Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

sábado, enero 31

Un estado que rige encima de un volcán

Frente a la dominación social y al caos geopolítico mundial, se levanta una juventud que se niega a seguir el juego del “complejo económico-industrial”. De este modo se inventan solidaridades concretas y otros modos de vida.

Constatarlo ahora es trivial: La sociedad-mundo se precipita en sus crisis. Nunca antes en la historia una sociedad había previsto con tanta precisión la agenda de su hundimiento. De la amplitud del calentamiento climático al agotamiento de los recursos naturales, el envenenamiento generalizado del planeta nos aporta mensualmente el correspondiente paquete de detalles sobre las líneas generales de lo ineluctable. La población ya se había acostumbrado a ello. El Estado y sus supletorios verdes trataban de tranquilizarla, pues esa era su tarea: vendrían días mejores tras un desagradable pero inevitable periodo de adaptación. Los “decrecentistas” apelaban al Estado para imponer las restricciones necesarias y la reeducación pertinente de cara al retorno de tiempos más felices. Todo esto se ha ido al garete en menos de una década.

Nadie había calculado la velocidad de expansión del caos geopolítico ligado a la guerra mundial por el control de los recursos naturales (petróleo, uranio, tierras de cultivo…), la somalización que salta del África al Afganistán, y sobre todo la amplitud y la rapidez, que la crisis financiera de 2008 apenas ha dejado entrever, de la desintegración social desencadenada por la mundialización de la economía. Sin embargo, para un sistema que intenta gestionar el caos sin más ambición que la preservación de sus intereses todo esto serían minucias, a no ser porque al mismo tiempo se ha desarrollado la conciencia de que la actividad irresistible del complejo económico-industrial no hace sino ahondar en el desastre, y de que no cabe esperar nada del Estado, excrecencia cancerosa donde conviven mezcladas las castas tecnocráticas parasitarias, corruptas o mafiosas, que presumen de no poner obstáculos a esta carrera hacia la destrucción, por lo que se ven reducidas a su función primaria: la práctica del monopolio de la violencia.

Todas estas cuestiones ya están en la calle; cualquiera puede comprobarlo, y penetran en todas las capas de la sociedad total delicuescente. Nadie se librará de ello y eso es lo que más preocupa al Estado, y no la catástrofe galopante que se avecina.

Un siglo de traiciones

La dominación, que llega al sumum del concepto en la convergencia fusionadora del Estado, la economía y los medios de comunicación, dedica su artillería pesada a machacar que no hay otra alternativa, que la suerte está echada, que o adaptarse o morir, que no hay más salida que administrar la catástrofe, y que quienes la provocaron y la siguen manteniendo son los más indicados para la tarea. Es como el asesino que alardea de ser el único capacitado para llevar a cabo la autopsia de su víctima. Y no se trata sólo de una metáfora; en el caso preciso de Rémi Fraisse, de 21 años de edad, éste fue muerto por un gendarme móvil, cuyo empleo le viene asegurado por un gobierno socialista que así celebra cien años de traiciones; tampoco lo es en el caso de los 43 estudiantes mejicanos entregados por la policía a los torturadores de los cárteles de la droga, ni en el de los periodistas independientes asesinados en la Rusia de Putin.

El personal político comienza a dudar de la perennidad de su estatus, pues sabe que está gobernando encima de un volcán (en esa China que goza de la admiración de todos los encargados de mantener el orden en el mundo, el presupuesto de seguridad interior es superior al presupuesto militar) y que hoy más que nunca le es necesario amordazar, invisibilizar y silenciar cualquier oposición mínimamente seria al orden establecido, es decir, cualquiera que considerase seriamente a dicho personal como innecesario.

