Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

martes, marzo 29

De proletaria/o a individuo

Efren Rodriguez Gonzalez, de 68 años, cubre a su nieta Maria Isabel Ferrer Rodriguez, de 8 años, rodeados de activistas de la PAH, en la calle frente a la casa de donde acaban de ser desahuciados. (26/09/2013, foto de Andrés Kudacki)


Las relaciones sociales de clase y explotación no son simples. Las concepciones obreristas, que están basadas en la idea de una clase objetivamente revolucionaría definida en cuanto a su relación con los medios de producción, ignoran la multitud de aquellas/os en todo el mundo cuyas vidas les son robadas por el actual orden social, pero que no pueden encontrar sitio dentro de sus aparatos productivos. Por tanto, estas concepciones acaban presentando una comprensión limitada y simplista de la explotación y la transformación revolucionaria. Para poder llevar a cabo una lucha revolucionaria contra la explotación, necesitamos desarrollar una comprensión de las clases tal como existen actualmente en el mundo, sin buscar ninguna garantía.

De una forma básica, la sociedad de clases es aquella en la que están quienes dominan y quienes son dominadas/os, quienes explotan y quienes son explotadas/os. Este orden social solo puede surgir cuando la gente pierde su capacidad para determinar las condiciones de su propia existencia. Por tanto, la característica esencial que comparten las/os explotadas/os es su desposesión, su pérdida de la capacidad para tomar y llevar a cabo las decisiones básicas sobre cómo vivir.

La clase dominante se define en términos de su propio proyecto de acumulación de Poder y riqueza. Aunque, por supuesto, hay conflictos significativos dentro de la clase dominante en cuanto a intereses específicos y competencia real por el control de los recursos y el territorio, este proyecto de tan largo alcance que tiene como objetivo el control del Poder y la riqueza social, y por tanto de las vidas y relaciones de todo ser vivo, proporciona a esta clase un proyecto positivo unificado. La clase explotada no tiene un proyecto positivo semejante que la defina. En su lugar se define en cuando a lo que se le hace, lo que se le quita. Habiendo sido despojada de los modos de vida que había conocido y creado con sus semejantes, la única comunidad que le queda a la gente que compone esta clase heterogénea es la provista por el Capital y el Estado; la comunidad del trabajo y el intercambio de mercancías, decorada con cualquier construcción ideológica nacionalista, religiosa, étnica, racial o sub-cultural, a través de la cual el orden dominante crea identidades en las que canalizar la individualidad y la revuelta. El concepto de una identidad proletaria positiva, de un solo proyecto proletario unificado y positivo, no tiene base en la realidad, dado que lo que define a alguien como proletaria/o es precisamente que su vida le ha sido robada, que ha sido transformada/o en un instrumento en los proyectos de las/os dominantes.

La concepción obrerista del proyecto proletario tiene sus orígenes en las teorías revolucionarias de Europa y los Estados Unidos (particularmente ciertas teorías marxistas y sindicalistas). A finales del siglo XIX, tanto Europa occidental como el este de los Estados Unidos, estaban en camino de ser completamente industrializados, y la ideología dominante del progreso igualaba el desarrollo tecnológico con la liberación social. Esta ideología se manifestó en la teoría revolucionaria como la idea de que la clase obrera industrial era objetivamente revolucionaria porque estaba en posición de apoderarse de los medios de producción desarrollados bajo el capitalismo (los cuales, como productos del progreso, se asumía que eran inherentemente liberadores) y ponerlos al servicio de la comunidad humana. Al ignorar a la mayor parte del mundo (junto con una porción significativa de las/os explotadas/os en las áreas industrializadas), las/os teóricos revolucionarias/os eran de esta forma capaces de inventar un proyecto positivo para el proletariado, una misión histórica objetiva. Que esta se fundamentara en la ideología burguesa del progreso, se ignoraba. En mi opinión, las/os ludditas tenían una perspectiva mucho más clara, reconociendo en el industrialismo otro de los instrumentos de los amos para desposeerles. Con buenas razones, atacaron las máquinas de la producción masiva.

El proceso de desposesión hace mucho que se ha consumado en Occidente (aunque, por supuesto, es un proceso que está ocurriendo en todo momento incluso aquí), pero en gran parte del Sur del mundo está aún en sus primeras fases. Sin embargo, desde que el proceso comenzó en Occidente han habido algunos cambios significativos en el funcionamiento del aparato productivo. Las posiciones cualificadas en la fábrica han desaparecido en gran parte, y lo que se necesita en un/a trabajador/a es flexibilidad, la capacidad de adaptarse -en otras palabras, la capacidad de ser una pieza intercambiable en la máquina del Capital. Además, las fábricas tienden a requerir muchas/os menos trabajadoras/os para mantener el proceso productivo, tanto a causa de los desarrollos en la tecnología y las técnicas de gestión, que han permitido un proceso productivo más descentralizado, como porque cada vez más el tipo de trabajo necesario en las fábricas es en gran medida sólo supervisar y mantener las máquinas.

A un nivel práctico esto significa que todas/os somos, como individuos, prescindibles para el proceso de producción, porque todas/os somos reemplazables – ese hermoso igualitarismo capitalista en el que todas/os somos iguales a cero. En el primer mundo, esto ha tenido el efecto de empujar a un creciente número de explotadas/os a posiciones cada vez más precarias: trabajo temporal, trabajos en el sector servicios, desempleo crónico, el mercado negro y otras formas de ilegalidad, indigencia y prisión. El trabajo fijo con su garantía de una vida un tanto estable – incluso si esa vida no es propia- está dejando paso a una carencia de garantías donde las ilusiones proporcionadas por un consumismo moderadamente cómodo ya no pueden seguir ocultando que la vida bajo el capitalismo siempre se vive al borde de la catástrofe.

En el Tercer Mundo, gente que ha sido capaz de crear su propia existencia, aun cuando ésta haya sido en ocasiones difícil, se está encontrando con que su tierra y otros medios para hacerlo le están siendo arrebatados al invadir (literalmente) las máquinas del Capital sus casas y minar cualquier posibilidad de continuar viviendo de su propia actividad. Arrancadas/os de sus vidas y tierras, se ven forzadas/os a trasladarse a las ciudades donde hay poco empleo para ellas/os. Surgen barrios marginales [3] alrededor de las ciudades, a menudo con una población mayor que la de la propia ciudad. Sin ninguna posibilidad de trabajo fijo, las/os habitantes de estos barrios de chabolas están obligadas/os a formar una economía de mercado negro para sobrevivir, pero esto también sirve todavía a los intereses del Capital. Otras/os, en su desesperación, eligen la inmigración, arriesgándose al encarcelamiento en campos de refugiados y centros para extranjeras/os indocumentadas/os, con la esperanza de mejorar su condición.

Así, junto con la desposesión, la precariedad y la prescindibilidad son cada vez más los rasgos que comparten quienes componen la clase explotada mundial. Si, por un lado, esto significa que esta civilización de la mercancía está creando en su interior una clase de bárbaros que realmente no tienen nada que perder en derribarla (y no de los modos imaginados por las/os viejas/os ideólogas/os obreristas), por otro lado estos rasgos no proporcionan en sí mismos ninguna base para un proyecto positivo de la transformación de la vida. La rabia provocado por las miserables condiciones de vida que esta sociedad impone puede fácilmente ser canalizada en proyectos que sirven al orden dominante o al menos al interés específico de alguno u otro de las/os dominantes. Los ejemplos de situaciones en las pasadas décadas recientes en los que la rabia de las/os explotadas/os ha sido aprovechada para alimentar proyectos nacionalistas, racistas o religiosos que sirven solo para reforzar la dominación son demasiados para contarlos. La posibilidad del fin del actual orden social es tan grande como nunca antes, pero la fe en su inevitabilidad no puede seguir pretendiendo tener una base objetiva.

Pero para entender realmente el proyecto revolucionario y empezar el proyecto de resolver cómo llevarlo a cabo (y desarrollar un análisis de cómo la clase dominante consigue desviar la rabia de aquellas/os a las/os que explota hacia sus propios proyectos), es necesario darse cuenta que la explotación no tiene lugar solamente en términos de producción de riqueza, sino también en términos de la reproducción de relaciones sociales. Independientemente de la posición de cualquier proletario particular en el aparato productivo, es de interés para la clase dominante que todas/os tengan un rol, una identidad social que sirva en la reproducción de las relaciones sociales. La raza, el género, la etnicidad, la religión, la preferencia sexual, la subcultura- todas estas cosas pueden, efectivamente, reflejar diferencias muy reales y significativas, pero todas son construcciones sociales para canalizar estas diferencias en roles útiles para el mantenimiento del actual orden social. En las áreas más avanzadas de la actual sociedad donde el mercado define la mayoría de las relaciones, las identidades en gran medida llegan a estar definidas en términos de las mercancías que las simbolizan, y la intercambiabilidad está a la orden del día en la reproducción social, al igual que lo está en la producción económica. Y es precisamente porque la identidad es una construcción social y cada vez más una mercancía vendible por lo que las/os revolucionarias/os deben ocuparse seriamente de ella, analizada cuidadosamente en su complejidad con el objetivo preciso de superar estas categorías hasta el punto de que nuestras diferencias (incluyendo aquellas que esta sociedad definiría en términos de raza, género, etnicidad, etc.) sean el reflejo de cada uno de nosotras/os como individuos singulares.

