Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

domingo, septiembre 29

La solidaridad neoliberal como espejo contemporáneo


No creemos equivocarnos si decimos que la abrumadora mayoría de la gente considera el fenómeno ONG como el movimiento que mejor representa la solidaridad en nuestros días. Desde los años 80 hasta hoy, podemos decir que este fenómeno no circula de forma paralela a los movimientos sociales y populares, sino que compiten de tal manera que la mayor fortaleza del mundo de las ONG implica una mayor debilidad de esos movimientos sociales y populares de los que hablamos.

Durante los tiempos en los que la Iglesia reivindicaba la caridad y el movimiento obrero, la solidaridad, las cosas eran más sencillas. Había dos sistemas de valores en oposición y cada uno implicaba una clara visión del mundo. Buena parte de las ONG se han instalado en el ámbito nacional e internacional con el discurso de los cambios sociales, pero con las prácticas ancestrales de la caridad. Eso sí, se han apropiado de la palabra “solidaridad” provocando todo tipo de interferencias tan comunes en la sociedad actual. Esto ha acabado provocando su casi absoluto vaciamiento, lo cual le ha hecho perder casi todo el contenido político revolucionario que tuvo durante décadas.

La posmodernización de la solidaridad

Los cambios en la producción de imagen han supuesto un terremoto en la representación de la realidad. Primero fue la pintura, después la fotografía, más tarde llegó el cine y la televisión y, hoy en día, vivimos en el mundo de las redes sociales como Youtube e Instagram. Estos cambios han supuesto una multiplicación de la imagen hasta niveles verdaderamente asfixiantes. Alguien dijo con acierto que vivimos en la época de la tiranía de la imagen.
En nuestro ámbito de análisis debemos reconocer que no se oculta demasiado que los medios de comunicación aman a las ONG y las ONG aman a los medios de comunicación. Su relación simbiótica se basa en favorecer un mismo sistema de valores: la política comunicacional de las ONG durante años ha favorecido un modelo de solidaridad basado en el impacto emocional, una solidaridad de vísceras, sacada de las entrañas a golpe de catástrofe y de niños huérfanos y depauperados del África subsahariana. Cuando un medio de comunicación occidental se adentra, por ejemplo, en ese África subsahariana aparece una ONG cumpliendo el papel de héroe que refuerza el papel neocolonial de Occidente como eterno salvador frente un mundo africano o latinoamericano permanentemente postrado. Es la imagen eternamente reproducida de Occidente como un eterno suministrador de recursos (e incluso de civilización) y un mundo no occidental como un eterno agujero que absorbe todo lo que generosamente da Occidente. Nada más lejos de la realidad, los estudios más serios nos muestran cómo los flujos de recursos que los países neocoloniales aportan a los territorios empobrecidos tienen unas contrapartidas en los que salen más que beneficiados los primeros. Estados Unidos nos ofrece un ejemplo como otro cualquiera: por cada dólar aportado a la ayuda internacional recibe un reflujo de 2,15 dólares.

La posmodernización de la solidaridad es, como queríamos apuntar, una estética antes que una ética. Este es uno de los elementos que diferencia esa solidaridad que antaño reivindicaba la clase obrera consciente frente al modelo de solidaridad neoliberal de las ONG. Aquel formaba parte de un sistema de valores personales que pretendía ser coherente haciendo de la solidaridad un principio personal como la consciencia, la determinación, la constancia, etc. La solidaridad de las ONG es tan vacía como la palabra democracia. Se puede hacer un donativo a una organización humanitaria para la hambruna en el Sahel o para una escuela en Bombay y ser un perfecto miserable. Son iniciativas apenas relevantes en la vida de las personas. El ejemplo del voluntariado es clarificador: el egoísmo del voluntario se manifiesta, por ejemplo, en el intercambio de trabajo por felicidad o por realización personal, ligando su actividad a algún tipo de beneficio personal. La militancia, al contrario, no tiene por qué estar vinculada a la felicidad. De hecho, la moral militante tiene cierta carga de obligaciones que está ausente de la moral posmoderna del voluntario, que se mueve esencialmente por el deseo de actuar. Este deseo es movido por un buenismo egocéntrico que parte de la idea de hacer el bien de forma independiente del alcance de sus acciones. Por otra parte, debemos hacer notar que el voluntariado ha supuesto la privatización del compromiso y la tendencia a un asociacionismo afectivo. También nos habla del surgimiento de la lógica de lo urgente, que está relacionado con el énfasis en hacer cosas pero sin ningún fundamento a medio o largo plazo. Al fin y al cabo se colabora por un poco de buena conciencia (cuando no se hace para poder escribir algo en el currículum todavía algo escaso de algún joven universitario o recién titulado), premio que conlleva una evidente inquietud que no va más allá del aquí y el ahora.

La supuesta fragmentación que caracteriza al hombre y la mujer posmodernos hace posible estas aparentes paradojas que, en el fondo, sólo son una fórmula renovada de la ancestral caridad.

La imposible despolitización de la ayuda

A estas alturas hay que pasar mucho tiempo delante de una pantalla para creer que pueda haber acciones humanas ajenas a lo político. Todo acto es político porque toda acción humana se inserta de alguna manera en las relaciones de poder. Pero la mayoría de las ONG, no obstante, han abanderado el discurso de la ayuda ajena a cualquier ideología. Esta confusión entre apartidismo y apoliticismo se muestra acorde con el discurso de la profesionalización. El mundo de las ONG se ha erigido en una inmensa industria de la pobreza, una pobreza que supuestamente puede arreglarse con los medios técnicos, humanos y económicos oportunos. Así las instituciones han creado la figura del profesional del tercer sector (nombre que recibe la industria de la ayuda) que lleva décadas arrancando la solidaridad del espacio de lo común. Echar la vista un siglo atrás nos sirve para ver cómo la solidaridad circulaba dentro de una determinada comunidad creando unos vínculos que fortalecían dicha comunidad. La profesionalización supone una cotidiana apropiación de la solidaridad, destruyendo los vínculos y haciendo desaprender a las comunidades sus relaciones de reciprocidad. Durante parte del siglo XIX y XX, buena parte de los desposeídos/as consiguieron dotar de contenido revolucionario a algunas formas de apoyo que eran ancestrales en Europa y otras partes del mundo. El Estado del Bienestar construyó un gigante aparato de ayuda que poco a poco separó la solidaridad del espacio de lo cotidiano generando una dinámica altamente nociva: la mayoría de las personas ha interiorizado que son las instituciones quienes deben velar por la gente que lo necesite. Los vínculos de reciprocidad se debilitan y se fortalece la atomización social porque las relaciones serían de las personas con las instituciones y de las instituciones con las personas pero, en menor medida, entre las personas, que ya ni siquiera saben cómo ayudar. Con el paso de las décadas y la conversión del Estado de Bienestar en Estado neoliberal, las políticas de ayuda se dejan en manos de las ONG que nos lanzan un mensaje claro: tú quieres ayudar pero no sabes, otros necesitan ayuda y no saben ni dónde ni cómo buscarla. Nosotras, las ONG unimos tu deseo de ayudar con la necesidad de otra persona de ser ayudada.