El hecho de que las víctimas ante todo sean jóvenes sólo resulta extraño a los que nunca lo han sido. Esa juventud a la que se la tildaba de integrada en el orden mercantil y en un sobrevivir desmaterializado, adiestrada para venderse al mejor postor, para desprenderse de cualquier actitud solidaria, o para reconocerse en la mónada solitaria de la utopía capitalista, empieza a comprender dialécticamente que nunca tendrá entrada en el festín de la abundancia ficticia, que ni tan siquiera habrá festín, y que si lo hubiera sería indigerible, algo que la parte irreductible de esa juventud siempre había dicho y sabido. Ahora, toda ella alcanza la lucidez con tal vigor que no falta quien trate de desacreditarla por su “violencia”, aunque sus actos sean legítimamente defensivos y en gran medida, simbólicos. ¿En dónde cabría situarla?

En las luchas denominadas “anti-industriales”, dirigidas contra los proyectos excesivamente absurdos de erradicar aquello que todavía permanecía a salvo de la artificialización de la vida y las falsas necesidades (algunas zonas naturales que al menos en parte lograron quedarse al margen de la industrialización), porque de allí surge un sentimiento compartido de pérdida irreparable. Eso es algo que admite una miriada de contestatarios.

Aunque las intenciones no violentas y participativas de los jóvenes rebeldes en principio invitaran a la sonrisa, se acordará que éstas no tardaron en disiparse gracias al desprecio de los dirigentes y a la violencia del poder. Dejemos para los versalleses reaccionarios que eructan en estos días llamamientos a la represión, la condescendencia de los acomodados ante las pintas, los capuchones o las vacilaciones de dicha juventud. Estos son los hechos: aunque aún de forma minoritaria, la juventud se ha segregado de la sociedad. Por más que la escoja o la sufra, no tendrá futuro en ella, y además, ni quiere tenerlo, ni tiene nada que perder, a no ser la vida, hay que tenerlo presente. Esa parte de la juventud antagonista tiene claro que el Estado sobra, que la economía no va antes que la vida, que la intensidad de las relaciones humanas prima sobre la artificialidad tecnológica, que cualquier jerarquía es detestable por más militante que sea, que están de más las estrellas y los divos mediáticos, que la solidaridad concreta entre todos los que luchan es obligatoria, sea cual sea su posición. Que nadie se llame a engaño: estamos ante el nacimiento de una concepción de la vida hostil a la que impone la dominación.

Cuando dos concepciones tan opuestas de la vida se enfrentan, queda patente la ineluctabilidad del conflicto central de los tiempos venideros: el que ha de enfrentar a los fanáticos del apocalipsis programado con quienes no se resignan a la idea de que la historia humana acabe en una fosa de desperdicios.


Jacques Philipponneau y René Riesel, autores que reivindican la corriente anti-industrial surgida de la revista y las ediciones de la Encyclopédie des Nuisances.

Extraído de la revista Argelaga

miércoles, enero 28

4F: Algo huele a podrido en Barcelona

El 17 de enero de 2015 la televisión catalana emitió, censurada y con un año de retraso, la película documental “Ciutat Morta”, que pese a aparecer en un canal secundario, gozó de numerosa audiencia. La “ciudadanía” dejó de mirar para otro lado un instante y pudo constatar el calvario padecido por cinco jóvenes inocentes en manos de matones corruptos y de tribunales arbitrarios. El montaje del 4F no ha sido el único que ha revelado la connivencia entre políticos cómplices, policías torturadores y jueces prevaricadores. Recuérdese el 9F, el caso Raval, el del ojo de Esther Quintana, el de la muerte del actor Alfonso Bayard, el del ciudadano rumano Lucian Paduranu, el de las palizas de los tres jóvenes de Gracia o la reciente Operación Pandora, por sólo mencionar los más ruidosos. Tampoco es el único donde la policía ha actuado violentamente con total impunidad, ha manipulado atestados y ha mentido en los juicios; se sabe que además ésta se ha visto premiada con indultos, ascensos y recompensas por esa clase de servicios.