Ya que no hay un proyecto positivo común que se encuentre en nuestra condición como proletarias/os -como explotadas/os y desposeídas/os – nuestro proyecto debe ser la lucha para destruir nuestra condición proletaria, para poner fin a nuestra desposesión. La esencia de lo que hemos perdido no es el control sobre los medios de producción o de la riqueza material; son nuestras vidas mismas, nuestra capacidad para crear nuestra existencia en términos de nuestras propias necesidades y deseos. Por tanto, nuestra lucha encuentra su terreno en todas partes, en todo momento. Nuestro objetivo es destruir todo lo que aleja a nuestras vidas de nosotras/os: el Capital, el Estado, el aparato tecnológico industrial y post-industrial, el Trabajo, el Sacrificio, la Ideología, toda organización que trate de usurpar nuestra lucha, en resumen, todos los sistemas de control.

En el mismo proceso de llevar a cabo esta lucha, en el único modo en que podemos llevarla a cabo – fuera de y contra toda formalidad e institucionalización – empezamos a desarrollar nuevas formas de relacionarnos basadas en la auto-organización, una horizontalidad basada en las diferencias únicas que nos definen a cada una/o de nosotras/os como individuos cuya libertad se expande con la libertad de el/la otras/o. Es aquí, en la revuelta contra nuestra condición proletaria, donde encontramos ese proyecto positivo compartido que es diferente para cada una/o de nosotras/os: la lucha colectiva por la realización individual.


Wolfi Landstreicher
 Extracto de su libro La Red de Dominación, editado por La Hermandad Ed.

sábado, marzo 26

El Trabajo: El robo de la vida

“¿Qué es el bombardeo al juez,
el secuestro del industrial,
el ahorcamiento al político, el disparo al policía,
el saqueo a un supermercado,
el incendio de la oficina del jefe,
el apedreamiento al periodista,
el abucheo al intelectual, la golpiza al artista,
frente a la alienación mortal de nuestra existencia,
el sonido del despertador demasiado temprano,
el atochamiento en el tráfico,
los bienes en venta alineados en los estantes?”

La alarma te despierta otra vez -demasiado temprano, como siempre. Sales del calor de tu cama hacia la ducha en el baño, te afeitas, cagas, te lavas los dientes o, si tienes tiempo, comes algunos huevos con pan tostado y un café. Sales volando para ir a luchar con el atochamiento o con las muchedumbres en el metro, hasta que llegas… al trabajo, donde te pasas el día realizando tareas que no eliges, en asociación obligada con otros involucrados en tareas parecidas, cuyo objetivo principal es la continua reproducción de las relaciones sociales que te obligan a sobrevivir de esta manera.

Pero esto no es todo. En compensación, recibes un salario, una suma de dinero que luego entregas en los centros comerciales o supermercados para comprar comida, ropa, artículos de primera necesidad y entretenimiento. Aunque a esto se le considera “tiempo libre” en oposición al “tiempo del trabajo”, es también una actividad obligada que garantiza en segundo lugar tu supervivencia. Su principal propósito también es reproducir el orden actual existente. Y para la mayor parte de la gente, el tiempo libre de esas restricciones es cada vez menor.

Según la ideología dominante, este modelo de existencia es el producto del contrato social entre iguales -esto es, iguales ante la ley. El trabajador, se dice, acuerda vender la fuerza de su trabajo al propietario a cambio de un salario acordado mutuamente. Sin embargo, ¿cómo puede ser libre e igualitario un contrato, si una de las dos partes tiene todo el Poder?

Si miramos desde más cerca el contrato, está claro que no es ningún contrato, sino la más violenta y extrema extorsión. Esto es más escandalosamente evidente en los márgenes de la sociedad capitalista, donde la gente que ha vivido por cientos (o miles, en algunos casos) de años a su propia manera, se encuentra con su capacidad para determinar las condiciones de su existencia, arrebatada por las máquinas aplanadoras, las motosierras, los equipos mineros, etc, de los amos del mundo.

Este proceso que se ha llevado a cabo a través de cientos de años, involucrando un descarado robo de tierra y de vidas a larga escala, aprobado y llevado a cabo por la clase dominante. Privados de los medios para determinar las condiciones de su existencia, no se puede decir, honestamente, que los explotados estén aprobando un contrato libre e igualitario con quienes les explotan. Esto es un caso de chantaje evidente.

¿Y cuáles son las condiciones de este chantaje? Los explotados son forzados a vender su tiempo de vida a sus explotadores a cambio de su supervivencia. Y esta es la verdadera tragedia del trabajo. El orden social del trabajo se basa en la impuesta oposición entre vida y supervivencia. El problema de cómo uno se las arreglará suprime el problema de cómo esta persona quiere vivir, y con el tiempo todo parece natural y uno reduce sus sueños y sus deseos a las cosas que con el dinero puede comprar.

Sin embargo, las condiciones del mundo del trabajo no solo se aplican a aquellos que trabajan. Uno fácilmente puede ver cómo, a partir del miedo de quedarse en la calle o el temor al hambre, la gente desempleada es atrapada por el mundo del trabajo al buscar un empleo. Más o menos lo mismo sucede con aquellos que viven de las ayudas del Estado, cuya supervivencia depende de la existencia de la burocracia de la asistencia social, incluso para quienes el evadir el trabajo se ha vuelto una prioridad, el centro de las decisiones de uno giran entorno a estafas, hurtos en tiendas, reciclando de la basura -todas las maneras de arreglárselas sin un empleo. En otras palabras, las actividades que podrían estar bien para sustentar un proyecto de vida se vuelven un fin en sí mismo, haciendo del proyecto personal de vida uno de simple supervivencia. ¿De qué forma se diferencia esto, realmente, de tener un trabajo?

Pero, ¿cuál es la base real del Poder detrás de esta extorsión que es el mundo del trabajo? Las leyes y los juzgados, las fuerzas policiales y militares, las multas y las prisiones, el miedo al hambre y a quedarse en la calle, por supuesto -aspectos reales e importantes de la dominación. Pero incluso la fuerza de las armas del Estado solo puede tener éxito al llevar a cabo su tarea a través de la sumisión voluntaria. Esta es la base real de toda dominación -la sumisión de los esclavos, su decisión de aceptar la seguridad de la miseria y de la servidumbre conocida, por encima del riesgo de la libertad desconocida, su voluntad de aceptar una supervivencia asegurada pero sin color, a cambio de la posibilidad de vivir realmente, lo cual no ofrece ninguna garantía.

Así, para acabar con nuestra esclavitud, para movernos más allá de los límites de la simple supervivencia, es necesario tomar la decisión de rechazar la sumisión; es necesario empezar a reapropiarnos de nuestras vidas aquí y ahora. 

Esto nos ubica, inevitablemente, en un conflicto con el orden social del trabajo en su totalidad. De esta forma, el proyecto de reapropiación de la existencia de uno debe ser también el proyecto de destrucción del trabajo. Cuando digo “trabajo” no me refiero a la actividad en la que una persona crea los medios para su propia existencia (la cual idealmente nunca estaría separada de la vida de uno y del hecho de vivir) sino más bien a una relación social que transforma esta actividad en una esfera separada de la vida de esa persona, poniéndola al servicio del orden dominante de tal forma que esta actividad deja de tener relación directa en la creación de su propia existencia. En vez de eso solo se le mantiene en el campo de la simple subsistencia (a cualquier nivel de consumo) por medio de una serie de mediaciones en las que la propiedad, el dinero y el intercambio de mercancías están entre los más importantes. En el proceso de recuperación de nuestras vidas ese es el mundo que debemos destruir, y esta necesidad de destrucción hace de la reapropiación de nuestra existencia, junto con la insurrección y la revolución social, un solo proyecto.


Wolfi Landstreicher

miércoles, marzo 23

El rapto de Europa nº29 [Revista]

Anarquismo cultura y ética.

Presentación / Anarquismo. Cultura y ética
Ramón Mayrata

La ética anarquista. Sus raíces y fundamentos
Heleno Saña

El cartel anarquista en la Guerra Civil Española (1936-1939)
Arturo Ángel Madrigal Pascual

Libertad en plena guerra. Sobre «Carne de fieras» (1936)
David G. Panadero

En el vaivén del frente rojo. Teatro anarquista de 1922 y 1923, en los cuadros artísticos de la Federación Local de Trabajadores Veracruzanos
Mary Carmen Lara Orozco

Antología de cuentos anarquistas
Rafael Barrett

Anarquista o nada (selección de poemas)
Claudio Rodríguez Fer

Calamar Edición, Madrid 2015
88 págs. Rústica 24x17 cm

domingo, marzo 20

La tiranía del reloj

Comienza un nuevo año. Festejamos y, entre abrazo y abrazo, olvidamos preguntarnos acerca de un pequeño detalle: a diferencia de nuestros antepasados, esperamos el paso de un año a otro contando regresivamente los segundos, es decir, estamos sujetos a la exactitud de los relojes. No es el Tiempo, son los relojes y su tiranía. Para comenzar, entonces, este nuevo año, los dejamos con un ensayo clásico: “La tiranía del reloj”, del historiador George Woodcock, publicado originalmente en War Commentary — For Anarchism, marzo de 1944.