Muchas ONG, durante bastante tiempo, abanderaron el discurso de los movimientos sociales y se consideraron herederas de la rebeldía de Mayo del 68. Nada más lejos de la realidad: las ONG rara vez denuncian las relaciones de poder que sostienen las desigualdades y que son las causantes de la pobreza. O si lo hacen lo harán de manera tibia y descafeinada. Como se puede ver en su publicidad, la solución es más dinero para obtener más recursos. Unos recursos que en nada están paliando las diferencias entre clases sociales o entre el norte neocolonial y el sur neocolonizado. El foco de las ONG siempre se pone en el pobre y rara vez en el poderoso, lo cual conlleva un grave error: el proceso de acumulación del cual depende la superviviencia del capitalismo depende de un permanente expolio sin el cual el capitalismo se hundiría, de hecho el surgimiento del capitalismo no hubiera sido posible sin el expolio americano.

Por tanto las ONG nada tienen de rebeldía como nada tienen de popular puesto que, por un lado, su dependencia gubernamental es absoluta, y, por otro, su estructura es, en la abrumadora mayoría de casos, exactamente igual que la de una empresa. Así no solo hay una diferencia estructural que separa y jerarquiza a quienes dan ayuda y a quienes la reciben, sino que también se puede observar que, en dichas organizaciones, se producen todos los males que la jerarquía empresarial propicia: competitividad, explotación, etc.

A todo esto se une que las ONG, como transmisoras conscientes o no de la cultura neoliberal, apelan de forma constante a la acción individual. Lo colectivo no entra dentro de los valores de este mundo neocaritativo, dado que la solidaridad se entiende como un acto de consumo que no se diferencia gran cosa de la compra de cualquier otra mercancía. Eso sí, hay diferente tipos de mercancías como todas sabemos, por lo que la particularidad de estas organizaciones es que tras el amplio mercado de productos “solidarios” (cuotas fijas para niños apadrinados en Perú, SMS de un euro para la hambruna en el Sahel, compra de productos de comercio justo de niños huérfanos de la India, por la compra de un kilo de arroz dicha empresa dona otro a tal o cual ONG) se oculta la compra de buena conciencia.

¿Solidaridad mercantilizada?

Esa solidaridad de claro contenido anticapitalista, el apoyo mutuo, circulaba por el espacio de la gratuidad, pero no del desinterés. El apoyo mutuo construía comunidad a través de unos vínculos que se contraponen a la neocaridad, puesto que esta ayuda va dirigida a una humanidad sin rostro y siempre, además, tomando el dinero como elemento imprescindible.

Los años setenta del pasado siglo vieron el desplome del “capitalismo dorado” y la crisis del petróleo no pareció un buen augurio para quienes creían en el crecimiento económico infinito. La situación se saldó, puntualmente, con una nueva fase del capitalismo que vive instalado en la megaburbuja financiera y, al mismo tiempo, se apostó por una mercantilización de cualquier aspecto de la vida humana. Hoy en día el modelo de mercantilización extrema de la vida conlleva que haya gente que pague a una empresa para que le consiga pareja, le pasee el perro, le cuide a tus mayores, le decore la casa, etc.

La mercantilización de la solidaridad de los 70 a los 90 supuso dejar en manos de fundaciones y asociaciones varias buena parte de esa ayuda que el Estado gestionaba en muchos países occidentales. La vuelta de tuerca neoliberal nos muestra cómo las empresas comienzan a introducirse en ese tercer sector desde hace, aproximadamente, quince años. La buena imagen de la neocaridad se sostenía sobre todo en su supuesto desinterés. No había detrás de esta actividad ningún tipo de interés económico. Se ayudaba, en teoría, por ayudar. Una vez vaciado el concepto de solidaridad de su contenido político transformador no puede resultar extraño el desembarco de las empresas a través de externalizaciones en lo que queda de servicios sociales gubernamentales. Quien quiera más detalles solo tiene que pasearse por la página web de la multinacional Clece.

Gracias al abrumador despliegue publicitario nos ofrecen ser “solidarios” en el resguardo de la tarjeta de crédito tras cualquier compra, o en el anuncio de una revista de moda o en la marquesina de una parada de un autobús, etc. Toda esa solidaridad neoliberal toma forma en una amplia gama de productos para satisfacer a todos los potenciales consumidores. Probablemente, una de las consecuencias envenenadas de dicha solidaridad neoliberal es que si el consumo se puede convertir en un acto de solidaridad, también la solidaridad puede legitimar cualquier acto de consumo. No faltan quienes, incluso, consideran esta tendencia positiva, pues el consumo es considerado un acto de libertad que bajo los valores hegemónicos actuales representa la máxima expresión del ser humano.

La solidaridad neocolonial

Hay que reconocer que la globalización ha modernizado el viejo modelo colonial adaptando viejos hábitos imperialistas al contexto internacional actual. Durante el siglo XIX los grandes imperios coloniales se atribuían una misión “civilizadora” pues los habitantes “incivilizados” de países no occidentales estaban necesitados de médicos para la salud de su cuerpo, maestros para la salud de su mente y sacerdotes para la salud de su alma. El cambio de paradigma ha traído un exitoso concepto: el desarrollo. Ahora estos habitantes necesitan gestores para sus gobiernos, ingenieros para sus infraestructuras, conservacionistas para sus bosques, etc. El nuevo modelo ya no posibilita la identificación de unos colonos opresores y unos colonizados oprimidos: el desarrollo se convierte en un modelo supuestamente universal, por lo tanto, quienes no se desarrollen bajo los parámetros que Occidente ha elevado a la categoría de sagrados carga con la total responsabilidad del fracaso. Existe un paralelismo entre el modelo neoliberal que en términos microeconómicos culpa al pobre de su pobreza ocultando los elementos estructurales de desigualdad construidos por el capitalismo y el modelo de desarrollo internacional que oculta las herramientas geopolíticas y macroeconómicas usadas por los países neocolonialistas que trabajan a diario en el expolio de los recursos materiales de esos países empobrecidos.