Algo huele a podrido en Barcelona, pero que nadie se escandalice por ello más de la cuenta. Lo verdaderamente escandaloso no son las denuncias falsas, las vejaciones gratuitas infligidas a los detenidos o la saña criminal de los “protocolos de actuación” de los verdugos uniformados; mucho menos, la complicidad y el encubrimiento de los políticos, las coacciones a los testigos, la desestimación de pruebas y los procesos judiciales sin garantías. Lo indignante es que todo este universo kafkiano forma parte de la normalidad ciudadana. A día de hoy, tal tipo de conductas es normal, está legitimado, puesto que para los responsables de tanto atropello es la única forma de garantizar con eficacia el mantenimiento del orden establecido a escala municipal.

Las revueltas ocurren cuando los gobernantes pierden toda credibilidad y su autoridad no inspira respeto a quienes gobiernan. Es así de sencillo. En tal situación, aunque la gente obedezca por costumbre, el Poder se sabe frágil; no le basta con disponer de un cuerpo político y judicial sin fisuras para aplastar el menor atisbo de vida independiente, sino que necesita un espacio público domesticado donde el trapicheo ambulante, la fiesta autónoma (que no era precisamente el caso de la “Anarco Peña Cultural”), la deriva opaca y sobre todo la libertad pública -ese gusto por hablar, discutir, respirar y actuar- no puedan ni siquiera asomar. Los dirigentes conciben a los súbditos díscolos como amenaza, o sea, como un “enemigo” capaz de colarse por cualquier resquicio. La naturaleza de dicho enemigo resulta fácil de elucidar con sólo mirar a las víctimas del celo policial: indigentes, inmigrantes, jóvenes “de estética okupa”, manifestantes, miembros de piquetes de huelga, y, en general, cualquiera que se cruce en el camino de los mercenarios del orden “cívico”.

Esas figuras del enemigo público han relevado a las del “desafecto”, “ateo”, “comunista” o “anarquista”, mediante las cuales la pasada dictadura de Franco exorcizaba a sus oponentes y justificaba una represión implacable. El régimen partitocrático nacido de la reconversión pactada de la dictadura no modificó un ápice la relación hostil entre gobernantes y gobernados; tampoco derogó la legislación punitiva anterior, ni purgó sus aparatos policial y judicial. La “peligrosidad social”, que caracterizaba al “enemigo”, se encarnó a su vez en el “terrorista”, el “traficante”, el “delincuente habitual” y, finalmente, en el “antisistema”, legitimando así una involución legal que suprimía derechos y permitía el acoso policial en nombre de los “valores democráticos” y la “seguridad ciudadana”. De modo semejante, la dictadura lo había hecho en nombre de la “paz”, la “religión” y el “orden público”. La partitocracia no había desarrollado instituciones capaces de integrar la protesta social, ni había conseguido que los colectivos disidentes se dejaran instrumentalizar o corromper, por lo que la cuestión social -la condición humana bajo un capitalismo en constante reestructuración- se iba contemplando desde la perspectiva dirigente como una cuestión de orden.

Como pasa siempre, los abusos policiales precedieron a la ley, indicándole el camino. Y con enorme facilidad, la partitocracia ha vaciado la carcasa liberal constitucionalista para reproducir condiciones político-sociales típicas de los regímenes autoritarios. Tiene demasiados puntos vulnerables, por eso se ha de proteger contra un enemigo multirreincidente, que lo mismo surge en forma de desahuciado, que en forma de enfermo de hepatitis C. Realmente la violencia policial indiscriminada es el primer paso de una guerra contra la población súbdita, a la que la conflictividad convierte en “sospechosa”. Y como en toda guerra, la fuerza es empleada para aniquilar al contrario, no para persuadirle de lo inapropiado de su proceder. Ahí el Poder tiene siempre razón: las víctimas inocentes son culpables de haberse encontrado en el lugar equivocado, en el momento equivocado.