 No hay ninguna característica que separe con mayor claridad la sociedad que ahora existe en Occidente de las antiguas sociedades, tanto europeas como orientales, que su concepto de tiempo. Para los antiguos chinos y griegos, para los pastores árabes o los actuales peones mejicanos, el tiempo queda representado por los procesos cíclicos de la naturaleza, la alternancia de la noche y el día, el paso de una estación a la siguiente. Los nómadas y granjeros medían y aún miden su día desde el amanecer hasta la puesta de sol, y su año en términos de siembra y cosecha, de caída de las hojas y de deshielo de lagos y ríos. El granjero trabajaba según los elementos, el artesano durante todo el tiempo que le pareciera preciso para la perfección de su producto. El tiempo era visto como un proceso de cambios naturales, y la humanidad no se preocupaba por la exactitud con que fuera medido. Por este motivo, unas civilizaciones altamente desarrolladas en otros aspectos dedicaban instrumentos sumamente primitivos para el cómputo del tiempo: el reloj de arena o de gotas de agua, el reloj de sol, inútil en los días nublados, y las velas y candiles, cuyo remanente de aceite o cera indicaba las horas. Todos estos utensilios, aproximativos e inexactos, devenían con frecuencia inútiles a causa del clima o del grado de pereza de la persona a su cargo. En ninguna parte del mundo de la Antigüedad o del Medioevo se hallará sino una minoría de hombres que se preocupe por el tiempo en términos de exactitud matemática. El hombre moderno, occidental, habita sin embargo un mundo regido por los símbolos mecánicos y matemáticos del tiempo cronometrado. El reloj dicta sus movimientos e inhibe sus acciones.

El reloj transforma el tiempo, que pasa de ser un proceso natural a una mercancía que puede ser medida, comprada y vendida como si de jabón o pasas se tratara. Y debido a que sin los medios para medir con precisión el tiempo nunca se hubiera llegado a desarrollar el capitalismo industrial ni podría seguir explotando a los trabajadores, el reloj representa un elemento de tiranía mecánica en las vidas de los hombres modernos mucho más poderoso que cualquier explotador en tanto individuo o que cualquier otra máquina. Es de utilidad recordar el proceso histórico mediante el cual el reloj ha influido en el desarrollo social de la civilización europea moderna.

Es un hecho frecuente en la historia que una cultura o civilización desarrolle la herramienta que posteriormente será propiciará su destrucción. Los antiguos chinos, por ejemplo, inventaron la pólvora, la cual fue desarrollada por los expertos militares de occidente y eventualmente condujo a la destrucción de la propia civilización china mediante los fuertes explosivos del armamento bélico moderno. Del mismo modo, el logro supremo del ingenio de los artesanos de las ciudades medievales europeas fue la invención del reloj mecánico, que, al trastocar revolucionariamente el concepto de tiempo, colaboraron materialmente con el crecimiento del capitalismo explotador y a la destrucción de la cultura medieval.

Según algunos relatos, el reloj apareció en el siglo XI, como dispositivo para hacer sonar las campanas a intervalos regulares en los monasterios, los cuales, con la vida organizada que imponían a sus internos, fueron el modelo más próximo de la edad media a las actuales fábricas. El primer reloj propiamente dicho, no obstante, apareció en el siglo XIII, y tan sólo a partir del siglo XIV comenzaron los relojes a adornar las fachadas de los edificios públicos de las ciudades alemanas.

Estos relojes primerizos impulsados por pesas no eran especialmente precisos, y no se alcanzó un cierto grado de fiabilidad hasta el siglo XVI. Por ejemplo, se dice que el primer reloj preciso de Inglaterra fue el de Hampton Court, fabricado en 1540. E incluso la precisión de los relojes del siglo XVI resulta relativa, dado que sólo estaban equipados con manecillas para las horas. Ya en el siglo XIV habían pensado los primeros matemáticos en medir el tiempo en minutos y segundos, pero con la invención del péndulo en 1657 se obtuvo la precisión necesaria para la adición de una manecilla que señalara los minutos, mientras que la manecilla destinada a los segundos no fue introducida hasta el siglo XVIII. Ambos siglos, se observará, son aquellos en que el capitalismo creció en tal grado que le fue posible aprovechar la tecnología de la revolución industrial para así establecer su dominio sobre la sociedad.

El reloj, como ha señalado Lewis Mumford, representa la maquinaria cardinal de la era de la maquinaria, tanto por su influencia sobre la tecnología como por su influencia en las costumbres humanas. Técnicamente, el reloj fue la primera máquina auténticamente automática que adquirió verdadera importancia en la vida de las personas. Antes de su invención, las máquinas habituales eran de tal naturaleza que su manejo dependía de alguna fuerza externa y de escasa fiabilidad, como la musculatura humana o animal, el agua o el viento. Es cierto que los griegos habían inventado ciertos mecanismos automáticos primitivos, pero sólo se los empleaba, como ocurría con la máquina de vapor de Herón, para procurar efectos “sobrenaturales” en los templos o para entretener a los tiranos de las ciudades orientales. Pero el reloj fue la primera máquina automática que consiguió importancia pública y una función social. La fabricación de relojes se convirtió en la industria a partir de la cual fueron aprendidos los rudimentos de la fabricación de máquinas y se obtuvo la habilidad técnica necesaria para la revolución industrial.

Socialmente el reloj tuvo una influencia más radical que la de cualquier otra máquina, en tanto era el medio por el cual se podía obtener mejor la regularización y organización de la vida necesaria para un sistema industrial de explotación. El reloj proporcionaba los medios para que el tiempo —una categoría tan elusiva que ningún filósofo ha podido hasta el momento determinar su naturaleza— pudiera ser medido concretamente en los términos tangibles del espacio representado como circunferencia por la esfera de un reloj. Se dejó de considerar el tiempo como duración, comenzándose a hablar y pensar permanentemente de “tramos” de tiempo, como si se estuviera hablando de retales de tela. Y el tiempo, ahora mensurable en símbolos matemáticos, pasó a ser visto como una mercancía que podía ser comprada y vendida del mismo modo que cualquier otra.

Los nuevos capitalistas, en particular, devinieron rabiosamente conscientes del tiempo. El tiempo, que en este caso quería decir el trabajo de los obreros, era visto por ellos casi como si constituyera la materia prima principal de la industria. “El tiempo es dinero” se convirtió en uno de los eslóganes cruciales de la ideología capitalista, y oficial cronometrador fue el más representativo de los empleos creados por la administración capitalista.

En las primeras fábricas los patronos llegaron a manipular sus relojes o a hacer sonar las sirenas en momentos distintos a los indicados a fin de defraudar a sus trabajadores esta valiosa y nueva mercancía. Más adelante semejantes prácticas se hicieron menos frecuentes, pero la influencia del reloj impuso una regularidad en las vidas de la mayoría que previamente sólo se había conocido dentro de los monasterios. Las personas pasaron a ser de hecho similares a relojes, actuando con una regularidad repetitiva carente de parecido con la vida rítmica de un ser natural. Pasaron a ser, como reza el dicho victoriano, “puntuales como relojes”. Únicamente en los distritos rurales, donde las vidas naturales de animales y plantas y los elementos aún dominaban la vida podía librarse una parte mayoritaria de la población de sucumbir al mortífero tic-tac de la monotonía.

En un principio esta nueva actitud ante el tiempo, esta nueva regularidad de la vida, fue impuesta por los señores propietarios de relojes sobre los pobres, que se resistían a ella. El esclavo industrial reaccionaba en su tiempo libre viviendo en una caótica irregularidad que caracterizaba las barriadas empapadas en ginebra del industrialismo de principios del siglo XIX. Se huía hacia un mundo sin tiempo de bebida o de inspiración metodista. Pero gradualmente la idea de regularidad se fue extendiendo hasta llegar a las capas más bajas de los obreros. La religión del siglo XIX y la moral desempeñaron un papel nada desdeñable al proclamar que “perder el tiempo” era un pecado. La introducción de relojes y relojes de bolsillo producidos masivamente en los años 1850 extendió la conciencia del tiempo entre aquellos que previamente habían meramente reaccionado al estímulo de unos golpes en la puerta o de la sirena de la fábrica. En la iglesia y en la escuela, en la oficina y en el taller, se consideraba la puntualidad la mayor de las virtudes.

A partir de esta esclava dependencia del tiempo mecánico, que se extendió insidiosamente por todas las clases en el siglo XIX, creció la desmoralizadora regimentación de la vida que caracteriza el trabajo industrial de nuestros días. El hombre que no se adapta a ella se aboca a la censura de la sociedad y la ruina económica. El trabajador que llegue con retraso a la fábrica perderá su trabajo e incluso, en los días en que nos encontramos, puede verse encarcelado[1]. Las comidas presurosas, el periódico apiñarse en trenes y autobuses cada mañana y cada tarde, la tensión de tener que trabajar de acuerdo con horarios, todo ello contribuye a los desórdenes digestivos y nerviosos, a la ruina de la salud y a la brevedad de las vidas.

Tampoco puede decirse que, a largo plazo, la imposición financiera de regularidad conduzca a un mayor grado de eficacia. De hecho, la calidad de los productos es habitualmente muy inferior, debido a que el patrón, al considerar el tiempo una mercancía por la cual ha de pagar, obliga a sus operarios a mantener tal velocidad que necesariamente han de escatimar su trabajo. El criterio principal es preferir la cantidad a la calidad, y del trabajo en sí mismo desaparece todo disfrute. El trabajador no hace sino vigilar el reloj, preocupado únicamente por el momento en que pueda escaparse hacia el magro y monótono ocio de la sociedad industrial, en que se dedica a “matar el tiempo” atracándose de goces tan planificados y mecanizados como el cine, la radio y los periódicos en la medida que su salario y su cansancio se lo permitan. Únicamente si es capaz de aceptar los riesgos de vivir conforme a sus convicciones o su ingenio puede un hombre sin dinero salvarse de vivir como un esclavo del reloj.

