Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

jueves, septiembre 30

Bulos


No me resulta tan preocupante la cantidad de información falsa que anda circulando, en tiempos donde más medios hay para acceder a ella, como la cantidad de bodoques que están dispuestas a tragarse cualquier cosa que se adecúe a su estrecha concepción del mundo. Desgraciadamente, existen no pocos botarates reaccionarios que aplauden cada vez que un medio difunde, en un titular repulsivamente amarillista, la nacionalidad extranjera de algún supuesto criminal. Los magrebíes, teníamos ya esa sensación, son el grupo más jugoso a la hora de publicar cualquier tipo de delito. Ahora, se evidencia que gran parte de estas noticias repulsivas, especialmente protagonizadas por inmigrantes marroquíes, son sencillamente falsas. De toda la vida, los informativos, incluso en aquellos medios considerados más serios, suelen dar una imagen del mundo mucho más peligrosa y violenta de los que es, al primar el espectáculo sobre cualquier asomo de honestidad. Sin embargo, ahora, en el tiempo de las nuevas tecnologías, en un mundo posmoderno etéreo, fluye la mentira sin ningún escrúpulo. Y, desgraciadamente, falsedades que suelen apuntalar un mundo inicuo, globalizado en algunos aspectos y plagado de fronteras en muchos otros.

Parece mentira que haya, no hace tanto, quien haya podido soñar que la tecnología podía favorecer el progreso hacia algo mejor. Dicho esto, volvamos a los bulos. No quiero ser maniqueo, sé que la estupidez crédula se difunde de izquierda a derecha. Sin embargo, que los dioses me libren siempre de la maldita equidistancia vital y política. Así, no puedo evitar un asco mayor hacia todos aquellos que difunden falsedades sobre los colectivos más débiles y que, desgraciadamente, calan en la población más papanatas. De esta manera, hace mucho tiempo que circula la delirante afirmación de que los inmigrantes, legales, ilegales o extraterrestres, van a acceder a privilegios de los que carecen los propios españolitos. Por supuesto, no es casualidad que todo ello se exacerba, hasta la nausea, con el constante blanqueamiento de una extrema derecha que siempre estuvo ahí. De hecho, el repulsivo partido Vox ha usado en campaña electoral mentiras flagrantes sobre los llamados menas, denominación despectiva que ya suena a bandas de delincuentes, sin que la justicia haya hecho nada al respecto. Todo vale.

Hay que lidiar con el hecho de que ciertas fuerzas políticas y mediáticas sacan lo peor de una gran parte la de población con afirmaciones tan delirantes como que «los extranjeros no quieren integrarse», que sufren además un «trato de favor por parte del Estado», cuando no son directamente «un peligro para la integridad de los españoles de bien». Latrocinios y violencia a mansalva quieren vincularse con gente que, sencillamente, viene huyendo del horror. Latrocinio y violencia es lo que yo observo en nuestro sistema político y económico, mientras que la peor cara del mismo juega constantemente con el miedo al diferente. La considerable llegada de inmigrantes, de manera periódica, a través de Ceuta o por mar, tanto a la Península como a Canarias, lejos de despertar la conciencia y activar la solidaridad sobre el desigualitario mundo en que vivimos, supone un caldo de cultivo para alimentar los discursos más abiertamente xenófobos. Supongo que el ser humano, una parte de él al menos, puede ser auténticamente despreciable; tal y como empecé este texto, lo más alarmante es su abierta desidia moral e intelectual.

 

Juan Cáspar

 

lunes, septiembre 27

Sueños

 

Nunca hemos dormido menos. Durmiendo no somos productivos para el sistema, no trabajamos, no consumimos. 

 

Nuestros sueños reescriben el mundo, alientan revoluciones, otros mundos posibles, señalando las opresiones y traumas que no nos atrevemos a nombrar durante el día.

 

“Corre alta Severina noite

De baixo do lençol que te tateia a pele fina

Pedras sonhando pó na mina

Pedras sonhando com britadeiras

Cada ser tem sonhos a sua maneira”

(Noite Severina, Lula Queiroga y Pedro Luis)

 

Blade runner (Ridley Scott, 1982), una película en la que se confunden un cuento de Philip K. Dick (Sueñan los androides con ovejas eléctricas, 1968) con el título de una novela de William Burroughs (1977), nos habla de un futuro que es ya pasado. Los Ángeles, noviembre de 2019… Este ejercicio combinado de retrofuturismo nos permite pensar, no sólo en cómo décadas atrás era imaginada esta década, sino en cómo, desde esta década, podemos pensar aquel final de los setenta y comienzos de los ochenta del pasado siglo, en el que se diseñaron los planos del mundo en el que estamos, así como en las nefastas consecuencias de dicha planificación, que hoy sufrimos. 

Como sabemos, la ciencia ficción no habla de futuros, sino de presentes, de las posibilidades del presente en relación al pasado, impeliéndonos hacia adelante, obligándonos a mirar siempre atrás, a las ruinas de aquello a lo que llamamos progreso, como diagnosticara Walter Benjamin en su XI tesis sobre la Historia.

Sea el Angelus Novus (el Ángel de la Historia) de Benjamin, sean los ángeles de El cielo sobre Berlín (Wim Wenders, 1987) anticipando la caída del muro, sean los replicantes de la ciudad de Los Ángeles —‘nada es por acaso’, dicen sabiamente en Brasil—, cuyas lágrimas se perdieron en la lluvia en un futuro cercano ya pasado, uno de los hilos que trama estas historias con nuestra condición presente tiene que ver con los sueños, con aquello que llamamos soñar despierto. La influencia que la vigilia tiene sobre nuestros sueños, nuestras pesadillas, el poder de cuanto en ella sucede, la vida pública, sobre nuestra intimidad más profunda. La mercantilización de la vida interior y del deseo, su fragmentación e inserción en dispositivos que se apropian de nuestro sueño, así como de nuestra posibilidad de soñar -por ende transformar- esa vida pública desde esos sueños, esas pesadillas.