Unas ONG lo hacen de forma más evidente, otras de un modo menos explícito… Pero todas trabajan para ese desarrollo que pretende uniformar todas las sociedades del planeta bajo las premisas de la globalización capitalista. Y es que Occidente es incapaz de entenderlas bajo un prisma que no sea poniéndose a sí mismo como centro de absolutamente todo: por eso las etiqueta como comunidades que parten de algo así como el neolítico y que se encuentran en fases como el feudalismo europeo o el primer capitalismo industrial europeo. Se niega así a cualquier sociedad no occidental a tener su propia historia.

No hay que olvidar un aspecto central, cuando se usa la palabra desarrollo, en realidad, debería emplearse el término desarrollo capitalista. Y es que la modernidad llevó a cabo una sacralización de la razón, más en concreto de una forma de razón, aquella que pretendía ver la racionalidad tecnoproductiva como central al proceso de desarrollo y progreso. Esta idea es central entre quienes reflexionan sobre alternativas al modelo desarrollista-capitalista. Cuando las ONG, las instituciones internacionales o los gobiernos discuten sobre la modernización, el desarrollo y el progreso se destaca que, en realidad, el proyecto social implícito o explícito conlleva una reducción de la existencia a determinadas formas, que suponen una especie de colonización económica de todos los ámbitos de la vida. En ese sentido, cualquier forma de cultura acaba siendo una variante residual subordinada a los intereses de la economía.

Por todo esto, no se puede pensar en la neutralidad de la acción “solidaria” de las organizaciones gubernamentales o no gubernamentales de cooperación internacional. En nombre de un idealizado desarrollo, que tiende a asociarse con riqueza, industrialización, bienestar, se han puesto en marcha todo tipo de planes para modificar sociedades consideradas anómalas con respecto a lo que Occidente considera que debe ser el resto del planeta. Y es que al considerar el subdesarrollo como una patología, se buscan soluciones que exigen el cumplimiento de unas prescripciones que proceden de forma exclusiva de la cultura occidental.

La necesidad del apoyo mutuo

El modelo de relaciones laborales en Occidente, el modelo de consumo, la industria de la comunicación de masas y su sistema cultural, el modelo urbanístico y de ordenación territorial, la automatización de la vida, el modelo de administración social burocrática, el sistema de delegación y representación política, las instituciones de poder escuela-familia, etc., se erigen en permanentes barreras que dificultan y entorpecen las relaciones de apoyo mutuo. Por lo que una vindicación del apoyo mutuo solo puede ser creíble desde una concepción revolucionaria y libertaria que impugne todos esos elementos de la sociedad y de la vida.

En ese sentido, recordamos que terminaron los tiempos de ingenuidad que permitieron pensar en una nueva sociedad basada en un modelo de desarrollo que nunca fue sino el modelo de la burguesía. El posdesarrollo, el decrecimiento, el antidesarrollismo o como lo queramos llamar, no son sino la firme constatación del divorcio de eso que se suele llamar progreso material y el progreso humano. La reconsideración del concepto de necesidad, la reconstrucción de las relaciones con la naturaleza para romper con un modelo destructor, son solo algunos ejemplos para reconducir el camino de la historia que transitamos paso a paso sobre la devastación del ser humano hacia la devastación total del planeta.


Artículo extraído de Ekintza Zuzena #45

jueves, septiembre 26

África invadida, África asfixiada


Después de examinar a cientos, la psicóloga explicó:
todas las personas migrantes esconden el mismo deseo,
regresar.



 La política

Ya hace muchos años que escuché a Héctor Mondragón explicar qué ocurrió en Colombia cuando permitieron la entrada de trigo subvencionado de los EE.UU. Muchas personas dejaron de poder comprar pan porque de tan barato que se vendía, ellas se habían arruinado y no podían comprar ni pan ni nada. Su oficio estaba totalmente en quiebra, eran campesinas y campesinos que hasta entonces producían trigo. No tenían malos cultivos y sabían mucho de producir trigo, fueron decisiones políticas las que destruyeron su medio de vida. Otro caso muy bien documentado es lo ocurrido en Haití con su producción de arroz, que fue suficiente hasta los años 80 cuando el FMI, alentado por el gobierno de los Estados Unidos, obligó a rebajar los aranceles de entrada del arroz del 35 al 3%. Ninguna de las miles de personas haitianas dedicadas al cultivo del arroz podía competir con las grandes empresas estadounidenses.

Exactamente igual, desde los años 80, la llegada de productos agrarios de países industrializados a países de fuerte carácter rural ha sido una de las razones fundamentales del empobrecimiento –y sus derivadas, como el hambre y la migración– también en África. Como en otras partes del mundo, los organismos multinacionales impusieron el “libre” comercio. Ustedes –les dijeron– dejen de producir sus alimentos básicos que ya les llegarán de los países ricos, que fertilizan sus cultivos con subvenciones, y dediquen sus mejores tierras a producir y exportar materia prima para la agroindustria mundial … y no sabrán que hacer de tantos beneficios recogidos.

Y pasó que donde se cosechaba comida se empezó a cosechar café, cacao, aceite de palma, algodón… En pocos años un paisaje de mosaico agrario quedó redibujado en el monótono unicolor de estas grandes plantaciones. La autosuficiencia mutó a una dependencia externa muy alta, y los ingresos prometidos por sus exportaciones se quedaron en los bolsillos de jerarquías locales y las grandes corporaciones internacionales.

El clima

El hambre en África, hemos visto, no era un problema de sequías o malas cosechas, como nos querían hacer creer; fundamentalmente deriva de procesos de colonización y expolio. Y sigue siendo así, pero ahora sí podemos añadir la crisis climática como un factor clave que suma y agranda las dificultades de este continente. Las organizaciones de La Vía Campesina en África advierten que “mientras que la discusión acerca del cambio climático a nivel global a menudo se centra en predecir las consecuencias futuras y la amenaza percibida del aumento de migración, sus efectos ya son experiencias vividas por los campesinos, mujeres rurales, la gente sin tierra y las comunidades originarias de África, quienes sienten el impacto del cambio climáticos todos los días”.

Todos los días porque como explican los informes científicos recogidos por la organización GRAIN, “el aumento de las temperaturas, el comportamiento errático del clima, los cambios en los patrones de las lluvias y un aumento en la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos impactan negativamente en la producción de alimentos a lo largo de la mayoría del continente”. Los cálculos hablan de pérdidas en los próximos años entre un 10 y 20% de la producción de alimentos total en África, de tal manera que para el año 2050, aproxima la ONU, la reducida capacidad actual de África para producir sus propios alimentos quedará climáticamente aún más socavada, y solo podrá proveer un 13% de sus necesidades alimentarias.

