Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

martes, octubre 29

Pensando en una sociedad sin policía


Cuando nos planteamos un análisis global y crítico del modelo represivo en el sistema sociopolítico en el que vivimos, el papel de las estructuras policiales se vuelve indispensable, puesto que conforma una de las bases de la estructura punitiva en la que se asienta ese modelo junto con la prisión, el sistema judicial y el sistema educativo. No hay que olvidar que la finalidad última del modelo represivo es moldear la conducta de la población en general para evitar el desarrollo de determinados comportamientos, los considerados negativos por las clases sociales y políticas beneficiadas por el actual modelo productivo capitalista, al tiempo que se premian y potencian aquellas otras actitudes, individuales y colectivas, que refuerzan el statu quo imperante. El Estado, como instrumento de dominación social al servicio del sistema neoliberal actual, es el coordinador ejecutivo del modelo represivo, y lo pone al servicio tanto de sí mismo como de las clases sociales que lo han construido como estructura histórica y se ven beneficiadas de su funcionamiento.

La complejidad del modelo represivo a veces nos hace olvidar la amplitud del mismo, puesto que el ejercicio de la hegemonía social y cultural en la que se basa, a veces nos impide ver al sistema educativo, los servicios sociales e incluso los sanitarios, como piezas insertas en esa gran estructura de control y dominación construida en torno al Estado, en parte porque algunas no son tan represivas como otras, o al menos no tan violentas, entre otras razones porque esta diversidad es necesaria para el mantenimiento del propio modelo, o porque parte de las mismas élites sociales cuestionan algunos de esos instrumentos (como hace el neoliberalismo con la asistencia social) y abogan por una supuesta «reducción» del Estado. En realidad, ese debate es falso, puesto que no se plantea la eliminación de esos instrumentos, sino su privatización, como puede pasar con la cárcel en EE.UU. Sin embargo, y aunque también se abogue por privatizaciones parciales a base de externalizaciones de servicios, en el ámbito de la seguridad hay dos aspectos en los que se sigue manteniendo un consenso del sistema en cuanto a la necesidad de la existencia de un ejército y una policía públicas, en el sentido de «estatalizadas» (en algunos estados, como el español, este consenso también se amplía al modelo penitenciario). En las líneas que siguen planteamos realizar una reflexión crítica sobre lo relativo al modelo policial del Estado español, desde una visión abolicionista del mismo, con la intención de aportar al debate sobre la construcción de una sociedad sin policía, puesto que esa sería la única en la que la libertad, la justicia y la solidaridad sociales se vieran realmente garantizadas.

Un poco de historia policial

Un repaso a la historia moderna de la policía nos lleva al siglo XVIII francés, cuando en paralelo al desarrollo de los primeros ejércitos nacionales permanentes (es decir, al desarrollo del concepto de estado-nación) aparecen los primeros intentos de establecer cuerpos públicos de vigilancia y seguridad también permanentes, enfocados no a la defensa de las fronteras exteriores sino de las fronteras interiores, es decir, al control de la población. Sin embargo, aunque el concepto de policía moderna aparece en este contexto ilustrado, su plasmación práctica acompaña al surgimiento de la sociedad capitalista y el sistema fabril, por lo que no es casualidad que las primeras policías «efectivas» surjan en la Inglaterra de mediados del siglo XVIII y principios del siglo XIX, con el objetivo de disciplinar a las clases marginales del antiguo régimen y convertirlas en mano de obra barata para ser utilizada en la nueva economía capitalista. Esto hace de la policía metropolitana de Londres la primera en patrullar las calles de forma regular en búsqueda de mendigos, prostitutas, vendedores callejeros, pequeños delincuentes, etc. De hecho, los Bow Street Runners (los corredores de Bow Street), más conocidos como «Bobbies», aparecieron en 1749, cuando 8 conocidos cazarrecompensas comenzaron a patrullar la capital inglesa, aunque la generalización de las patrullas, afectando también al gran Londres, no se dio hasta 1805 con la Bow Street Horse Patrole (patrulla de policía montada), que fueron estructuradas definitivamente en 1829 con la creación de la sede central del cuerpo en Scotland Yard. El modelo de policía londinense se generalizó a toda Inglaterra durante la década de 1830 coincidiendo con la represión de los movimientos cartistas y luddistas de resistencia a la industrialización. No obstante, el modelo policial inglés, al igual que su sistema judicial y político basados en la Common Law (con la ausencia de Constitución escrita y la base en usos y costumbres como característica principal) no son los generalizados en el Estado español, que en esta, como en otras cuestiones, se basa más en el derecho napoleónico y la tradición jurídica alemana, lo que implica, entre otras cuestiones, la existencia de un sistema jurídico penal más cerrado y normativizado, basado en el despliegue de unas policías más militarizadas.

De hecho, como ocurre con la propia industrialización, el desarrollo del modelo policial en el Estado español del siglo XIX tiene unas peculiaridades propias no exentas de fracasos y retrocesos. El modelo de seguridad del Antiguo Régimen, heredero de la Santa Hermandad instituida por los Reyes Católicos en 1476 (y de actuación sólo en la Corona de Castilla), se complementaba con otras estructuras locales y/o forales como los Migueletes, los Miñones, los Somatenes, las Esquadres en Catalunya o los Guardias del Reino de Aragón, milicias armadas, no permanentes y de carácter básicamente rural. Algunas ciudades como Madrid o Valladolid contaron con milicias urbanas dependientes de sus consejos municipales, aunque también había milicias privadas pagadas por gremios o comerciantes para defender sus intereses particulares. El primer intento de centralizar estas estructuras se dio en 1824, durante la represión que Fernando VII desató tras el trienio liberal y la vuelta al absolutismo con la creación de la Policía General de Vigilancia y Seguridad Pública del Reino, que actuó como policía política pero no como una estructura que actuara sobre la población en general. Los intentos liberales de configurar una fuerza policial urbana en la década de 1830 no acabaron de cuajar, por lo que se puede considerar que la primera policía con un despliegue real y eficaz en todo el Estado fue la Guardia Civil, creada en 1844 para afrontar el problema del bandolerismo social generalizado en el mundo rural de mediados del siglo XIX. De hecho, las ciudades del Estado español no verán el despliegue de un cuerpo policial efectivo hasta finales del siglo XIX, con la aprobación de la Ley de Orden Público de 1870. Este origen dual rural/urbano del modelo policial español fue reforzado por la restauración Borbónica y, muy especialmente, por la dictadura de Franco, quien amplió la militarización de la Guardia Civil y certificó su despliegue en el mundo rural, al tiempo que disolvía las policías republicanas (tanto los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad y la Guardia Nacional Republicana, como la Ertzaña y los Mozos de Escuadra) creando la Policía Armada.

Esta dualidad policial se mantiene hasta hoy, puesto que el actual Cuerpo Nacional de Policía es heredero de la Policía Armada franquista, mientras que la actual Guardia Civil es heredera de la Guardia Civil de siempre… De hecho, la dualidad policial española nos habla de varias características del sistema represivo español: por un lado, se potencia la competencia entre distintas policías, puesto que se hace un reparto geográfico (lo urbano para el CNP y lo rural para la GC) y a veces también funcional (fronteras para la GC e inmigración para el CNP), con el que se pretende generar un solapamiento represivo que aumente el control de la población. Al mismo tiempo, en otros aspectos como el de la “lucha antiterrorista” se le dan las mismas competencias a ambas policías (tanto en su vertiente legal como en su vertiente ilegal) para que compitan, e incluso se introduce en el reparto a algunas policías autonómicas nacidas en base al desarrollo de la Constitución de 1978 (como ocurre con la moderna Ertzaintza y los nuevos Mossos d’Esquadra). Esta dualidad cuenta con una peculiaridad añadida y que nace del hecho de que la GC es una policía «militarizada» en su estructura y cadena de mando, lo que constituye una anomalía en el contexto policial de la Europa occidental, si bien es una anomalía que se comprende perfectamente desde el conocimiento de la historia de la «benemérita» (adjetivo que, según la RAE, se aplica a quien merece premio, agradecimiento o estimación por sus servicios).

