Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

domingo, febrero 28

Por un mundo sin prisiones: Conversaciones entre colectivos e individualidades anti-carcelarias Latinoamericanas


​Conversación entre colectivos e individualidades anticarcelarias, con la participación de CNA Bogotá, CNA México, Rodolfo Montes de Oca desde Venezuela, Publicación Refractario desde Chile (maquetación por Feral Ediciones desde Bogotá, portada y cotraportada de Sin Retorno Ediciones de Oaxaca).

Dedicado: A todas las personas que han dejado su último aliento con el inmodificable anhelo de deshacer el mundo; y a quienes sufren, sufrieron, resisten y resistieron, el encierro y los castigos diseñados para los catalogados como “criminales”. Especial mención a lxs guerrerxs: Mauricio Morales, Xosé Tarrio, Harold Thompson, Barry Horne, William Rodgers, María Soledad Rosas, Edoardo “Baleno” Massari y Horst Fantazzini.

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jueves, febrero 25

Contra el Estado, contra la Democracia, contra la Ley, contra las mayorías y contra los Derechos


Oposición al estado

Sobrevivimos en un sistema de dominación. Cuando decimos esto queremos decir que nuestras vidas están sometidas y condicionadas por multitud de relaciones de poder que derivan de estructuras enormes y profundas que se pueden concretar en la clase, el genero y la raza. Estos ejes de desigualdad tienen bases tangibles.

Obviamente hay bases materiales, y si pensamos en los hombres libres de la polis griega, es decir, en los propietarios, y en los esclavos, los que trabajan y tienen una vida constreñida por tener un lugar donde dormir y algo que comer, tal vez podríamos encontrar puntos en común. En unos momentos en los que no se habla más que de crisis económica, hay que valorar cual es la relación entre economía y política. Consideramos que la democracia es la fachada política del sistema económico que es el capitalismo. Que son dos piezas que pertenecen a la misma maquinaria, y que se relacionaban entre ellas en una especie de simbiosis para garantizar la continuidad del statu quo. El Estado cubre las necesidades económicas de grandes empresas y bancos, si es necesario, y da subvenciones y ayudas, solo si es muy necesario para mantener la estabilidad del sistema económico y proteger la paz social.

También hay bases legales, esto es, ideológicas: si nos ponemos a analizar cualquier declaración de derechos (y si lo hacemos no es para concederles la más mínima validez, sino porque son manifestaciones explicitas de las ideas e intenciones del Poder) vemos que no solo regulan aquello que supuestamente pertenece al ámbito publico, como los derechos políticos o el derecho a la propiedad privada, sino que pretenden cubrir todas las esferas, también aquello pretendidamente privado. Es desde el Estado donde se construyen, se prescriben y se (de)limitan todas las relaciones: las políticas, las económicas y las personales.

Estas bases ideológicas que son las que hacen que se perpetúen las desigualdades, que todos sus súbditos nos relacionemos partiendo de ellas: prescriben, delimitan y justifican pautas de comportamiento. Es el pensamiento democrático, que dicta lo que debe hacerse y lo que no y, aun más, cómo debe hacerse. Si hemos dicho que el Estado se entromete en todo, en cualquier momento y situación, el pensamiento democrático es su garante. Pensamos lo que el Estado y sus herramientas de control (la escuela, los medios de comunicación, la presión de vecinos y familiares) permiten que pensemos. Se supone que en un Estado democrático somos libres de pensar lo que queramos, pero nuestra imaginación se ve atrapada en la imposición de una realidad muy concreta y acobardada por el miedo a la marginación o al oprobio. Aun mas, aunque logremos pensar algo que no deberíamos pensar, el Estado tiene aun más herramientas amenazantes por si se diera el caso de que se nos ocurriera llevarlo a cabo: la represión en todas sus formas (cuerpos policiales, cárceles, psiquiátricos, centros de menores y demás instituciones que defiendan la sociedad de semejantes tendencias perniciosas).

Sea como fuere, la cuestión es que en las formas contemporáneas del Estado moderno este ya no esta solo contra y sobre los individuos, sino también dentro de esos individuos. Su poder, pues, es mas sutil, menos visible y, por ello, mas peligroso. El Estado no es una estructura ajena a nosotros, no es un ente abstracto ni una realidad tangible solo a nivel de condiciones materiales o de instituciones políticas, sino que es una realidad que pretende abarcarlo todo y cuyo orden esta presente en (casi) todo, una realidad totalitaria en el sentido mas crudo y literal del termino. Ser conscientes de ello, desafiar al Estado en todas sus formas y en cada momento, desmontarlo, destruirlo… atrevernos a imaginar nuevas maneras de vivir y de luchar contra esa realidad que nos constriñe.

Ley de mayorías

Este es quizá el mito mas solido sobre el que se edifica la democracia: la mayoría es el ente abstracto con atributos de autoridad incuestionables sobre el cual nadie duda o vacila, el dios pagano que utiliza la democracia a la hora de cometer sus desmanes.

¿Pero verdaderamente cuenta la mayoría poblacional cuantificable en el sistema democrático parlamentario? Podemos citar algunos ejemplos que nos clarifiquen esta pregunta; entre ellos el de la constitución española, “incuestionable” paradigma de legitimidad democrática sobre el que babea desde el izquierdista mas ortodoxo hasta el ultra-derechista mas recalcitrante.

Estudiando los datos oficiosos, en el referéndum sobre la constitución en 1978, sobre una población censada de 36,8 millones de habitantes, solo expresaron su conformidad con la “carta magna” un total de 15,7 millones: el 40%. Así, la mayoría cuantitativa, es decir, los 21 millones restantes no dio su conformidad, ya sea porque se abstuvieron, votaron en contra o carecieron de derecho a pronunciarse. Esta claro que dicha constitución fue votada por una minoría de la población del estado español, a la que la democracia les atribuyo valores de “representatividad de la voluntad general”.

Por lo tanto es palpable que ni la mayoría de la población ni la mayoría del cuerpo electoral (ni mucho menos las siguientes generaciones que en dicha consulta aun no habían nacido o incluso la anteriores que puedan haber cambiado de opinión) le han dado el visto bueno a esta constitución. Es pues una falacia que esta haya de ser de inexcusable acatamiento porque se corresponda con un voluntad mayoritaria; en todo caso se acata por estar forzosamente impuesta y defendida (y no con liviandad, por cierto) por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, la magistratura y las prisiones, entre otros. 

Casos idénticos se pueden utilizar para las elecciones generales, municipales, etc, ya que, en una democracia es siempre una minoría del “cuerpo electoral” quien decide que partido político optara a gobernar el país y que grado de representación parlamentaria tendrá. Porque esa es otra, ni siquiera es que se elija el gobierno ni a las personas que lo ostentaran, sino que se elige la lista presentada por el partido y luego, ese partido elegido por la minoría mayoritaria del censo electoral ira al parlamento junto con otros partidos (elegidos por minorías aun menos mayoritarias) y entre todos sus representantes en el, elegirán presidente de gobierno (y este conformara el gabinete) . Esto claramente es una oligarquía democrática.

No obstante, y pese a lo aquí denunciado (complementado en un siguiente apartado en el que se explica el funcionamiento de la ley electoral), esto no significa aceptar las reglas democráticas en otras condiciones, es decir, no aceptamos la presión de ninguna minoría a ninguna mayoría (real o ficticia) ni viceversa. Motivos hay muchos, entre ellos porque estamos por el reconocimiento de todos los intereses, sean estos mayoritarios, minoritarios o individuales: la ley de la mayoría no es sinónimo de tener razón y en la historia podemos encontrar muchos ejemplos a ese respecto. Otro motivo es que nos negamos a ser cosificados como porcentajes en función de los cuales se nos dan o se nos quitan derechos: ni queremos derechos, ni queremos deberes, a lo sumo hablaremos de necesidades, deseos, intereses,… que tenemos, no permisos u obligaciones que nos impongan o concedan. No hablaremos tampoco de los intereses de mayor número, sino del número de intereses.