El problema del reloj es, en general, similar al de la máquina. El tiempo mecánico es valioso como medio para coordinar las actividades en una sociedad altamente desarrollada, lo mismo que una máquina es valiosa como medio de reducir el trabajo innecesario al mínimo. Tanto el uno como la otra son valiosos por la contribución que realizan al buen curso de la sociedad, y sólo han de utilizarse en la medida en que sirvan a la humanidad para eliminar eficientemente entre todos el esfuerzo monótono y la confusión social. Pero no ha de permitirse que ninguno de los dos dominen la vida de las personas como ocurre hoy día.

Por ahora el movimiento del reloj establece el ritmo de las vidas humanas. El hombre se convierte en un criado del concepto de tiempo que él mismo ha creado, y en cuyo temor se le mantiene, como le sucedió a Frankenstein con su propio monstruo. En una sociedad cuerda y libre, semejante dominación de las funciones humanas por relojes y máquinas sería, como es obvio, impensable. La dominación del hombre por una creación del hombre resulta incluso más ridícula que la dominación del hombre por el hombre. El tiempo mecánico sería relegado a su verdadera función de instrumento para la referencia y coordinación, y la humanidad recobraría una visión equilibrada de la vida, que ya no estaría dominada por la adoración al reloj. Una plena libertad implica la liberación de la tiranía de abstracciones del mismo modo que rechaza las reglas humanas.

Notas

[1] El autor se refiere, evidentemente, a las regulaciones de guerra vigentes en el momento de la publicación de este artículo en War Commentary. Nota del ed.
 
 
Fuente: http://grupogomezrojas.org/2016/01/03/la-tirania-del-reloj-por-george-woodcock/

jueves, marzo 17

Atrocidades bíblicas

De todas las sectas de la historia humana la cristiano-católica es una de las más inhumanas y sanguinarias que puedan hallarse. El amor desmedido que dicen los creyentes que Dios tiene para todos nosotros es desmentido por las orgías de sangre que encontramos en la Biblia y que vienen a ser uno de los principales protagonistas. Pero no se crea que esto lo digo solo a título personal. Dejemos la palabra a la misma Biblia y que ella nos demuestre sus enseñanzas. Enseñanzas que cualquiera puede comprobar en cualquier Biblia. Aun que se que no faltará quien diga que algunas cosas de las aquí plasmadas son “parábolas”, el argumento se vuelve más grande cuando un ser que supuestamente amaba a la humanidad no deseaba salvar a todos, ya que de haber sido ese el propósito se habría dirigido a todos de manera clara y precisa, no confundiendo a las personas para que estas no se “salvaran”

Primero, y para los incrédulos que piensan que Dios es amor, nos dice:

"No creáis que haya venido a poner paz en la tierra; no he venido poner la paz, sino la espada. He venido a traer la discordia al hijo contra el padre, a la hija contra la madre, a la nuera contra la suegra. Quien ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí". (Mateo X, Versículo 34-37)
"Así ha dicho Jehová de los ejércitos... Ve, pues, y hiere a Amalee, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos... Y Saúl... a todo el pueblo mató a filo de espada." (Samuel Capitulo 15 Ver. 2-3 y7-8)

¿Quieres seguir a Dios? Bien, estos son sus requisitos:

"Si alguien viene a mí y no odia a su padre y a su madre y la mujer y los hijos, y los hermanos y la hermana y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Lucas XIV. Versículo 26)
"Quien ame su vida la perderá y quien odie su vida en este mundo la conservará en la vida eterna" (Juan. XII. Versículo 25)

¿Cuál es la justicia según las enseñanzas de la Biblia?

"Pues yo os digo que a cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que no tiene le será quitado" (Lucas XIX Versículo 26)

Si deseas saber si es verdad que Dios es bondadoso, aquí lo puedes averiguar:

"Y reposo Israel en "Sittim" y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab: Las cuales llamaron al pueblo a los sacrificios de sus Dioses: y el pueblo comió e inclinóse a sus Dioses... Y allegóse el pueblo a Baal-Peor; y el furor del Señor se encendió contra Israel.
Y el Señor dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahorcadlos al Señor delante del sol; y el furor del Señor se apartará de Israel (...) Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los suyos que se han allegado a Baal-Peor (...) Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil" (Números 25 Versículo 1)

Ahora bien, si cometes el error de no creer en ese Dios y dices a tus semejantes que ese Dios es el mal, una creencia que debe desaparecer de la tierra como contraria a la justicia y la libertad, te dan esta advertencia:

"Y en cuanto a aquellos de mis enemigos que no quisieren que yo reinase sobre ellos, traédmelos acá y matadlos delante de mí" (Lucas XIX. Versículo 27)
"Cuando te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer de tu seno, o tu amigo, que sea como tu alma, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos a Dioses ajenos, que ni tu ni tus padres conocisteis (...) no consentirás con él, ni le darás oído; ni tu ojo le perdonará, ni tendrás compasión, ni lo encubrirás: Antes has de matarlo; y tu mano será primero sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo.
Y has de apedrearlo con piedras y morirá; por cuanto procuró apartarte del Señor, tu Dios, que te saco de tierra de Egipto, de casa de siervos... (Deuteronomio XIII Versículo VI)

Y no serás solamente tú quien pagué por atreverse a no reconocer a semejante tirano sobre ti:

"Preparad sus hijos para el matadero, por la maldad de sus padres..." (Isaías capítulo 14 Ver.21-22)
"Cualquiera que sea hallado será alanceado; y cualquiera que por ellos sea tomado, caerá a espada. Sus niños serán estrellados delante de ellos; sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres." (Isaías capítulo 13 Ver.15-16)

La esclavitud es aprobada y recomendada:

“Con la aprobación del Señor, un esclavo puede ser golpeado hasta la muerte sin castigo alguno para el perpetrador con tal de que el esclavo no muera muy rápido” (Éxodo. Capítulo 21 Ver.20-21)

Y para rematar, se amenaza a quien no realice estos barbaros actos:

"Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta Ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y terrible, el del Señor tu Dios, entonces el Señor enviará sobre ti y tus descendientes calamidades terribles, heridas graves y persistentes, enfermedades perniciosas y largas.” (Deuteronomio 28 Versículo 58)

Eso sí, aún puedes salvarte y ser su amigo, respetando, claro está, las advertencias antes dichas:

“Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.” (Juan 15:14)
Que digan lo que deseen nuestros creyentes, lo apuntado líneas arriba no es sino una pequeña muestra del terrible odio que contiene la Biblia. No me he propuesto hacer siquiera un texto largo, y encontramos que a cada paso de lectura de la Biblia encontramos la exaltación al asesinato, a la inmundicia humana, a todo lo contrario al amor a la humanidad y la justicia.
Salud, Anarquía y ateísmo.
 
 
Erick Benítez Martínez.

lunes, marzo 14

¿Qué es el anacionalismo?

Del internacionalismo y de un cosmopolitismo radical, a principios del siglo XX surgió el anacionalismo, una reacción del anarquismo frente a la escalada bélica. Hoy pocos recuerdan este movimiento.

Universidad de Barcelona 
 
El término “anacionalismo” fue acuñado a principios del siglo XX por el activista anarquista Eugène Lanti (1879-1947) para designar un nuevo movimiento político que aspiraba a eliminar la nación no sólo como variable de la lucha internacional obrera, sino, aun más, como unidad básica de toda organización sociopolítica. Casi cien años más tarde apenas nadie recuerda aquel proyecto. Ni la Encyclopaedia of Nationalism (2000), coordinada por Athena S. Leoussi, ni la Enciclopedia del nacionalismo (1999), coordinada por Andrés de Blas Guerrero, incluyen la entrada “anacionalismo”.

Tampoco en los principales escritos teóricos sobre el nacionalismo (Ernst Gellner, Anthony D. Smith, Ellie Kedourie, Michael Billig o Eric Hobsbawm), ni siquiera en los estudios que preconizan el posnacionalismo (Jürgen Habermas, Pascale Casanova, Edward Said, Bernat Castany) se menciona una sola vez a Eugène Lanti o al anacionalismo. El objetivo de estas líneas es volver a poner en circulación un concepto que hoy se nos antoja necesario para aclarar y dinamizar algunos de los debates político-identitarios que nos ocupan estos días.

El anacionalismo fue un cosmopolitismo radical que se oponía tanto al nacionalismo burgués como al internacionalismo obrero, que había revelado sus insuficiencias durante la Primera Guerra Mundial. Así, en la primera parte del Manifiesto de los anacionalistas, escrito por Lanti en 1931, se acusa al internacionalismo obrero de reaccionario, puesto que la única lucha ventajosa para el proletariado es la lucha de clases, y no la lucha nacional, que no es más que un engaño de la burguesía para dividir al proletariado, cuando no una simple pérdida de tiempo y de energía.

Por si esto no fuese suficiente, el internacionalismo también será tildado de oportunista, por considerar que los dirigentes obreros internacionalistas se resisten a renunciar al paradigma nacional por miedo a que una organización anacional prescinda de ellos, en tanto que intermediarios entre las diversas facciones nacionales.