Pero las peculiaridades del modelo policial español no eluden su inserción en un modelo represivo capitalista y cada vez más neoliberal. Así, por ejemplo, todas las policías integrales (CNP, GC, Ertzaintza y Mossos d’Esquadra) tienen cuerpos antidisturbios que nos recuerdan una de las principales características de las policías modernas desde su surgimiento en la Inglaterra de principios del siglo XIX: el control social de las masas. De hecho, las reconversiones industriales del Estado español en la década de 1980 se basaron ante todo en la intervención tanto del CNP como de la GC frente a una resistencia obrera organizada que no fue fácil de vencer y cuyo final certificó el fracaso definitivo del intento de ruptura con el modelo sociopolítico del franquismo, perpetuado en la Segunda Restauración Borbónica en la que vivimos. Esta explicación, aunque sea breve, de la historia del actual modelo policial nos ayuda a comprender las peculiaridades del mismo, entendiendo que éste es un modelo que siempre está en una permanente adaptación de sus objetivos, métodos y estructuras. Una de sus adaptaciones más importantes en los últimos tiempos ha sido la de buscar, cada vez más, una legitimación social en bases a determinados mitos, como el de la policía que «defiende» la seguridad de la ciudadanía.

El mito de la policía como defensora de la seguridad pública

En teoría, el Estado y las estructuras sociales y culturales que construye para ejercer la hegemonía, nos quieren presentar a la policía como defensora de la «seguridad pública», entendiendo como imprescindible su despliegue y planteando la dicotomía libertad/seguridad como una tensión entre polos opuestos e irreconciliables. Es evidente que para la seguridad de un Banco es imprescindible la existencia de una estructura que asegure la realización de un desahucio a costa de la libertad de las personas desahuciadas o de aquellas solidarias que intenten evitarlo, pero… ¿quién garantiza aquí la seguridad de las personas expulsadas de su vivienda? Es decir… ¿defender los intereses de un banco por encima de los de las personas que se ven abocadas a perder su vivienda puede considerarse una «defensa» de la seguridad pública?

En mi opinión, entre la libertad y la seguridad no hay contradicción sino colaboración, sin una libertad real (que conlleva siempre una responsabilidad individual y colectiva por parte de quienes la ejercen) no puede haber seguridad ¿acaso fueron Realmente seguras las dictaduras militares que, basándose en el principio de «seguridad nacional» fueron responsables del genocidio de sus propias poblaciones? Las cunetas de nuestro estado nos dicen que no. ¿Acaso las policías, los tribunales y las cárceles están reduciendo el número de violaciones o mujeres asesinadas por el terrorismo patriarcal? Mucho me temo que tampoco. Sin embargo, el actual modelo no deja a una mujer agredida otra opción que la denuncia ante la policía, una denuncia durante cuya presentación, en muchas ocasiones, puede verse revictimizada, cuando no cuestionada, re-agredida o humillada… Estos ejemplos bastarían por si solos para justificar la necesidad de un cambio de modelo que nos lleve a parámetros de autodefensa feminista, combinadas con respuestas comunitarias y colectivas frente al agresor machista tanto individual como sistémico (el heteropatriarcado), partiendo del principio de que la policía es otro de los elementos que alimenta ese sistema agresor y, por lo tanto, que erosiona la seguridad real que sólo provendrá de un modelo basado en la justicia social y económica.

Pero es evidente que este mito funciona cada vez más. En las últimas dos o tres décadas hemos asistido a un importante ejercicio de legitimización de la policía como instrumento «al servicio» de la ciudadanía. Baste recordar a este respecto durante la Dictadura Franquista y los primeros años del Postfranquismo (al menos hasta la década de los 90 del siglo XX), la imagen de la policía entre las clases obreras y populares era la de un instrumento de opresión al servicio del Estado y el empresariado. Fueron los años del desmantelamiento de la lucha obrera y las reconversiones industriales, los años de la cultura kinki y el orgullo yonki, en los que las cosmovisiones punk y heavy planteaban una alternativa al modelo social propuesto por las elites. Dentro de este modelo la policía se entendía como «enemiga», por lo que no se colaboraba con ella, se la rehuía, se protegía al delincuente o, cuando menos, no se le denunciaba por entenderle más próximo socialmente al propio grupo que la policía. Pero esta realidad se fue transformando: las sucesivas lavadas de cara (incluidos los cambios de uniformes, como el del CNP, que paso del «marrón» madero al azul europeizado), las crisis económicas en las que la «profesión policial» se convirtió cada vez más en una salida económica para muchas personas de las clases subordinadas (algo socialmente rechazado en los 80 y que cada vez fue más normalizado al ir terminando el siglo XX), unidas a cuestiones más globales como la caída del Muro de Berlín y la generalización del modelo neoliberal, fueron construyendo la sociedad actual, en la que el mito de la «policía de proximidad», garante de la seguridad pública, se fue reforzando cada vez más.

Sin embargo, este mito se basa en una falsedad total, en una «fake reality» (falsa realidad) con la que se quiere justificar la mentira de la necesidad de la policía… Y esta falsedad es fácil de comprobar: con independencia de lo dicho anteriormente respecto a la violencia machista o el falso dilema seguridad/libertad, bastaría con que existiera un único caso de violencia o corrupción policial no depurados para que no sólo el mito de la seguridad policial, sino todo el concepto de Estado democrático de derecho se convirtiera en una farsa y para que toda la propaganda al respecto dejase de funcionar y ser creida… En la España de los GAL, los Villarejo y los miles de personas maltratadas y/o torturadas por la policía en los años de supuesta democracia, bastaría con la presentación de este argumento para que se desmontara el mito de la policía como seguridad pública.

Sin embargo, esto no ha sido así, y la propia población demanda más seguridad y más policía una y otra vez, al asimilar los mitos generados desde las clases dominantes y expandidos desde su control social y su hegemonía cultural. De hecho, el propio Estado es a veces víctima de sus propios mitos y espejismos, al no ser capaz de garantizar que sus cloacas no funcionen a veces en contra de sus propios intereses (siempre priman los intereses de las élites económicas, en detrimento de otras élites que pueda haber en la competición por el poder y los recursos). Pero, aun así, el Estado no actúa contra estas mafias policiales porque en realidad los intereses socioeconómicos reales, muchas veces ocultos, son la base del sistema y el conflicto interno de las propias élites utiliza los recursos policiales incluso por encima de la Ley o de los Gobiernos de turno… Dentro de la especialización que los aparatos represivos del estado han adquirido en el actual modelo de sociedad, se asume que esto les dota de una autonomía real dentro del propio sistema que se tolera porque intentar limitar a la policía en esas funciones iría en detrimento del propio funcionamiento del modelo que, no lo olvidemos, está diseñado para mantener el poder y los recursos socioeconómicos en unas pocas manos, dejando a la mayoría de la población (incluidos los propios agentes policiales) con las migajas del pastel.