Derechos

Los derechos son las concesiones que otorga un poder establecido, es decir, lo que se ese poder permite hacer a quienes somete. Los deberes son las imposiciones de ese mismo poder, es decir, lo que obliga a hacer. Derechos y deberes son por lo tanto un binomio ya que los unos son contrapartida de los otros y viceversa. Lo cual, y dado que los dos puntales de la democracia son la ley de mayorías y los derechos, nos lleva a varias reflexiones.

Una es que las personas no tienen derechos, sino necesidades vitales. Confundir derechos con necesidades es un grave error que nos viene de la mano del pensamiento autoritario. Se tiene necesidad de alimentarse, respirar, abrigarse, dormir, gozar,… si estas necesidades no se cubren se pueden tener carencias y enfermedades. Nadie puede concedernos el derecho a la vida (a lo sumo nos la pueden dar o quitar) salvo en formas de vida autoritarias y/o domesticadas.

Otra es que quien tiene derechos tiene deberes y, como se ha señalado antes, esto es axiomático. Todo derecho implica que alguien te lo reconozca y ese alguien a cambio te reclamara deberes.

Otra mas es que para tener derechos se ha de ser súbdito (de un rey), ciudadano (de un estado de derecho, o una república) o demócrata. También tienen derechos quienes sufren las dictaduras, los niños en las escuelas, los presos en la cárcel, los animales, las “minorías”, etc.

Una nueva reflexión, ahondando en las anteriores, es que para tener derechos es necesario ser gobernado, domesticado y por lo tanto hay que estar oprimido, o lo que viene a ser lo mismo, esta reflexión nos lleva a que quien tiene derechos no tiene libertad.

Estas reflexiones nos llevan a la conclusión de que quien quiera ser libre, ademas de luchar por ello, no puede reclamar derechos, dado que no es posible que la libertad se conceda. Los derechos prefiguran necesariamente autoritarismo.
Señores: dense por satisfechos de que éste perjuicio haya arraigado en el pueblo, ya que ese es su mejor policía. Conociendo la impotencia de la ley -mejor dicho, de la fuerza- han hecho de él el más sólido de sus protectores. Pero tengan cuidado: todo termina. Todo lo que es construido, edificado por la fuerza y la astucia, la astucia y la fuerza pueden demolerlo.
Marius Jacob


Extraído de http://revistanada.com

lunes, febrero 22

El trabajo es un principio coercitivo social

El trabajo no es, de ningún modo, idéntico al hecho de que los hombres transforman la naturaleza y se relacionan a través de sus actividades. En tanto haya hombres, construirán casas, producirán vestimentas, alimentos, así como criarán hijos, escribirán libros, discutirán, cultivarán huertas, harán música, etc. Esto es banal y se entiende por sí mismo. Lo que no es obvio es que la actividad humana en sí, el puro «gasto de fuerza de trabajo», sin tener en cuenta ningún contenido e independiente de las necesidades y de la voluntad de los implicados, se volvió un principio abstracto, que domina las relaciones sociales.

En las antiguas sociedades agrarias existían las más diversas formas de dominio y de relaciones de dependencia personal, pero ninguna dictadura del abstractum trabajo. Las actividades en la transformación de la naturaleza y en la relación social no eran, de ninguna manera, autodeterminadas, pero tampoco estaban subordinadas a un «gasto de fuerza de trabajo» abstracto; al contrario, estaban integradas en el conjunto de un complejo mecanismo de normas prescriptivas religiosas, tradiciones sociales y culturales con compromisos mutuos. Cada actividad tenía su tiempo particular y su lugar particular; no existía una forma de actividad abstracta y general.

Solamente el moderno sistema productor de mercancías creó, con su fin en sí mismo de la transformación permanente de energía humana en dinero, una esfera particular, «disociada» de todas las otras relaciones y abstraída de cualquier contenido, la esfera del llamado trabajo una esfera de actividad dependiente incondicional, desconectada y robótica, separada de lo restante del contexto social y obediente a una abstracta racionalidad funcional de «economía empresarial», más allá de las necesidades. En esta esfera separada de la vida, el tiempo deja de ser tiempo vivido y vivenciado; se transforma en simple materia prima que necesita ser optimizada: «tiempo y dinero». Cada segundo es calculado, cada ida al cuarto de baño se convierte en un trastorno, cada conversación es un crimen contra el fin autonomizado de la producción. Donde se trabaja, sólo puede haber gasto de energía abstracta. La vida se realiza en otro lugar, o no se realiza, porque el ritmo del tiempo de trabajo reina sobre todo. Los niños ya están domados por el reloj para tener algún día «capacidad de eficiencia». Los festivos sólo sirven también para la reproducción de la «fuerza de trabajo». E incluso a la hora de la comida, de la fiesta y del amor, la aguja de los segundos toca en el fondo de la cabeza.

En la esfera del trabajo no cuenta lo que se hace, sino que se haga algo en cuanto tal, pues el trabajo es justamente un fin en sí mismo, en la medida en que es el soporte de la valorización del capital dinero, el aumento infinito del dinero por sí solo. El trabajo es la forma de actividad de este fin en sí mismo absurdo. Sólo por eso, y no por razones objetivas, todos los productos son producidos como mercancías. Porque únicamente de esta forma representan el abstractum dinero, cuyo contenido es el abstractum trabajo. En esto consiste el mecanismo de la incesante Rueda social autonomizada, de la que la humanidad moderna está prisionera.

Y es precisamente por eso que el contenido de la producción es tan indiferente a la utilización de los productos y a las consecuencias sociales y naturales. Si se construyen casas o se siembran los campos de minas, si se imprimen libros, se cultivan tomates transgénicos, si las personas enferman, el aire está contaminado o si «sólo» se perjudica el buen gusto… todo eso no interesa. Lo que interesa, de cualquier modo, es que la mercancía pueda ser transformada en dinero y el dinero en nuevo trabajo. Que la mercancía exija un uso concreto, y que éste sea destructivo, no le interesa a la racionalidad de la economía empresarial; para ella, el producto sólo es portador de trabajo pretérito, de «trabajo muerto».

La acumulación de «trabajo muerto» como capital, representado en la forma-dinero, es el único «sentido» que el sistema productor de mercancías conoce. ¿«Trabajo muerto»? ¡Una locura metafísica! Sí, pero una metafísica que se volvió realidad palpable, una locura «objetivada» en la sociedad con mano férrea. En el eterno comprar y vender, los hombres no intercambian bajo la condición de seres sociales conscientes, sino que sólo ejecutan como autómatas sociales el fin en sí mismo propuesto a ellos.

“La abolición del trabajo”, vv.aa

viernes, febrero 19

Tolerancia, civismo y pensamiento democrático

Hoy más que nunca, y sobre todo en un sistema democrático, tiene inusitada vigencia la vieja máxima que decía que los gobernantes tienen como fuerza última nada más que la opinión, dado que la verdadera fuerza (por capacidad y porque nadie puede mandar si nadie le obedece) pertenece a los gobernados, aunque estos no la usen casi nunca. Es por este motivo que toda forma de dominio, de la que el Estado es la más completa, siendo la democracia su articulación más perfeccionada hasta el momento, ha de asegurarse de un modo u otro para su propia supervivencia tener de su lado la adhesión de sus dominados. Este papel de “ganar adhesiones” tradicionalmente se ha reservado para la propaganda (“una mentira dicha una vez es una mentira, pero dicha mil veces se convierte en verdad” decía Goebbels, el infame ministro de propaganda nazi).