El anacionalismo es un movimiento estrechamente ligado a la figura de Eugène Lanti, pseudónimo de Eugène Adam. Nacido en una familia campesina normanda, se muda pronto a París, donde trabaja como obrero y entra en contacto con el movimiento anarquista. Tras su participación en la Primera Guerra Mundial, se vincula al movimiento obrero esperantista, llegando a ser nombrado, en 1919, redactor del boletín Le Travailleur Espérantiste. En 1921, asiste al Congreso esperantista, celebrado en Praga, durante el cual participa en la fundación de la Asociación Anacional Mundial (conocida con las siglas SAT, que responden a su nombre en esperanto, Sennacieca Asocio Tutmonda), erigiéndose en su líder indiscutible hasta 1933. Ese mismo año adoptará el pseudónimo de Eugène Lanti, contracción de su apodo francés “L’anti tout”.

Como era de esperar en aquel ambiente de exaltación nacionalista, durante la década de los años veinte se produjeron fuertes tensiones en el seno del movimiento obrero entre la corriente internacionalista, que no renunciaba al concepto de nación, contentándose con aspirar a una cierta coordinación y coexistencia entre éstas; y el anacionalismo, liderado por Lanti, que aspiraba a su superación mediante la difusión de una lengua universal como el esperanto.

Por su parte, a pesar de haber estado unido, desde sus inicios, al Partido Comunista Francés, Eugène Lanti se distanció progresivamente del comunismo soviético, al que acusará en su Manifiesto de haberse convertido «en un capitalismo de estado, en una inmensa burocracia oligárquica.»

En los años subsiguientes a la fundación de la SAT, en 1921, el término “anacionalismo” no había sido definido ni teorizado adecuadamente. El Manifiesto de los anacionalistas, de 1931, buscará acabar con esta indefinición con el objetivo de dotarlo de una posición clara y sólida frente al internacionalismo obrero, particularmente frente al internacionalismo esperantista soviético, liderado por Ernst Drezen. Los internacionalistas defendían el derecho a la autodeterminación de los pueblos, que entendían que formaba parte de la lucha anticolonialista, mientras que el anacionalismo consideraba que la variable nacional no hacía más que retardar y distorsionar la lucha obrera. Al intensificarse las tensiones entre ambas facciones, Eugène Lanti depuso, en 1933, sus funciones al frente de la SAT, si bien las purgas stalinistas no tardaron en ocuparse de los principales líderes del esperantismo. No tardaría en sumarse a la caza Hitler, quien ya había afirmado, en Mi lucha (1925), que el esperanto es “un idioma universal para facilitar el control del mundo judío”, que existe sólo porque, “mientras los judíos no dominen un país, necesitan inventar idiomas”.

Para comprender el anacionalismo es necesario tener en cuenta el contexto histórico en el que surgió. De un lado, la SAT fue fundada apenas tres años después del final de la Primera Guerra Mundial, que supuso un verdadero descalabro para el internacionalismo obrero; del otro, el Manifiesto de los anacionalistas se escribió en pleno auge de los fascismos europeos, a los que se hará referencia explícita cuando en él se acuse al partido comunista alemán de haber utilizado con fines electoralistas el sentimiento nacionalista, colaborando a que “actualmente, en Alemania, la ola nacionalista amenaza con sumergirlo todo.”
 Pero los orígenes del anacionalismo no deben buscarse sólo en el contexto histórico-político del primer tercio del siglo XX, sino también en corrientes filosóficas e ideológicas anteriores, como, por ejemplo, el cosmopolitismo, el pacifismo, el antipatriotismo anarquista o el homaranismo.

En lo que respecta al cosmopolitismo, el mismo Lanti afirmará, en su Manifiesto, que, tomado en su sentido etimológico, dicho término «tiene aproximadamente el mismo significado que el que nosotros otorgamos a la palabra “anacionalismo”». Sin embargo, la tradición cosmopolita no siempre presenta los mismos acentos políticos que el anacionalismo, que está estrechamente ligado al anarquismo, ni suele cifrar todas sus esperanzas universalistas en una lengua universal artificial como el esperanto.

El anacionalismo también bebe de la tradición pacifista o irenista, cuyo origen se remonta a textos como la Queja de la paz (1517), de Erasmo, y su culminación se halla en la gran literatura antibélica del siglo XX, donde destacan nombres como Romain Rolland, Erich Maria Remarque, Dalton Trumbo, Kurt Vonnegut o Rodolfo Fogwill. En esta línea se encuentra también Victor Hugo, quien llegará a preguntarse, en Los miserables (1862): «¿Acaso hay guerras extranjeras? ¿Acaso toda guerra entre hombres no es lucha entre hermanos?», para acabar sosteniendo que “la monarquía es el extranjero; la opresión es el extranjero; el derecho divino es el extranjero. El despotismo viola la frontera moral, como la invasión viola la frontera geográfica. Expulsar al tirano o expulsar al inglés; en los dos casos es recobrar el territorio.”

Otra raíz esencial del anacionalismo es la tradición antipatriótica anarquista, de la que no se distingue demasiado, a no ser por la confianza del primero en la capacidad del esperanto para unir a las clases obreras de los diferentes territorios. Piénsese en el protoanarquista inglés William Godwin, para el cual “el amor a la patria, estrictamente hablando, es otra de las engañosas ilusiones creadas por los impostores, con el objeto de convertir a la multitud en instrumentos ciegos de sus aviesos designios” (Political Justice, 1793); o en Max Stirner, quien llegará a afirmar que “sería capaz de sacrificar mi patria en aras de la justicia, si me viera obligado a escoger entre la una y la otra” (El Único y su Propiedad, 1844).

Será, quizás, Bakunin quien realice la crítica más sistemática y consciente contra el nacionalismo, en sus Cartas sobre el patriotismo (1869), donde se sostiene que “el Estado es el hermano menor de la Iglesia, y el patriotismo, esa virtud y ese culto del Estado, no es otra cosa que un reflejo del culto divino” (“Carta 3”), cuando no el interés solidario de la clase privilegiada que el Estado necesita para sobrevivir (“Carta 4”).

Por su parte, Emma Goldman, la más importante anarquista del territorio estadounidense, afirmará, en su artículo “Patriotismo, una amenaza para la libertad”, de 1911, que “los hombres y mujeres pensantes de todo el mundo han comenzado a percatarse que el patriotismo es demasiado intolerante y limitado como concepto para hacer frente a las necesidades de nuestro tiempo” y que se está desarrollando entre los obreros de diferentes países “una solidaridad que no teme a las invasiones extranjeras, ya que está llegando el momento en que todos los obreros dirán a sus amos: “Vete y haz tu propia matanza. Nosotros lo hemos hecho ya bastantes veces por ustedes”.”

Errico Malatesta sostendrá, en su libelo de 1914, “Los anarquistas han olvidado sus principios”, que «los trabajadores de todos los países son hermanos y que el enemigo –el “extranjero”- es el explotador, haya nacido en nuestra propia casa o en países lejanos, hable nuestro idioma u otro desconocido»; razón por la cual, continúa, «siempre luchamos contra el nacionalismo en cuanto reminiscencia de un pasado al servicio de los intereses de los opresores; y nos enorgullecemos de ser internacionalistas no sólo de palabra, sino por un profundo sentimiento que nos anima.» Por eso, aunque el inicio de la Primera Guerra Mundial haya demostrado “que los sentimientos nacionales están más enardecidos y que los de la hermandad internacional son menos profundos de lo que creíamos”, es necesario “intensificar nuestra propaganda antipatriótica”.
 Una última influencia importante para el anacionalismo fue el homaranismo, que en esperanto significa “amor hacia los hombres”, una doctrina de tintes pseudo-religiosos, inspirada en parte en las enseñanzas del rabino Hilel el Sabio (s. I a.C.), cuyos pilares son el humanitarismo, el cosmopolitismo y el pacifismo. El argumentario básico del homaranismo se halla en la Declaración del homaranismo (1917), de Ludwig Lejzer Zamenhof, quien treinta años antes había publicado un folleto intitulado Lingvo internacia o Lengua internacional (1887) en el que exponía los principios de una nueva lengua que habría de adoptar el nombre del pseudónimo con el que solía firmar sus escritos: “Doktoro Esperanto”, esto es “Doctor Esperanzado”.



Nota: Puede leerse una traducción completa del Manifiesto de los anacionalistas (1931) en el número 13 del año 2015 de la revista Cartaphilus. Revista de investigación y crítica estética: http://revistas.um.es/cartaphilus
ILUSTRACIONES: MATERIA DISPERSA

viernes, marzo 11

En recuerdo de las víctimas de Vitoria en el 40 aniversario de los sucesos del 3 de marzo

Hoy 3 de marzo, se cumplen 40 años de uno de los más infames actos de terrorismo de Estado que se recuerde, sin embargo la mayoría de medios de comunicación siguen silenciando aquella masacre.

Manuel Fraga, fue máximo responsable del baño de sangre llevado a cabo por sus fuerzas policiales, el 3 de marzo de 1976 en el vitoriano barrio de Zaramaga. Apenas habían transcurrido 4 meses de la muerte del dictador, Fraga estaba a cargo del Ministerio más importante en ese momento para la derecha franquista, el de la Gobernación (que luego pasará a llamarse Interior), herramienta clave para sembrar el terror en las calles de todo el Estado ante cualquier protesta (no muy diferente a lo que vemos hoy en día por cierto).