Mientras el sistema alimentario industrial, explica GRAIN, está asociado con por lo menos la mitad de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y es la causa principal del colapso de las especies, deforestación y destrucción del hábitat a nivel mundial, que tanto afecta y afectará a África, éste es, paradójica e injustamente, el territorio que menos contribuye en las emisiones globales, con un 4% del total. Más en concreto, un reciente informe de la agencia de ayuda británica Christian Aid concluyó que los 10 países con mayor inseguridad alimentaria del mundo, entre ellos Burundi, Sierra Leona, la República Democrática del Congo, Níger, Zambia, Malawi, Madagascar y el Chad, generan solo el 0,08 por ciento de las emisiones globales de carbono. Y ya sufren las consecuencias del cambio climático, no solo con producciones a la baja sino también cosechando alimentos de menor valor nutricional.

El clima es político

Que el sistema alimentario industrial es un sistema fallido ya es una certeza. Por eso estamos viendo cómo cada vez más aparecen programas en los países industrializados para volver a defender las agriculturas locales y a su campesinado; cómo se reconoce científicamente las ventajas de las prácticas agroecológicas para adaptarse a los cambios climáticos; cómo se fomentan circuitos cortos para la comercialización de los alimentos; y cómo se aplauden las iniciativas para fomentar una dieta más saludable y sostenible… Una receta de la que, sin embargo, se quiere privar al continente africano, el que más lo necesita para combatir el hambre y reactivar sus economías. Cual pirómanos se echa más leña al fuego promoviendo de nuevo por los organismos internacionales o algunas organizaciones de ayuda internacional la llamada “Nueva Revolución Verde para África” o la “Agricultura Climáticamente Inteligente”, nuevos nombres para caducas prácticas basadas en el modelo industrial dependiente de fertilizantes y semillas corporativas.

La pobreza y el clima son políticos y con decisiones políticas los países industrializados tienen que corregir sus interferencias en la agricultura y el clima africano. Para empezar se debería reducir progresivamente la exportación de producción excedentaria agrícola y ganadera a África. De esta forma, se dejarían de emitir muchos gases innecesarios, tanto en su fase de producción como en el transporte y se facilitaría que crezca la producción local en África a manos de sus campesinos y campesinas. Es decir, aquí soberanía alimentaria y en África, soberanía alimentaria.


Revista CTXT, septiembre 2019. Gustavo Duch

lunes, septiembre 23

Origen y problemas de la Técnica


Los avances tecnológicos son un producto del imperialismo, es decir, de la conquista y de la imposición de un modo de vida cuyo fin es la acumulación de riquezas y el poder sobre el hombre y las sociedades menos desarrolladas técnicamente.

La eficacia de la técnica y la ciencia para crear nuevos inventos y espacios más cómodos y funcionales corresponde a un modo de vida previamente planificado -por una élite- para la consecución de una organización social concreta en la que el ser humano cede su autonomía a cambio de seguridad y se hace dependiente del aparato tecnológico. Su misión es servir al poder encarnado en el Estado, se hace esclavo del mismo por medio de la propaganda y la delegación.

La propaganda vende los inventos científico-tecnológicos como algo que proporciona libertad al hombre, sin embargo, su fin es la imposición de un sistema de dominación que penetra en su espíritu para conquistar su alma de manera que condiciona su visión del mundo y por lo tanto de la vida.

La técnica es un producto del conocimiento, por lo tanto siempre estará limitada por este. Por mucho empeño que pongan los especialistas en solucionar los problemas como el cambio climático o la contaminación (entre otros) derivados de aquella mediante otro tipo de técnicas alternativas, no podrán frenar la catástrofe venidera en forma de pandemias, hambrunas y guerras provocadas por la escasez de recursos energéticos y naturales. La tecnología será finalmente y después de alcanzar el cielo del conocimiento, el infierno de la civilización racional, su condena y no su salvación, la muerte en vida del hombre moderno o cuando no; su aniquilación.

La nueva dictadura no será ya la del Capital sino la Tecnológica. Todos los problemas derivados de la falta de recursos energéticos y naturales se fiarán a la técnica. La vigilancia será el pilar fundamental de los Estados. La tecnología responde a este nuevo sistema de dominación con la consecuente fiscalización de la población y la protección de las reservas naturales existentes. Los Estados con mayor poder tecnológico serán los garantes del nuevo orden mundial basado en la dominación por la escasez (producto de la revolución tecnológica) y no ya por la abundancia (producto de la revolución industrial) como hasta ahora a ido sucediendo, sobretodo en Occidente.

A esto hay que añadir la contaminación y el cambio climático que agravarán los problemas y los futuros conflictos por los recursos naturales y energéticos.

Es un error analizar el fenómeno técnico de forma aislada; la máquina puede tener una utilidad concreta para el hombre como herramienta más o menos sofisticada. El aparato técnico se debe de observar como un todo que organiza para bien o para mal la vida del hombre moderno y lo priva de autonomía de manera que lo hace dependiente de los avances cientifico-tecnológicos y de la super-estructura o megamáquina estatal que lo atenaza de forma constante con sus leyes y normas.

Lo que se entiende por libertad sólo se puede dar en un contexto de dependencia con el aparato tecnológico y con la megamáquina estatal, fuera de ésta es una quimera imposible de realizar.

La Técnica es poder. La Técnica es el instrumento para la dominación. Su base radica en el control de la Naturaleza y el ser humano por medio de la máquina. La eficacia de la Técnica se mide por su seguridad y productividad, o en otras palabras, por su poder de acumulación y destrucción.

El fin de la tecnología es el dominio y por lo tanto la deshumanización del hombre. La revolución tecnológica pone punto y final a los valores que habían adquirido las sociedades pre-modernas. La espiritualidad queda anulada en pos del materialismo impuesto desde el Poder y las relaciones sociales mutiladas y desfiguradas por los avances cientifico-tecnológicos.