Nuestro paisaje es ya un pasado cercado por alambradas de espino, en la mentira de la gran fábrica neoliberal cuya producción principal es la muerte de todo lo vivo. Como Giorgio Agamben o Achille Mbmbe han señalado, la biopolítica se ha transformado en tanatopolítica; tecnotanatopolítica podemos decir. Apenas soñamos y nuestros sueños reproducen el tiempo-sin-tiempo que vivimos durante la vigilia, fragmentados como las historias sin destino que pueblan las redes sociales de Internet. 

Hay dos libros recientemente publicados en español, cuya lectura cruzada permite captar esta situación a la perfección. El Tercer Reich de los sueños, de Charlotte Beradt y 24/7. El capitalismo al asalto del sueño, de Jonathan Crary.

En el primero de ellos se narran los sueños de gente corriente coincidiendo con la llegada del nazismo al poder en 1933; sueños angustiantes que reflejan lo que la vigilia y el naciente orden normativo vedan. Los muros de los hogares tienen ojos y oídos a merced del nuevo estado, que penetra a través de estos en las vidas privadas. Sólo el que sueña tiene vida privada en Alemania, profirió el jerarca nazi Joseph Lay en un discurso tras la llegada de Hitler al poder. Los sueños recogidos por Beradt y publicados en la década de los sesenta del pasado siglo con el apoyo de Hannah Arendt, hablan de extraños dispositivos de control y dominación soñados en aquel entonces, que poco o nada distan de los dispositivos conectados de nuestro tiempo presente. Pesadillas cibernéticas de vigilancia que inventan sistemas que forman parte de nuestro paisaje doméstico cotidiano y que utilizamos con nuestro consentimiento. No olvidemos que cibernética y gobierno tienen la misma raíz etimológica; Kibernum: llevar el timón, dirigir.

En 24/7, Jonathan Crary, muestra cómo jamás hemos dormido menos en la historia, capturados por dispositivos que, paradójicamente, o quizá no tanto, laten durante las horas del sueño programados en modo sleep, aunque no desconectados. Sexo, amor, libido, creatividad, amistad, las relaciones, pulsiones y actividades humanas de toda índole han sido mercantilizadas a través de dispositivos de control, vigilancia y dominación en el capitalismo cognitivo tecnoneoliberal. El capital acelerado en nuestras pulsiones como cocaína, del que hablaba Deleuze, como la norma. En otro momento nos ocuparemos de la relación entre drogas psicoativas, opiáceos y la (in)comunicación digital, aunque su centralidad en la relación entre el sueño y la vigilia es estratégica.

Producir, estar despiertos, lo que no significa estar conscientes. Dormir es el crimen. Soñar, el único acto que escapa al extractivismo que transforma cuanto hacemos en plusvalía con nuestro consentimiento. Aun así, nuestro sueño y nuestros sueños se resienten. Son ingentes los fondos destinados a investigar cómo reducir el tiempo de sueño; cada vez más hábitats son iluminados artificialmente, muchos de ellos bajo la imposición de la ideología de la seguridad descrita por Michel Foucault. El consorcio farmacéutico-militar-industrial diseña poderosos fármacos que alteran los ciclos naturales del sueño y la vigilia con el objetivo de producir y consumir las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. El título del libro juega con la práctica BDSM (Bondage y Disciplina, Dominación y Sumisión, Sadismo y Masoquismo) 24/7.

Pero el sueño modela nuestra vigilia y viceversa, cada vez más esta última se apropia del primero. Desconectar, dormir, soñar otra vigilia, defender el último espacio negado al tecnocapitalismo cognitivo neuronal es resistir. Dormir es resistir, paradójicamente, a pierna suelta, lejos de los móviles y las tabletas, con toda la noche por delante. Un sueño profundo que pulverice y catalice las opresiones cotidianas de la vigilia. Dormir, soñar. En nada, despunta el alba trayendo un nuevo día.

 

Jesús Sabariego

Extraído de https://www.elsaltodiario.com

viernes, septiembre 24

Contrapaideia

 


Educamos para el diálogo

pero los contenidos son los mismos

en todos los libros.




Educamos para la paz

pero traemos a los militares

a hacer proselitismo en los colegios.




Educamos para la tolerancia

pero la primera norma del currículo

se llama competitividad.




No sabemos qué hacer con los niños,

ni en casa ni en la escuela,

pero nos gusta tenerlos

como se tiene una segunda residencia.




Son el futuro, decimos, pero

que los apaciente el maestro,

que los apaciente Nintendo.



 

Antonio Orihuela. Todos atrapados en la misma trampa. Ed. Garum, 2020

martes, septiembre 21

¿Y qué hacemos con los violadores? Perspectivas anarquistas sobre cómo afrontar la violencia sexual y otras agresiones machistas

 


VVAA

Esta compilación es una aportación, para revisar qué no funciona, donde nos equivocamos, cuáles son los posibles caminos, qué opciones tenemos, hacia donde nos dirigimos… e intentar responder la pregunta de “Y qué hacemos con los violadores?” sin dogmas, con la mente abierta, con mucha convicción y predisposición a la escucha. Porque las vidas destrozadas por estas formas de opresión nos exigen respuestas efectivas y creativas.

 

 
Perspectivas anarquistas sobre cómo afrontar la violencia sexual y otras agresiones machistas 
 
[PRESENTACIÓN DEL LIBRO] 
 
Un diálogo entre Heura Negra, Assemblea Llibertària de Vallcarca, i Descontrol Editorial. 
 