El Régimen todavía estaba muy vivo, no quería que se le escapara de las manos el orden que había establecido por medio de un sangriento golpe de estado y cuatro décadas de cruel tiranía. Fraga Iribarne lo tenía muy claro, se creía dueño de la situación y sacó a escena su carácter autoritario siempre sediento de sangre de la clase obrera, aquella a la que toda su vida odió.

Lo sucedido aquel 3 de marzo de 1976 difícilmente se podrá borrar de la memoria colectiva, por mucho que lo intenten. Un grupo de trabajadores en huelga decidió llevar a cabo una asamblea en una pequeña iglesia. La policía les obligó a salir, lanzaron gases lacrimógenos en el interior, la gente se asfixiaba, no podía ver, el pánico era indescriptible. Al no tener otro remedio, los obreros fueron saliendo de la iglesia y en cuanto cruzaban el umbral de la puerta las bestias policiales franquistas les esperaban para darles un buen escarmiento.

Mientras salían, les apaleaban desde todos los lados y no contentos con eso comenzaron a ametrallar a la multitud. Los propios agentes se jactaron de lo que acababan de hacer, "hemos hecho una auténtica masacre" se decían orgullosos. El resultado fue dantesco, varios heridos de bala, dos muertos en el lugar de los hechos, cuatro heridos grave de los cuales tres fallecieron, en conclusión cinco asesinados por el terrorismo y la violencia franquista. Los familiares siguen pidiendo justicia 40 años después de la masacre. Nunca se investigó a fondo todo lo ocurrido, no se depuraron en absoluto responsabilidades, las personas que dirigieron toda la operación jamás se han sentado en un banquillo para ser juzgados. Manuel Fraga Iribarne, murió sin ser juzgado, se fue de rositas como todos los colaboradores del franquismo, y lejos de pedir perdón por aquello, llegó a decir que la policía actuó correctamente y que en Vitoria no había pasado nada.

Sin embargo, por mucho que la derecha de este país quiera verter tierra encima de las atrocidades que han cometido a lo largo de la historia, las personas que creemos en la justicia, en la libertad y en la lucha de clases, jamás olvidamos. Los compañeros que cayeron a manos del terror franquista siempre estarán en nuestro recuerdo, y sirva de humilde homenaje estas líneas.

BIENVENIDO PEREA, FRANCISCO AZNAR CLEMENTE, ROMUALDO BARROSO CHAPARRO, PEDRO Mª MARTÍNEZ OCIO y JOSE GARCÍA CASTILLO, estarán siempre en el recuerdo del pueblo vitoriano y de toda la clase trabajadora.


David Armendáriz Núñez

martes, marzo 8

Ondas gravitacionales. En memoria de Mileva Maric

Un grupo de científicos demostraba hace unas semanas la existencia de las ondas gravitacionales y el mundo entero celebraba su descubrimiento. Los responsables de este experimento llamado Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory, abren una nueva era en el conocimiento de la astronomía.

Pero me parece más importante hablar de otra cosa fundamentada en la experiencia de una vida entera coexistiendo con el patriarcado, el más empírico de todos los métodos científicos.

Las portadas de los diarios, boletines, gacetas y rotativos volvían, con este descubrimiento, a ovacionar a Albert Einstein, ese entrañable abuelito de pelo cano que saca la lengua en los pósters que puedes comprarte en el Rastro por 6,99e. Pero el 11 de febrero no solamente fue el día en que el mundo celebraba el descubrimiento de estas ondas, sino también la fecha en la que se reivindica el Día Internacional de la Mujer en la Ciencia y parece que esto se nos olvidó. La historia científica, como buena hermana de cualquier rama histórica, parece olvidar en todo momento la mitad de cada narración.

Mileva Maric se gradúa en el año 1890, obteniendo la máxima calificación en Física y Química. Es aceptada como estudiante excepción en el Colegio Real de Zagreb, puesto que el centro sólo había admitido hombres hasta la fecha. En 1896 sería la quinta mujer que consigue acceder al Instituto Politécnico de Zúrich para continuar sus estudios de física y matemáticas y es allí donde conocerá al que años más tarde sería su marido, Albert Einstein.

Cuando se enfrenta al examen final, Mileva obtiene la nota más baja en dos ocasiones debido a la asignatura de “Teoría de Funciones”, cuyo profesor era Wilhem Fielder -miembro de la Academia de Ciencias Prusiana, institución que no permitió la entrada de mujeres hasta los años 60-. Es curiosa la diferencia entre las altas notas del resto de asignaturas y esta en concreto. En la segunda convocatoria ya está embarazada de tres meses, lo que la impide volver a presentarse para finalizar sus estudios.

Se recluye en la casa de su hermana, en Serbia, para tener al bebe. Einstein no llegaría jamás visitarla ni la acompaña en todo el proceso, pero la presiona para dar en adopción a la niña. Jamás admite a su propia familia que ha sido padre.
Dos años más tarde se casan y en 1904 es madre de nuevo. Ella continúa sus investigaciones sobre la teoría de los números, cálculo diferencial e integral, funciones elípticas, teoría del calor y electrodinámica, aunque siempre subordinadas a su matrimonio. Trabaja junto a su compañero en las las publicaciones “Annusmirabili”, cuatro artículos que suponen cuatro descubrimientos científicos entre los que se encuentra la teoría de la relatividad y la teoría del efecto fotoeléctrico, por la cual le otorgarían el Premio Nobel. En toda la correspondencia que encontramos tanto de Einstein como de Maric, podemos leer que ambos hablan de autoría conjunta y podemos encontrar los inicios de la teoría de la relatividad en la tesis que Mileva escribe y presenta al profesor Weber, en la propia universidad de Zurich. Meses antes de su publicación Maric escribía en una carta a una amiga suya “Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido”.

Durante los años de matrimonio, Albert Einstein da clases, conferencias de física y tiene sexo con guapas amantes, entre ellas su propia prima. Mientras, Mileva Maric se encarga de la casa, gestiona la economía doméstica, atiende a la familia, cría y educa a dos hijos (uno de ellos con necesidades de atenciones y cuidados especiales) y ayuda a Einstein en la preparación de sus clases y conferencias.

Cuando se mudan a Berlín, contra la voluntad de Mileva, el maltrato al que la somete llega al máximo límite de violencia. En un momento dado llega a escribir estas aberrantes imposiciones de convivencia:

Tendrás que encárgate de que mi ropa este siempre ordenada, se me sirvan tres comidas diarias en mi cuarto, mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y de que nadie toque mi escritorio.
Debes renunciar a todo tipo de relaciones personales conmigo, con excepción de aquellas requeridas para el mantenimiento de las apariencias sociales.
No debes pedir que me siente contigo en casa, salga contigo o te lleve de viaje.
Debes comprometerte explícitamente a observar los siguientes puntos: no debes esperar afecto de mi parte y no me reprocharas por ello, debes responder inmediatamente cuando te dirija la palabra, debes abandonar mi dormitorio o mi estudio en el acto. Prometerás no denigrarme cuando así te lo demande yo ante mis hijos, ya sea de palabra o de obra.”

En 1919, Mileva Maric consigue un divorcio en el que se contempla que si Einstein obtiene el Premio Nobel de física, le tendrá que dar la dotación económica en reconocimiento a su trabajo. Este será el único dinero que recibe de él y que destinará de forma íntegra a los cuidados de su último hijo, ingresado en una clínica psiquiátrica en Suiza. A pesar de su trabajo como profesor en la Universidad de Berlín, jamás le pasa una manutención ni para ella ni a sus hijos.

Mientras en 1936 Albert Einstein niega la existencia de las ondas gravitacionales que hasta ese momento habían formado parte de la teoría trazada por ambos, Maric imparte clases particulares de física.

Muere sola en el hospital en 1948, pero hace mantener en su lápida el apellido Einstein como forma de reivindicar que ella es la madre de la Teoría de la Relatividad y la verdadera merecedora del Premio Nobel de Física.
En memoria de la madre de las ondas gravitacionales, Mileva Maric.


Escrito por Azi

Referencias:
Albert Einstein, Cartas a su novia Mileva, Princeton University Press, 1987
Mileva Einstein-Maric. ¿Por qué en la sombra?, Eneida (Biblioteca Ensayo 2), 2006, Esther Rubio Herráez
Mileva Einstein-Maric: La madre «olvidada» de la teoría de la relatividad, Clepsydra, 2006, Mercedes González Moreno
Documental Einstein’s Wife, productora PBS
 
 
Fuente: http://www.todoporhacer.org/ondas-gravitacionales-en-memoria-de-mileva-maric

sábado, marzo 5

8, 9 y 10 de marzo: Juicio de Mónica Caballero y Francisco Solar



Mónica y Francisco serán juzgados los días 8, 9 y 10 de Marzo en la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares. Estos dos compañeros anarquistas fueron detenidos, junto con tres personas más, el 13 de noviembre de 2013 por la policía nacional, en la llamada Operación Columna dirigida por el juez Eloy Velasco. A las otras tres personas se les ha archivado el caso, pero ellos dos llevan ya dos años y cuatro meses en prisión preventiva. Les acusaron de pertenecer al Comando Insurreccional Mateo Morral, que reivindicó el ataque a la Basílica del Pilar el 2 de Octubre de 2013, grupo al cual la policía asocia desde un primer momento con los Grupos Anarquistas Coordinados. Este caso fue el primero de la serie de golpes represivos preparados por el estado durante estos dos últimos años contra anarquistas y antiautoritarixs, la primera vez que la literatura policial relacionará a estos grupos con la FAI-FRI. Esta acusación se repetirá en las siguientes operaciones antiterroristas al anarquismo, Pandora, Piñata, Ice... operaciones que nos han dejado 48 detenciones con acusaciones de pertenencia a organización terrorista, de las cuales 45 personas están a espera de juicio, sin contar las detenciones anteriores a este caso, como las de los cinco de Barcelona en 2013, “caso facebook” o las últimas en Madrid el mes de febrero de este año, durante la representación de una obra de títeres, por apología de terrorismo.