Pensando en un mundo sin policia

A world without police (AWWP) es un colectivo estadounidense que busca conectar las distintas luchas antirrepresivas con el objetivo de soñar un mundo sin policía, algo que pasa por la consecución de una auténtica revolución social. En sus documentos de trabajo (de lectura obligatoria para toda persona interesada en estas cuestiones)1, plantean una estrategia en tres frentes para conseguir el objetivo de alcanzar una sociedad sin policía: desempoderar, desarmar y disolver. No voy a desarrollar las propuestas de cada apartado porque sería imposible hacerlo mejor que las compañeras que han redactado el documento, pero sí destacar las ideas fuerza del mismo, porque entiendo imprescindible el cambio de perspectiva, en especial en lo referido a desempoderar a la policía para empoderarnos a nosotras mismas…

El estado paternalista neoliberal quiere ser nuestro salvador para mantenernos sumisas y dormidas, y en gran medida utiliza el empoderamiento de la policía como herramienta para reforzar nuestra sumisión. En este sentido, todo lo dicho en el apartado anterior sobre la nueva legitimidad de la policía construida en torno al «mito» de la seguridad pública, pasa ahora a ser la base del empoderamiento social de la policía, un empoderamiento que se acompaña de un rearme (las policías utilizan cada vez más armamentos paramilitares y nuevas tecnologías de control y agresión sociales) y un crecimiento tanto numérico, como de presupuesto y de presencia social (sirva como ejemplo de esto último las jornadas de puertas abiertas o las visitas a las escuelas para dar charlas sobre «seguridad ciudadana», alimentando así el mito…) Romper esta dinámica es básico para poder hacer una transformación revolucionaria de nuestra sociedad.

Dentro de las distintas propuestas del colectivo AWWP, la de crear «zonas libres de policía» me parece fundamental, porque al final el movimiento se demuestra andando y la alternativa se construye desde la acción individual y colectiva. Es evidente que crear espacios sin policía no va a ser fácil tanto porque la policía y el Estado van a intentar eliminar esas disidencias como porque los conflictos no van a desaparecer con la policía y vamos a tener que construir redes y mecanismos de respuesta no policiales, no capitalistas y no represivos, basados en la mediación, la reparación y la educación preventiva, es decir, basados en una cultura antipunitiva. Una de las propuestas iniciales desde las que construir estas zonas es la de la no colaboración con la policía («Don’t talk to police», no hables con la policía), volviendo de una manera consciente a los valores de la cultura de resistencia obrera del siglo XX, y la denuncia de toda intervención policial (especialmente si es violenta). La no colaboración también implica el rechazo a esas jornadas de «puertas abiertas» en comisarías o a las «charlas de seguridad ciudadana» policiales en escuelas y centros vecinales. En definitiva, el boicot a toda campaña de lavado de cara del actual modelo policial y la construcción de un modelo de seguridad alternativo basado en la no militarización, la justicia social y el anticapitalismo.

Evidentemente, el desarme y la disolución de la policía también son objetivos necesarios, pero creo que en el contexto actual del Estado español (y no sólo), es más necesario el trabajo de desempoderamiento y deslegitimización de la policía para conseguir avanzar en el proceso de transformación social que requiere un mundo sin policía. No podemos obviar tampoco las intersecciones que, en nuestro contexto, se dan entre los cuerpos policiales y determinados grupos fascistas y franquistas, de igual manera que estos grupos también interactúan con la defensa del statu quo. Estas sinergias deben ser entendidas para que podamos también construir alianzas en los espacios alternativos, entendiendo que las diferentes luchas sociales revolucionarias y anticapitalistas deben confluir en la lucha antirrepresiva y antifascista como una forma de autodefensa desde la que edificar la nueva alternativa social. La confluencia del anticapitalismo y el antipatriarcado, igual que la del antiautoritarismo y el antipunitivismo, se me antoja la base desde la que construir la nueva alternativa…

Y en esta confluencia, entender la importancia del modelo represivo basado en la existencia de la policía debería estar lo suficientemente clara como para que todas entendamos la necesidad última de que en la sociedad que queremos construir, la policía ya no existirá, por injusta y por innecesaria.


                                                                                      Pote

                                                                            (Salhaketa)

NOTA: 1. El documento base se puede consultar en: http://aworldwithoutpolice.org/wp-content/uploads/2017/03/AWWP-Zine-Mundo-sin-maderos.pdf

sábado, octubre 26

¿Debemos los anarquistas apoyar la insurrección catalana?


Surgen estos días en medios anarquistas debates sobre la conveniencia o no de apoyar y alentar la insurrección catalana, originada por la dura e injusta sentencia contra varios políticos independentistas por parte del Tribunal Supremo.

Escuchamos opiniones de distinto signo, algo que no nos debe alarmar. Siempre en nuestra historia hemos debatido ante problemáticas muy diversas. Por citar algunas: militarización o no; revolución o guerra; apoyo a los aliados de la I Guerra Mundial o pacifismo. Violencia o no violencia, comunismo o colectivismo...

Ello es debido a que el pensamiento anarquista, aunque parte de unas bases ideológicas y estratégicas básicas (antiestatismo, anticapitalismo, federalismo, apoyo mutuo, antiautoritarismo, autogestión...), no es un programa cerrado, y se enriquece en la confrontación de posturas. Creemos que es necesario contribuir a la reflexión sobre este conflicto y entendemos que, tanto los que defienden la no participación en las acciones en la calle como los que creen que hay que apoyar al pueblo catalán en su lucha, tienen sus legítimas razones.

Hay una postura que defiende la necesidad de que los anarquistas alentemos y colaboremos en cualquier tipo de insurrección. En este caso, aunque el detonante tiene relación con las aspiraciones de una parte de la población catalana a crear un Estado independiente, sus defensores afirman que en este caso la lucha está en la calle y el pueblo se está enfrentando a un Estado, el español e incluso al catalán, al defenderse de la violencia de los cuerpos represivos, mossos y policías. Además consideran que la lucha es justa, dado que la sentencia del Supremo aplica unas penas desproporcionadas de cárcel contra varios independentistas que, en algunos casos, tan solo se expresaron públicamente por la desobediencia civil y la creación de una república catalana.

A ello hay que sumar que algunos apartados de la sentencia del Supremo sientan un peligroso precedente para criminalizar la disidencia y la libertad de expresión, tal como han reconocido numerosos especialistas en derecho.

Otra postura dentro del este debate entiende que para nada debemos apoyar una lucha cuyo objetivo final es la separación de un Estado para construir otro, con sus instituciones y su monopolio de la violencia, con sus impuestos, sus jueces y sus capitalistas locales. Consideran los partidarios de la no intervención en el conflicto catalán que arrimar el hombro en estas barricadas conllevará que, los que estén en la primera línea llevarán la peor parte (cárcel, multas) y que, a la postre, la insurrección será aprovechada por la burguesía catalana para su propio beneficio, convirtiendo a los “radicales” en carne de cañón una vez consigan sus objetivos.

No les falta razón y hay antecedentes históricos que lo sostienen (véase la Revolución Francesa, la Comuna de París, La Revolución Española, la ucraniana de Makjnó...).

A nuestro juicio debemos respetar tanto unas como otras posturas. Los anarquistas, nuestros grupos y organizaciones nos hemos caracterizado siempre por nuestra autonomía, que es la base de la libertad a la que aspiramos. Hemos de respetar a los que honestamente acuden a la lucha, aunque inicialmente esté alentada por intereses diferentes y hasta contrarios a los de los antiautoritarios, pero también comprendemos a aquellos a los que les chirría arriesgar su integridad física para una causa que luego solo beneficiará a los defensores del Estado y del capital (aunque este sea catalán).