¿Qué alternativas existen a la justicia estatal, cuando hablamos de violencia machista? ¿Qué responsabilidad tiene la comunidad en ello? ¿Qué parte de responsabilidad colectiva y qué parte de individual? ¿Cómo escuchar y poner en el centro a la persona agredida? ¿Cómo posicionarse ante el agresor? ¿Cómo lidiar con la tensión y dolor? ¿Por qué los vetos o las expulsiones? ¿Por qué los comunicados? ¿Qué nuevos caminos y estrategias se están emprendiendo? 
 
Podéis conseguir el libro en la tienda online de La Ciutat Invisible: https://www.invisible.coop/producto/l... 
 
Hemos empezado a distribuir los primeros ejemplares por la red de librerías alternativas y de barrio del estado. Nuestras librerías alternativas y de barrio en Catalunya (siempre en constante evolución): http://descontrol.cat/llibreriesbarri... 
 
¿Dónde puedes pedirlo/conseguirlo en Catalunya? https://www.instamaps.cat/instavisor/...

sábado, septiembre 18

Arte (sumamente) reaccionario

 


No debería sorprender demasiado la llamada ofensiva ultrarreaccionaria concretado en el auge de una extrema derecha en este inefable país que, en realidad, siempre estuvo ahí desde aquella estafa denominada Transición. Hablamos, claro, de una sociedad española con una memoria histórica profundamente distorsionada por la victoria del llamado bando nacional, en una cruenta guerra civil iniciada por un intento de golpe de Estado de los facciosos, y una posterior dictadura de casi cuatro décadas; hechos más que evidentes para cualquiera que tenga bien oxigenado el cerebro, que no terminan de ser condenados por nuestra indescriptible derecha patria. Así, se proyecta colocar pasado este verano de 2021, si no podemos evitarlo, una impactante estatua de varios metros que homenajea el centenario de la Legión y su ubicación no parece casualidad: la céntrica Plaza de Oriente de Madrid; ese lugar que ha dado tantas alegrias a la ultraderecha patria. La impactante imagen elegida, ni siquiera han tenido la intención de maquillarla de modernidad “democrática”, algo que al menos hubiera dado lugar a otro debate, ya que no hay quien se trague eso de observar ahora las fuerzas armadas como colectivos bientencionados esforzados en misiones «humanitarias» en lejanas tierras.

No, la imagen escogida, presumimos que de manera nada gratuita, es la de un legionario de 1921 como símbolo de uno de los episodios más repulsivos de la historia militar española: la Guerra Colonial del Rif entre los años 1909 y 1927. Los actos de la Legión, ese gran cuerpo homenajeado, en este conflicto fueron tan deleznables, que solo mencionarlos hiela la sangre en las venas. Cualquiera que sepa mínimamente de historia, vinculará la creación de esta sangrienta fuerza armada expedicionaria con dos repulsivos regímenes: la monarquía de Alfonso XIII, bisabuelo del actual jefe de Estado del reino de España, y la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Recordaremos también que la Legión fue fundada por el admirador del fascismo Millán Astray y que, además de sofocar la Revolución de Asturias de 1934, fue clave para la victoria de Franco y sus secuaces en la Guerra Civil. Los innumerables crímenes cometidos en el Rif, se repitieron luego en la península. Parece mentira que la historia contemporánea de este inenarrable país siga produciendo excrecencias de este calible, mientras otras naciones de «glorioso» y opresor pasado, al menos, hacen cierto examen de conciencia.

Al parecer, el talentoso y sumamente reaccionario escultor, experto en glorificar la historia militar española, es el mismo que perpetró la dedicada a Blas de Lezo, que tantas alegrías dio al partido ultraderechista Vox, y la que homenajea a los llamados Héroes de Baler. Esta última, es tan impresionante en lo estética, como repulsiva en su loa a una de las mayores lacras que ha conocido la humanidad, el militarismo, que ha empujado al sacrificio a innumerables jóvenes en en nombre de esa abstracción aberrante llamado nación, que sigue dividiendo a la humanidad e impidiendo la fraternidad universal. Como dije al principio, no debería asombrar demasiado que se apruebe la instalación de la susodicha obra de homenaje a la Legión, gobernando en la capital nuestra lamentable derecha patria. Pero, lo que sí causa estupor e indignación es que los artífices de la estatua lleguen a afirmar que no hay connotación ideológica alguna. Debe ser que nacionalismo e ideología, combinación nefasta que hecho correr ríos de sangre en la historia de la humanidad, es siempre de otros.

 

Juan Cáspar

miércoles, septiembre 15

Nicaragua

 

Hace unos días, en Nicaragua, algo denominado Movimiento de Comunicadores Patrióticos, al parecer formado por periodistas que trabajan para el Estado nicaragüense, condenaron lo que denominan «terrorismo mediático del que hacen alarde las trasnacionales de la información». Señalaban también a los que denominan agentes dentro del propio país que vienen a trabajar en pro de los intereses del imperio estadounidense. Uno se echa a temblar cada vez que escucha la palabra «patria» y derivados, a uno u otro lado del espectro político y en cualquier régimen estatal de cualquier parte del mundo, normalmente para reprimir al hereje. Efectivamente, este grupo de plumillas patrióticos alabó igualmente la represión estatal contra todos aquellos agentes del imperio que habrían incurrido en delitos fomentando «el odio, el terror y el caos». No se trata de una acusación en abstracto, ya que es una realidad que el régimen presidido por Daniel Ortega lleva años efectuando acusaciones de todo tipo a personalidades y medios críticos estando varios periodistas encarcelados.

