes o menos, y luego recuperar la actividad".

Mientras tanto, la población es sometida a medidas que desatan la histeria colectiva y cuyo objetivo es frenar la acción del virus. El llamado a no salir de las casas deja un paisaje de ciudades semidesiertas. El gobierno y las autoridades solicitan comprensión y responsabilidad a los ciudadanos, la que ellos no tuvieron cuando firmaron los decretos de privatización, el despido de personal auxiliar y la amortización de médicos especialistas motivada por jubilación. Han sido cientos las plazas perdidas, lo cual ha dejado un sistema de salud en mínimos, disminuyendo el número de camas, los servicios especializados y de urgencias. En 2012, el Servicio Madrileño de Salud tenía 15 mil 531 camas funcionando, en 2018 eran 12 mil 565. Todos los inviernos la gripe común satura las áreas de urgencias de los hospitales públicos, pero no se hace nada, sólo ocultar los déficits.

Este año se suman los afectados por el virus Covid-19. La rapidez con la cual se expande en pacientes con patologías crónicas supone la imposibilidad material de gestionarlo hospitalariamente. Entender la salud como un negocio tiene consecuencias. No resulta extraño que en medio de la caída de valores en la bolsa, dos compañías farmacéuticas que trabajan en una vacuna, la anglofrancesa Novacyt y la estadunidense Aytu BioScience, vean subir su cotización. La primera, en 600 por ciento, y la segunda, en 80 por ciento. Nada sobre los avances del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba, donde los cuatro pacientes italianos en la isla han sido tratados con el nuevo antiviral interferón alfa 2B recombinante (IFNrec), elaborado en la planta mixta cubano-china desde enero en la localidad de Changchún, provincia de Jilin.

Si el virus y su tratamiento son un problema que desconcierta a la comunidad científica (¿nuevo, una mutación, llegó para quedarse?), aconsejar el aislamiento total y evitar contacto humano para frenar su propagación resulta, al menos, sospechoso. Algo no cuadra. Podemos estar viviendo el mayor teatro de operaciones jamás creado para elevar el grado de sumisión y obediencia apelando al miedo-pánico, a fin de reorganizar los mecanismos represivos y coercitivos. Una visión primaria, pero efectiva. Ante una amenaza que se expande, cerrar ciudades, suspender la actividad comercial salvo alimentación, quioscos de prensa, estancos y farmacias, estaría justificado. El relato no puede ser más maniqueo. Es el momento de obedecer sin rechistar. Será cuestión de meses encontrar el antídoto. Así se consolida el comportamiento socialconformista, cuyo rasgo característico es la adopción de conductas inhibitorias de la conciencia en el proceso de construcción de la realidad. Se presenta como un rechazo a cualquier tipo de actitud que suponga enfrentarse al poder constituido. El conformismo social es asumido y presentado a los ojos de todos nosotros como actitud responsable. Un comportamiento que busca paralizar la acción colectiva y desarmar el pensamiento crítico. La guerra neocortical ha comenzado.

No se trata de negar, menospreciar ni buscar explicaciones en teorías conspiratorias. La realidad parece señalar que los motivos epidemiológicos para declarar una pandemia no están justificados, aunque sí desde una perspectiva política. Desde hace unos años, analistas pronostican una recesión en el interior del neoliberalismo y su fetiche, la economía de mercado. Su reacomodo requiere mayor grado de violencia, aumento de la desigualdad social, exclusión y sobrexplotación bajo un neoliberalismo militarizado. Contener las revueltas populares, desarticular los movimientos sociales y plantear un nuevo escenario se antoja necesario para evitar el colapso. Los ejemplos sobran. En Chile, Francia o Colombia, por citar tres casos, el coronavirus es una bendición

Por primera vez, si exceptuamos las dos guerras mundiales, la especie humana es sometida a una tensión donde el miedo, el control social y una información manipulada comparten el espacio. Todo aderezado con un relato sobre caos económico y las cuantiosas pérdidas. Seguramente, dentro de unos meses, las empresas habrán recuperado sus beneficios, las bolsas retomarán el pulso especulativo y el miedo-pánico desaparecerá. La factura, como de costumbre, la pagarán las clases trabajadoras.