Paradigma de los nuevos fundamentos represivos de la sociedad capitalista son las aglomeraciones urbanas modernas, que hoy conforman un modo de vida obediente a los imperativos de la economía y de la política. En ellas no existe espacio público que pueda funcionar como ágora; el dominio de la decisión queda recluido en pasillos y despachos, fuera de los cuales “los fuertes se comportan como quieren y los débiles sufren como deben” (Tucídides). Una elite constituida por políticos, promotores culturales, banqueros, constructores, hoteleros y especuladores, administra las conurbaciones como si fueran empresas, impulsando procesos de “esponjamiento”, gentrificación y museificación. El objetivo no es otro que convertirlas en espacios explotables a semejanza de las grandes superficies comerciales y los parques temáticos. Dicha transformación requiere no solamente desplazamientos importantes del vecindario con escasos recursos, sino el control total de la calle y la expulsión por todos los medios de aquellos recalcitrantes, cuya presencia resulta molesta al nuevo usuario de la misma, a saber, el artista diseñador, el comprador o el turista.

En ese contexto de reordenación urbanística, la guardia urbana desempeña un papel higiénico semejante al de la policía armada del franquismo: ha de limpiar los lugares de población indeseable, pobre y fuera de control, aplicando sin trabas garantistas las políticas de tolerancia cero que se desprenden de las ordenanzas municipales restrictivas. De este modo, un fenómeno más bien de alcance menor como el de los mendigos, okupas fiesteros y migrantes indocumentados, por producirse donde no debe, se convierte en un problema urbano de primera magnitud. Eso explicaría de manera suficiente la existencia de cuerpos de dudosa legalidad como la unidad UPAS de la Guardia Urbana de Barcelona -compuesta por dos centenares de sicarios especializados tanto en la cacería de vagabundos y jóvenes con pintas llamativas, como en la disolución violenta de concentraciones y actos festivos irregulares. En consecuencia, también resultaría obvia la protección incondicional que disfrutan aquellos por parte de los alcaldes y concejales, así como la comprensión benevolente de jueces y fiscales, cosa que les otorga carta blanca para la comisión de toda clase de atropellos.

Esa mezcla de matonismo policial, connivencia procesal y conchabamiento político, que se acostumbra a llamar modelo Barcelona, ha sido patentada como marca, pionera en su género, y su rigor ha despertado la admiración de las elites urbanas de la península. Al original le han surgido imitadores, pero Barcelona sigue siendo la capital europea de la intolerancia y los malos tratos, algo de lo que sin duda sus políticos, sus magistrados y sus esbirros se sentirán orgullosos.

El montaje del 4F no fue una anécdota, sino un dato más en el haber del “Sistema”. Por eso el intento de revisión que propone “Ciutat Morta”, apoyándose en la explotación mediático-sentimental del sufrimiento de las víctimas y en la existencia de un “verdadero” culpable, nos parece errado. El culpable es de todos conocido de sobra: es el mismísimo “Sistema”. Éste es el torturador, el montajista, el prevaricador. Pedirle a éste una retractación, una compensación moral, o incluso una depuración de sus instituciones, solamente servirá para calmar la mala conciencia ciudadana del espectador, horrorizado ante las prácticas cotidianas con las que los guardianes del statu quo garantizan la estabilidad de su modo de vida sumiso. Entrar en el juego de los medios de comunicación pidiendo justicia y verdad a quien es por naturaleza injusto y falsario únicamente beneficia al Sistema, que con sólo echar mano de unas cuantas cabezas de turco quedará sólidamente legitimado ante sus acólitos y electores. No es ese el camino. A quien quiera encontarlo, sólo si realmente se le quiere encontrar, le bastará con mirar hacia todo lo que el montaje quiso suprimir.


 Revista Argelaga, 27 de enero de 2015


 Comunicado de Juan Pintos, detenido/encarcelado/condenado por el montaje del 4F

Ante todo el revuelo mediático producido por el pase de “Ciutat Morta” en la televisión pública catalana, y como encausado/encarcelado/condenado por el montaje policial del 4F, creo necesario dar a conocer mi opinión respecto a la reapertura del caso, la búsqueda de responsables y/o culpables y la relación con los medios de comunicación.