Un colectivo de defensa de los derechos humanos, llamado Nunca Más, publicó también esta semana un informe denunciando el encarcelamiento de periodistas, mientras tantos otros han huído del país, indicando que la información independiente en Nicaragua se encuentra en el peor contexto posible. ¿Estará Nunca Más también al servicio de intereses imperiales? Difícil es saber, hoy en día con tanto flujo de información falsa la verdad, aunque la represión estatal parece una realidad en cualquier parte del mundo. Lo cierto es que el escritor Sergió Ramírez, que fue vicepresidente del primer Gobierno sandinista allá por los años 80 del siglo XX, y que ahora es crítico de Daniel Ortega, ha sido también acusado, tanto de llevar a cabo actos que fomentan el odio y la violencia, como de diversos delitos económicos. ¿Es Ramírez, antiguo sandinista, ahora un agente de los Estados Unidos de América? Desconozco casi todo en torno a este escritor, salvo que le dieron un importante premio en España, pero la realidad es que desde las protestas producidas en Nicaragua hace más de tres años, debido a ciertas medidas económicas, con una cruenta represión estatal, no parece haber cesado la deriva autoritaria del régimen encabezado por Ortega.

Aunque, seguro que para la derecha y los EEUU el gobierno nicaragüense viene a ser una suerte de dictadura socialista, no parece que eso sea así, al menos por la parte de «socialista». Es decir, no hay indicios de que se hayan expropiado grandes propiedades privadas ni que el Estado haya asumido plenamente los medios de producción ni que, mucho menos por supuesto, se hayan puesto en manos de los propios trabajadores. Es más, a mí me da la impresión de que el Estado nicaragüense, como cualquier otro de la maltrecha América Latina, no deja de ser una pieza más del juego capitalista mundial. Es posible que con actores diferentes, según gobiernen unos u otros, como puede ser la potencia económica China en el caso que nos ocupa (cuya proyecto para construir un canal interoceánico, destruyendo comunidades rurales nicaragüenses fue uno de los detonantes de las protestas), pero piezas al fin y al cabo. Por otra parte, la propaganda del gobierno de Ortega, acusando de ser todo una conspiración de los USA, con múltiples agentes por doquier, es ya un clásico dentro de ciertos regímenes considerados de «izquierda». Mi opinión es que las protestas, aunque vayan acompañadas de otros elementos con otros intereses, como ocurrió ya en Venezuela hace años, surgen del profundo descontento del pueblo harto de que los gobiernos primen intereses privados y repriman toda iniciativa popular. Nicaragua, por lo que puede verse en cifras generales, y como cualquier otro sistema capitalista, ha tenido cierto crecimiento económico; paralelamente, se producen profundas contradicciones económicas y sociales, que pagan los más indefensos. El mundo en que vivimos, con intolerables desmanes por parte de los poderosos, y además permanente distraido con información falaz e interesada (de unos u otros gobernantes).

 

Juan Cáspar

domingo, septiembre 12

Técnica y tecnología. Cómo conversar con un tecnolófilo

Adrián Almazán

El progreso, la naturaleza, el tecno-optimismo: fantasmas que en este libro se consideran tecnolófobos, por su adoración ciega e insensata no de la técnica (un atributo social general e irrenunciable de toda sociedad humana), sino de la tecnología, una creación de la modernidad y el capitalismo. Insensata especialmente en tiempos como los nuestros, tiempos de colapso ecosocial. Un colapso cada más más acelerado por nuestra irracional confianza en la omnipotencia de la tecnología, que nos promete ser capaz de hacer frente a toda la problemática cuando, en realidad, nos hunde más profundamente en la crisis que el mundo industrial ha puesto en marcha.
 

jueves, septiembre 9

4 poemas de ANTROPOFAGIA POÉTICA 2 de MAG MÁRQUEZ

 


LOBO

 

Despiertas ansioso

por engordar ciénagas,

cavar fosas abisales,

alzar invernaderos dantescos

donde germina la flor de la barbarie.



Adoras el destierro de la sangre,

el sádico despiece de la carne,

corte tras corte,

vida tras vida.



Disfrutas devorando

tendones, cartílagos y vísceras.

Por más que vistas de Gucci,

de Versace o de Armani,

para ti no tienen

nombre ni identidad

tan sólo son kilos de carne,

abierta en canal.



Te llamas Morgan, Goldman,

Rothschild, Rockefeller,

Lehman Brothers, Bilderberg,

y otros tantos nombres

pero eres el mismo carnicero,

el mismo verdugo,

y eres crisis y especulación,

extorsión y pandemia

y guerra

y hambre.



Nada te excita más

que erigirte exultante

sobre una montaña de despojos,

las manos

sepultadas en sangre,

los ojos, yermos,

encendidos en brasas

y el vientre,

reventado de codicia.



CONCESIONES

 

Primero fueron a por nosotros,

ahora nosotros no sabemos dónde ir sin ellos



Asienta la cabeza, ya no eres un crío,

déjate de birras, déjate de porros

y corta ya la fiesta, ¡que la vas a cagar!



Sácate otro título, vete al extranjero,

trabaja en un MacDonald's,

gana cuatro chavos, vuelve sin un duro

y ponte la chaqueta, ¡que te vas a enfriar!



Vístete a la moda, luce morenito,

come verdurita, depílate las cejas,

baja unos kilitos, súbete las nalgas,

corre por el parque, corre por el metro,

corre por el perro, mira que no llegas,

no te alejes tanto, ¡súbete las mangas!



No adelgaces tanto, eres puro hueso,

toma vitaminas, toma proteínas,

toma cocaína, toma anfetaminas,

y mucho ojito, ¡que te vas a enganchar!



Cómprate un pisito, busca una pareja,

ve a por el niño, ve a por la niña,

sacúdete las migas, recoge las migajas,

friega tus camisas, plánchate los platos,

no vaciles tanto, ¡que te vas a quemar!



Sálvate a diario, exhíbete en el Facebook,

liga por el WhatsApp, folla con Badoo,

participa en un reality, mastúrbate con el selfi,

mastúrbate con el selfi, ¡salta del armario!



Mastica bien la carne, bebe desnatada,

conserva tu trabajo, conserva tu familia,

vuela con nosotros, marcha de crucero,

suénate los mocos, apúrate la copa,

y ¡huye de los libros!