La liberación de las fuerzas productivas impulsadas primero a través de la técnica (revolución industrial) y después con la revolución tecnológica (sin restricciones) ponen de manifiesto la contaminación y destrucción del medio ambiente con todos sus efectos concomitantes. Por añadidura la preservación de la Naturaleza no expuesta directamente a la actividad del hombre quedará en manos de Estados cada vez más totalitarios que intervendrán las zonas en forma de espacios protegidos y por lo tanto restringidos. Bañarse como pescar un río será una químera. Cazar en el bosque será delito. Acampar será tambien cosa del pasado. Y así, hasta que los espacios protegidos queden totalmente delimitados e inacesibles por el ciudadano de a pie.


viernes, septiembre 20

Asamblea extraordinaria de bosques


Esa sensación de que en los bosques,
cuanto existe y sucede
encubre,
cómplice,
un secreto,
algo clandestino que quizá
nuestro cerebro de mono engreído
olvidó en su desarraigo,
esa sensación de que los árboles
se hablan por lo bajinis
y están compinchados con los helechos,
¿la tuviste?

Era cierta.
Lo demuestra la científica Suzanne Simard.

Tierra abajo, los bosques cooperan.
Lo hacen de manera ejemplar. Conectados
por un tejemaneje de micelios
intercambian experiencias,
hablan en la lengua del carbono,
del fósforo o del nitrógeno.

El roble viejo ayuda al roble joven
sin despreciar de camino al castaño
ni al boletus ni a la ortiga.
Todo el bosque unido
en la tarea de subsistir.

Es normal que, de un tiempo a esta parte,
los bosques anden mosqueados.
No sepan a qué atenerse.
Porque el mono engreído
ha vuelto,
motosierra en mano,
y no hace más que talar y talar
y traerse amiguitos exóticos
con los consiguientes problemas de adaptación.

Y empiezan a estar hartos.
Me ha comentado una falsa
acacia
que bajo tierra se barrunta
una gran revolución.

Se ha convocado la Asamblea
Extraordinaria de Bosques.

Alisos, espinos, nemorosas
y amanitas de todo el mundo
debaten si aliarse
con terremotos y huracanes.

Toda la tierra unida
contra el mono engreído.

Toda la tierra unida
en la tarea de subsistir.


De "El silencio de los petirrojos" de Ritxi Poo

martes, septiembre 17

Semana de lucha contra el cambio climático y toda nocividad [20-27 Septiembre]


CONVOCATORIA SEMANA DE LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO Y TODA NOCIVIDAD (20-27 SEPTIEMBRE]

Diversas instituciones, grupos ecologistas, organizaciones sindicales, grupos estudiantiles, reunidos bajo el nombre de ´Frifays for future´ han convocado la llamada ´Semana por el clima´ del 20 al 27 de septiembre. Básicamente esta semana consiste en manifestaciones programadas, alienantes en las que pedir al Estado y otras instituciones (ONU, G7…) que pongan remedio o tomen medidas ante el desastre que están causando. En su discurso simplista, recuperador y dirigista en ningún momento critican la causa de la devastación en curso: el capitalismo tecno industrial y su organización técnica del mundo. Son aquellos que critican el cambio climático sin criticar a quienes lo producen: tienen un cadáver en la boca, aquellos que defienden el mito del progreso, del desarrollo sostenible y de una vida ´cómoda´ a cambio de la esclavitud y de mercantilizar todo aspecto de nuestra vida, una vida vendida a la dominación tecnológica. Son aquellos que han comprado en el supermercado de la rebelión el nuevo producto de moda: el cambio climático Fridays for future? Hoy más que nunca el futuro no existe, vivimos en un eterno presente y cualquier vestigio del pasado ha sido borrado. Las prótesis tecnológicas que nos rodean y colonizan nos hacen vivir en un sonambulismo continuo, donde la catástrofe no está por venir como se empeñan en advertirnos con su venda en los ojos, la catástrofe es aquí y ahora, la catástrofe es el capitalismo tecno industrial, la catástrofe es esta vida alienante dirigida por los algoritmos de nuestros ´asistentes virtuales´, la catástrofe es un mundo ya devastado por la industria.

El cambio climático, más bien deberíamos hablar de modificación climática, es una más de las miles de consecuencias nocivas de la revolución industrial (la única revolución que iniciada hace dos siglos ha llegado a todos los puntos del planeta y colonizado y mercantilizado todo lo vivo) el cambio climático es indisociable del sistema tecno industrial: deforestación, acidificación de los océanos, desertización, extinción de miles de especies animales y vegetales, miles de productos químico-toxicos que condenan nuestra existencia, contaminación de tierra, aire y agua son sólo algunas de todas las nocividades, de todas las consecuencias de este sistema. Creemos entonces que hablar sólo de cambio climatico sin criticar el sistema tecno industrial es caer en un reduccionismo es no ir a la raíz del problema.

El cambio climático y todas las nocividades son las consecuencias del proyecto de la tecnocracia que gestiona y administra nuestras vidas. Un proyecto que consiste en colonizar, dominar y mercantilizar todo lo vivo. Una vez colonizada y dominada la naturaleza el objetivo son los seres humanos, un proyecto basado en la convergencia de las tecnologías conocidas como NBIC (nanotecnologias, biotecnologias, tecnologias de la información, ciencias cognitivas) a las que podriamos añadir robotica e inteligencia artificial, su codicia y avaricia no tiene fin. Si se mercantiliza todo hasta nuestras actividades más cotidianas los beneficios no parán de aumentar. Convertir el mundo y todo lo que habita en ello en una máquina programada donde nada escapa a su control: mundo maquina, humano-maquina. Lo que nos lleva a una visión mecánica del mundo de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea.

El sistema tecno industrial necesita de grandes cantidades de energía para poder funcionar, cientos de programas de investigación con inversiones multimillonarias están dedicados a encontrar nuevas fuentes de energía. Esta necesidad de energía para que el mundo funcione tiene como consecuencia la devastación del territorio y la aniquilación de millones de animales humanos y no humanos. La energia industrial mueve el mundo es necesaria para la producción y distribución de todos esos objetos innecesarios que encontramos a nuestro alrededor, es la economía y es la guerra. El sistema ha comprendido y ha visto como un gran negocio que sólo las energías ´renovables y limpias´ permitirán su expansión y supervivencia, el nuevo proyecto de la tecnocracia es ´renovable´y ´sostenible´es ecológico. Este nuevo proyecto se extiende igualmente por todo el territorio desde los desiertos industriales de paneles solares y campos eólicos ( causantes también del cambio climático, devastación del territorio, canceres etcc)…) hasta las eco-ciudades (no-lugares donde todo esta controlado, optimizado y automatizado eso si de verde e igualmente productoras de cientos de nocividades y de una vida alienante). Así defender la energía verde es defender el proyecto que nos dirige a gran velocidad, a ritmo del progreso, hacia el abismo, es defender el proyecto de quienes están creando un mundo totalitario, es defender el proyecto de aquellos que gestionan y administran nuestras robotizadas vidas.

