Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

lunes, noviembre 29

XIX Encuentro del Libro Anarquista de Madrid, 3, 4 y 5 de diciembre, 2021

 


¿DÓNDE?

Escuela Popular de Prosperidad (La Prospe) C/ Luis Cabrera 19

Metros: Prosperidad y Avenida de América

Autobuses: 1, 9, 29, 52, 73

Telefono: 91 562 70 19

Email: prospe@nodo50.org

https://encuentrodellibroanarquista.org/ 

martes, noviembre 23

Echar palabras en un cubo



echar palabras en un cubo

palabras a las que les tengáis manía



echarlas al tuntún

con desgana rabiosa y



una pizca de escepticismo

manido



profesional y /

experto



evento y

caridad /



maestro y

patria /



nacional y

discípulo



jefe y

alma



moda y

fama



competidor y

emprendedor



especialista y

torero



intoxicación y

alta velocidad



ganador y

poema bonito



negocio y

especulación



artista y

premio



intelectual orgánico y

prisa



mentira y

corbata



desahucio y

contaminación



ilusionismo suicida y

arma



agente literario y

lapa



secretario general y

secretaria generala







ahora verter 7 litros de agua

en el cubo y



esperar 7 minutos

en la antesala de la disolución



más tarde verter el agua del cubo

en el suelo del patio y



esperar otros 7 minutos



a ver si hay suerte y

florece un ramillete



de complicidad agnóstica

en el zapato



en todo este proceso

de espera activa



no dejemos

de mirarnos los pies



por ahí empieza

el contacto permanente

con la actividad del mundo





                 Eladio Orta. Taller de palabras. Ed. Amargord, 2021

sábado, noviembre 20

Jornadas contra el extractivismo y su mundo (Barcelona)

 

 

El extractivismo es el proceso de devastación de la naturaleza para transformarla en mercancía. Proyectos extractivistas se multiplican por todo el mundo, sobre todo fuera de los centros del poder, para sostener el modo de vida y el funcionamiento del capital.

El extractivismo no es una forma de gestionar el capital, sino que es el capital mismo con su máquina de muerte extendiéndose como una enfermedad. En este sentido, su infraestructura, su dimensión material, es inherente a su lógica de devastación. No hay capital sin extractivismo, como no hay producción ni consumo sin devastación de la naturaleza, sin opresión de todo lo vivo, humanos incluidos…

El mundo que lo sostiene expande la miseria, la explotación, la servidumbre y el control. Lo que llaman el desequilibrio de los ecosistemas no es más que la invasión del poder transformando la naturaleza en mercancía, donde la gestión del capital sacrifica territorios, hábitats y comunidades para su beneficio antropocéntrico.

Los pueblos ancestrales siguen resistiendo contra la colonización llamada capitalismo, su expolio y despojo, su ideología y sus aparatos represivos. Para nosotrxs luchar y señalar el extractivismo es anhelar y/o resistir otras formas de vida fuera de la lógica de la civilización, la industria y el capital, sus valores y su nocividad.

Estas jornadas nacen de la necesidad de plantear, desde distintas perspectivas y experiencias, luchas y reflexiones contra la nocividad del extractivismo y el mundo que lo sostiene. El objetivo es profundizar los discursos y practicas contra el capital/estado en todos sus ámbitos, y buscar lugares de análisis que busquen el desmantelamiento, la destrucción de la sociedad del poder y toda la basura ideológica que acarrea a su paso. Plantear perspectivas anárquicas/antiautoritarias contra la devastación es señalar uno de los rostros del enemigo en toda su infraestructura y monopolio.

¡Hasta eliminar el último bastión del capital y el mundo que lo
sostiene!
¡Solidaridad con la lucha de los pueblos ancestrales!
¡Extractivismo es colonialismo y autoritarismo!