Mi interés en dejar clara mi postura se debe sobre todo a lo sucedido estos últimos días, con declaraciones en los medios de comunicación (masivos o alternativos) sobre la existencia de un “verdadero culpable” o sobre la búsqueda de responsables políticos/judiciales/policiales concretos, con nombre y apellido. Declaraciones que no comparto en absoluto y que muchas veces, por falta de rigor o por manipulación, se dieron a conocer como la postura de “lxs condenadxs por el 4F”.

Creo que el 4F, lamentablemente, no es la excepción en la normalidad policial/judicial, sino una muestra del funcionamiento habitual de las instituciones. Los montajes se repiten, con distintxs protagonistas, todo el tiempo, ya sea para criminalizar un movimiento, para justificar nuevas leyes de “seguridad” o simplemente para mantener rentable el entramado empresarial/carcelario. Y en esta realidad, buscar a lxs supuestxs responsables del 4F es pedirle al sistema, que es por definición injusto y violento, que se señale a sí mismo, algo que sinceramente no creo que suceda. O peor, es darle a las instituciones la oportunidad de “depurar” responsabilidades, de apartar “manzanas podridas” que alteran el funcionamiento correcto e imparcial de la policía, la justicia y la política. Hacer algo así es erigir, una vez más, al estado como garante y guardián de “lo justo” y “lo verdadero”, cuando en realidad es el estado mismo que funciona y se mantiene gracias a las torturas, los encarcelamientos y la violencia de sus cuerpos armados.

¿Qué se puede lograr destituyendo a un cargo político? ¿Qué se puede lograr con dos policías encarcelados? ¿Qué se puede lograr apartando a una jueza de su cargo? Sinceramente creo que nada más que una escasa satisfacción personal que me es ajena.

Alguien ocupará ese cargo y continuará asegurando el idéntico funcionamiento de la institución, otros policías patrullarán las calles, otros jueces dictarán penas de cárcel.

No quiero, ni necesito, que el mismo sistema que nos detuvo, torturó, juzgó y condenó se legitime ahora como garante de la verdad y la justicia. Creo que personalizar la responsabilidad del montaje que nos encarceló es una manera de negar la realidad del sistema en el que vivimos, donde las detenciones arbitrarias, las palizas y los juicios condenatorios son la norma y no la excepción.

No quiero, ni necesito, ver a más personas en la cárcel.

No quiero cambiar la oportunidad de un cuestionamiento radical, quizás menos comercial pero infinitamente más útil, por más minutos en el aire de sus mass media, por más líneas en sus periódicos, por más promesas de “investigación”.

Creo que es momento de trazar una línea que conecte todos los montajes que realiza el estado y darse cuenta, quien todavía no lo haya hecho, que la realidad es que el estado (ya sea español, catalán o el que ustedes elijan) es responsable en su totalidad de los encarcelamientos, torturas y humillaciones que sufren todos los días un número impresionante de personas.

La Operación Pandora, Alfon, Mónica y Francisco, el 4F, el 9F, Núria, el caso de Torà, migrantes en los CIEs y así podría seguirse indefinidamente, no son casos aislados; éste es el comportamiento de un sistema criminal, y pedirle explicaciones a ese mismo sistema es entrar en un juego que está perdido de antemano.

Las respuestas están en la calle, en la organización entre afines, en el rechazo práctico y diario a sus estructuras de poder y maltrato, y no en platós de televisión, palacios judiciales ni voceros del estado.

Mientras el 4F o cualquier otro caso sea vivido y mostrado como una anécdota, como victimización de tal o cual persona, es imposible cuestionar la totalidad del problema, y así sólo llegarán “soluciones” parciales, falsas desde su origen y que continuarán fortaleciendo al estado en su rol de mediador, protector y guardián de la ciudadanía. Creo que la única forma de que estas situaciones no se repitan es dejar de lado los egos, la victimización y la necesidad de una venganza personalizada con nombre y apellido.

Entiendo, y no soy quien para cuestionarlo, que exista una diversidad de posturas respecto a la situación del 4F, pero creo que es necesario dejar bien claro que no me representa en lo mas mínimo el camino que se ha recorrido este último tiempo, como mínimo desde la emisión de “Ciutat Morta” en tv3.