Vigila tu cartera, no te dejes nada,

cuida de tus hijos, vela por tus padres,

piensa en el mañana, compra preferentes,

invierte en tu sepelio, dona tus pulmones,

no te estreses tanto, toma pastillitas,

deja de quejarte, piensa en positivo,

¡tienes que votar!



Asienta la cabeza, métete en la cama,

persigue nuestros sueños,

sigue nuestras normas,

date por vencido,

date por vencido

y a dormir…



NO TODO VA A SER VOTAR


No todo va a ser votar,

no todo va a ser votar,

también habrá que tomar un vermut y una tapa,

viajar a Andorra, a Bruselas o las Islas Caimán

y depositar la pasta en paraísos fiscales con asiduidad.



Y es que no todo va a ser votar,

también habrá que perpetrar selfis a destajo,

escribir tuits sobre la actualidad

y terminar enchironado por opinar.



No todo va a ser votar,

también habrá que hacer como Millet,

Urdangarin, o Bárcenas,

ser condenado por lo penal y

celebrar año tras año en la calle

como si ná.



No todo va a ser votar,

también habrá que ver fútbol

y celebrar los goles hasta delirar,

adornar los balcones con banderitas

y reclamar más democracia

o más orden y autoridad.



Pero no todo va a ser votar,

también habrá que fumar un cigarrillo,

después de comer

y otro después de follar,

y seguir pagando la hipoteca

a la banca cívica o mejor a la obra social.



Y habrá que practicar yoga para el estrés

y pilates y spinning para el estrés,

y masticar diazepanes como panes para el estrés

y adquirir un móvil con más prestaciones,

un ordenador con más prestaciones,

un televisor con más prestaciones,

una pareja con más prestaciones

y hasta una taza de váter con más prestaciones

para cagar en tres dimensiones

con sonido dolby digital surround

y cuarenta cañones de luz enfocando un mojón.



Y es que no todo va a ser votar,

yo voté el mes pasado

por una democracia sin par

y me llevé un buen mantecado,

lo recuerdo algo tocado,

pero sin dramatizar:



¡No todo va a ser votar!




CORTE INGLÉS



Si alguien me preguntara sin maldad,

para ser feliz ¿qué necesitas de verdad?

¿una modelo, un Ferrari, un chalet?,

yo le respondería sin vacilar:



Yo, yo para ser feliz,

necesito ir al Corte Inglés

y nada más.



Sí, al Corte Inglés,

con mi tarjeta Mastercard, Visa Classic o American Express

y recorrerlo sin estrés

desde la planta 0 hasta la planta 10,

planta joven, planta hombre, planta mujer,

planta niño, planta bebé, planta menaje del hogar,

planta jardinería y hasta el hogar del gourmet.



Si por un casual

encontrara una lámpara maravillosa

y un genio me preguntara, ¿amo qué desea usted?

¿un jet privado, una mansión, un harén?

yo le contestaría de inmediato:



Yo para ser feliz

tan sólo quiero estar en el Corte Inglés,

perderme entre colonias, camisas y batas de boatiné,

probarme gafas de D&G, trajes de Emilio Tucci,

niquis de Lacoste y vestidos de prêt-à-porter.



Si por fortuna me tocara un viaje, y me dijeran

¿dónde querría marcharse usted?

¿a las Maldivas, a la Polinesia, a Bangladesh?.

A mí, si me queréis hacer feliz

dejaros de hostias y llevarme al Corte Inglés.



Para vivir la primavera en diciembre,

las rebajas en julio, y en enero también

y disfrutar una semana fantástica

y comprar sin preocuparme si lo tendré que devolver.

(ya lo sabe, si no se encuentra satisfecho

le devolvemos su dinero).



Y tomar el aire acondicionado en verano

y en invierno calentarme los pies

y utilizar sus probadores

y que me atiendan tan bien

(¿en qué le puedo ayudar?, ¿necesita algo?,

¿qué puedo hacer por usted?).



Y conocer la mujer de mi vida

y tener hijos y verlos crecer

y celebrar mi aniversario año tras año,

hasta jubilarme y disfrutar de mi vejez

y cuando me llegue la hora de morir,

si he de morir,

que me entierren en el Corte Inglés.





Mag Márquez. Antropofagia poética 2. Edicións Malcrías d'Agràcia. 2021

lunes, septiembre 6

Afganistán: El fracaso de la “guerra feminista” que iba a imponer los valores occidentales y a liberar la región

 

Antes de que el 11 de septiembre de 2001 Al-Qaeda tirase abajo las Torres Gemelas de Nueva York, George Bush ya se había rodeado de las figuras más importantes del llamado movimiento neoconservador o neocón, como Paul Wolfowitz, Dick Cheney y Donald Rumsfeld y entre sus planes ya se encontraba la invasión de Irak y la expansión estadounidense en Oriente Medio. El 11-S supuso la justificación perfecta para entrar en la región, pero era demasiado pronto para enfrentarse al régimen de Sadam Hussein. Al descubrirse que buena parte de los miembros de Al-Qaeda se encontraban refugiados en las montañas de Afganistán, Estados Unidos (EEUU) no dudó en invadir este país en octubre de 2001. A la operación la denominó Libertad Duradera.

Dos años después hizo lo propio con Irak. Pero tras gastarse miles de millones de dólares, colocar gobiernos extraordinariamente corruptos y desestabilizar Oriente Medio, EEUU se dio cuenta de que se había metido en dos guerras eternas que no podía ganar, ni perder. Por ello, hace unos años optó por retirarse paulatinamente de estos dos países y contemplar desde la distancia cómo todo lo que tocaba acababa destruido. En agosto de 2021 las tropas de la OTAN se retiraron de Afganistán. Está previsto que se marchen de Irak a finales de este año.