En la época en la que vivimos y bajo el sistema que nos somete (o lo intenta) hay que sufrir una dictadura de la propaganda y de la imagen, a través de las ya clásicas estructuras de adoctrinamiento (como la escuela y los sistemas de enseñanza, la familia y el disciplinamiento a través del trabajo, la ley y las diversas ciencias y medicinas), a través de los medios de comunicación de masas (negocio y a la vez propaganda) que hacen con sus continuos bombardeos de valores, moral, ideología, (des)información… que nos posicionemos al lado del sistema. Pero no contento con que nos posicionemos a su favor, la dominación busca hacernos participes del mantenimiento de nuestras propias cadenas y da una nueva vuelta de tuerca que se añade a la clásica propaganda que todo stablishment tiene. Ahora nos hace, además, seguidores de su sistema, impulsando a la vez que frenando nuestra participación en el, creando una especie de fanatismo democrático que sustituye, en un mundo globalizado, a los viejos y casi obsoletos patriotismos: el civismo.

Con el civismo se instaura la mentalidad, a través de la clásica propaganda del sistema, de defensa de la democracia, no ya como sistema, sino como forma de convivencia, como complejo de valores respetables y deseados por todos. Así, el buen ciudadano que vela por el Orden y el correcto funcionamiento de la democracia, no piensa que este protegiendo, por ejemplo, un sistema de relaciones basadas en el sometimiento y la desigualdad (esto es, que un diputado, senador o concejal que cobra un pastón de nuestros impuestos y de nuestro trabajo legisle, es decir, nos diga lo que podemos y no podemos hacer, o que un empresario nos explote por cuatro migajas). No, el buen ciudadano piensa que esta velando por una correcta y armónica convivencia. O sea, que el colega de la esquina no se puede mear en la acera porque deja a mal olor y es un acto incívico, pero las fabricas en las que nos vemos prácticamente obligados a trabajar- para poder tener el salario que nos permita subsistir- puede verter al río toda la mierda permitida (si vierte más no es bonito), que viene a ser generalmente la que esa empresa quiere, o la infinidad de coches que pululan por las ciudades pueden hacer polvo el ecosistema y nuestros pulmones, que no pasa nada. Si acaso ya elevaremos una democrática queja a nuestro concejal más cercano en un bonito formulario azul claro (incluso puede que hasta en bilingüe).

El civismo, que lleva aparejados y potenciados conceptos como la tolerancia (tolerancia con la opresión, por supuesto, pero no así con la rebelión), o la no violencia (la no violencia de los descontentos, porque de la Policía en si misma nadie se queja, a los más hay quejas si algún policía se excede), es un mecanismo de interiorización de la propaganda del sistema, en la cual se participa activamente pero solo manteniendo el orden adecuado, ya que un exceso de participación puede llegar a ser peligroso al reflejar algo que el dominio teme: la iniciativa propia (si bien, dentro de unos parámetros y hasta un cierto punto la fomenta: iniciativa empresarial, etc.)

El individuo cívico deja de ser individuo para convertirse en ciudadano, independientemente de su categoría social, de lo que gane, de donde viva, etc, aunque, casualidades de la vida, cuanto más alto se esta en el escalafón social, más cívico se es y más “conciencia social” se tiene (luego si esa conciencia no sirve ni para limpiarse el culo o si es perfectamente funcional a los designios del dominio es un poco lo de menos) . El ciudadano es el paradigma del nuevo súbdito y colabora a que todo vaya como tiene que ir, pacificando con su actitud policíaca (siempre en pos de la “buena convivencia”) las posibles alteraciones del orden, rupturas o disfuncionalidades que haya en el seno de “su” linda comunidad.

En el fondo el ciudadano no es más que un ser sobresocializado que por miedo e inseguridad inculcados por el sistema lo defiende a capa y espada temeroso de sus propias posibilidades y potencialidades, temeroso de tomar las riendas de su vida en sus propias manos, ansioso de que lo guíen, de que todo vaya como debe ir y totalmente plegado a lo artificial. El ciudadano es un ser temeroso que aborrece la violencia explícita contra esta forma de vida porque no se atreve a ejercerla y porque teme otra vida posible, y por ello acaba convirtiéndose en un sumiso seguidor de la sutil violencia del Estado (de hecho aborrecerá las dictaduras porque en ellas la violencia es más brutal, menos camuflada, porque en las dictaduras el poder no se camufla, se ejerce, ya que esa es su fuerza, mientras que en las democracias el poder se trata de difuminar para ejercerse mejor y con más comodidad).

Con el civismo la subversión se gana un nuevo enemigo. Si antes había que luchar contra el Estado, las leyes, la policía, el capitalismo, la explotación, los patrones, ahora con el civismo hay que luchar contra los ciudadanos (incluso muchas veces literal y físicamente). Cierto es que este mecanismo de interiorización de la propaganda del sistema, esta forma de pseudoparticipación en la defensa del Orden tiende a resquebrajarse en épocas en las que las vacas flacas campean a sus anchas y no todo es tan bonito. Cierto es que hasta el más cívico puede replantearse el tema cuando no llega a fin de mes. Pero la clase media muchas veces se mantiene en sus status, incivilizándose más generalmente los que bajaron en el escalafón social (aunque debemos recordar que “estómagos agradecidos” y “obreros limpiabotas” hay muchos y a veces son mejores ciudadanos que un industrial). Sea como fuere y por si el civismo y la propaganda fallan, siempre estará la gloriosa guardia civil y sus 100.000 nuevas pelotas de goma para continuar repartiendo democracia.

Fragmento del libro “Contra la Democracia”. Pág. 37-40
Pincha aquí para descargarlo

martes, febrero 16

Graffitto


Dicen: Patria -patrón
patraña- y exhiben cadáveres profanados.



Dicen: Nación -paredón

celebración- y creen justificada la soledad de sus víctimas.



Dicen: Dios -deuda

deudor- y descoyuntan al hombre sumiso.



Agitan banderas -banderolas

bandidos- cuando repiten: Dios Patria Nación

y tiemblo.




 
Matías Escalera Cordero

sábado, febrero 13

Palabras de Mónica Caballero sobre los módulos de respeto en el Estado español

A continuación os dejamos unas palabras de la compañera anarquista Mónica Caballero en relación a la lógica y el funcionamiento de los módulos de respeto aplicados en múltiples cárceles del Estado español. Con el propósito de controlar de manera directa a la población allí encerrada y, con la excusa preventiva de “resolver” fricciones entre individuos en la convivencia -forzada-, estos módulos están destinados fundamentalmente a evitar problemas graves entre las presas y la institución, frenando cualquier impulso rebelde o actitud que cuestione el concenso impuesto. Y trabajando sobre la base de la sumisión a reglas y protocolos que mantengan el orden, en la búsqueda de la participación y colaboración de las encerradas. Indudablemente, encontramos similitudes con la lógica del “afuera”, ya que el proyecto cárcel hace parte vital del sistema en su totalidad por lo que reproduce las mismas formas de la Dominación existente.

Recordamos también que Mónica Caballero y Francisco Solar enfrentarán juicio el 8, 9 y 10 de marzo de 2016 en la sede de la Audiencia Nacional en Madrid.
Asi como en todo este proceso de largos años de prisión preventiva, llevados con dignidad y entereza y con la convicciones intactas, las compañeras en esta ocasión tampoco estarán solas.

Todo nuestro desprecio a policías y jueces y al sistema que defienden y todo nuestro amor en lucha y revolucionario para nuestras compañeras y para muchas de las perseguidas y encerradas por los Estados. Que la solidaridad sea nuestra responsabilidad siempre. ¡Libertad para todas!