Creo que tener el conocimiento de la podredumbre total y absoluta de las instituciones debe ser una herramienta para que los cuestionamientos se vuelvan globales, es decir que tener la certeza de que las instituciones funcionan así debe ser el principio de los planteamientos radicales que buscan un cambio completo en la forma de relacionarse, y no una excusa para justificar la inacción o la pasividad.

Mi postura, cruda y crítica hacia el sistema en general, no es un llamado a la resignación sino a una radicalización de las prácticas diarias que existen por fuera de sus estructuras, a un crecimiento de los espacios fuera del control estatal, y creo que en ese camino es necesario aprovechar cada grieta en el funcionamiento del sistema para profundizarlas, hasta que la situación se les haga insostenible.

Dicho esto, sólo me queda pedir vuestra solidaridad activa con todxs lxs que están sufriendo, ahora mismo, aislamiento, maltrato y cárcel por sostener y defender sus ideas.

Libertad para todxs o libertad para nadie.
 
Salud.

Juan Pintos, detenido/encarcelado/condenado por el montaje del 4F


Fuente: https://es.squat.net/2015/01/26/comunicado-de-juan-pintos-detenidoencarceladocondenado-por-el-montaje-del-4f/

 

domingo, enero 25

Ciutat Morta: Documental completo sobre el caso 4-F

El documental 4F ni oblit ni perdó es un trabajo de investigación videográfica que pretende dar a conocer la verdad sobre el caso 4F, uno de los casos de corrupción policial más graves que se han destapado en Barcelona.

El caso 4F, que acabó con un agente de la Guardia Urbana en coma, se saldó con la detención y condena a prisión de cinco jóvenes y el suicidio de una de las acusadas, Patricia Heras. Rodrigo Lanza, el principal acusado, no salió de prisión hasta diciembre del 2012.

Los detenidos se declararon inocentes y denunciaron haber sido víctimas de malos tratos y abusos policiales. Dos de los agentes denunciados, que fueron testigos clave en el juicio, han sido condenados recientemente por otro caso de torturas.

La investigación desarrollada por el documental 4F defiende la inocencia de los jóvenes y apunta a una trama de corrupción policial, política y judicial, no vista como excepción sino como modus operandi habitual del sistema.

jueves, enero 22

Estado capitalista e Islamismo: Los peligros y sus raíces políticas y sociales

Al obsceno espectáculo de docenas de líderes del capital mundial celebrando la  libertad democrática en París el domingo pasado, ahora uno tiene que sumar la resolución de muchos de esos líderes (Cameron y Merkel por ejemplo) de otorgar a sus gobiernos mayores poderes de vigilancia y control de los medios de comunicación social en nombre de la defensa de la ”libertad”, además del aumento gradual del poder policial y militar en las calles de las ciudades de Occidente.

El peligro del terrorismo islámico ( no muy diferente del peligro ”comunista” de los años 50 ) va ser utilizado por el Estado capitalista en Occidente (”democrático” de  seguro) para movilizar a la población detrás de nuevas cacerías de brujas y  reacciones  xenófobas dirigidas contra la población musulmana en Occidente, y para justificar la expansión de la acción militar en el mundo musulmán en nombre de la ”auto-defensa”. El peligro que representa el capital y su poder estatal en Occidente, aumenta día a día,  instigado por los medios de comunicación (los órganos capitalistas de manipulación de masas) como bien lo han demostrado los recientes sucesos tanto en Medio Oriente como en Europa Occidental. Pero, de lo que el Estado capitalista nos tiene que proteger, no es del peligro que representa el capitalismo y sus relaciones sociales sino del peligro del epónimo ”Musulmán”, o del vecino terrorista potencial, que está cada vez más puesto en la mira como la amenaza inminente ante la cual nosotros  debemos responder.