La Guerra contra el Terrorismo y los ataques preventivos

El hecho de que los autores materiales de los atentados del 11-S fueran saudíes, o que Al-Qaeda fuera fundada en una potencia nuclear como lo es Pakistán – de hecho, Osama Bin Laden fue descubierto y ejecutado allí en 2011 – no supuso ninguna consecuencia para estos países. El gigante norteamericano cobró su venganza yendo a por la nación más débil: un país rural, poco desarrollado, con una baja densidad de población. A EEUU y sus aliados de la OTAN no le supuso mucho esfuerzo derrocar al gobierno talibán, tomar control de la región y bombardear incesantemente las montañas en las que supuestamente se encontraba escondido Bin Laden.

La guerra de Afganistán supuso el inicio de la llamada Doctrina Bush: una política de guerra preventiva, justificada como “lucha contra el terrorismo internacional”, que defendía que, tras la Guerra Fría, EEUU era la única superpotencia que existe en el mundo y que como tal puede ejercer de policía del mismo. En consecuencia, tiene la potestad, e incluso obligación moral, de deponer regímenes extranjeros que representan una supuesta amenaza (aunque ésta no sea inminente) para la seguridad de sus intereses y asegurarse de que nunca pueda surgir otra potencia que rivalice con la suya, como lo fue en su día la URSS. Todo ello bajo el pretexto de expandir la democracia occidental por el planeta, y por tanto la Pax Americana o paz mundial regida por las relaciones económicas capitalistas, consolidando un nacionalismo estadounidense en un mundo cada vez más globalizado. Se trata, en definitiva, de una actualización del Plan Cóndor al siglo XXI. En otra época se le hubiera denominado imperialismo, colonialismo e, incluso, fascismo.

En el caso específico afgano, no sólo se esgrimió como justificación la lucha contra el terrorismo, sino también la liberación de la mujer, sometida por los crueles talibanes[1]. El hecho de que los talibanes se encontraran en una posición de poder por haber sido financiados y entrenados por EEUU durante los 80, para que hicieran la guerra con la URSS, se pasó por alto[2]. El relato tenía que ser que EEUU era el paladín de la libertad en el mundo y su lugar en el mundo era el de salvarnos de cualquier opresor.

Por alguna razón, la invasión de Afganistán de 2001 – producida un mes y una semana después del 11-S – no provocó un movimiento internacional contra la guerra semejante al que despertó la de Irak en 2003. Millones de personas salimos a protestar contra la guerra de Irak al grito de “No a la Guerra”, pero apenas hubo resistencia en las calles contra la de Afganistán. Líderes gubernamentales progresistas, como el entonces presidente Zapatero, que se negaron a participar en la impopular guerra de Irak, compensaron al primo estadounidense aumentando las tropas en Afganistán. Y apenas fueron criticados por ello.

El coste de las guerras interminables

Veinte años después, las tropas de la OTAN comenzaron a abandonar su presencia en el país, facilitando el avance de los talibanes, que en cuestión de semanas tomaron Kabul. Veinte años de ocupación militar, que terminan con un saldo de 10.000 civiles muertos y prácticamente ninguna mejora. Pese a que uno de los objetivos de Libertad Duradera era liberar a las mujeres, dos tercios de las jóvenes afganas no están escolarizadas, el 80% de las mujeres siguen siendo analfabetas, más de la mitad han sufrido violencia machista en el seno de su propia familia y el 75% afrontan matrimonios forzosos, en muchos casos antes de cumplir 16 años. Todo ello, cuando aún estaban las tropas de la OTAN en el país. Y es que es curioso que los mismos que defendieron aquella intervención militar, son los que ahora lamentan la situación en la que queda el país con el avance de los talibanes, pero de forma asombrosa desvinculan por completo la presencia de EEUU y sus aliados de la OTAN durante estas dos décadas en el país de todo lo que ha ocurrido en Afganistán desde 2001.

 Olga Rodríguez escribió en agosto un artículo en eldiario.es en el que explicaba que “ONG, activistas y periodistas han denunciado durante años la situación de las afganas, pero Europa consideró que Afganistán era un país seguro para ellas y prefirió no aceptarlas como personas refugiadas que asumían riesgos si eran deportadas[3]. Casi nadie puso el grito en el cielo entonces, a pesar de que muchas huían de agresiones sexuales, violencia de género sistematizada, discriminación y ausencia de futuro. Hay quienes solo han querido elevar su voz ahora que Estados Unidos y sus aliados se marchan. Pareciera que consciente o inconscientemente quisieran aceptar el argumento falaz de que las cosas van bien con la presencia de tropas estadounidenses y solo empiezan a ir mal cuando estas abandonan”.

Una región desestabilizada y llena de armas

En 2021 casi la mitad de la población afgana se encuentra en situación de necesidad humanitaria. Unicef estima que la mitad de los niños afganos sufrirá desnutrición severa este año. Pero la ayuda que se ha enviado a este país en las últimas décadas ha sido principalmente militar, no de otra naturaleza. Millones de dólares de EEUU han ido a parar a la compra de armamento y la inversión en ‘seguridad’. Mucho menos se invirtió en educación, sanidad pública, gobernanza, desarrollo, democratización, infraestructuras, etc. De hecho, algunos analistas señalan como una de las causas de la caída del gobierno de Kabul el hecho de que se habían invertido 300.000 millones de dólares en armar a su ejército, pero que no contaban con comida y se morían de hambre.

Explica Olga Rodríguez que “como ha pasado en tantos países ocupados o intervenidos militarmente por tropas extranjeras, Afganistán se convirtió en un polvorín con demasiadas armas que ahora están tomando los talibanes[4]. Ya en 2004 la población se quejaba de que los tanques estadounidenses que se paseaban por pueblos y ciudades apuntaban sus cañones hacia abajo, hacia la calle, hacia la gente. Las tropas estadounidenses han sido percibidas en sectores importantes de la población como elementos hostiles. No en vano, la cárcel secreta de Bagram, gestionada por EEUU, fue escenario de torturas y violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Entre sus paredes se generaron traumas y enorme sufrimiento, al igual que en Guantánamo, por donde pasaron algunos de los hombres que ahora engrosan las filas de los talibanes”. 