Partiendo de este respeto, nos postulamos no obstante favorables, en el actual estado cosas (en donde la represión policial y estatal está llegando a altas cotas), a apoyar al pueblo catalán que ha decidido desobedecer tanto al Estado español como a la disciplina de los partidos y organizaciones catalanistas y sus estrategias.

Hay que tener en cuenta que las actuales circunstancias de lucha insurreccional se escapan ya del control de los independentistas. Es ya una lucha del pueblo contra la opresión y la represión, una lucha que, de seguir intensificándose podría derivar hacia objetivos revolucionarios y de desestabilización del sistema estatista y capitalista (español y catalán).

Malatesta nos ayuda un poco a tomar postura, pues este tipo de situaciones ya se han experimentado desde el surgimiento del anarquismo. Así, consideraba que el deber de los anarquistas es siempre estar en medio del pueblo en rebelión, aunque sus aspiraciones sean limitadas. En este sentido el teórico italiano entiende que para que los anarquistas participen en la insurrección, es suficiente que ésta se haga contra los dominadores y tenga un carácter cualquiera de reivindicación política o económica en interés del pueblo, por pequeña que pueda ser.

No han sido pocas las ocasiones en la historia en las que muchos anarquistas, entre ellos Bakunin, participaran en insurrecciones no estrictamente anarquistas pero que llevaban en ellas el espíritu de rebelión contra un opresor. En el caso del Estado contra Cataluña es claro, y por eso, creemos que es bueno apoyar la insurrección catalana. Sirve además de gimnasia revolucionaria para un futuro, cuando, si llega a existir esa república catalana, los dirigentes catalanistas manden a sus sabuesos contra los trabajadores y los explotados.


Grupo Higinio Carrocera  

miércoles, octubre 23

La libertad en coma


Contra la informatización del mundo

Grupo Marcuse


Este libro nos ofrece un relato tan desconocido como crucial: cómo el proyecto político, al servicio de la dominación, de informatización de la sociedad apareció y se extendió en la segunda mitad del siglo XX. El lector encontrará en estas páginas una descripción de la continuidad existente entre los métodos de control y dominación modernos y aquellos inaugurados por los medios digitales, un análisis en profundidad de la manera en la que la informática vino a desatascar una maquinaria, la del capitalismo industrial, que parecía condenada a tener que renunciar a sus ilusiones de dominio planetario y burocratización del mundo. Para el Grupo Marcuse, no será posible alcanzar una vida autónoma sin poner en cuestión, y revertir en gran medida, la informatización del mundo.

«No pretendemos hacer un alegato por un ascetismo digital individual, sino un llamamiento a la multiplicación de las movilizaciones colectivas contra el desarrollo por doquier de infraestructuras y dispositivos electrónicos. Estos proyectos no caen del cielo, no son expresión de ninguna necesidad histórica o natural: son proyectos sociales y políticos, y por tanto podemos discutirlos, ponerlos en cuestión y oponernos a ellos. No se trata de reducir la cuestión a una mera postura intelectual: simplemente no vemos la posibilidad de alcanzar un futuro libre, humano y vivible que no pase por un abandono masivo de nuestras prótesis electrónicas».

El Grupo Marcuse es un grupo de estudio que se formó al calor de la ola de acciones contra los carteles publicitarios en Francia a lo largo del 2003. Su objetivo inicial fue publicar un texto sobre los estragos de la publicidad que apoyara la movilización. Este texto, que se tituló De la misère humaine en milieu publicitaire, fue publicado en las ediciones de La Découverte en 2004 (ed. cast., De la miseria humana en el medio publicitario, Barcelona, Melusina, 2006), y reeditado después con un postfacio en 2010. Las personas que han participado en esta segunda obra colectiva llevan años formando parte de las luchas que se oponen a que las Tecnologías de la Información y la Comunicación invadan el mundo humano.


domingo, octubre 20

Las ideas libertarias y la cuestión social en el tango

Javier Campo
 
La revolución social
es sin patria ni frontera
es la revolución obrera
derrumbando el capital,
es la casta universal,
es el pueblo soberano
negándole a su tirano
derechos de explotación
buscando la redención
de todo el género humano.


 Bajar desde aquí:

jueves, octubre 17

Manifiesto abolicionista


Sacralizada en las sociedades primitivas, o convertida en negocio en las economías monetarias, la prostitución ha sido una constante en la historia de la humanidad. Tradicionalmente se ha considerado una función necesaria en sociedades rígidamente estructuradas en estratos sociales. Históricamente, quien ha recurrido al sexo para obtener una contraprestación económica, no ha pertenecido a los estratos altos, que no tienen necesidad de esto; los de abajo ofrecen y los de arriba compran. Como también han sido en su mayoría niñas y mujeres las que se han entregado a esta actividad, debido a la demanda mayoritaria por parte de los hombres, siendo así un fenómeno estrechamente ligado al patriarcado. Ha sido, por tanto, una actividad propia de una formación social vertical, no de una sociedad igualitaria, y no creemos que pueda dejar de serlo, por mucho que la gente que la ejerce fuera rica o que se diera el caso de que la ejercieran el mismo número de hombres que de mujeres: el que compra, sigue teniendo un privilegio sobre el que es comprado, quien es degradado por este mismo hecho.

Estamos en contra de la prostitución, como lo estamos de cualquier práctica sexual alienante, violenta y destructiva. Aspiramos a un modelo de relaciones humanas en el que el sexo no esté artificialmente separado de la dimensión afectiva de la persona y ante todo somos partidarios de las relaciones interpersonales, no de sujeto a objeto, como es este caso. En este sentido, nos parece que el sexo no debiera ser considerado un bien ni un servicio ni formar parte del intercambio económico. Y en consecuencia, nos es imposible llamarlo “trabajo” o aceptar la existencia de “trabajadores sexuales”. Prostitución es explotación sexual, no trabajo. Por extensión, estamos en contra de la sindicación como “trabajadores del sexo”, de las personas que ejercen esta actividad, así como de la creación de sindicatos de prostitutes.

Existe hay una cruzada antiabolicionista y procomercio sexual a nivel internacional por parte de los empresarios de burdeles y de los principales medios de comunicación capitalistas para intentar normalizar la prostitución y la pornografía. Se ataca al abolicionismo como una postura “antisexo” o contraria a las personas que ejercen la prostitución. Y eso no es cierto, puesto que el abolicionismo no expresa ningún desprecio por la prostituta, sí en cambio por la prostitución. En países como Alemania y Nueva Zelanda, donde se ha legalizado la prostitución, los proxenetas son los reyes, la trata de esclavas sexuales se ha incrementado conforme subía la demanda y la explotación y la violencia están llegando a niveles no conocidos con anterioridad. Esa es la realidad. Pero aunque ésta llegara a ser como pretende la élite de la prostitución que demanda sindicarse, es decir, un paraíso de autónomas que eligen a sus clientes y ejercen en condiciones elegidas por ellas, no nos parece válido el modelo de relaciones que se fomenta con esta actividad, el cual nos parece violento, alienante en sí mismo y en ningún caso “trabajo”.

Sabemos cómo dentro del anarcosindicalismo español se está cediendo a la influencia de los grupos de presión partidarios de la legalización y sindicación de la prostitución, tanto desde una moral individualista que considera que cualquier práctica es buena si es “elegida” por el sujeto, como desde la visión supuestamente “humanitaria” de quienes dicen que estas personas no tienen alternativa y que hay que luchar por mejoras dentro de su condición de personas explotadas sexualmente. En concreto nos preocupa la Confederación Nacional del Trabajo (CNT-AIT), al cual entendemos como único sindicato respetuoso con los principios anarquistas hoy día en España.