En este proceso legal se ha podido ver la colaboración entre los estados chileno y español en materia antiterrorista, el papel de la prensa en este tipo de casos represivos, filtrando información, haciendo paralelismos con grupos armados, creando ese linchamiento mediático. También es reseñable la cantidad de irregularidades y de trabas que se han puesto a lo largo de estos dos años, los traslados de prisiones, la dispersión, retención de cartas, la aceptación de pruebas por parte de la acusación fuera de plazo, etc.

La petición fiscal es de 44 años de prisión a cada uno de nuestros compañeros, por las acusaciones de pertenencia a organización terrorista, estragos, lesiones y conspiración. Cuando salió la petición fiscal, hace unos meses, aparecieron dos acusaciones particulares, una de una testigo que sostiene que tuvo un traumatismo leve en el oído y la otra del Cabildo de Zaragoza.

En los últimos años, hemos presenciado un ciclo de luchas más o menos combativas, el fin de grupos armados con el consecuente señalamiento a otros enemigos internos, el intento por institucionalizar todos los movimientos sociales, etc. El estado usará todas sus armas para defenderse atacando aquello que no pueda asimilar, en este caso, las ideas y prácticas anarquistas. No caeremos en sus dinámicas ni lenguaje, superando el binomio inocente-culpable. Encajaremos los golpes y seguiremos en la lucha, no dejaremos a ningún compañero solo en las garras del estado. Contra toda autoridad.

¡Fuerza y libertad para Mónica y Francisco y todos los luchadores presos y perseguidos!

Hasta que la última jaula quede vacía...

Muerte al estado y viva la anarquía



"¿Se nos persigue? Y bien: es lógico que se nos persiga, porque nosotros somos una amenaza constante contra el sistema que ellos representan. Para que no se nos persiga debemos ajustarnos a nuestras leyes, amoldarnos a ellas, integrarnos a su sistema, burocratizarnos hasta los tuétanos y ser unos perfectos traidores...Pero, ¿es que queremos ser así? No. entonces, nuestra práctica cotidiana debe nutrirse de nuestra imaginación creadora, nuestra fuerza reside en nuestra capacidad de resistencia. Nos podrán quebrar, pero no podemos jamás doblarnos ante nadie".

Buenaventura Durruti




Ni inocentes ni culpables: simplemente anarquistas.


Cualquier forma de Estado se ve en la necesidad de crear conceptos y categorías propias con fines represivos. De esta manera, se genera una división dentro de la visión jurídica y social de aquellas personas que merecen el castigo, la cárcel, la persecución (culpable) y de quien no (inocente). Lo que busca el Estado es la interiorización de estos dos términos a la hora de que veamos a las personas que son cuestionadas por un determinado hecho por el sistema judicial, asumiendo como nuestro una visión dualista que obedece a los intereses de la dominación.  


Por lo tanto, como anarquistas, no reconocemos las categorías propias del Estado y su justicia. Nos negamos a reproducir su discurso, incluso para pedir una supuesta “inocencia”, por ser parte también de esta categorización anteriormente explicada. Asumimos que hemos tomado parte de un conflicto. Conflicto que deja tras de sí represión, fruto de las necesidades del Estado de proteger el actual orden vigente. Por lo tanto, cuando se persigue a algún compañero o compañera anarquista, el apoyo mutuo, la solidaridad y la continuación de la lucha deben primar por encima de categorías ajenas como “inocente” o “culpable” y la vara de medir de la justicia burguesa.

miércoles, marzo 2

La prisión electrónica. Sin muros, sin barrotes pero la misma dominación


¡El mundo es una inmensa cárcel! Sin contar los campos de “refugiados” cerrados donde no se puede salir, o los centros de “reeducación” de niños, jóvenes o adultos, sin contar los presos extrajudiciales, sin contar esclavos ni las víctimas de organizaciones de proxenetismo… sin contar los CIE ‘s… en el mundo hay más de 11 millones de personas encarceladas, si fuera posible contabilizar la totalidad, ¿cuántos serían?

El país ganador en esta fúnebre liga son los EEUU que, con 2.239.7851 sobresale muy por delante de sus “competidores”, seguidos para China con 1.640.000 (pero si sumamos 650.000 detenidos administrativos, sería la primera con un total 2.290. 000), los seguirían la Federación Rusa con 681.600, Brasil con 548.000 e India con 385.135. Europa, sumando todos los países nos da una nada despreciable cifra de casi 500.000 personas encarceladas.

Si nos fijamos en la tasa de presos por cada 100.000 habitantes también, ganan los EEUU, con 716, mientras que China baja hasta 121, Rusia sube a 475, Brasil tiene 274 y la última es la India que sólo tiene 30 prisioneros por cada 100.000 habitantes. Curiosamente, en tasa de encarcelamiento, quienes siguen a EEUU son, en muchos casos, pequeños estados insulares, muchos de ellos con fuertes vínculos coloniales, como St. Kitts, con 714, Seychelles, con 709, Barbados, con 521, Cuba, con 501, las Islas Vírgenes, tanto las de USA, con 539, como de UK , con 460, Guam (EE.UU.), 432… ¡Estados pequeños, pero con mucha mala leche!
En el  año 2013, en España había 68.220 prisioneros (el número ha seguido creciendo) y la tasa por cada 100.000 habitantes era de 147. El Estado Español está por encima de la media europea, lo superan los estados del este, especialmente los Bálticos. 

Parece ser que el sistema de Estados y de corporaciones (corporaciones que también pueden ser estatales y/o de las burocracias) necesita esta gran masa de cautivos para su correcto y eficaz funcionamiento, parece que el sufrimiento carcelario lubrica los engranajes de la máquina de la desdicha. La idea “decimonónica” de la redención y la reeducación no ha servido más que para hacer más llevadero un hecho monstruoso, todo ello hace más eficaz el sistema y mayor el sufrimiento.

Como en cualquier cosa que funcione en este mundo, todo está contabilizado y uno de los dolores de cabeza de alcaides, carceleros supremos y otros contables son los costes, los gastos de mantener a tanta gente sufriendo, atada y degradada. Estos costes están en la base del trabajo forzado, los presos encadenados picando piedra… y los modernos y benevolentes sistemas como el CIRE de la Generalitat de Cataluña.

LA VIGILANCIA ELECTRÓNICA O COMO AUMENTAR EL CONTROL Y REBAJAR COSTES

Hacia 1960, un grupo de jóvenes estudiantes de la Universidad de Harvard, para su trabajo final de carrera, tuvieron una idea luminosa, elaborar un artefacto portátil (pesaba 1 kg. aproximadamente) que permitiera controlar a distancia a las personas (presos o “enfermos mentales “).

La idea era buena (o rentable), pero hubo que esperar a que madurara tecnológicamente y a que se implantara en la mente de los jueces, para poder ser una realidad. En 1983 un juez de Nuevo México dictó la primera sentencia donde se prescribía el control electrónico de un criminal. A partir de aquí la metodología se implantó rápidamente en EEUU y de allí en el Reino Unido y enseguida en otros países europeos, americanos y asiáticos. Hasta llegar, ahora, a abarcar seguramente hasta un millón de personas.

En sus 30 años de evolución, los sistemas de monitoreo electrónico de personas presas ha evolucionado muchísimo y de sencillos aparatos a radiofrecuencia se ha pasado a sofisticados brazaletes con GPS y sensores cada vez más pequeños.

MIL Y UNA EXCUSAS PARA LA VIGILANCIA ELECTRÓNICA

Cuando se quiere defender la vigilancia electrónica se suelen emplear dos argumentos:

1.- El hipócrita, que parte de la imposibilidad de un mundo sin cárceles y sin el sistema que las hace posibles, que busca un “encarcelamiento benevolente” para determinados delitos. Que afirma que no quiere desarraigar al condenado (como si ir con una pulsera electrónica arraigara a algo), que quiere facilitar la integración (que el condenado trabaje y se vaya a dormir pronto…) y que el panóptico se extienda a toda la vida cotidiana.

2.- El económico, según el cual las inversiones para la adquisición de un aparato de vigilancia electrónica son mucho más bajas, del orden de cientos de veces, que las de construcción de un módulo carcelario, los costes de mantenimiento y de personal para verificar son unas 10 veces más bajos que los de mantener a la misma persona en una prisión convencional. De hecho en México se plantea hacer pagar al prisionero el costo del brazalete, para poder vivir fuera de la cárcel … ¡¡Todavía será negocio!!

La monitorización o vigilancia electrónica es un “servicio” fácilmente privatizable, fácil de externalizar, es muy factible contratar con una empresa que se haga cargo de suministrar los brazaletes de muñeca o de tobillo, de las entrevistas a los condenados, de hacer el mantenimiento y realizar el control informático… resolver las incidencias reales sería labor de los funcionarios de prisiones… o de los trabajadores de alguna empresa de seguridad. La tendencia hacia la prisión neoliberal iniciada en EEUU (prisión negocio) tiene un campo abonado en la “cárcel electrónica”.