La muerte del credo neocón

Tras veinte años de ocupación militar, bajo las presidencias de Bush, Obama, Trump y Biden, la operación Libertad Duradera, cuya finalidad era acabar con el régimen talibán, ha finalizado con el retorno del régimen talibán.

Una conclusión que podemos sacar del desastre que ha supuesto la intervención militar es que la supuesta justificación feminista – amén de blanca y liberal – de la guerra de Afganistán no fue más que una excusa barata, carente de realidad. En primer lugar, porque la invasión no se produjo hasta que ocurrió el 11-S y su verdadero motivo era el de la lucha contra Al-Qaeda. Y, en segundo lugar, porque en 2019, dieciocho años después de la invasión y ocupación estadounidense de Afganistán, justificada por muchos porque iba a “liberar a las mujeres”, el gobierno de Trump inició una negociación con los talibanes, excluyendo la presencia de mujeres en las reuniones y sin poner encima de la mesa la necesidad de luchar contra la violencia machista a través de medidas legislativas. En 2021, con la llegada de Biden a la Casa Blanca, todo siguió por el mismo camino. Como bien apunta Olga Rodríguez, “Washington invadió Afganistán porque quería demostrar que respondía ante los atentados del 11-S. Su objetivo no fue mejorar la vida de los afganos o democratizar el país. En veinte años de ocupación lo ha dejado claro. En un mundo idílico podemos creer en los unicornios. Pero en la vida real las invasiones con ejércitos buscan intereses propios que a menudo chocan con los de la población autóctona. Y en medio de todo ello, las mujeres suelen ser un argumento de quita y pon para justificar operaciones militares y estrategias geopolíticas”.

La segunda lección que podemos sacar de esta triste historia es la del estrepitoso fracaso de la ideología neocón respecto del papel de Occidente en Oriente Medio, resumida mejor que nadie por Samuel Huntington en El Choque de Civilizaciones. El autor sostenía que nuestra civilización occidental se encuentra enfrentada con otras, como “el mundo islámico”, con el que inevitablemente chocaremos hasta que sólo quede uno. Los neocón de principios del siglo XXI pensaban que la democracia occidental se podía imponer en países con tradiciones radicalmente opuestas, que sus poblaciones aceptarían la “superioridad” moral de nuestros valores y que sus instituciones se democratizarían una vez depuestos los dictadores. Huntington llamaba a estos fenómenos “oleadas democráticas”.

Evidentemente, el tiempo no le ha dado la razón. La lucha contra el terrorismo ha sido un fracaso y las resistencias a asumir los valores occidentales han ganado. Esta gentuza racista confiaba en la superioridad occidental y han condenado a millones de personas a la muerte o a la miseria. El presidente ruso, Vladímir Putin, dio en el clavo el pasado 20 de agosto, cuando en una reunión con la canciller alemana, Angela Merkel, expresó que “es hora de abandonar la política irresponsable de imponer valores ajenos, de imponer una democracia bajo normas ajenas, sin tener en cuenta los detalles históricos, étnicos o religiosos, ignorando por completo las tradiciones de otras naciones”.

La nueva oleada de refugiadas y el aprovechamiento político por parte de la ultraderecha

Ahora que se marcha la OTAN, las afganas preocupan por fin. Como si su vida antes de la toma de Kabul por los talibanes fuera fácil. Nos dice Olga Rodríguez en su extraordinario artículos que “no son las únicas que viven una terrible opresión. Pero la geopolítica decide quiénes merecen atención y quiénes no (ahí están las saudíes, por ejemplo). Las personas refugiadas en Europa son estigmatizadas en demasiados sectores, algunos de los cuales ahora se echan las manos a la cabeza ante la situación de Afganistán. Ayer Europa deportaba a la población afgana o la encerraba en centros de internamiento, ante demasiados silencios. Hoy la hipocresía pública lanza SOS por ella”.

Sin embargo, este SOS internacional deja de ser unánime cuando la opción que se plantea es acoger a refugiadas dentro de nuestras fronteras. Los partidos de extrema derecha europeos – y en el contexto español podemos señalar claramente a Vox, cuyo vicepresidente, Jorge Buxadé, en un alarde de ignorancia y racismo declaró que “el 99% de los musulmanes afganos están a favor de la aplicación de la sharia” y, “entre ellos, el 85% a favor de la lapidación” – se han opuesto frontalmente a la acogida, alegando que no podemos dejar entrar a personas con valores diferentes a los occidentales. Y, además, se podría colar algún terrorista, haciéndose pasar por un pobre refugiado. Explotando el miedo.

El resto de partidos europeos del espectro político restante – centro-izquierda, centro-derecha y derecha – han respondido a la xenofobia de la ultraderecha con mensajes de repliegue[5]. Porque también creen en el discurso racista o por miedo a perder las próximas elecciones, sus mensajes no han distado de los de la ultraderecha. En Francia, Macron ha advertido de que frenará los “flujos de inmigración irregular”. En Reino Unido, el gabinete de Johnson prepara un endurecimiento de la ley contra la inmigración irregular. Destaca por su dureza la posición de Austria, donde el gobierno Sebastian Kurz insiste en seguir deportando afganos incluso después del triunfo talibán. Grecia también envía un mensaje duro. “Nuestro país no será la puerta de entrada a una nueva ola de refugiados”, ha afirmado Notis Mitarachi, ministro de Migraciones. Por su parte, Turquía ha empezado a construir un muro en su frontera con Irán, por donde es previsible que se puedan producir la llegada de migrantes.