Ante todo, nos inquieta la forma en que esto está sucediendo en una organización con un legado histórico claramente abolicionista, que lo fue no solamente por la creación de liberatorios de prostitución por iniciativa principalmente de los grupos de afinidad de Mujeres Libres, sino en primer lugar por la obra pedagógica y propagandística en el sentido de abolir la explotación sexual y los burdeles. Nos preguntamos cómo es posible que en algunos sindicatos se estén pronunciando por la sindicación de la prostitución sin haber concedido un mínimo espacio de debate al abolicionismo, y sin ninguna consideración por los principios y la acción que se defendieron en el pasado. Pensamos que las asambleas de los sindicatos deberían debatir y tomar acuerdos antes de dar por hecho que la sindicación de la prostitución es el único camino posible.

Como personas pertenecientes al movimiento libertario, militantes o sindicatos de la CNT-AIT, nos manifestamos aquí en contra de la suposición de que la prostitución es necesaria, y decimos que las relaciones sexoafectivas espontáneas de las personas pueden cubrir las necesidades naturales de sexo en una sociedad. Y en contra de quienes ven necesaria la legalización y sindicación de esta actividad porque dicen no ver alternativa desde el abolicionismo, no necesitamos declarar que vamos a garantizar trabajo alternativo a quienes ni siquiera lo están pidiendo, porque la existencia de la prostitución depende principalmente de los que la demandan, que son mayoritariamente los hombres, incluidos los que están en el movimiento libertario y la consumen. Por consiguiente, entendemos que la abolición es más una cuestión de educación y de valores que otra cosa, y en eso todos podemos contribuir a erradicarla desde el momento en que nos negamos a aceptarla bajo ninguna forma. Se puede por tanto atacar la explotación sexual sin necesidad de sindicar a las prostitutas, hecho que además por lo que se observa en otros países ni siquiera conlleva mejora de su situación.

Una sociedad en la que el ámbito de las relaciones íntimas quede libre de explotación, en que el amor y el sexo sean verdaderamente libres y espontáneos, que respondan a relaciones afectivas y de crecimiento personal, eso es lo que queremos y por tanto MANIFESTAMOS: que lucharemos por mantener la línea abolicionista en las organizaciones y grupos de afinidad anarquistas en las que estemos integradxs, y que no aceptaremos la entrada y la organización de los intereses del negocio del sexo en la Confederación Nacional del Trabajo CNT-AIT sin que al menos exista un debate o discusión previos.

lunes, octubre 14

El Maquillaje Verde del Capitalismo no cambia su esencia depredadora: la Fábula Greta y sus limitaciones — Cecilia Zamudio


 
Los verdaderos ambientalistas de este mundo son los pueblos en lucha contra la depredación que perpetran las multinacionales: los que entregan sus vidas por sus comunidades, por las montañas y ríos. Cada mes, decenas de esos verdaderos ambientalistas son asesinados en sus países: las balas de los sicarios del capitalismo transnacional revientan sus cabezas llenas de honestidad y lucha, y mueren con las manos limpias, unas manos que jamás habrán estrechado las manos infames del FMI, ni las de los demás vampiros del planeta. La clase explotadora y su sistema capitalista se perpetúa en base al Exterminio y a la alienación: en base a la violencia, y también en base a la mentira que impone a través de sus medios masivos.

En sendas fotos se aprecia a Greta Thunberg, el nuevo personaje hyper-mediatizado por el aparato cultural del capitalismo, junto con la directora del FMI y candidata al BCE, Christine Lagarde (el FMI, esa institución del capitalismo transnacional que depreda la naturaleza y hambrea pueblos enteros): un apretón de manos que ilustra muy bien la felicidad de los amos del mundo al saludar a quienes bien les sirven en la importante tarea de penetrar todas las luchas con Caballos de Troya que encausen las energías hacia callejones sin salida, que manipulen a las mayorías en seudo luchas que no vayan nunca a tocar la raíz de los problemas, y por lo tanto no los solucionen. El capitalismo que está acabando con la naturaleza no es cuestionado por la fábula de Greta. El planeta se muere y siguen con su Pan y Circo. Cinismo absoluto.

La televisión, la prensa, la industria cultural, están en manos de monopolios privados en el capitalismo: esos monopolios suelen también tener capital en el complejo militar industrial, en el agroindustrial, en la industria química y farmacéutica, etc... Todo lo anterior explica el porqué los medios masivos no televisan a nadie que cuestione realmente sus intereses: nadie que cuestione la perpetuación de este sistema, que cuestione al capitalismo, recibirá tal hyper-mediatización.

La depredación de la naturaleza se debe al modo de producción capitalista: el agroindustrial intoxica la tierra, la megaminería devasta montañas y ríos, etc. El sobreconsumo es un fenómeno teledirigido por el aparato cultural del capitalismo, por el bombardeo publicitario. La Obsolescencia Programada, mecanismo perverso de envejecimiento prematuro de las cosas, implementado adrede en el modo de producción capitalista, también le garantiza a la burguesía que las masas sobreconsuman, porque así es que la burguesía llena sus arcas: en base a la explotación contra las y los trabajadores y en base a la devastación contra la naturaleza. 
 
 
No hay solución a la devastación de la naturaleza dentro del capitalismo. Ante la tragedia palpable de continentes de plástico flotando en los océanos, de la deforestación vertiginosa de bosques milenarios, de los glaciares depredados, de las napas freáticas y ríos contaminados y desecados, de cordilleras rebanadas por la mega minería, del uranio empobrecido con el que el complejo militar industrial bombardea regiones enteras, de los niveles de CO2 en claro aumento, el cinismo de los amos del mundo es descomunal. Cómo si plantearan lo siguiente:

«No se puede tapar el sol con un dedo, es decir ya es inocultable la devastación del planeta que los grandes capitalistas estamos perpetrando; ahora bien, lo que sí se puede hacer para seguir depredando y capitalizando, es mentir sobre las causas profundas y sistémicas del problema. Lo importante es que no se nos señale a nosotros como los responsables, que no se nos señale a los propietarios de los medios de producción, los que decidimos qué se produce, bajo qué condiciones y a qué ritmo, los que nos enriquecemos mediante el saqueo de la naturaleza y mediante la plusvalía que le sacamos a las y los trabajadores, los que decidimos cómo debe comportarse la población, ya que la inducimos al sobreconsumo que nos enriquece a nosotros, y la inducimos a no cuestionar a este sistema que tanto nos conviene a nosotros como minoría dominante. El fingir que nos preocupa el planeta, dará muy buenos réditos, basta con una buena operación de propaganda a nivel mundial, que se nos vea escuchando a algún símbolo que habremos creado previamente, algo que no nos cuestione como clase dominante, como clase explotadora, y que no cuestione en definitiva este sistema».

Pero la gangrena no se cura con tiritas, y obviamente la depredación del planeta no se frenará con los placebos que el mismo sistema ofrece para encausar el descontento social hacia callejones sin salida.

Greta y su grupo apelan a las supuestas "cualidades morales" de los amos del mundo, apelan a su supuesta "buena voluntad"; una vez más entramos en la fábula anestesiante que finge ignorar que en el capitalismo la acumulación de riquezas la perpetran los grandes capitalistas de dos maneras fundamentales: la explotación contra las y los trabajadores y el saqueo de la naturaleza. En esta fábula del GreenWashing (lavado verde) se plantea fraudulentamente la existencia de un supuesto "capitalismo verde", algo totalmente imposible por la lógica misma del sistema. No es posible un "capitalismo verde", como no es posible un "capitalismo con rostro humano", como no es posible un león vegetariano. Y eso simplemente porque cuando hablamos de este sistema económico, social, político y cultural que es el capitalismo, hablamos de los mecanismos inherentes a su lógica: ca-pi-ta-li-zar.