 

Anarquistas contra la devastación

https://malclima.blackblogs.org/

miércoles, noviembre 17

Fronteras

 


Unos de los rasgos más característicos del repulsivo mundo político y económico que sufrimos supone la creación de fronteras de todo tipo. Cuando decimos fronteras, algunas de las cuales son casi invisibles en nuestras llamadas sociedades desarrolladas, también podríamos hablar de muros físicamente explícitos que impiden el acceso a tantos desposeídos hacia lo que creen algo mejor. Aunque esta situación es continua, y usualmente cerramos miserablemebte los ojos ante ella cuando no la justificamos, en los últimos días ha saltado a la palestra la situación de miles de migrantes atrapados y muriendo en la fronteras de Polonia con Bielorrusia. Los gobiernos, malditos ellos, se culpan unos a otros de forzar a todas estas personas, que huyen de conflictos y calamidades de todo tipo en África y Oriente Medio, a pasar un territorio a otro mientras perecen en el empeño. Resulta estremecedor que, mientras escribo estas líneas, tantas personas se encuentran en esa terrorífica situación permitida por la vieja y cruel Europa. En la frontera, policías, soldados y bandas nacionalistas, gentuza de la peor especie, van a la caza y saqueo de los migrantes, que ya son víctimas previas de contrabandistas sin ningún escrúpulo o, directamente, no tardan en ser deportados. Un nuevo horror en tierra polaca, donde ya se produjo un holocausto hace no tanto tiempo; mientras resultaba fácil poner nombre y rostro a los culpables de aquello, ahora hay que señalar a los muchos culpables de esta permanente crisis humanitaria que estamos permitiendo.

Esta situación descrita se repite en otras fronteras de Europa, como es el caso de la de Turquía con Bulgaria, donde la vida humana no vale nada. Y toda esta corrupción moral, donde todos los Estados con sus fronteras e insolidaridad son culpables, se produce en el contexto de un auge de la extrema derecha, la peor cara del nacionalismo, en toda Europa. Pocos días antes de la crisis en la frontera bieolorrusa la gentuza de Vox convocó unas jornadas en Gran Canaria con la participación de sus principales líderes, léase los borricos fascistas Abascal y Ortega Smith, junto a lo más granado de la ultraderecha europea. No es poca cosa que este partido, el más explícito heredero del franquismo, sea supuestamente la tercera fuerza parlamentaria y pueda recibir todo tipo de ayudas, oficiales y privadas, para hacer alarde de un repulsivo discurso legitimador de un genocicio más o menos encubierto. Tampco es casualidad que esta isla fuera escenario de este vomitivo encuentro, cuando uno de los pilares del discurso de Vox estriba en afirmar que quiere convertirse a las Canarias, que ya sufre auténticos campos de concentración inhumanos, en una autopista para el tráfico de inmigración; por supuesto, de una manera u otra, también quiere identificarse a los migrantes con delincuentes y terroristas. Me pregunto qué diferencia hay entre los que sueltan estos argumentos y los que, armados, van a la caza de las personas más indefensas y que más deberían recibir nuestra ayuda.

Afortunadamente, una parte de la sociedad reacciona y, a pesar del esfuerzo de la ultraderecha para tratar de convocar a todo tipo de chusma militante, ya que medios les sobran, se produjeron también manifestaciones de repulsa. En ella, tuvo protagonismo la Federación Anarquista de Gran Canaria, que tan buena labor está haciendo ayudando a los más desprotegidos en cuestiones esenciales como la vivienda. Es significativo que los cretinos ultrarreacionarios de Vox se dedicaran a atacar a los libertarios, tras el lamentable evento, por encima de cualquier partido político de izquierdas. Los que levantan fronteras físicas, o los que quieran blindarlas aún más, son los mismos que trazan de otro tipo en la propia sociedad. Es fundamental, frente al discurso de odio de esta gentuza de extrema derecha, que pretende enfrentar a las clases populares con los más débiles introduciendo la idea de que el enemigo viene de fuera, trabajar de forma solidaria, fraternal y sin mediadores. Como bien demuestra la FAGC, en su trabajo por un anarquismo de barrio junto a los más desfavorecidos, entre los que se encuentra también la comunidad migrante. Vivimos en un mundo plagado de conflictos armados, mantenidos por intereses de todo tipo, y con necesidades de toda índole producto de terriblemente injustos sistemas políticos y económicos. A las personas que huyen de todo ello, en una actividad tan natural como es la migración en pos de una vida mejor, les cierran las fronteras los mismos que apuntalan el estado de las cosas. Frente a todo ello, más necesario que nunca para anular los nacionalismos y la reacción, es ese viejo concepto de fraternidad universal.