Marcos Roitman Rosenmann

domingo, marzo 15

Si no entiendes la rabia, es que ya estás muerto


La rabia forma parte de nosotros, de cualquier ser emocional. Está ahí y hay que saber utilizarla, sobre todo, hay que saber para qué utilizarla. Desde cualquier institución de la sociedad democrática (sea la escuela, los medios de información o cualquier gurú psi del siglo XXI) te conminarán a gestionarla, a expulsarla lejos de ti para poder crecer como persona y convertirte en alguien mejor. Luego te sonreirán y te apuntaran en la lista de incautos ciudadanos ejemplares de la que formamos parte casi todos. Nuevamente, obrarán su magia y tú saldrás convencido de que todo está en ti. Sin embargo las causas seguirán ahí y tarde o temprano volverán. La frustración y la percepción de injusticia son los precursores habituales de la rabia, por tanto, no hace falta ser muy espabilado para comprender que las toneladas de injustica sobre las que se edifica la sociedad moderna no dependen de uno mismo para ser erradicadas, hace falta más, muchísimos más. No sería difícil que cualquiera de nosotros estableciera un listado con una docena de cuestiones (desde las más cercanas hasta las más lejanas si es que se puede hacer esta distinción en un mundo tan globalizado donde todo nos afecta a todos) en las que perciba claramente la injusticia. Probablemente, algunas de ellas nos frustren y, otras tantas, nos indignen. Cuando estas cuestiones se van acumulando, la rabia aparece y se hace necesario tomar partido.

Existen diferentes vías para hacerlo, mejor dicho se nos ofrecen diferentes vías. Desde lo personal a lo global. Si todo falla, queda el camino institucional porque en toda sociedad democrática existe la forma de cambiar el estado de las cosas: vota, afíliate, manifiéstate… pero hazlo siempre dentro de un orden, dentro del marco que otros han establecido. Pero si quieres darte cuenta, pronto descubres que todo eso es una vía muerta, no lleva a ningún lugar. Cambian las personas, los partidos, las leyes, lo que quieras, pero el resultado siempre es el mismo: tú pierdes. Todos lo sabemos. Y la rabia aumenta.

Hace tiempo, podías conformarte, aceptar el papel de comparsa y tratar de seguir con tu vida mientras el futuro esplendoroso que te prometían llegaba. Pero pasaron las generaciones y las promesas se han desvanecido. La precariedad se ha convertido en el modo de vida habitual, la exclusión y la marginalidad son el pan de cada día para cada vez más gente que por toda respuesta obtiene la indiferencia social (en el mejor de los casos) o la represión, física, legal, económica… (en el resto de casos). Y la rabia aumenta.

Y no sólo aumenta, sino que se extiende. Los que se creían a salvo, los que se consideraban ejemplares porque siempre hicieron lo que estaba mandado, descubren que también van a caer. Que ya están cayendo, que no tienen nada que ofrecer a las generaciones venideras porque nada tienen ya. Y la rabia aumenta.

Y llega el día que desborda. Una simple chispa que enciende la mecha y el orden salta por los aires. La rabia toma la vida para posibilitar que nos volvamos a sentir humanos, con esperanza en algo mejor. Cuando esto ocurre ya no importa qué fue lo que encendió la mecha, sino lo rápido que se propaga el fuego, la amplitud de la onda expansiva. Aparecen sentimientos y emociones que creíamos olvidados, que ya no existían y las fuerzas surgen de donde no las había. Lo que parecía improbable, se torna real y lo que parecía imposible, empieza a atisbarse en el horizonte, tomando forma. En ese momento, las normas preexistentes dejan de tener valor, la justicia deja de estar ligada a la ley para aparecer en su verdadera forma: la solidaridad entre iguales. Es en esos instantes en que la rabia recorre su camino y deja ver el verdadero rostro que aguarda al final de ese camino: la libertad.


jueves, marzo 12

Observaciones sobre la propaganda y la Técnica


Si en la Revolución industrial la dominación se realizó a través del trabajo asalariado en la revolución tecnológica la dominación se lleva cabo mediante el entretenimiento. Los cambios de paradigma en cuanto a la dominación social responden a los procesos técnicos que durante la historia determinan la vida de las sociedades en cada época. La Técnica invade constantemente todos los ámbitos en la que se desarrolla la vida del ser humano, poniendo de manifiesto la dependencia permanente que tiene éste con aquella.