Abajo todos los muros, muerte al Estado y viva la anarquía.

[En este momento las compañeras se encuentran en la cárcel de Villabona pero serán trasladadas de un momento a otro a cárceles de Madrid]

--o--

Barcelona, 10 de febrero de 2016.
Cárceles del Estado español. Mónica Caballero

Los medios de control dentro como fuera de las prisiones están siendo cada vez más sutiles y efectivos. ¿Para qué instalar cámaras de video vigilancia? ¿Para qué contratar más carceleros y policías? Si tenemos a muchos que realizan el trabajo gratis. Con gran votación ciudadana están ahí para mantener el actual orden imperante, están en todas partes; puede ser tu vecino de casa o celda de al lado el posible delator.

Dentro de los medios de control en las prisiones, los módulos de respeto (m-R) comenzaron como una iniciativa experimental en la prisión de León, de ahí se exportó el modelo a la gran mayoría de prisiones españolas.
La base de estos módulos es que los propios presos participen en la gestión y mantenimiento del lugar como de sus actividades, etc., así se crea una sensación de dependencia y pertenencia al espacio. Idealmente se pretende que todos los internos generen dinámicas-formas restrictivas para si mismos y el resto, además de premiar las buenas conductas. Los carceleros actuarían en casos extremos o excepcionales.

La ex directora de I.I.P.P, Mercedes Gallizo, se refería a este tipo de módulos de la siguiente forma: “El mero hecho de conseguir una convivencia ordenada y con normas básicas aceptadas por todos es un cambio trascendental para muchas personas. Les ayuda a perder el miedo a la prisión y a los compañeros y es el primer eslabón para disminuir su hostilidad hacia el miedo (y de paso a la Institución) para transformar ese miedo, la desconfianza y la agresividad en normalidad y cooperación”. El ejercicio de autoridad en primera instancia lo implantan los propios presos de “común acuerdo” con las reglas básicas para normalizar y cooperar, la misma institución carcelaria fija e incentiva la creación de roles y conductas con métodos sutiles y/o en base al chantaje.
Es innegable el miedo que muchos pueden sentir al ingresar a la cárcel, los m-R aprovechan ese miedo, en él se sustentan. Implícitamente si no se cumplen las normas te dejan en un módulo normal, esto puede llegar a ser una amenaza muy efectiva.

Estos módulos poseen varios tipos de incentivos y/o recompensas, estas pueden ir desde informes favorables hasta más horas de comunicaciones (vis a vis), a su vez también tienen más formas de castigar el incumplimiento de las normas.

Se supone que el ingreso a este tipo de módulos es voluntario y en este ingreso te comprometes firmando una especie de contrato en el que queda estipulado entre otras cosas llevar una buena conducta, cumplir las normas y resolver los problemas por los cauces establecidos. Un día cualquiera en un m-R comienza con la asamblea, dirigida por algún miembro del equipo técnico (educador, trabajador social y psicólogo), todos los presos tienen que asistir y a veces participa algún carcelero. La asamblea tiene como función la resolución de los problemas cotidianos, este es el momento ideal para los chivatos y para que el equipo técnico transmita un patético discurso de reinserción social.

Algunas de las labores del módulo son las actividades programadas y la limpieza. Las primeras son gestionadas por los presos, haciendo cumplir la asistencia; en la segunda (limpieza) los presos se dividen en pequeños grupos dirigidos por un preso-representante, este representante dirige las labores y en algunos casos actúa como portavoz.

Otra pieza importante en el funcionamiento de este tipo de módulos son los presos mediadores, estos tienen que interceder en los roces o peleas que tengan los presos y resolverlos, de no poder tienen que dar aviso a los carceleros. Como es de suponer estas prácticas generan la pérdida de capacidad en la resolución de problemas, en la cárcel tienes un mediador o un carcelero, como en la calle hay policías y jueces.


Mónica Caballero desde la cárcel de Villabona.
Actualmente la compañera se encuentra en un Módulo de respeto de la cárcel de Villabona, Asturias. [Este texto fue escrito poco tiempo antes de que se fijara fecha de juicio]

Fuente: http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/502316/index.php

miércoles, febrero 10

Control social, familia y democracia

…la percepción de la autonomía de lo ‘político’ en las sociedades occidentales es una de las dimensiones ideológicas clave de la modernidad occidental: no algo que debamos tomar como un hecho objetivo, sino un modo de representar las relaciones de poder que oscurece sus fundamentos sociales y su manera de funcionar en la práctica…
 John Gledhill

No se puede analizar la democracia sin ser absolutamente conscientes que esta profundamente atravesada por un sistema de valores que refuerza todo el entramado de dominación. Hay una legitimación de orden moral para cada relación de poder, ademas de una legitimación moral para el poder en si. Existe una forma de producir criaturas dispuestas a obedecer, creadas para ello, para no cuestionar y hacer lo que esta previsto para ellas. A estas criaturas no se las produce en fabricas ni en talleres, sino en el interior de las familias y luego en las escuelas, que culminaran el proceso de socialización basado en la sumisión y el adiestramiento de los buenos ciudadanos, cívicos y (auto)silenciados.

Si nos ponemos a analizar cualquier declaración de derechos (no porque les concedamos la mas mínima validez o legitimidad, sino para usarlas como lo que son: manifestaciones mas o menos explicitas de las ideas y las intenciones del Poder) , sea en la Constitución Española, en la Europea o en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, veremos que mas allá de las proclamas de derechos, digamos, pertenecientes a la esfera pública como podrían ser los políticos o el derecho a la propiedad privada (y es aquí donde se halla todo el empeño del Estado y de sus fuerzas de seguridad), hay derechos que se refieren exclusivamente a la esfera domestica. Es decir, que desde el Estado se construyen, se prescriben y se (de) limitan tanto las relaciones políticas, como las económicas, y las interpersonales. Uno de los derechos humanos se refiere al derecho al respeto de la vida privada, del matrimonio y de la vida familiar. En la Constitución Española, ademas de reconocer el derecho de todos los hombres y mujeres a casarse y fundar una familia, explicita en el artículo 16.3 que “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.

Este punto es clave: los cambios en la definición de lo publico y lo privado, vinculados directamente con los cambios en las relaciones de genero, pueden ser impulsados por consideraciones de necesidades de Estado. La legalización del matrimonio homosexual, por ejemplo, no tiene mas intención que, por un lado, contener una realidad que podría constituirse mas allá de lo normativo y, por otro, evitar la formación de realidades en las que la Democracia no tiene influencia ninguna y, por ende, puede hallarse de alguna manera en jaque. La cuestión es controlar, manteniendo en su seno cualquier tipo de “diferencia” y reforzando la imagen inclusiva y tolerante. En la mayoría de los casos el Estado no gana nada de inmediato con la sujeción de las relaciones interpersonales, de las mujeres y sus hijos, o de las familias. Estas acciones solo cobran sentido como parte de un análisis de la construcción y consolidación del poder: la familia bien ordenada como fundamento del Estado bien ordenado. Y por mucho que las fronteras entre lo doméstico y lo público varíen o se muevan, por mucho que lo legal, lo socialmente aceptado como familia varíe, el concepto permanece. Lo importante es que ese elemento natural y fundamental de la sociedad siga siendo tan natural y tan fundamental, tan incuestionable y tan productivo de seres productivos para el Estado y el Capital. Porque para poder reivindicar el poder político, la referencia debe parecer segura y estable, fuera de la construcción humana y parte del orden natural. En esa vía, la oposición binaria publico/doméstico, la familia y el proceso social de relaciones de genero forman parte del significado propio del poder. Cuestionar o alterar cualquiera de sus aspectos puede resultar una amenaza a la totalidad del sistema.