 

Juan Cáspar

domingo, noviembre 14

Técnica y civilización

 

Lewis Mumford

 

Técnica y civilización presentó por vez primera su fascinante historia de la máquina y el estudio crítico de sus consecuencias sobre la civilización en 1934, antes de que la televisión, el ordenador personal o internet pudieran intuirse siquiera.

Basándose en el arte, la ciencia, la filosofía y la historia de la cultura, Lewis Mumford explicó los orígenes de la era de la máquina y rastreó sus consecuencias sociales, llegando a la conclusión de que la tecnología moderna hundía sus raíces en la Edad Media más que en la Revolución Industrial. Mumford consideraba, muy atinadamente, que eran nuestras decisiones morales, económicas y políticas, no las máquinas que utilizábamos, las que determinaban nuestra economía, ya por entonces impulsada por la industria.

Historia de gran calado y crítica polémica a partes iguales, Técnica y civilización fue el primer intento exhaustivo de presentar el desarrollo de la era de la máquina a lo largo de los últimos mil años, y de predecir la atracción que la tecnología sigue ejerciendo hoy en día sobre nosotros.

 

Lo puedes leer aquí

lunes, noviembre 8

El desencanto

 


Desangraron 

nuestra esperanza

y nos inculcaron

que incinerar un contenedor

era mucho más valioso

que quemar una vida.

 

Ahora, nuestras cenizas

descuartizadas,

comparten fondo del mar

con plásticos indemnes.

 

 

 Mag Márquez. Antropofagia poética 2. Edicións Malcrías d'Agràcia. 2021

viernes, noviembre 5

Banderas e identidades colectivas

 

 

Uno posee una profunda aversión por las banderas, los himnos y toda suerte de símbolos de identidad colectiva; soy consciente de que exagero, pero es más fuerte que yo, y creo que nunca mejor dicho. Esto es extensible, ya que uno es coherente hasta la extenuación en sus manías, a la cuestión ácrata. Es más, hace muchos años, cuando el que suscribe era joven e ingenuo (sigo siendo ambas cosas, por supuesto), participó en la creación de una publicación libertaria y no se me ocurrió otra cosa que proponer el bonito nombre Sin bandera. El caso es que la revista duró unos cuantos números, con esa misma denominación de cabecera, pero el asunto no estuvo exento de polémica, ya que hay quién afirmó con rotundidad que, por supuesto, los anarquistas también tienen bandera. Leo un artículo reciente, en la imprescindible publicación libertaria actual Todo por hacer, en el que se sostiene que es un pensamiento erróneo muy extendido creer que los ácratas no entienden de banderas ni estandartes, ya que sencillamente son símbolos que representan a una comunidad de personas organizadas con unos intereses comunes, pero no necesariamente a Estados-nación ni a ningún tipo de idea autoritaria o grupo basado en alienantes identidades colectivas. Para exponer su argumentación, el texto abunda en dispares ejemplos más o menos libertarios y no solo en la bandera negra o rojinegra: la Comuna de París, la Makhnovia en Ucrania, Rojava en el Kurdistán, comunidades zapatistas en México o las mismísimas colectividades españolas de 1936.