Lo que implica que la Técnica ya no como método o herramienta de uso para el hombre sino como un Sistema totalitario tome el control sobre la vida de éste, conquistando a cada paso los inventos y creaciones e incorporándolos como engranajes de la megamáquina para la dominación y por lo tanto redefiniendo las técnicas de manipulación en cada momento para que pasen desapercibidos por los destinatarios.

La propaganda es la técnica de manipulación por excelencia, en ella hay un vasto campo para la experimentación a partir de la ideas y creencias. Los especialistas en relaciones públicas y técnicas de manipulación controlan tanto la vida social como política y cultural de las sociedades a partir de la inoculación de ideas, mensajes, doctrinas, publicidad, etc, formulando nuevas modas y redefiniendo viejas ideologías, modas y gustos mediante la imagen. La imagen es el medio por el cual se transmite el mensaje que manipula al espectador. La transmisión es unidireccional y unidimensional por lo tanto no puede haber participación por parte del espectador de manera que se convierte en consumidor pasivo de información o en último término de propaganda.

El espectáculo es una forma de diversión y entretenimiento basada en la propaganda. El espectáculo está insertado en la propaganda como un acontecimiento para dirigir el foco de atención del público en cada momento de su vida de manera que los medios de comunicación de masas puedan canalizar los sentimientos y emociones de la sociedad a través de la inoculación de ideas para su posterior manipulación.

La alienación del ser humano mediante la propaganda es permanente, invadiendo todos los ámbitos de su vida, tanto su esfera pública como privada. No hay salida posible en un mundo dominado por la propaganda que constantemente le tiene que decir al hombre cómo debe vivir su vida.


lunes, marzo 9

Hipatia


—Va con cualquiera—decían, queriendo ensuciar su libertad.
—No parece mujer—decían, queriendo elogiar su inteligencia.
Pero numerosos profesores, magistrados, filósofos y políticos acudían desde lejos a la Escuela de Alenjandría, para escuchar su palabra.
Hipatia estudiaba los enigmas que habían desafiado a Euclides y a Arquímedes, y hablaba contra la fe ciega, indigna del amor divino y del amor humano. Ella enseñaba a dudar y a preguntar. Y aconsejaba:
—Defiende tu derecho a pensar. Pensar equivocándote es mejor que no pensar.
¿Qué hacía esa mujer hereje dictando cátedra en una ciudad de machos cristianos?
La llamaban bruja y hechicera, la amenazaban de muerte.
Y un mediodía de marzo de 415, el gentío se le echó encima. Y fue arrancada de su carruaje y desnudada y arrastrada por las calles y golpeada y acuchillada. Y en la plaza pública la hoguera se llevó lo que quedaba de ella.
—Se investigará—dijo el prefecto de Alejandría.


                                                        Eduardo Galeano, Espejos.

viernes, marzo 6

Mientras el feminismo avanza...


Mientras el feminismo avanza,
parte de la sociedad
tiñe sus cristales de morado,
un reducto de gentes
abanderan pasos hacia atrás.
Se resisten y violan,
se resisten y maltratan,
se resisten y matan.
Actúan como si se defendieran.
Como si la mujer quisiera arrebatarles
lo que es suyo.
Actúan en manadas.
Y no resulta extraño que eso ocurra,
cuando hay hombres políticos,
académicos,
intelectuales,
y prepotentes sabios,
que declaran:
“superado el machismo”.



Montse Grao. No permito secarse a ningún pájaro. Ed. Amargord, 2019

martes, marzo 3

Trabajo infinito (fragmento)