Y a los que vengan con el fraude de que “los países nórdicos son grandes ejemplos de capitalismo bueno y verde”, decirles que mejor se lo pregunten a una víctima de las masacres que las grandes empresas nórdicas han fomentado en el Congo para poder saquear hasta la médula el Coltán y otros recursos. ¿Les suena de algo Ericsson, Saab, Volvo, Bofors (armas), Nammo (armas), Kongsberg (armas), Ikea, H&M, etc? Ni muy “verdes” ni muy “humanas” en lo que a explotación y devastación contra las y los trabajadores y contra la naturaleza se refiere. ¿Ah, que si se logra externalizar fuera del país toda la cloaca de las prácticas que enriquecen a una multinacional, entonces no se toma en cuenta dicha cloaca? ¿Y la faraminosa cifra de negocios de las empresas suecas, noruegas y finlandesas en base a la venta de armas, y su lucrativa participación en toda nueva invasión de la OTAN, tampoco será mostrada en la fábula, no?

No es posible un "capitalismo verde", como no es posible un "capitalismo con rostro humano", como no es posible un león vegetariano. Porque la explotación y la depredación son inherentes al capitalismo. Ahora bien, lo que sí es posible, es maquillar el mismo rostro inhumano y nada verde del capitalismo, con toneladas de maquillaje para que parezca lo que no es. Pero un león con una máscara de zebra, no será nunca vegetariano como el personaje de su máscara, así como un sistema como el capitalismo, no será nunca "verde" como las máscaras que de sí mismo mediatiza el mismo sistema. Grandes multinacionales energéticas, depredadoras por excelencia de la naturaleza, arboran logos de colibrí o de fauna marina. La BMW y un banco suizo financian el barco con el que Greta surca los mares: ¿Será entonces menos poluyente, menos infame, el proceder de la BMW o del banco suizo?

Por otra parte, en el discurso del GreenWashing se culpabiliza a todos por igual, y al final... «si todos somos culpables nadie lo es de manera específica», lo que es una manera de diluir responsabilidades, de no señalar a los principales responsables de esta barbarie: los grandes capitalistas, la burguesía transnacional.

Es verdad que el sobreconsumo no se limita a la burguesía, porque si bien esta puede consumir muchísimo más y genera un despilfarro brutal, la clase explotada también ha sido alienada por el bombardeo publicitario, para llevarla a sobreconsumir, aún a costa de contraer deudas. Pero una vez más, hay una cuestión de clase: porque es la clase explotadora, la que posee los medios de producción y propaganda, la que impone su hegemonía ideológica y cultural a todo el planeta, es la clase explotadora la que aliena a la clase explotada a través de los medios masivos de su propiedad. Es mediante la alienación que la clase explotadora dirige a la clase explotada hacia el sobreconsumismo, la dirige mediante el bombardeo publicitario y mediante los paradigmas que impone el aparato cultural del capitalismo (individualismo, consumo presentado como "compensatorio", noción de “éxito” relativa al tener y no al ser, etc). La Obsolescencia Programada (envejecimiento prematuro de las cosas) también les garantiza a los grandes capitalistas que las masas sobreconsuman, para llenar sus cuentas bancarias mientras devastan al planeta.

En el 2019, las 26 personas más enriquecidas del mundo tienen la misma riqueza con la que malviven los 3.800 millones de personas más empobrecidas, la mitad de la población mundial (Oxfam). Un puñado de multimillonarios posee los principales medios de producción y medios de propaganda y difusión. El 1% de la población mundial posee el 82% de la riqueza mundial. La base de datos de consumo de energía eléctrica per cápita, evidencia que son Europa, Estados Unidos, Canadá y demás metrópolis capitalistas, las que consumen, y de lejos, la inmensa mayoría de la energía consumida a nivel mundial.

En el discurso de la Máscara Verde, se equipara la depredación que cometen los grandes capitalistas, las gigantescas empresas que secuestran ríos enteros para la mega minería, con los pueblos que son sus víctimas. Se equipara a víctimas con victimarios en ese abyecto discurso del “todos somos culpables”, que no hace distinción alguna, ni de clases sociales, ni entre el puñado de países que consumen el 80% de los recursos del planeta (Estados Unidos, Europa, Canadá, Japón, Australia y demás metrópolis capitalistas) y todos los demás países del mundo (la inmensa mayoría) que sobreviven con el 20% restante. En el discurso de la Máscara Verde no se habla de metrópolis capitalistas que sobreconsumen, versus periferias capitalistas que son concebidas por el capitalismo transnacional como meras "bodegas de recursos" y saqueadas hasta la médula, con un impacto ecológico devastador y un impacto social de empobrecimiento, tampoco se dice que el saqueo es perpetrado asesinando a toda persona o comunidad que alce su voz contra el saqueo capitalista.
 
 
Se equipara a las multinacionales depredadoras con los pueblos que éstas exterminan. Tomemos como ejemplo lo que cometen la Anglo American, la BHP Billiton y la Glencore al desviar todo un río para usar el agua en la mina de Carbón más grande del mundo, la mina del Cerrejón en Colombia, lo que causa sequía, ecocidio, hambruna y Genocidio contra uno de los principales pueblos indígenas de Colombia: los Wayú. Más de 14.000 niños Wayú han muerto de hambre y sed por causa del saqueo capitalista que perpetran esas tres multinacionales. El carbón que se extrae por toneladas, es encaminado hacia Estados Unidos y Europa principalmente. Así que no, no somos "todos culpables por igual". No es igual de culpable una familia trabajadora que un capitalista. No es igual de culpable la multinacional Glencore que el pueblo Wayú padeciendo exterminio. No son culpables las y los miles de luchadores sociales, ecologistas verdaderos, que son asesinados a diario por las balas de los sicarios del capitalismo transnacional; pero en cambio sí son culpables los que saquean el planeta y pagan sicarios para exterminar toda oposición al saqueo capitalista.

Por nuestras muertas y muertos, ni un minuto de silencio ante la barbarie y la pantomima con la que pretenden encubrirla: más de 1500 campesinos, indígenas, afrodescendientes, ambientalistas, luchadores sociales, asesinados en Colombia por el capitalismo transnacional en cinco años, otros miles en México, otros tantos en diversos países de África, Asia y América Latina... Y nos vienen con su fábula de la niña de las trencitas, que NO cuestiona al sistema capitalista y es hyper-mediatizada, con su montaje que hiede a paternalismo eurocentrado, con su decorado que hiede a cinismo, con su teatro que hiede a fingir para que todo siga igual.

Están experimentando para ver hasta qué punto nos tragamos todos sus montajes con la sonrisa tonta, mientras que ellos, los miembros de la clase explotadora, siguen depredando montañas y ríos, océanos y bosques, siguen perpetrando ecocidios y genocidios, siguen empujando a millones de desposeídos a los caminos del éxodo, siguen transformando el planeta en un basural y a los seres humanos en alienados (y al que no se deje alienar, y pretenda luchar por fuera de los trazados de lo inútil, le asestan la bala paramilitar y militar, o la persecución política y la cárcel).
 