Como uno es contumaz en sus actitudes, pero no dogmático, hay que decir que el interesante y didáctico texto está cargado de razón; las banderas pueden representar sencillamente un ideal, una comunidad del tipo que fuere o ser simplemente un símbolo de resistencia. Es más, seguramente uno mismo los ha empleado en alguna ocasión, ya que resulta casi inevitable hacerlo para exponerse a la vida social. Sin embargo, y ahora voy a ponerme moderadamente sesudo, si uno ha elegido el anarquismo frente a otras filosofías vitales, e incluso propuestas políticas, es porque cree fundamentalmente en el desarrollo de la identidad personal frente a todo intento de hegemonía por parte de una identidad colectiva. Claro que, los reaccionarios habituales sostendrán que el individuo necesariamente debe abrazar unos rasgos identitatarios, normalmente referidos a esa abstracción que tantas vidas ha costado llamada nación, lo mismo que tiene que creer en algo que le trasciende, normalmente referidos a todo tipo de disparatadas creencias religiosas. Bien, frente a semejantes aseveraciones, que sumen al individuo en la alienación más lastimosa y que justifican todo tipo de jerarquización social, uno se permite de entrada dudar. Y uno está convencido de que la duda es la base de eso, por otra parte, tan cuestionable que es el progreso.

Pero, claro, tal vez es necesario matizar que no se trata de un simple escepticismo o actitud negativa, en el sentido de eso tan necesario que es decir «no» a todo aquello que imposibilita una libertad con tintes (también) positivos. Como dijo el clásico, «la pasión destructora es también la pasión creadora»; máxima, según la entiendo, en absoluto de intenciones violentas, que creo que define muy bien la intención moral ácrata-nihilista del que suscribe. Uno cree y confía en la libertad individual y en el desarrollo personal, efectivamente; y como no lo hace a costa de la del prójimo, no abraza sin más un liberalismo que, habitualmente, supone sumir al otro en poco menos que en la subordinación. Tal vez, de modo paradójico, podemos ser ferozmente individualistas y creer firmemente en la solidaridad, en que nuestra identidad personal no se ve enajenada por algún colectivismo ni se construye necesariamente aplastando la del prójimo. Como dijo otro clásico, no recuerdo ahora si el mismo del caso anterior, «Nuestra libertad no se limita con la de los demás, sino que se enriquece y completa». En definitiva, que uno apuesta por el permanente movimiento, por una constante interacción con los demás producida en contextos sociales plurales, por lo que a la fuerza hay que mostrarse crítico con lo instituido. Y, las banderas, sigo sintiendo eso, no puedo evitarlo, me producen sensación de algo instituido. ¿Cuál puede ser la enseña de lo que uno propone, un anarquismo con tintes nihilistas? Ni idea, pero no me desagrada el trapo negro. Tal vez, con un par de tibias y una calavera.

 

Juan Cáspar

martes, noviembre 2

Defender el Mar Menor, construir poder popular

 

 

Durante este mes de agosto, el Mar Menor, una de las lagunas saladas más grandes de Europa, por fin ha tenido un especial protagonismo en telediarios y periódicos a pesar de que lo ocurrido no ha sido más que otra crisis dentro de un largo proceso de agónica destrucción de este hábitat. Una vez más, miles y miles de peces y otros animales acuáticos muertos por anoxia, falta de oxígeno, fueron arrastrados a la orilla de las playas del Mar Menor. El excesivo calor de aquellos días, como hace dos años lo fue la entrada de un elevado caudal de agua dulce procedente de las riadas formadas por la gota fría, fue la puntilla a una laguna cuyo equilibrio se rompió hace ya tiempo por la acción de la agroindustria. Y realizamos esta afirmación con rotundidad pues la evidencia científica no deja lugar a dudas, el actual estado de las cosas es resultado de la acción de determinados compuestos químicos provenientes de abonos y fertilizantes así como de los residuos generados por las desaladoras que plagan el Campo de Cartagena, por mucho que afirmen las múltiples campañas del lobby agrícola, capaz de comprar páginas enteras en los periódicos locales o de tratar de desviar la responsabilidad hacia el sector turístico, que a pesar de no ser el actor principal en el actual escenario, genera otros múltiples problemas a nivel social, laboral y también sobre el territorio. Si no estuviera en juego la vida de nuestro mar interior, podríamos sentarnos y disfrutar de cómo las diferentes patronales y capitales se enfrentan entre sí cuando sus intereses entran en conflicto.