Por ello hacemos un llamamiento a una semana de lucha contra el cambio climático y toda nocividad del 20 al 27 de Septiembre. Desde una perspectiva anarquista, que desborde los limites impuestos por la socialdemocracia. Una semana más en la que mediante la accion directa en cualquiera de sus formas los diferentes individuos y grupos se enfrenten al sistema tecno industrial. La semana del 20 al 27 de septiembre es sólo una meta para el ecologismo liberal y estatista, pero para aquellos que aspiramos a la eliminación del estado, del capitalismo, el patriarcado y el sistema tecnoindustrial es una oportunidad para desbordar los estrechos márgenes de la domesticación e iniciar una vía autónoma, anticapitalista y anarquista contra la nocividad tecnoindustrial. Ni el Estado, Ni la tecno ciencia nos salvarán. La lucha es el único camino.


sábado, septiembre 14

Viva México cabronas


A día de hoy, 21 de agosto de 2019, van 40 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que llevamos de año, la cifra más terrible desde hace diez años. Eso, sin contar las 25 mujeres asesinadas igualmente por hombres e igualmente por crimen sexual, pero que al no tener o haber tenido relación sexoafectiva con su asesino la ley no las contabiliza. 65 asesinadas en total en lo que llevamos de año en el Estado español. Desde que se empezaron a contabilizar oficialmente los crímenes sexistas, el 1 de enero de 2003, el total de víctimas suma 1015, superando con creces a las víctimas de ETA.

Si estas cifras no nos ponen los pelos de punta es que no estamos siendo verdaderamente conscientes de la trágica situación. Y lo que es más terrible, el feminicidio, la desaparición forzosa, la violación y diversas prácticas de tortura hacia las mujeres es una práctica mundial. En mayor o menor medida en el mundo entero estas prácticas terroríficas se llevan a cabo. Pero la rabia y la impotencia de las mujeres ha explotado, el feminismo nos ha sacudido y sacude a las mujeres de todo el mundo, desde las más pequeñas a las más longevas. Así en 2015 en Argentina se levantaba el movimiento #NiUnaMenos. El repudio generalizado contra la violencia machista se originó un 3 de junio con movilizaciones multitudinarias en todas las grandes ciudades del país bajo el lema «Ni una menos». La repercusión internacional tuvo lugar un 19 de octubre de 2016 después de conocerse el terrible asesinato de Lucía López, adolescente de 16 años que fue empalada de la misma forma que hacían los inquisidores en la edad media. Lejos de aleccionar y martirizar a las mujeres, este crimen supuso el comienzo de una lucha feminista que si bien no encuentra un final cercano y alentador es frenéticamente imparable. En agosto de ese mismo año en Perú se convocaba una marcha bajo el mismo lema de #NiUnaMenos a la que asistieron un millón de personas según fuentes extraoficiales, la marcha más multitudinaria de la historia de Perú. En mayo de 2017 al siguiente año del movimiento #NiUnaMenos de Argentina y Perú, México se movilizaba apropiándose del lema para exigir aclarar los hechos acaecidos en el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), después de encontrar el cuerpo sin vida de Lesvy Berlín, suspendido por un cable telefónico atado al cuello en una cabina telefónica, que se encontraba en el campus. Al principio la fiscalía señaló que la joven se había ahorcado con el cable telefónico de la cabina fomentando la idea de suicidio. Al mismo tiempo filtró información de su vida personal que desviaba la atención de su asesinato al comportamiento que Lesvy Berlín mantuvo en vida, sobreexponiendo la victimización secundaria. Cientos de estudiantes se manifestaron en repudio a la criminalización de la joven reclamando esclarecer los hechos que a todas luces evidenciaba un feminicidio.

Esta vez el detonante que hizo estallar la rabia fue el reciente caso de una menor violada por cuatro policías y la pésima gestión de las autoridades en la investigación. #NoNosCuidanNosViolan y #ArribaMexicoCabronas se suma al #NiUnaMenos y la #YoSiTeCreo de estos últimos años

El año pasado aquí mismo en el Estado español miles de mujeres y hombres nos levantamos bajo el grito “Yo Si Te Creo” contra la violencia sexual a raíz de la sentencia del Tribunal de Navarra que condenaba por abuso y no por violación a los 5 de la manada, desacreditando así la palabra de la denunciante con argumentos bastante zafios, pero muy reales en lo que se refiera a la microfísica sexista del poder. De esta suerte y sin que deba sorprendernos, este verano, el 17 de agosto, comenzaron los disturbios feministas en México. Esta vez el detonante que hizo estallar la rabia fue el reciente caso de una menor violada por cuatro policías y la pésima gestión de las autoridades en la investigación. #NoNosCuidanNosViolan y #ArribaMexicoCabronas se suma al #NiUnaMenos y la #YoSiTeCreo de estos últimos años, con una única diferencia, su carácter reivindicativo estaba teñido de “violencia”. Porque la violencia y la amenaza constante la vivimos día a día las mujeres, lesbianas, trans, las putas, indigentes y parias, porque esto es insufrible, porque ya no podemos más y con decir basta no es suficiente, porque nos están matando y a nadie le importa. En palabras de Nerea Barjola: “Vivimos en un régimen sexista que por definición es antagónico a nuestra libertad y autonomía. No somos libres. (…) estamos en guerra”. La libertad no es algo que se construye en comunidad y armonía. La libertad se conquista, en lucha, en batalla, con el cuerpo. No podemos, como decía Audre Lorde “desmantelar la casa del amo con las herramientas del amo” Debemos luchar contra este régimen sexista y contra sus instituciones, con el cuerpo, en autonomía. Y si es precisa la violencia como un valor de la autodefensa, entonces nos defenderemos.

Mismamente “La Plataforma Feminista de Alicante” ha declarado el estado de Emergencia Feminista y nos convoca para el próximo 20 de septiembre a una manifestación nocturna a la que ya se han sumado diversos colectivos. Nos vemos en las calles.





miércoles, septiembre 11

No Pasarán: Miles de personas salen a las calles contra el ataque del Estado griego en Exarcheia (Atenas)

Sábado, 31 de agosto de 2019: de dos a tres mil personas (según diferentes estimaciones) marcharon por el vecindario de Exarcheia en el centro de Atenas, después de una operación policial masiva contra 4 viviendas ocupadas (principalmente por refugiados) el lunes 26 de agosto y el consiguiente arresto de 143 migrantes y otras 3 personas más. Tras la redada policial, el barrio de Exarchia se ha convertido en una zona "militarizada" con constantes ataques de la policía antidisturbios contra las personas en la zona y los centros sociales.