 «Mientras tengamos Capitalismo, este planeta no se va a salvar; porque el capitalismo es contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres», expresaba Berta Cáceres, auténtica ambientalista y luchadora social hondureña, asesinada por oponerse al saqueo capitalista. Chico Méndes, otro auténtico ambientalista, defensor de la Amazonía y luchador social asesinado para callar su voz de consciencia de clase, para intentar frenar la organización política de los desposeídos, ya señalaba, antes de ser asesinado, las imposturas del "GreenWashing" (al que por entonces no se llamaba con ese término, pero que ya existía). Contra el capitalismo y su Maquillaje Verde, también había alzado su lucha Macarena Valdés, ecologista Mapuche asesinada por defender a la naturaleza y a la comunidad, por enfrentarse a la multinacional RP Global, de capital austriaco, que promueve la energía que vende como "renovable y sustentable", tras participar del ecocidio y genocidio contra el pueblo Mapuche. Las y los luchadores contra la depredación de la naturaleza son miles, sus voces no son mediatizadas, sus vidas suelen ser cortas porque son truncadas por las herramientas represivas al servicio del capitalismo transnacional. 
 
 
Y si algún país pretende nacionalizar los recursos naturales y no permitir que las multinacionales los saqueen, lo bombardean en sus guerras imperialistas, lo invaden, le introducen mercenarios fanáticos religiosos incubados desde el imperio, lo torturan, lo martirizan, le imponen regímenes sanguinarios (¿dónde están esos falsos “ecologistas” del sistema cuando el imperialismo estadounidense y europeo masacra naturaleza y pueblos en Irak, Libia, Colombia, Afganistán, Yemen, etc? Ah... Que ahí no está su seudo “protesta" ¿no?... Claro, las marionetas al teatrillo, a embaucar incautos, a hacer que las miles de personas que fueron (y son a diario) asesinadas por el capitalismo transnacional por haber verdaderamente defendido al planeta en primera línea, sean más silenciadas todavía en medio de toda la cacofonía, de la hyper-mediatización de la ficción. Pero la lucha sigue, contra el capitalismo y su barbarie; porque la cosmética con la que pretenden tapar su hedor, muchas y muchos no nos la tragamos.


Pensamiento crítico 26/09/2019

martes, octubre 8

Deber histórico


Para continuar siendo esclavos
tuvimos que dejar de ser esclavos.

Para continuar siendo fascistas
tuvimos que dejar de ser fascistas.

Para continuar siendo demócratas
tuvimos que dejar de lado la democracia.

Para continuar con la destrucción del mundo
tuvimos que hacernos ecologistas.

Para continuar trabajando
tuvimos que ampliar los horarios de trabajo.

Para continuar siendo ricos
tuvimos que fabricar muchos más pobres.

Para continuar teniendo sanidad pública
tuvimos que privatizarla.

Para continuar siendo pastoreados
tuvimos que pasarnos al netflix.

Para continuar vivos
tuvimos que vender la vida.

Para que, finalmente, ocurra lo peor,
continuaremos esperando lo mejor.


               Antonio Orihuela. Lavar carbón. Ed. Amargord, 2019

sábado, octubre 5

Ni Mataderos Ni Matadores


Incapaces de mantenernos impasibles ante la injusticia que supone la ganadería y la explotación animal, algunas individualidades antiespecistas con ganas y tiempo hemos decidido convocar una manifestación en contra de todos los mataderos el próximo 5 de octubre en diversos puntos del Estado español. Alzaremos la voz por los animales no humanos, que también alzan su voz en los mataderos, donde les callan para siempre. Gritaremos para amplificar sus gritos, para que quien todavía no se haya dado cuenta de este abuso pueda verlo. Para mostrar a las/os explotadores nuestro rechazo y repulsa. Para mostrarles cuántas/os somos y la potencia que tenemos. Porque cada vez somos más y es necesario ser vistas/os y oídas/os, tanto en las redes sociales como en las calles y en los centros de explotación.

La industria cárnica en el Estado Español


En los últimos meses hemos visto cómo se ha construido y puesto en marcha en Binéfar (Huesca), a pesar de la resistencia que han ejercido vecinas/os y activistas, uno de los mataderos más grandes de Europa, donde asesinarán a la increíble cantidad de 7 millones de cerdos al año. A este hay que sumarle el proyecto de macromatadero que pretende estar operativo en la localidad de Zafra (Badajoz) para 2021 y los alrededor de 600 mataderos que existen en el Estado español de todos los tamaños, donde se explotan y asesinan a tantos animales no humanos que las cifras, al ser tan abrumadoramente altas, resultan obscenas y difíciles de comprender.

En la actualidad la ganadería, actividad que nace en el Neolítico (hace 10.000 años), ha llegado al summum de la explotación sistematizada. Concretamente en el Estado español el paso de la ganadería extensiva a la industrial, donde las condiciones de cría de las/os demás animales son controladas de forma artificial para obtener el máximo beneficio en el menor tiempo posible, comenzó a finales de 1959 con el Plan de Estabilización. El fruto de esta sistematización y tecnificación sin precedentes es, obviamente, unos jugosos y enormes beneficios: el sector cárnico español ocupa el cuarto puesto en ganancias (tras el del automóvil) con 24.000 millones de euros al año, de los cuales 6.000 millones provienen de la exportación de 2,3 millones de toneladas de diferentes productos cárnicos.

Para obtener estos réditos ¿cuántos cuerpos tienen que ser explotados y sacrificados? Según los datos para la encuesta de sacrificio de ganado, se sacrificaron 1.015.747 bóvidos, 3.926.982 individuos ovinos, 555.064 cabras, 22.877.040 de porcino, 15.563 de equino, junto a las 346.710.000 aves y 17.939.000 conejos, ascendiendo la matanza a un total de 393.039.396 individuos en el primer semestre de 2019. Solo en medio año y contando únicamente a animales terrestres como vacas, toros, chotos, terneras, ovejas, corderas, cabras, cerdas, lechones, caballos, pollos, gallinas, codornices, pichones y un largo etcétera de animales, encubiertos por las categorías del lenguaje especista de las/os explotadoras/es.

En el medio acuático la masacre está camuflada en unidades de peso, más si son pequeños animales. Los datos expuestos más adelante son referidos a 2017 para pesca marítima y acuicultura (el marisqueo y la pesca fluvial no muestran datos): 940.633 toneladas de pescado vivo capturado, peces de acuicultura 381.630 individuos.

Para otras/os animales explotadas/os a través de la acuicultura, los datos están en toneladas: crustáceos 198,71; moluscos 244.233 y otros invertebrados 0,240.

 

Por qué estamos en contra


Aunque todo el mundo sabe que la carne que llega a los platos procede de animales asesinados, la industria cárnica se lo monta muy bien para establecer una desconexión entre los productos de origen animal y las vidas de los que proceden, a través de la cosificación de sus cuerpos, el ocultamiento de los mismos y la normalización de la explotación sistemática que sufren diariamente, tanto en las granjas, donde son privados de libertad y sometidos a una explotación constante y violenta; como en los mataderos, los lugares donde ponen fin a sus vidas. En los centros de explotación los animales no humanos son obligados a vivir en una cadena perpetua que les lleva irremediablemente hacia la muerte. Gallinas, pollos, cerdos, vacas, terneras o peces, están en manos de una industria que los tortura sistemáticamente desde su nacimiento, con el único objetivo de llenarse los bolsillos con dinero manchado de sangre.