En todo caso, y por si la familia fallara (siempre hay gente rara, y familias raras que no acaban de cumplir con la función que se les ha asignado…) junto con la creación del Estado Moderno mediante la Revolución Francesa, aparece la idea de una educación a manos del Estado. Hasta entonces, la educación se restringía a las élites y se hallaba en manos de la Iglesia. Con la nacionalización de bienes eclesiásticos en noviembre de 1789, la educación paso a manos del Estado, y se convirtió en una herramienta clave de control social (de la misma manera que cuando se hallaba en manos de la Iglesia, pero en otras direcciones). El principal objetivo de la escolaridad obligatoria fue formar nuevos hombres, ciudadanos republicanos formados en los valores del nuevo orden social. Seguía existiendo una formación para la élite, que formaba los cuadros para ese nuevo sistema de organización social. Pero todos los niños se vieron imbuidos de esos nuevos valores, fueron socializados en las nuevas ideas políticas, e incluso esa escolaridad pretendió integrar a las diferentes regiones en una sola identidad nacional. La formació del Estado liberal fue estrechamente ligada a la creación de sistemas educativos nacionales, pues estos legitimaron y ayudaron al despliegue del mismo. La función de la escuela hoy día sigue siendo la misma. Sigue existiendo una formación para la élite, que provee probablemente de una educación técnica superior (mayor profundización y especialización) y una formación para la plebe, en forma de escuelas públicas. 

Sea cual sea el caso, la escuela sigue siendo el embudo por donde todo niño tiene que pasar, porque tampoco hay que olvidar que la escuela existe también para proveer a padres y madres de un lugar donde depositar a los hijos mientras trabajan, una especie de aparcamiento para no tener que dejar de producir el sistema y poder llegar a fin de mes. Las opciones de educación sin escolarización son gravemente limitadas por las necesidades económicas por un lado, y por el Estado, que ejerce una fuerte presión en forma de presión legal y social y, sobretodo, en forma de asistentes sociales. Pero también es importante mencionar que existen opciones y que hay redes de apoyo entre quienes, por las razones que sean, no quieren que los niños tengan que sufrir dicha escolarización.

En la escuela, los niños aprenderán cosas tan útiles para el día de mañana como callar mientras se ven obligados a escuchar en silencio y sin chistar, obedecer al profesor y al grupo, limitar sus impulsos y necesidades. Si alguien encuentra medio lógico que un crío de 6 anos se pase mas de 5 horas diarias sentado en una silla en vez de corriendo, jugando y explorando sus limites, que se lo haga mirar, porque o bien no se acuerda de si mismo cuando iba a la escuela, o es un claro ejemplo de sobresocialización. Que aprender a leer o escribir puede ser algo útil, y que hacerlo puede ser placentero, es posible pero hay mil formas de aprenderlo; y ese argumento no esta reñido con el hecho que en la escuela a lo que se aprende es a obedecer y a acatar los valores democráticos, esto es: obediencia; resignación; relaciones interpersonales basadas en la competencia, el liderazgo y la sumisión; negación de las propias potencialidades e impulsos en pro de aquello socialmente aceptado y exigido.

Para los niños que no se adaptan a la escuela existe el Ritalin, un medicamento derivado de las anfetaminas, que se da en casos de hiperactividad (es decir, cuando el/la crío/a molesta en clase porque no puede o no quiere estar quieto/a). Igual que a los adultos se nos droga con Prozac cuando nos deprimimos o tenemos ansiedad, y también molestamos a nuestro entorno porque no estamos felices y contentos…

Fragmento del libro “Contra la democracia” (pág. 40-44)

lunes, febrero 8

COMUNICADO DE LA CNT-AIT DE GRANADA RESPECTO A LA DETENCIÓN DE LOS INTEGRANTES DE “TÍTERES DESDE ABAJO” POR SUPUESTO ENALTECIMIENTO DEL TERRORISMO

El viernes 5 de Febrero los dos integrantes de “Títeres desde Abajo” fueron detenidos en el transcurso de su última obra, “La Bruja y Don Cristóbal”, bajo la acusación de enaltecimiento del terrorismo. Nuestro sindicato conoce a estas dos personas: una de ellas es militante de nuestra Organización, y la otra es un gran y querido amigo que conocemos desde hace años. Esta obra no es la primera de “Títeres desde Abajo”.

“La Bruja y don Cristóbal” se estrenó en Granada el pasado 29 de Enero y se repitió el 31 del mismo mes. Muchas personas pudimos asistir a los dos actos, y conocer la trama y su trasfondo. Su posición, que procura ser humanitaria, ante ciertos problemas de actualidad, podía chocar con el de otras posturas políticas. La obra sí defiende la convivencia, la tolerancia y la aceptación de lo diferente. Los enfrentamientos que se producen son ante representaciones de poderes que no lo aceptan, y en ese sentido se desarrolla la trama.

En la actuación del 5 de Febrero, ya en Madrid, parte del público asistente se sintió muy molesta con la obra, y lejos de limitarse a una cuestión estética o de criterios, llamaron a la policía para denunciar una supuesta enaltecimiento del terrorismo. La policía acudió y procedió a detener a los integrantes de Títeres desde Abajo, que habían tenido que interrumpir la obra por la acción de los descontentos. Desde entonces, están incomunicados y en comisaría.

La prensa, fiel a la fácil fórmula “noticia impactante y difícil de comprobar”, concentrada también en el morbo de determinadas figuras políticas de Madrid, ha procedido a publicar la denuncia tal cual, sin contrastar la versión de los acusados, dando por resultado un relato completamente erróneo de lo que es la obra que pudimos ver en Granada, y que esperamos documentar pronto. En el contenido de las noticias se subrayaba la exaltación del terrorismo por medio de una pancarta con el lema escrito de “Gora Alka-ETA”, sacando de contexto la trama. Asimismo, se hablan de asesinatos y violaciones a monjas y jueces.

Al respecto, y para indicar unas necesarias aclaraciones, debemos relatar lo que es, en realidad, la obra. En esencia, “La Bruja y don Cristóbal” procura representar, bajo las figuras recurrentes de cuentos y teatros, la “caza de brujas” al movimiento libertario que ha sufrido en los últimos años, con los montajes policiales estilo “Operación Pandora”. La obra está protagonizada por una bruja, que representa a las personas de mala fama pública, y que se ve en la situación de enfrentarse a los cuatro poderes que rige la sociedad, esto es: la Propiedad, la Religión, la Fuerza del Estado y la Ley. La protagonista está en su casa, y, en primer lugar, su vida es interrumpida por la aparición del “Propietario”, que resulta ser el legítimo poseedor legal de la casa donde vive. No existen monjas violadas; bajo la forma de los muñecos, los adultos podemos comprobar que el propietario decide aprovecharse de la situación para violar a la bruja; en el forjeceo, la bruja mata al propietario. Pero queda embarazada, y nace un niño. Es entonces cuando aparece la segunda figura: una monja, que encarna la Religión. La monja quiere llevarse al niño, pero encuentra resistencia en la bruja, y en el enfrentamiento, la monja muere. Es entonces cuando aparece el Policía, que representa la Fuerza del Estado, y golpea a la bruja hasta dejarla inconsciente, y tras ello, construye un montaje policial para acusarla ante la Ley, colocando una pancarta de “Gora Alka-ETA” sobre su cuerpo, que intenta mantener en pie para realizar la foto, como prueba. A partir de este montaje policial, surge la cuarta figura, que es la del Juez, que acusa, y condena a muerte, a la protagonista, sacando una horca. La bruja se las arregla para engañar al juez, que mete la cabeza en su propia soga, y la aprovecha para ahorcarle, para salvar su propia vida. El relato continúa algo más, pero esta es la esencia de lo que transcurre, y donde se encuentra toda la polémica.