Pero lo que el gobierno no esperaba era que las personas de este barrio, en lugar de "encogerse" de miedo, eligieran desafiar a la policía antidisturbios griega y al terrorismo ideológico del gobierno, también expresado a través de sus medios de comunicación controlados. Por lo tanto, miles de anarquistas y otros activistas enviaron a través de la protesta un mensaje de resistencia a la campaña represiva del Estado, así como señales de solidaridad con los okupas y los centros sociales desalojados y aquellos bajo la inminente amenaza de nuevos ataques por parte del Estado griego.

Para tener una idea de la situación en Exarcheia durante los últimos días, el jueves 29 de agosto de 2019, durante un concierto en vivo organizado por librerías y editoriales, decenas de policías antidisturbios atacaron repentinamente a más de mil asistentes con gas asfixiante, artefactos explosivos y ataques con porras, mientras que en el caos que siguió, atacaron el centro social "Vox" (ubicado en la Plaza Exarchia), rompieron la pantalla de su ventana y lanzaron una lata de gas asfixiante dentro de sus espacios, una acción que podría haber resultado fatídica. Muchas personas dentro y fuera también fueron tratadas con heridas graves en la cabeza. Luego, el sábado 31 de agosto, después de la demostración de la tarde que se ve en el vídeo, los policías antidisturbios atacaron nuevamente el concierto en su tercer día, dirigido por un policía antidisturbios que había desenfundado su arma apuntando a las personas mientras cargaban, según testigos de los eventos. Pero eso no fue lo último. El domingo 1 de septiembre, el centro social Vox fue atacado por la policía antidisturbios griega por tercera vez en solo cuatro días.

El 14 de septiembre se anunció otra gran protesta contra el terror del Estado griego en el barrio Exarcheia de Atenas.

jueves, septiembre 5

A por ellos o la vergüenza de ser español


Gloriosa patria que desde siglos,
solo las guerras que ha ganado
han sido contra poblados desarmados
o contra su propio pueblo…
A por ellos gritad valientes españoles,
a por las poblaciones desarmadas,
a por las ideas libres,
a por la mujer emancipada.
a por el jornalero que protesta,
a por el obrero en huelga,
a por la familia desahuciada,
a por quien habla en otra lengua,
a por quien vive diferente
a por ellos.
A por ellos,
a por el toro,
a por el pobre,
a por el raro,
a por el maricón,
a por la feminista,
a por la bollera,
a por el inmigrante,
a por la mujer sin peineta.
Patria de caciques,
corruptos e imposturas.
Mirad la nación, que fuerte se levanta,
para tapar tanta opresión y tantas corruptelas
qué vergüenza me daría eso de sentirse español.
A por ellos dicen
cuando antes decían: sin violencia se puede dialogar de todo,
pero sin violencia tampoco dialogan,
y gritan a por ellos
con toda la desvergüenza…
Los curas santificando las porras,
los mercenarios de la voz, la imagen y la pluma
mintiendo con exaltada mente…
A POR ELLOS…
Las cunetas llenas tiemblan ante la posibilidad de que vuelvan a llenarse.
A por ellos gritan a su ejército,
a por ellos gritan pues estamos desarmados, a por ellos, que no se note que son un ejército de cobardes.



José Suñé López (Odo)

lunes, septiembre 2

Jazz, un espíritu libertario

El presente artículo me animé a escribirlo gracias a la falta de información que hay, en el movimiento libertario, sobre un tema tan complejo como lo es el jazz. No soy, ni pretendo ser un erudito del tema, pero debido a un férvido instinto de melomanía y a la creciente ola de música que circula en los movimientos sociales, me parece necesario rememorar el origen y el desarrollo de este género musical. Aunque en la actualidad sólo conozco algunos conciertos que se vincularon al movimiento anarquista de la década de los años 20, me queda claro que el jazz tuvo una participación en la izquierda norteamericana, tanto en la izquierda comunista, y en menor medida, en la izquierda anarquista. En su momento, el jazz, fue un protagonista más en la larga lucha contra el poder y el capital.

 

El origen negro, cantos de libertad


A mediados del siglo XIX las transformaciones económicas del país norteamericano, reclamaban la mano de obra necesaria para satisfacer las necesidades de la nación. De 1860 a 1910 el número de granjas se triplicó, aumentó de 2 a 6 millones, la superficie de cultivo paso de 160 millones a 350 millones de hectáreas, bajo este contexto laboraron miles de trabajadores afroamericanos, que nada poseían, a excepción del cálido recuerdo de la música, dulce abrigo para los esclavos, que les ayudaba a soportar el trajín, o por lo menos así lo sentían ellos. Los presos, los ferrocarrileros y los obreros cantaban durante la dura jornada, un especie de guía improvisaba y los demás lo seguían. Ante la desolación de la feroz explotación, muchos afroamericanos encontraron refugio en el cristianismo, ahora no sólo se cantaba en el trabajo, sino que la potente voz de los afroamericanos, fue depurando los himnos religiosos, creando los espirituales. Tanto en los desfiles militares, como en la iglesia, enfocaban su atención en las estrofas y el ritmo, es decir, en la música. Cualquier lugar era aprovechado para practicar, incluso hay especialistas que aseguran que el jazz nació en los funerales negros, con las bandas que se alquilaban para armonizar el sepelio.

La fusión entre los cantos de las faenas, los espirituales, las baladas y las distintas formas de expresión popular, tanto africanas como europeas, le dieron vida al blues. A principios de 1900 nace el ragtime, un estilo de tocar el piano, llevando un ritmo regular con la mano izquierda y marcando un ritmo sincopado que va haciendo la mano derecha (la síncopa es una nota que se toca en un tiempo débil y continúa en un tiempo fuerte). El origen del ragtime se asocia con los bailes que realizaban los esclavos haciendo mofa de los amos. La mezcla de todos estos elementos: los espirituales, el ragtime, el blues y la música clásica, le dieron origen al jazz. Seria injusto decir que el jazz era una música para negros. La mayoría de los músicos que empezaban a tocar no sabían leer la música, pero contaban con un sentido innato para improvisar, factor de gran envergadura, pues el jazz es improvisación, expresividad, no hay censura a la hora de tocar. La orquesta de Count Basie (una de las mejores orquestas de jazz), según el propio Basie confesó:”No era, en el mejor de los casos, una orquesta que supiera leer… No creo que tuviéramos más de cuatro o cinco partituras en aquel tiempo”. La primera grabación de jazz se realizó en 1917, pero es evidente que años atrás ya había un larga historia, en donde había participado un sector marginal de la sociedad norteamericana. Nueva Orleans, el crisol de donde surgió la música de la síncopa, se transformó en icono del ideario progresista: antirracista, en un principio anticomercial, un lugar donde convivía la clase marginada.