Nosotras/os no estamos a favor de esta industria capitalista que sobreproduce, sobrealimenta, hacina e inmoviliza sus cuerpos en espacios reducidos donde no entra ni un rayo de luz, con el único fin de ser enviados lo antes posible al matadero. Tampoco estamos a favor de la farsa del concepto del bienestar animal, una estrategia de marketing de las/os explotadores de las/os demás animales que sirve estupendamente para lavar su imagen. Las medidas de bienestar animal no impiden el encierro de las/os demás animales ni su sufrimiento físico y emocional, y mucho menos su inevitable muerte.


El especismo


Todo esto es consecuencia directa del especismo, el sistema de creencias y prácticas que sostiene que los seres humanos somos superiores al resto de animales y por ello tenemos derecho a utilizarlos y explotarlos a nuestro antojo. Este complejo sistema de opresión basado en la especie, legitima a los seres humanos a utilizar a las/os demás animales para comer, vestirnos, entretenernos, experimentar sobre sus cuerpos y en general, satisfacer cualquiera de nuestras «necesidades» y deseos.

Estas creencias ya no se sostienen de ninguna manera: nadie con un mínimo de conocimiento y empatía puede poner en duda que las/os demás animales también sienten dolor, placer y otras emociones como alegría, tristeza o aburrimiento.

En julio de 2012 durante un congreso en Inglaterra, en el que participaron representantes de diversos ámbitos de la ciencia de prestigio internacional (entre ellos Stephen Hawking y el neurocientífico Philip Low) proclamaron la conocida Declaración de Cambridge sobre la Consciencia. En ella recogieron que los animales no humanos tienen consciencia de sí mismos como los humanos. Como tú y yo. Muchas/os ya sabíamos esto, al haber convivido con otras/os animales, y era algo ya conocido por la comunidad científica, decidiendo durante ese congreso hacer dicha declaración para el público general.

Si estamos a favor de la justicia social y en contra de las opresiones, la coherencia nos llevará a posicionarnos en contra de cualquier tipo de explotación y opresión animal.

 

¿Qué podemos hacer ante esto?


Lo primero que debemos hacer es deconstruir nuestro sistema de creencias: cuestionar e intentar deshacernos del especismo, implantado por la sociedad mediante la educación y la cultura, en nuestra mente y empezar a incluir a todas/os, sin excepción, en nuestra concepción de la justicia, la equidad y la libertad. En otras palabras, debemos posicionarnos como antiespecistas.

Además, es importante llevar a la práctica este posicionamiento a través del veganismo. Esto no es un estilo de vida ni de consumo sino la puesta en práctica del antiespecismo, a través de la no participación en la explotación animal en la medida de lo posible y con los medios disponibles por cada persona. Hay que tener cuidado, cabe añadir, con caer en el pensamiento erróneo de que los productos veganos provenientes del capitalismo serán la solución a la explotación animal. En los últimos años hemos visto que el veganismo se ha puesto de moda: en nuestros barrios no paran de surgir nuevos restaurantes veganos, y los productos «veganos» (empaquetados en un montón de plásticos y cajas con la etiqueta de la V o Vegan) cada vez ocupan más espacio en las estanterías de los supermercados.

Si tenemos en cuenta la definición de veganismo, es difícil denominar como veganos a unos productos producidos y comercializados por empresas explotadoras como Pascual, Campofrío o Mercadona. Sin ir más lejos, la empresa Vall Companys (dedicada a la explotación de cerdos) será la encargada de distribuir la hamburguesa vegetal Beyond Meat en el Estado español. El antiespecismo y el veganismo de ninguna manera pueden ir de la mano del capitalismo, ya que este sistema se basa en la explotación de la tierra, de los recursos naturales y de los cuerpos, tanto humanos como no humanos. Aunque entre los ingredientes de estos productos no encontremos ninguno de origen animal, el hecho de que estén envueltos en plástico o elaborados por personas sin un mínimo de derechos laborales en algún país empobrecido de otro continente, no encaja con la ética del veganismo y del antiespecismo. Es decir, de nada sirve que haya más productos «veganos» mientras procedan de la explotación y opresión. Ni el consumo ni el capitalismo nos harán libres.


Por último, creemos que es absolutamente crucial trabajar y organizarnos en colectivo para luchar por la liberación que ansiamos para las/os demás animales, incluidas/os las/os humanas/os. Por ello, os animamos a apoyar al movimiento de liberación animal de todas las formas posibles: difundiendo el antiespecismo utilizando todos los canales disponibles (radios, carteles, fanzines, redes sociales…), trabajando para hacer del veganismo algo más accesible para todo el mundo o realizando actos de movilización, visibilización y desobediencia civil, mostrando la no colaboración con el sistema de opresión y explotación animal. Además, por supuesto, os animamos a asistir a esta convocatoria, ya sea la de Madrid (Ni Mataderos Ni Matadores) o la de Barcelona (Ni Un Matadero Más); al 2N Antiespecista y a todas las demás que estén por venir.

Hasta que todas/os seamos libres.


                            Extraído de https://www.todoporhacer.org/


miércoles, octubre 2

[Revista] Drogas electrónicas de auto-destrucción masiva


Con la finalidad de buscar soluciones reales y no artificiales ante la invisible y sutil arremetida de los aparatos electrónicos y su enorme desequilibrio ambiental, emocional, físico y relacional que ha provocado el uso de ellos; Es que se decide hacer una pequeña recopilación de diversos textos hallados en la web, libros, revistas y de algunos testimonios cercanos y lejanos. Ninguna especie es más importante que las demás- lo que afecta a una, afecta a todas. Entendiendo que no solo la especie animal humana es la única que habita este planeta ni tampoco es su dueña ni de las demás especies animales y plantas – contraria a ese pensamiento antropocentrista producto de enseñanzas impuestas desde épocas remotas que en algunos estudios (crecientes hoy en día) datan desde hace aprox. 10 mil años con la aparición de la agricultura cuando la especie animal humana empezó a dominar la tierra con el cultivo y las demás especies animales usadas en esta actividad así como la expansión de la producción y consumo en masa de estas especies impropias a su alimentación fisiológica. Entendiendo esto es que se hace un llamado a que dentro de las soluciones que se desean hallar no siga perjudicando al planeta y a las demás especies que la habitan, entendiendo también que nuestra especie está dentro de ese equilibrio que ha mantenido la vida en el planeta tal como ahora podemos disfrutar luego de cambios bruscos de millones de años para su formación que dentro del todo parece haber encontrado su equilibrio. Las soluciones como se mencionan en los textos, la mayoría perpetúan el consumismo, con soluciones a corto plazo y solo enfocadas a favor de nuestra especie, lo cual además de ser una solución egoísta que perjudica a quienes intervienen en su entorno, es además una ilusión que tarde o temprano nos va a llevar a un colapso ambiental tal como ha ocurrido a civilizaciones anteriores con el uso desequilibrado de los elementos de la tierra y de las demás especies en flora y fauna a quienes llaman recursos minerales, recursos animales y recursos vegetales. Algunos estudios en zoología y botánica muestran que hay ecosistemas que pueden recuperarse de la extinción de algunas especies, pero hay otros que no, y eso equivale a una cadena de reacciones negativas para el equilibrio del planeta y su biodiversidad. Dentro de esta preocupación ambiental y su entorno, está también por la de nuestra propia especie, quienes en su afán de Poder y dinero han tendido a mostrar actitudes negativas propias del ejercicio de la autoridad hacia su misma especie. Como mecanismos para sus dominios ha usado la fuerza, el miedo, la necesidad y la comodidad. Todo eso se desarrolla fácilmente a través del control, y en el caso de las tecnologías de información y comunicaciones, es gracias a nuestros datos.

 

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Revista Drogas Electrónicas