Se puede valorar si la obra es o no es para niños o para todos los públicos, pero resulta sorprendente que dos personas estén detenidas e incomunicadas por una cuestión de mayores de doce o dieciocho años. Si bien se hace necesario indicar que, más allá del reclamo de unos títeres, Títeres desde Abajo nunca ha mencionado que su última obra es para niños. En su blog dividen sus obras en las dedicadas a todo el público, “Teatro Popular”, y las específicamente para niños, “Espectáculos Infantiles”. “La Bruja y don Cristóbal” no aparece en esta última sección, por lo cual no se puede acusar a Títeres desde Abajo de engaño y atraer a un público determinado. El hecho de usar muñecos no lo hace necesariamente infantil, y en ello estaría de acuerdo el “cuervo Rockefeller”. Asimismo, en la sinopsis presentada se hablaba claramente de “cachiporras” y de “libertad”. No se puede insistir en que el problema es que no se sabía el contenido por parte de los asistentes. Obviamente, de terrorismo no, porque no hay terrorismo. Pero, en cualquier caso, en la actualidad, los niños presencian cotidianamente cosas mucho peores, no solo en la televisión, sino en la propia calle que pisan, y no vamos a entrar en detalles sobre si hay padres que los llevan a los toros, la politización de muchas chirigotas que actúan en plena calle (y nos parece fenomenal), les enseña historias de crucificados o los llevan a ver bambi. Dicho esto, creemos que es importante ver la obra: aunque pueda ser de mayores, no es tan dura como se ha presentado, que da la sensación de ser una nueva parte de Saw.

Sin embargo y en cualquier caso, es absolutamente inexistente el enaltecimiento al terrorismo, el motivo por el que han sido detenidos y puestos en absoluta incomunicación. Una medida represiva que resulta extremadamente paradójica: es precisamente lo que denuncia la obra. No deja de sorprender cómo las leyes contra el terrorismo pueden servir con tanta eficacia a prejuicios políticos bien definidos e imponer situaciones de indefensión a los acusados, con tan solo unas palabras de los denunciantes. Personas que confunden el terrorismo con lo que no aceptan social ni políticamente; que se indignan ante la censura a Charlie Hebdo pero que luego no dudan en hacer de talibanes ibéricos; que defienden a los niños de la politización representada en una denuncia a los desahucios, mientras ignoran la politización de la enseñanza y de la religión que les meten entre oreja y oreja, o que claman “es la ley” cuando un niño y su familia se quedan sin casa, hecho “sin duda, poco político”.

A todo ello, se suma el Ayuntamiento de Madrid, que quiere denunciar a Títeres desde Abajo, como reacción netamente política que se debe, indudablemente, a su necesidad de responder públicamente a las acusaciones de complicidad con los detenidos, que se realiza desde los sectores reaccionarios de la derecha española y buena parte de la prensa, que busca desesperadamente cualquier ataque político, sin importar la libertad de la gente. Bellos aquellos años donde un 15-M, que se esfuerzan en representar, era objeto de todo tipo de acusaciones ridículas.

Desde nuestro sindicato queremos expresar nuestro apoyo a Títeres Desde Abajo, exigimos la inmediata libertad de los detenidos y el libre ejercicio de la creación artística. Estamos en otra situación de represión política ejercida por las autoridades y un sector social muy definido políticamente en este país. Las energías que gastan ante representaciones artísticas, bien podían usarlas para fines más importantes para personas realmente necesitadas, pero es evidente que todo no es más que una máscara para ocultar intenciones políticas que se transmiten por la fuerza y no la cultura. Finalmente, agradecer a todas las personas, asociaciones y organizaciones que en el transcurso de unas pocas horas han mostrado su apoyo a Títeres desde Abajo y que han contactado con nuestra Organización al conocer nuestra relación directa con los dos detenidos, que esperamos que salgan libres inmediatamente.


CNT-AIT Granada
6 de Febrero de 2016

domingo, febrero 7

Queremos disturbios, no trabajo

En abril de 1981 una oleada de disturbios sacudió el barrio de Brixton, al sur de Londres. Durante tres días ardieron treinta edificios y más de cien vehículos, incluyendo cincuenta y seis coches de policía. Cerca de trescientos agentes resultaron heridos, frente a solo cuarenta y cinco manifestantes. Alarmados por la virulencia del estallido, las autoridades se apresuraron a culpar al desempleo y a la cultura callejera de la población negra, pero no era cierto. El acoso de la policía y los ataques de grupos neonazis habían caldeado el ambiente, pero los disturbios iban mucho más allá de las motivaciones raciales. En Brixton  se libró la primera batalla de la guerra social que enfrentaría a buena parte de la población contra el gobierno de Margaret Thatcher, que acababa de subir al poder y se disponía a desplegar su ofensiva contra la clase trabajadora. La población de Brixton no se levantó para protestar por el paro, como aseguraban las autoridades y la prensa. En medio del disturbio nadie reclamó un puesto de trabajo ni desplegó una pancarta quejándose de la elevada tasa de desempleo. Lo que pidieron fue cerillas y gasolina.

[68 páginas. Blanco y negro. Grapado. Portada de cartulina]
Editado por Antipersona

jueves, febrero 4

En la construcción del Dios último y súper absoluto

Apostasía y sacrilegio. En estas dos apoteósicas palabras puede resumirse la siguiente reflexión. Hablar del dios judeocristiano en épocas de fundamentalismo puede ser peligroso. No por ello debe limitarse el ser humano para hablar de su más megalómana creación. Sin embargo, esto, más que un recurso satírico, lo que realmente se pretenderá es armar un esqueleto disque teológico sobre la comprensión de lo incomprensible. Por lo tanto, sobra recordar que lo siguiente no es un texto para creyentes cerrados, sino más bien, uno para escépticos, agnósticos, ateos o bien, creyentes abiertos al sano debate de ideas. En última instancia, es importante recalcar que esto lo escribe un simple educador, un lector apasionado, un filósofo frustrado, amateur y ad honorem. Esto no es una cátedra teológica ni tampoco un análisis profundo de lo que, no se duda, existirán.

La idea de la divinidad ha evolucionado a lo largo de los siglos y milenios. Auguste Comte ya mencionaba que, entre sus estadios del saber positivo, se podía encontrar aquel “teológico o ficticio” donde los antiguos buscaban explicar los fenómenos de la naturaleza a través “de la acción directa y continuada de agentes sobrenaturales más o menos cuantiosos, cuya intervención arbitraria explica todas las anomalías aparentes del universo” [1]. Esto es evidente al constatar la experiencia de las sociedades antiguas en todo el mundo, donde el caso griego es el más emblemático.

La abstracción de la muerte, de lo sobrenatural, de lo divino, es la primera manifestación racional de la humanidad. Sin embargo, este “primer despertar de esa facultad que no es otra que la razón, no produce inmediatamente la libertad” [2] del individuo respecto de la naturaleza, todo lo contrario, lo mantiene sometido, pues, aunque parece contradictorio, esta primera manifestación aparece “no bajo forma de una reflexión razonada que tiene conciencia y conocimiento de su actividad propia, sino bajo la de una reflexión imaginativa o de la sinrazón” [3].

Así, puede encontrarse en la historia humana un conjunto de creencias espirituales y religiosas que, en su primera manifestación, aparecen como fetiches; es decir, bajo formas materiales, icónicas, cuyo carácter es sagrado y representativo de la divinidad a la que se le rinde culto. Esto es característico de la antigüedad e incluso va más atrás en el tiempo.