Afganistán, una cabra entre dos leones

Afganistán, punto estratégico de Asia Central, importante lugar de paso para posibles rutas de hidrocarburos, comparte frontera con Irán y China, entre otros países. Es un Estado bisagra, un escenario en el que ya no solo Moscú o Washington, sino China y algunos países de la región –Irán, India, Pakistán– se disputan intereses y liderazgo. Por ahora, parece que los vencedores de retirada de la OTAN serán China y Rusia, que según algunos medios ya están llegando a acuerdos comerciales con los talibanes para la apertura de minas y la apertura de gaseoductos en algunas zonas del país.

En 1900, el emir afgano Abdul Rahman Khan definió a Afganistán “como una cabra entre dos leones”. Parece que los leones han agarrado entre sus dientes a la cabra, se encuentran tirando de ella para cada lado y no les importa que se rompa, siempre y cuando se queden con un trozo de la misma.


 

[1] Véase “White feminists wanted to invade”, por Rafia Zakaria, en The Nation.

[2] Sobre cómo EEUU financió a los muyahidines afganos y permitió la toma de poder del régimen talibán, recomendamos el artículo “Las raíces del movimiento talibán”, escrito por Ana Cabirta Martín y publicado en El Salto.

[3] En las últimas cuatro décadas Afganistán ha sido uno de los países que más refugiados ha generado en el mundo, pero Europa sólo ha aceptado a medio millón. En 2015 y 2016 había más solicitantes de asilo afganos que sirios e iraquíes.

[4] Este verano se descubrió que el gobierno de Aznar había donado 17.000 toneladas de armamento a Afganistán en 2003. Hace unas semanas, el Ejecutivo de Sánchez reconoció no tener ni idea de qué han sido de esas armas.

[5] Para más información sobre las reacciones de los líderes europeos, véase “La extrema derecha agita el fantasma de una nueva crisis migratoria que despierta temor entre los líderes europeos”, por Ángel Muñárriz, en InfoLibre.

 

 

viernes, septiembre 3

Pasaporte sanitario, una barbarie inaceptable

 


Como ocurre siempre que se instaura un régimen despótico de emergencia y las garantías constitucionales quedan suspendidas, el resultado es ―como ocurriera con los judíos bajo el fascismo― la discriminación de una categoría de hombres, que se convierten automáticamente en ciudadanos de segunda clase. Este es el objetivo de la creación del llamado en Italia «green pass», «pase sanitario» en Francia o «pasaporte sanitario» en España. Que se trata de una discriminación basada en convicciones personales, y no en una certeza científica objetiva, lo demuestra el hecho de que en los círculos científicos se sigue debatiendo sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas, que, según la opinión de médicos y científicos a los que no hay razón para ignorar, fueron producidas de forma precipitada y sin una fase de experimentación adecuada.

A pesar de ello, todos aquellos que se aferren a su libre y fundada convicción y se nieguen a vacunarse serán excluidos de la vida social. El hecho de que la vacuna se convierta de este modo en una especie de símbolo político-religioso cuyo fin es discriminar a los ciudadanos queda patente en la irresponsable declaración de un político que, refiriéndose a quienes no se vacunan, dijo, sin ser consciente de estar utilizando una jerga fascista: «los purgaremos con el pasaporte sanitario». El «pasaporte sanitario» o green pass convierte a los que carezcan de él en portadores de virtuales estrellas amarillas.

Se trata de un hecho cuya gravedad política no se puede desdeñar. ¿En qué se convierte un país en cuyo seno se acaba creando una clase discriminada? ¿Cómo se puede aceptar convivir con ciudadanos de segunda clase? La necesidad de discriminar es tan antigua como la propia sociedad, y no cabe duda de que ciertas formas de discriminación ya estaban presentes incluso en nuestras sociedades llamadas democráticas; pero que estas discriminaciones sean de facto sancionadas por la ley constituye una barbarie que no podemos aceptar.

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En los párrafos precedentes hemos mostrado la injusta discriminación de una clase de ciudadanos excluidos de la vida social normal, discriminación derivada de la introducción del llamado green pass o pasaporte sanitario. Esta discriminación es una consecuencia necesaria y calculada, pero no es el objetivo principal de la introducción del pasaporte sanitario, que no está dirigido a los ciudadanos excluidos, sino a toda la población que posea dicho pasaporte sanitario.

En realidad, el objetivo de los gobiernos es instaurar, mediante el pase sanitario, un control minucioso e incondicional sobre todo movimiento de los ciudadanos, de modo casi idéntico al pasaporte interno que debía tener todo ciudadano para poder desplazarse de una ciudad a otra en el régimen soviético. En este caso, sin embargo, el control es aún más absoluto, porque afecta a cualquier movimiento del ciudadano, que tendrá que mostrar su pasaporte sanitario en cada uno de sus pasos, incluso para ir al cine, asistir a un concierto o sentarse a la mesa de un restaurante.

Paradójicamente, el ciudadano que no posea el pasaporte sanitario será más libre que aquel que lo posea, y debería ser la propia masa de ciudadanos con pasaporte sanitario la que habría de protestar y rebelarse, ya que a partir de ahora serán censados, vigilados y controlados hasta un grado que carece de precedentes incluso en los regímenes más totalitarios. Resulta significativo que China haya anunciado que mantendrá sus sistemas de rastreamiento y control incluso después de que la pandemia haya terminado. Como ya debería ser evidente, en el green pass lo que está en juego no es la salud, sino el control de la población, y tarde o temprano hasta los ciudadanos con pasaporte sanitario tendrán la oportunidad de comprenderlo, mal que les pese.

 

Giorgio Agamben (1943) es un filósofo y jurista italiano, autor de innumerables libros como Estado de excepción, Homo Sacer. El poder soberano y la vida desnuda, etc. Se ha mostrado muy crítico con la gestión de la crisis del coronavirus, y en su libro La epidemia como política (julio, 2020) expone sus reflexiones al respecto.

(Unión de dos artículos publicados en la columna «Una voce», página web de la editorial italiana Quodlibet, con los títulos «Cittadini di seconda classe» y «Tessera verde», el 16 de julio y 19 de julio de 2021 respectivamente).