“Work hard – Have fun – Make history” es el lema de Amazon, una empresa de ventas por internet que oculta, tras la abstracción y la asepsia del comercio virtual, una de las muchas zonas de oscuridad que se ciernen sobre tecnologías que todos hemos abrazado con tanto entusiasmo como optimismo acrítico. Sobre la gente que trabaja para Amazon y otras muchas empresas similares no hay fotografías, tampoco es posible acceder a más información que la que las mismas generan, sus trabajadores tienen prohibido hablar de su trabajo, nadie debe saber qué ocurre al interior de sus almacenes. Una opacidad que contrasta vivamente con el carácter transparente que parece presidir la actividad que despliegan estas empresas en la red. A pesar de que estas prácticas son contrarias al derecho laboral europeo, ningún gobierno duda en subvencionarlas generosamente con dinero público para que se instalen aquí, aunque no paguen impuestos y declaren sus beneficios en paraísos fiscales. La escusa de la creación de empleo soslaya estos pormenores, al igual que ocurre con el cierre de librerías y supermercados culturales contra los que estas multinacionales se aplican con técnicas de competencia desleal que hacen imposible la continuidad de estos negocios, destruyendo casi veinte veces más empleo del que crean. ¿Qué cómo es posible esto? Pues como siempre, presionando sobre lo más vulnerable, los trabajadores. Las condiciones laborales de estas empresas virtuales rozan la ilegalidad. El contrato de trabajo solo es firmado tras pasar quince días a prueba, con tres ausencias el trabajador es despedido, en ocho horas de duro trabajo físico el trabajador tiene dos lapsos de veinte minutos de descanso para reponer fuerzas y comer algo, aunque la sala de descanso está tan lejos que este tiempo se reduce a cinco o seis minutos por sesión, muchos no aguantan los ritmos de trabajo y los desvanecimientos son frecuentes, a pesar de esto, la enfermería permanece cerrada durante la noche para ahorrar gastos. En los dominios de Amazon, Jean Baptiste Malet, nos cuenta su experiencia de infiltrado, sus dolores de espalda, de cuello, su falta de apetito, el agarrotamiento de manos y piernas a causa de la monotonía del trabajo, el embotamiento intelectual: “Ayer cuando me acosté, y antes de dormirme, me volvía loco, tenía la impresión de que mis manos seguían haciendo paquetes… Estaba destrozado después de una noche de trabajo, pero no podía dormir, me encontraba crispado, estaba nervioso y, sin quererlo, seguía haciendo paquetes en mi imaginación… me he vuelto loco… si pudiera, abandonaría… pero, bueno… Amazon es lo único que hay. Hacía cuatro meses que estaba buscando curro… me siento reducido a no ser otra cosa que alguien que trabaja de noche en Amazon”. La gestión de la productividad del trabajador está completamente informatizada, cada superior jerárquico sabe en tiempo real qué artículo está empaquetando un trabajador o cual es el producto que otro trabajador está recogiendo de las estanterías, en qué zona se encuentra, en qué pasillo y a qué ritmo está trabajando esa noche. Varias veces durante el turno de trabajo los capataces informan al trabajador de su productividad, la curva de productividad tiene que ir siempre en ascenso, si no se alcanzan las cuotas fijadas estás en la calle. Después del turno de trabajo, los trabajadores son sometidos a controles con los que impedir que roben mercancía, aunque los cacheos son ilegales según la legislación laboral europea. Los chivatos dentro de Amazon están muy bien visto, son los preferidos para promocionar dentro del escalafón de la empresa, al igual que los ex militares. Existe la figura de Empleado del mes, que consigue un bono de veinte euros a descontar de sus comprar en Amazon. A cambio de la lealtad de sus trabajadores, Amazon paga la comida de Navidad, organiza un festivo Family Day y por Pascua regala una figurita de chocolate a cada empleado, por algo su logo es una sonrisa. Los directivos insisten en que trabajar en Amazon es simpa (simpático), aunque durante el tiempo de trabajo esté prohibido hablar con los compañeros de turno, si quieres reírte debes hacerlo antes de incorporarte a tu puesto del trabajo. Si en una mano Amazon tiene el palo en la otra muestra la dádiva, y para ello, intenta constreñir la vida social de sus trabajadores a la misma empresa, organizando actividades gratuitas para su entretenimiento y el de su familia, cine, fiestas, etcétera, con las que trata de que también la empresa ocupe el tiempo libre de sus trabajadores. Como los salarios no permiten muchas alegrías a los trabajadores de Amazon, ésta se convierte en su principal referente de socialización, de consumo, por lo que quejarse a la empresa o contravenir sus directrices se torna entonces en un ataque a la misma comunidad y una arriesgada operación que pudiera significar la expulsión de ella, por todo ello los sindicatos son vistos, incluso entre los propios trabajadores, con cierta desconfianza.


Antonio Orihuela. Ruido Blanco. Ed. La Vorágine, 2018