Para hacer menos repulsiva esta invasión, los sistemas de vigilancia electrónicos se han aplicado a delitos especialmente repugnantes: la violación, la pederastia y la violencia contra niños, niñas y mujeres en el ámbito doméstico. Pero donde ha sido especialmente desarrollado se ha extendido solapadamente al vandalismo juvenil, el uso de alcohol y otras drogas, a delitos contra la seguridad del tráfico… y finalmente a todo tipo de condenas que puedan ser cumplidas en el domicilio. De hecho, recientemente el inefable Sarcozy ha propuesto poner el brazalete electrónico a todos los “radicales”, desde los islámicos a los activistas contra en cambio climático.

Para endulzar más aún la tecnología, se habla de otros usos no penales… pero también de control, control de personas ancianas o con Alzheimer, control de niños y menores, control de “enfermos mentales”… quien alguna vez haya perdido un familiar con Alzheimer u otra cosa parecida sabrá cómo la angustia de la pérdida podría hacer aceptar cosas que en un momento “normal” no aceptaríamos.

En la misma línea, pero más pegajoso, esta navidad, Movistar presenta como gran novedad (ya se veía en EEUU) el SmartWatch FILIP, dirigido a un público de 3 a 8 años. Se trata de un reloj/teléfono “inteligente” que además de tener restringidas las llamadas (5 números programados por los padres o tutores), permite detectar siempre la posición del niño o de la niña (suponiendo que lo lleve puesto o que no saque la pila) y se pueden programar “zonas seguras” o “zonas prohibidas”, el reloj avisa al móvil de los controladores cuando salga o entre en ellas. Una pulsera como la que llevan los presos, pero de colores llamativos, supuestamente del gusto infantil.

EL FUNCIONAMIENTO DE LOS SISTEMAS DE VIGILANCIA ELECTRÓNICA DE PERSONAS

Han evolucionado lo suficiente y, si no fuera por los costes, ahora todos tendrían con GPS. Dejando de lado los detalles de las tecnologías, estos aparatos se pueden clasificar según el funcionamiento en tres grandes grupos:

1.- Aparatos de “toque de queda”, que no permiten salir de una zona determinada (vivienda y a veces zonas muy cercanas), pueden ser de todo el día (arresto domiciliario9 o sólo por unas horas, generalmente por la noche (prisión atenuada), puede también restringir los movimientos en determinados días de la semana (generalmente, el fin de semana).

2.- Aparatos de restricción de una zona o zonas, que son los que se aplican en violencia doméstica, pero tienen más usos: alejar a las personas de bares donde hayan tenido incidentes, alejarlas de zonas de juego…

3.- Aparatos con GPS, que almacenan rutas, con los cuales se puede seguir el itinerario de una persona en tiempo real o, posteriormente, se puede ver si ha ido de casa al trabajo, si ha pasado por zonas restringidas… Serían los más sofisticados y pueden combinarse con los otrs dos tipos.

LA VIGILANCIA ELECTRÓNICA EN LA ACTUALIDAD

El alcance de la vigilancia electrónica no se conoce de cierto y las estadísticas son bastante variables, a menudo el período vigilado es corto (de menos de 6 meses) y en las estadísticas, muchas veces, se contabilizan el número de presos controlados a finales de año o a principios y no se muestran los valores acumulados.

Muchos países tienen varios códigos y sistemas judiciales y sólo se utilizan los sistemas electrónicos en algunas zonas o estados. En otros no se considera una sanción penal sino un control administrativo. En algunos países se utilizan masivamente para los menores y éstos muchas veces quedan fuera de la estadística. También quedan fuera los vigilados cuando están catalogados como enfermos mentales o dementes.

Un caso aparte es el de los controles de proximidad a las víctimas, donde son ellas quienes reciben la alarma, convirtiéndose así en prisioneras sin condena judicial, encerradas dentro de los límites impuestos a un tercero por los instrumentos electrónicos.

Los dos países con un mayor número de vigilados globales y con una tasa mayor son los EEUU e Inglaterra y Gales, el primero con 300.000 vigilados y una tasa por cada 100.000 habitantes de 97, y el segundo con 122.000 y una tasa de 227. En el resto del mundo, se suelen colocar en un rango que va entre los 60 y unos pocos o ninguno. Por ejemplo Holanda tiene una tasa de 60 por cada 100.000 habitantes, Polonia de 20, Francia 17, España 7 e Italia 3… Para el conjunto de Europa no se conoce una cifra fiable, pero debe estar alrededor de los 200.000.

LA VIGILANCIA ELECTRÓNICA EN CATALUÑA

En Cataluña, el número de personas en videovigilancia también es difícil de concretar, dada la superposición con el sistema penitenciario gestionado por el gobierno central. Según las estadísticas de la Generalitat, son un centenar (no hemos podido saber si son datos anuales acumulados), otras fuentes los sitúan alrededor de 300, pero no hay tanta diferencia, en principio, Cataluña se situaría en la parte baja del abanico.

Dejando aparte el tema estadístico, la Dirección General de Servicios Penitenciarios de la Generalitat de Cataluña queda claramente retratada en sus contratos de vigilancia electrónica.

Entre 2004 y 2015 la Generalidad ha hecho contrataciones de monitorización por valor de 1.402.806 de euros, sin IVA (1697395 € con IVA), la última adjudicación ha sido en agosto de 2015 y durará hasta el 2018.

Los adjudicatarios han sido, en todos los casos menos uno, la empresa “3M Electronic Monitoring LTD” con sede en Tel Aviv (Israel), fundada en 1994, que en 2011 ganó el concurso con el nombre de de “ELMO Tech LTD” y poco después de ganar el concurso cambió el nombre a “3M Electronic Monnitoring” está especializada en tecnología carcelaria.

Tan sólo el concurso de 2013 fue ganado por otra empresa, aunque parece que la tecnología era la misma de 3M. Fue la “Compañía Integral de Seguridad” (CIS) una compañía española que se dedica a servicios generales de seguridad más clásicos. El contrato conseguido con CIS fue de sólo 119.825 € (144.988 con IVA), el más pequeño de todos, el resto (1.552.407 € ) fue a parar a 3M o a su antecesora.

El concurso concreta tres servicios básicos, el de “toque de queda domiciliario” por radiofrecuencia y radiobaliza en el domicilio, el de seguimiento continuo con GPS y el de control del consumo de alcohol. En total, se pedía un mínimo de seguimiento simultáneo de 150 “internos”.
 
Cabe decir que el nuevo Código Penal se preocupa mucho de la seguridad de los medios de vigilancia electrónica, se ha añadido un párrafo al artículo 468: “3. Los que inutilicen o perturben el Funcionamiento normal de los dispositivos técnicos que hubieran sido dispuestos para controlar el cumplimiento de penas, medidas de seguridad o medidas cautelares, no los lleven consigo u omitan las medidas exigibles para mantener sucorrecto estado de funcionamiento, serán castigados con una pena de multa de seis a doce meses”.

EL FUTURO DE LA VIGILANCIA ELECTRÓNICA

La tendencia, a pesar de los impedimentos legales que protegen la privacidad (al menos nominalmente), es dotar a las pulseras electrónicas de varios sensores. De hecho actualmente ya las hay que miden el contenido de alcohol en sangre a través del etanol exudado por la piel; en EEUU, hay 50.000 en funcionamiento.

También se está trabajando para detectar otras drogas ilegales. La temperatura, el ritmo cardíaco, la tensión arterial y el contenido de oxígeno en la sangre ya están disponibles, aunque sólo se han implantado experimentalmente en “enfermos mentales”. Bajo la excusa de la salud, ictus, crisis respiratorias… del sujeto, se pretende prevenir episodios de violencia, sexuales… Un paso más sería dotar al aparato de vigilancia de la posibilidad de actuar en caso de que el programa lo considerara necesario: una alarma acústica, una “leve” descarga eléctrica… o la inyección de calmantes… En este aspecto, la vigilancia electrónica de personas converge con la moda de los “wearables”, que podemos ver puestos en los deportistas de calle, con el agravante de que en el caso de los fanáticos del ejercicio físico su uso es voluntario. La vigilancia electrónica se extenderá cada vez más, ya que permite castigar eficazmente a un coste más bajo y, además, tiene un efecto estigmatizador que disuade a los “buenos ciudadanos”: todos conoceremos a alguien que lleve un brazalete de control, alguien que tenga una condena corta por temas fiscales, alguien que haya conducido un vehículo pasado de copas, alguien que haya tenido una o varias peleas, los holigans futboleros extremos, maltratadores… algún radical, islámico o de los otros… no parece un buen futuro y de alguna manera habrá que diferenciar entre los portadores involuntarios y los siervos voluntarios (quienes llevan wearables por temas de salud y “comodidad”). Para crear sistemas más fuertes, se empieza a combinar la vigilancia electrónica con biometría; por ejemplo, leer la huella dactilar en un lector en la pulsera en momentos determinados, utilizar el reconocimiento facial en el uso de alcoholímetros a distancia… el límite es la imaginación de los tecno-carceleros.

UNA PRISIÓN GLOBAL Y UBICUA

El objetivo de todo esto se encarcelarnos a todos, a los condenados en juicio, a los sospechosos, a los incapacitados, a los dementes, a los menores… a los infractores de todo tipo, un panóptico electrónico global más económico y más eficiente que el actual, un sistema penitenciario del siglo XXI, no como el actual heredero del siglo XIX.


Fuente: Contramadriz, traducido del catalán de negre y verd