En un segundo estadio, según Comte, se ubica el “metafísico o abstracto”, donde “los agentes sobrenaturales son sustituidos por fuerzas abstractas, verdaderas entidades (abstracciones personificadas), inherentes a los diversos seres del mundo y concebidas como capaces de generar por sí mismas todos los fenómenos observados” [4]. Esta es la etapa que domina las religiones en la actualidad, aquellas donde el fetiche es sustituido (piénsese por ejemplo en las iglesias cristianas evangélicas) o donde no (como la iglesia católica), por el pastor o sacerdote quien se convierte en el flujo para el contacto directo entre el mundo terrenal y el sobrenatural. Lo anterior significa que es el sacerdote-pastor (o el brujo a decir de Bakunin) quien se convierte en el dios fetiche.

Conforme la ciencia avanza y esta va llegando a más y más personas, los fenómenos se van tornando más comprensibles, más cercanos y menos aterrorizantes. La religión busca ahora una forma de alejar nuevamente la incomprensión de los hechos a las personas, dichos fenómenos empiezan a ser abstraídos de toda consciencia, de toda realidad tangible con el fin de aislarlos nuevamente de la racionalidad. Esa es la gran calamidad del mundo actual, pues, muy a pesar de la existencia de la tecnología y los avances de la ciencia y la educación, las irracionalidades religiosas se mantienen aferradas en el abismo del inconsciente.

Evidentemente, el acercamiento al que llega Comte no es la verdad suprema para realizar una reflexión teológica. Sin embargo, no se aleja de lo que ha sido el desarrollo de la religión a través de los tiempos. Este desarrollo evolutivo de la divinidad llega hasta el día de hoy en la máxima concepción que de un dios se haya podido crear, es el dios judeocristiano: Dios (Yahvé o Jehová). Un ser absoluto, omnipotente, omnisciente, sin principio ni fin. Y esto ha sido fruto del pensamiento humano, esta divinidad absoluta es la conjunción de todos los dioses y diosas, fetiches, sacerdotes, fenómenos naturales y metafísicos. Es, no solo la incomprensión irracional, sino también el intento de racionalizar todo lo comprensible de la vida material, es la necesidad de libertad frente al miedo permanente que está encarnado, paradójicamente, en la divinidad misma. Sin embargo, al conocer la persona su mundo natural, al comprenderlo gracias a la ciencia, abstrae el todo y lo convierte en nada.

Dios es la nada en el tanto se manifiesta de forma abstracta, pues el todo es la materia. Se podría objetar esto afirmando que Dios está en todo, pero implicaría su negación espiritual y se fetichizaría nuevamente, implicando un retroceso en su propia evolución en el pensamiento humano. Esto porque la persona ya no concibe un dios de piedra o madera, limitado e imperfecto, por eso la mente lo hace perfectible y para ello, la única forma, es convertirlo en un ente metafísico, ajeno a toda creación material humana. Por ello, Dios es simplemente el reflejo del poder de abstracción del pensamiento, es, en suma, el propio reflejo del ser humano llevado hasta sus últimas consecuencias. ¿Cuál será entonces el siguiente paso evolutivo en la abstracción divina?

Afirmaba Juan Pablo II que el cielo “no es un lugar físico entre las nubes. El infierno tampoco es un lugar, sino la situación de quien se aparta de Dios” [5]. De la misma forma, el papa Francisco ha dicho que “la iglesia ya no cree en un infierno literal, donde la gente sufre [...] vemos el infierno como un recurso literario. El infierno no es más que una metáfora del alma aislada, que al igual que todas las almas en última instancia, están unidos en amor con Dios” [6].

Si lo anterior es así, significa que la concepción del Infierno deja de abstraerse y más bien se materializa. Por lo tanto, el Cielo, Dios, al estar en las personas o en este mundo, también deja de abstraerse. De esta forma, Dios dejaría de ser el reflejo humano para convertirse en lo humano mismo, sería la humanización o la materialización en lo abstracto. Dios terminaría siendo cada persona en el mundo o, más bien, cada acto humano. Ya no sería lo absoluto sino algo personalizado, dependiente de las acciones y conductas mortales y finitas, en suma, relativo. Con esto, Dios superaría “ser nada” para volver a “ser todo”, sería la nueva fetichización de lo absoluto que, sin embargo, tan solo sería la superación de la máxima abstracción actual, una nueva concepción en la mente humana donde el hombre y la mujer se habrían convertido así mismos en Dios: el humano creador y destructor de la vida.

Según lo anterior, el paso evolutivo hacia el dios absoluto, abstracto y abstraído completamente del mundo real, ha de ser buscado en el interior de las personas, es decir, en su alma. Es el dios, por tanto, que mora en el ser individual en tanto potencia y omnisciencia universal y, por ende, vuelve a materializarse en su misma abstracción, quedando así la persona fetichizada a sí misma (ya no el ícono ni el sacerdote-pastor). En el tanto la divinidad forma parte del sujeto (alma), este se diviniza, comprendiéndose así las limitaciones humanas que este dios posee en tanto simple reflejo del pensamiento humano.

Todo lo anterior explica la constante necesidad humana de materializar o ver materializados los fenómenos inexplicables que dicen emanar de esa divinidad pues, solo lo material es comprensible en tanto seres materiales son las personas. Por esta razón, el pensamiento humano dota a Dios de características humanas, así se demuestra en los libros de la Biblia: un dios de características duales, maniqueas, de esa fusión espiritual que fue la religión oriental con la occidental. Es un dios muy humano, con todas las imperfecciones y virtudes que parten paralelas de la complejidad del desarrollo evolutivo de los homínidos.

Dios, según lo analizado, llegará a ser cada vez más humano y cada vez más fetiche. Su humanidad estará adjunta al terrible avance que la razón trae consigo, será su mecanismo de sobrevivencia. Entre tanto, no podrá escapar a esa necesidad de materialización propia de la razón humana, sea por medio de milagros, sea por medio de íconos, de fenómenos naturales, sea en última instancia a través de la persona misma, divinizada y materializada al mismo tiempo. Esto, en tanto acerca más a Dios a los hombres y mujeres, lo aleja sin embargo de la salvación, último subterfugio de lo finito, pues se racionalizaría cada vez más.

A diferencia de lo que Nietzsche ha proclamado, Dios no ha muerto y nadie le ha matado. Dios vive porque el sistema continúa latiendo. En tanto la realidad así perdure, Dios no podrá morir. El fin de esa divinidad absoluta, caprichosa y aparentemente todo poderosa, solo podrá llegar en una sociedad de iguales. La igualdad es la irremediable oposición a toda religión y a toda divinidad suprema. En una sociedad libre e igualitaria, la naturaleza divina, sustentada por el terror de la miseria humana, de la potencia autoritaria, sucumbirá irremisiblemente, porque esa naturaleza perderá toda razón de ser, perderá toda la  irracionalidad (e intento de racionalidad) que la forma, puesto que no habrá nada arriba (ni abajo) de la naturaleza, solidaridad y razón humana.

Notas

[1] Comte, Auguste (2004) Curso de filosofía positiva. Buenos Aires: Negocios Editoriales., p. 22.
[2] Bakunin, Mijaíl (S.f.) Federalismo, socialismo y antiteologismo. Proyecto Espartaco., p. 45.
[3] Bakunin, Ibíd.
[4] Comte, Ibíd.
[5] Bedoya, Juan (1999, 5 de setiembre) El Papa corrige el Más Allá. El País. Recuperado de http://elpais.com/diario/1999/09/05/sociedad/936482411_850215.html
[6] Actualidad RT (2015, 13 de marzo) "El infierno no existe": Continúa la polémica en la Red por las falsas palabras del papa Francisco.Actualidad RT. Recuperado de https://actualidad.rt.com/actualidad/168912-francisco-infierno-adan-eva


lunes, febrero 1

Algunos apuntes sobre la situación de la homosexualidad en Rusia

A mediados del pasado julio un vídeo subido a Internet impactaba una vez más al mundo con la situación vivida en Rusia: a los pocos días de la aprobación del matrimonio homosexual en México y EEUU a nivel federal, dos chicos recorrían las calles de Moscú de la mano con una cámara oculta frente a ellos que registró la inmensa cantidad de insultos, vejaciones, malas miradas e incluso agresiones físicas que sufrieron.