El principal grupo de presión, con fachada de Fundación, centra también su discurso en repetir de forma reiterada el carácter sostenible de esta industria, algo imposible pues tantas hectáreas de regadíos son totalmente insostenible en un área tan seca, así como en tratar de esconder que gran parte de los operadores presentes en el Campo de Cartagena son multinacionales agrícolas con capital extranjero (inglés, alemán, etc.) que concentran cada vez más tierras. La imagen romantizada del pequeño agricultor no existe desde hace ya muchos años en el Campo de Cartagena. La Región exporta producciones enteras que inundan los supermercados de los países del norte y centro de Europa. Aun así, la importancia de la agroindustria en la economía local es reducida, las empresas asentadas en el Campo de Cartagena no generan ni el 1% del PIB de la Región, según datos de las organizaciones ecologistas, y los beneficios acaban concentrados en los caciques locales y los inversores extranjeros mientras que los trabajadores, la mayoría migrantes, sufren interminables jornadas a cambio de sueldos raquíticos. Durante este 2021 hemos visto como las inspecciones laborales han sancionado a empresas agrícolas que pagaban poco más de 1 euro la hora o imponían jornadas de 12 horas al día.

Pero hay otras consecuencias de este ecocidio que no son medibles. La generación de nuestras madres y padres aun recuerda como cogían el FEVE, el “tren minero” que une Cartagena con Los Nietos, para disfrutar de una jornada de baño en el Mar Menor, cuando los caballitos de mar llenaban la laguna. Aun sus hijos disfrutamos de los últimos coletazos de este entorno único pero, en las dos últimas décadas, se ha encaminado a toda velocidad a convertirse en un fangal tóxico. El shock emocional que muchos de nosotros hemos vivido al ver las playas de toda nuestra vida convertidas en un enorme cementerio debe transformarse en acción política para evitar la parálisis fatalista. Debemos defender el Mar Menor como parte intrínseca de nuestra cultura popular, de la vida social de los pueblos de la zona y de nosotras mismas.

Durante el verano también pudimos comprobar el consenso generalizado entre la clase política autonómica y nacional para no alterar los privilegios de la agroindustria, polemizando sobre medidas superficiales, escenificando una falta de acuerdo para sostener cierto rédito frente a su electorado pero también para justificar una situación de parálisis. Demasiadas promesas hemos oído desde agosto por parte de la Ministra de Transición Ecológica y del Presidente de la Región y seguimos exactamente en el mismo punto.

La imagen que proyectan al resto del país los últimos resultados electorales, ciertas declaraciones de políticos locales, etc., sumado a la versión caricaturesca que se presenta de la Región, no transmite mucha esperanza sobre las posibilidades de un cambio que revierta la situación. Pero en los últimos años, las gentes del sureste peninsular han mostrado su capacidad organizativa y de respuesta. La lucha por el soterramiento de las vías férreas, presente de forma diaria durante casi dos años, la contestación del antifascismo y del colectivo LGTBIQ+, las recientes protestas de #SOSMarMenor y el gran esfuerzo realizado para la recogida de firmas por la ILP, etc., es decir, el aumento de la presencia en la calle, junto a la experiencia acumulada más el impulso de las victorias que ha habido, plantean un escenario con las condiciones mínimas necesarias para la creación de un tejido asociativo autónomo con poder de transformación. Esperemos que se empiece a recorrer este camino.

 

Extraído de https://www.todoporhacer.org