A partir de la década de los 20 el jazz tomó una actitud combativa y de solidaridad con el movimiento obrero, y en contra de la segregación racial, por lo menos algunos de los músicos así lo manifestaron, denunciando las atrocidades en contra de los dos obreros anarquistas, Sacco y Vanzetti, que injustamente eran juzgados por el Estado de Massachussets. En más de una ocasión, trompeta y saxofón acompañaron los mítines de protesta, reunieron fondos y exhortaban a sumarse a la campaña de los anarquistas presos. En algunas huelgas que eran asesoradas por los IWW (Industrial Workers of the World, sindicato revolucionario), las bandas de Jazz estimulaban la lucha, como en la huelga general de la General Motors de 1937, en donde una orquesta de jazz tocaba canciones, y luego se mezclaba entre los obreros para seguir protestando. Louis Armstrong, que en 1964 vendía más discos que los Beatles, públicamente manifestó su total desacuerdo con las políticas del gobierno del Tio Sam, diciéndole en un concierto, mientras hablaba en contra del racismo: el gobierno norteamericano “puede irse al infierno”.

Billie Holiday, “la voz más desgarradora del jazz” , como diría alguien, hacía lo propio, denunciaba la segregación racial y el abuso policial. En pleno concierto, a todo pulmón, Billie dirigía su arenga en contra del Estado norteamericano, evidenciando los tratos a los que eran expuestos “los afroamericanos y los trabajadores que habían levantado al país”, la policía no se hacia esperar, y arremetía contra la inconforme mujer, quien fue detenida en varias ocasiones por manifestarse y consumir enervantes. Al igual que otros músicos de jazz, tuvo una vida dura. Ser mujer, negra y pobre en una sociedad racista, no es fácil. Durante varios años sobrevivió cantando en los cabarets donde se tocaba jazz. Víctima de una violación a los 10 años, hija de un pordiosero y adicta a la heroína, se ganó el respeto de quien la escuchaba entonar su “Strange Fruit”, el poema contra los linchamientos que ella transformó en una hermosa canción. La participación de un sector marginal en el quehacer jazístico dejó una impronta indeleble, en la que muchos han señalado, al jazz, como la aportación más grande a la cultura popular occidental.

 

El jazz de izquierda anticapitalista e internacionalista


Varios músicos llegaron a militar en la izquierda de los Estados Unidos, a Duke Ellington (pianista y director de una gran orquesta), el FBI lo investigaría por su apoyo a las campañas del Partido Comunista. Dizzie Gelespie (virtuoso trompetista y uno de los creadores del bebop) adquiriría el carnet del Partido Comunista. El cantante Paul Robeson, de tendencia anarco-comunista, le cantaría a la guerra civil española. El carácter internacionalista del jazz se dejó sentir con “Lament for the Congo”, una bonita pieza que fue grabada por Charlie Parker (quizá el mejor saxofonista alto que ha dado la madre tierra), en honor a Patricio Lumumba, uno de los exponentes del socialismo africano. Liberation Music Orchesta (1969), contenía cuatro piezas dedicadas a la guerra civil española y una conmemoración al Che Guevara. En Gran Bretaña, Alemania y la URSS, prohibieron las giras de grupos de jazz (sobre todo los de EE UU), por sus extraños vínculos con la izquierda.

 

El bebop


El jazz tiene infmidad de estilos, el cool, el hardbop y el bebop, son unos cuantos, algunos representan las transformaciones técnicas que padeció la sociedad estadounidense. A finales de la Segunda Guerra Mundial, surgió un ritmo llamado bop o bebop, que reflejaba las modificaciones técnicas de la época, mayor velocidad y puntos de vista más complejos. El bebop le daría un cambio a la cultura gringa. La guerra había acabado con las grandes orquestas, los impuestos a los salones de baile se habían disparado durante el conflicto bélico, haciendo imposible el pago de los músicos, incluso durante este periodo se llevó acabo la gran huelga de grabaciones, realizada por los músicos que se organizaron en torno a la Federación Americana de Músicos (AFM). El racionamiento del vinilo, hizo imposible las grabaciones. Contradictoriamente, el jazz, la música hecha por negros y también por blancos, solo le rendía ganancias a estos últimos. El bop era música afroaméricana a una velocidad doble, que mantenía sus raíces. Por primera vez, los jóvenes negros se veían a sí mismos como artistas rebeldes que debían ser respetados. Para protegerse del racismo norteamericano en general, y de la hostilidad del público conservador, los jóvenes boppers crearon su cultura, su forma de resistir a una sociedad elitista y un gobierno represor que había desatado una feroz cacería en contra de la izquierda. Grabaron sus propios discos, sin necesidad de las grandes empresas (sin saber que existía la autogestión), tenían sus salones de baile que ellos mismos mantenían. En el jazz, una vez más, encontraron la manera de resistir. Para 1960 el rock desplazaría al jazz, que unos años después volvería a renacer, pero esa es otra historia.

En este somero recorrido por la historia del jazz y su participación con los movimientos sociales, traté de aportar mi granito de arena a una larga historia que aún no se escribe, no es mi intención señalar que el jazz fue un paladín de la libertad o de las luchas sociales, pues también existieron músicos que mostraron una actitud pasiva o conformista ante las injusticias. Tampoco quiero señalar que el jazz lo inventó la clase marginada de los EE UU (aunque sí tuvo una participación de suma importancia), pues varios artistas pertenecían a una sector privilegiado, si no es que a la burguesía. Mucho menos deseo afirmar que el jazz se vio influido por los ideales ácratas. Faltaron varios períodos por narrar, puesto que la historia del jazz y las luchas sociales no solo se limitan a EE UU. En lo personal, encuentro varios elementos dentro del jazz, que me parece importante señalar: En primer lugar el jazz tuvo sus origines en la música folclórica y popular de la clase marginada. Le dió voz a a las luchas sociales y denunció las atrocidades de un régimen autoritario. Una música hágalo usted mismo, que podían practicar las personas corrientes, y no sólo las que habían recibido preparación técnica, una música que, paradójicamente, le proporcionó el carnet de identidad a la nación del Tio Sam. En la actualidad pareciera ser que el jazz es una música para las élites de las sociedades modernas, y que jamás se vinculó a las luchas contra el capital; pero el jazz es una música con espíritu libertario.

Extraído del periódico Tierra y Libertad