Para entender la escalada de homofobia que Rusia vive en los últimos años, es preciso contextualizar histórica y políticamente. La población rusa vivió una relativa tolerancia sexual hasta el intento de “modernización” y “europeización” que acometió el zar Pedro I el Grande desde finales del siglo XVII. Todo esto conllevaba asumir la prohibición de la homosexualidad en sintonía con el resto de Europa. En 1917 la revolución bolchevique anuló todas las leyes zaristas, incluidas éstas, y se interesó mínimamente por la liberación sexual, pasando a ser el país más avanzado del continente en esa materia. En 1934, de acuerdo con la nueva política del país en manos de Stalin, se desataba una cruda represión que no terminó de abolirse legalmente hasta 1993, tras la caída de la Unión Soviética. El período posterior supuso una tolerancia legal, que no social, hacia la homosexualidad, y un nuevo intento de nacimiento de una cultura homosexual al igual que tras la revolución rusa.

Desde el mismo inicio de las reformas emprendidas por los estados del este de Europa tras la caída del telón de acero, han sido continuos los intentos de los partidos de derecha (y algunos de izquierda, como el Partido Comunista Ruso) y de las Iglesias Ortodoxa y Católica de penalizar o como mínimo poner límites a la homosexualidad. En la última década los gobiernos de Rusia, Polonia y Lituana han ido institucionalizando prácticas de censura hacia la “promoción homosexual” (censura en programas televisivos, leyes que restringen materiales por su posibilidad de llegar a menores de edad); el salto cuantitativo lo dio Rusia en 2012, cuando se propuso en el Parlamento una ley que penalizaba la “propaganda” de la homosexualidad, finalmente aprobada en 2013. El parlamento ucraniano propuso una ley similar, pero tras el serio conflicto que vive actualmente con Rusia, dicha propuesta ha sido retirada para evitar cualquier cercanía con el país vecino. Los parlamentos de las ex-repúblicas soviéticas de Armenia y Kazajistán tramitaron leyes similares, pero no terminaron aprobadas.

La aprobación de dicha ley ha sido interpretada como una carta blanca para que policías, neonazis y personas “normales y corrientes” hayan protagonizado las agresiones homófobas, lesbófobas y transfóbicas que han venido emitiéndose en los medios occidentales. Profesores y personajes de la televisión han perdido su empleo, los intentos de marchar por el orgullo gay hay acabado en disturbios (lo cual viene ocurriendo desde hace ya bastante años, incluyendo ataques contra la marcha de militantes cristianos, neonazis y estalinistas), se arresta por colocar pancartas pro-homosexuales, enarbolar banderas del orgullo gay o incluso por “salir del armario”. Entre los diversos apoyos populares a la ley, destaca “Okupai Pedofilyai”, firma paraguas de grupos neonazis que quedan con homosexuales mediante chats y los acosan, humillan, apalizan y suben las vejaciones a Internet, reabriendo con su nombre la vieja acusación contra los gay de pedófilos.

La situación homófoba en Rusia no puede desligarse de la política interna y externa del país. El Imperio Ruso de los zares y posteriormente la Unión Soviética propagaron un furibundo sentimiento de odio contra los homosexuales. Las fronteras de ambos Estados llegaron hasta Alemania y Bulgaria por su oeste, y hasta Irán y Afganistán por su sur. Si combinamos estos siglos de propaganda homófoba estatal con la propia de los cultos cristianos y musulmanes de cada zona, tenemos una situación muy poco favorable para su población no heterosexual. Ello explica en parte la profunda homofobia que se ha experimentado en la católica Polonia desde antes incluso de la caída del telón de acero, y explica también la reciente aprobación en la asiática ex-república soviética de Kirguizistán de una ley homófoba muy parecida a la rusa pero más dura si cabe. Dicha homofobia puede medirse socialmente en todos los territorios adscritos a Rusia en el pasado, y en la propia Rusia. En julio una encuesta daba las inquietantes cifras de que un 41% de la población rusa apoya la represión contra la homosexualidad con el objetivo de “exterminar el fenómeno”. Del 59% restante, no sería descabellado pensar que buena parte consideraría la homosexualidad como una enfermedad mental tratable mediante terapias psiquiátricas y no usando la cárcel o las multas.

Pero también hay algo de política internacional en esto. Las sombras de la Guerra Fría todavía prevalecen, y los conflictos entre los dos antiguos bloques continúan, prosiguiendo frecuentes desencuentros entre EEUU y Rusia en temas de política internacional. Las políticas homosexuales en cada bloque se articulan de una forma antagónica al otro. Las leyes anti-discriminación se usan para criticar a Oriente y reafirmar la “tolerancia” que las personas disidentes sexuales “gozan” en Occidente, reafirmando sus políticas de integración del deseo homosexual en la sociedad de consumo, y ocultando la inmensa cantidad de discriminaciones por sexualidad o género que se siguen viviendo bajo sus fronteras, tanto institucionales como sociales. Por su parte, los países del Este europeo ven las políticas “pro-homosexuales” europeas como una aberración que muestran a su población el camino político a no seguir, pero a la vez Rusia no quiere separarse del todo de sus vecinos europeos.

Los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi en 2014 dejaron este conflicto a la vista: la presencia de atletas internacionales abiertamente homosexuales motivó declaraciones de las autoridades de la zona conminándolos a no hacer demasiado alarde de ello, mientras el jefe del Estado, Vladimir Putin, ante la represión ejercida contra los manifestantes homosexuales que protestaban y llamaban al boicot a las Olimpiadas, aseguró que él tenía amigos gays, por lo que no es homófobo (qué típico), y justificaba la legislación homófoba con el objetivo de proteger a los niños y a las familias tradicionales.

En cuanto a las principales afectadas de esta legislación, las personas trans, lesbianas o gays, su vida se les ha complicado notablemente, teniendo que esquivar funcionarios del estado y grupos neonazis para poder ejercer su sexualidad y afectividad, y asumiendo una detención y una cuantiosa multa (transformada en cárcel de no pagarse) si salen a la calle a visibilizar su existencia y defender sus prácticas, cuerpos y deseos. Buena parte ya está recurriendo a los bares clandestinos, al exilio o al armario, cuando no al suicidio. Desde Madrid no mucho podemos hacer para evitar esta situación, que queda en última instancia en manos de nuestras compañeras rusas, pero campañas como boicots a intereses comerciales rusos, acciones contra instituciones oficiales del estado ruso o de sus apoyos directos o redes de acogida a personas exiliadas se han puesto ya en práctica en EEUU y Alemania.

Aunque no parece que vayamos a tener próximas legislaciones similares en el mundo occidental (aunque no podemos bajar la guardia, como demuestra la similar reforma que se aprobó la Inglaterra bajo Margaret Thatcher en la cercana fecha de 1988, ya revocada), sigue siendo necesario plantar cara al heterosexismo y el patriarcado en la forma en que se formulan actualmente en Occidente, así como combatir a quienes desean que una legislación homófoba como la rusa se mundialice, contra los cuales la lucha sigue siendo el único camino.
 
 
Fuente: http://www.todoporhacer.org/homofobia-en-rusia