Pero no menos real es el peligro del Islamismo, tanto en cuanto ideología reaccionaria  cada vez más poderosa, y como desafío político e incluso militar al núcleo de los estados del capital en Occidente y sus socios en el mundo musulmán, sino también, por supuesto, para las poblaciones civiles en Occidente que están en la mira de los Jihadistas por ser judíos, apóstatas musulmanes o editores de publicaciones seculares que han ofendido la fé.

En el mundo islámico también está en marcha una movilización ideológica y militar,  de ISIS a AQPA, de Boko Haram y los Talibanes a al Nusra. Las víctimas masivas de  esos movimientos, ejércitos y proto-estados son, en primera instancia la población  musulmana del mundo islámico ( y por supuesto, las minorías no- musulmanas que  todavía permanecen allí).

Las raíces sociales del Islamismo no se encuentran en una tradición profundamente  arraigada o en sociedades todavía tribales, sino más bien en la decadencia social forjada  por la destrucción de los modelos sociales tradicionales, lo cual es el resultado de la expansión global del capitalismo. En primera instancia, la emigración de gran número de personas del mundo árabe y del norte de África durante los últimos cincuenta años, escapando de la pobreza y buscando trabajo en el mundo Occidental, y ahora, enfrentándose allí con la desocupación, marginación y creciente hostilidad mientras que la crisis económica del capitalismo en las ”metrópolis” se profundiza. En segundo lugar, los efectos de la intervención militar occidental, guerra, ocupación y la concomitante expansión del empobrecimiento y la desesperación en el mundo árabe y el sentimiento de fracaso y resentimiento que ha creado. Esa gran desesperación y resentimiento han alimentado las ideologías xenófobas del Islamismo y su ”promesa” de resistencia de la ”nación” musulmana ( la Ummah), proporcionando una base masiva y una fuente de reclutas para la ”jihad” que están librando esos movimientos políticos.

Las luchas militares en Siria, Irak, Libia, todo el Sahel, Afganistán y Paquistán, son luchas intra-capitaslistas, luchas entre fracciones rivales de la clase capitalista. Sea que el Occidente y sus aliados locales solidamente re-establezcan su dominio sobre el  mundo musulmán, o sea que emerjan Estados islamistas (Jihadistas), el poder del  capitalismo va a ser consolidado.

La existencia social en el Oeste capitalista va a ser cada vez más militarizada, cada vez más sujeta a la censura y la vigilancia. La existencia social  dondequiera que fracciones islamistas tomen el poder, va a ver la imposición del control total sobre la vida de los sujetos, control material, económico, cultural y ”privado” en nombre de su visión de la ley ”Sharia”. La democracia occidental y el Islamismo, aunque aparentemente son enemigos mortales en su batalla inter-imperialista, ambos constituyen baluartes de las relaciones sociales que condenan a la mayoría de su población a un incremento de la miseria y la degradación humana, las diferencias entre sus formas ideológicas específicas o sus formas legales empalidecen en comparación con el mismo sistema social reaccionario que cada uno de ellos busca proteger y perpetuar.


Extraído de http://metiendoruido.com

lunes, enero 19

Habitar lo común. Nº 6 de la revista Raíces

Habitar lo común es gestionar lo que nos une, identificar las necesidades compartidas y buscar las fórmulas para resolverlas colectivamente. Habitar lo común es restituir la conciencia acerca de los límites de la actividad humana sobre el entorno natural inmediato, que nos ofrece el agua limpia, los medios para elaborar nuestros alimentos y los recursos para encontrar el abrigo.

Significa al mismo tiempo, ser los beneficiarios de los aspectos más válidos y recuperables de la herencia acumulada que nuestros antiguos nos han brindado, a saber, su capacidad para superar las adversidades desde el esfuerzo y el sacrifico, el trabajo en común y el ingenio creativo. Valores y talentos que siguen impregnando las creaciones humanas del mundo preindustrial: ¿acaso no nos sentimos comúnmente abrumados por la trascendencia, belleza y delicadeza que desprenden muchas de las creaciones de estas sociedades pretéritas? ¿Nos conmueven quizás estos espacios sociales y sus objetos en la medida en que recrean algo verdaderamente humano, frente al trazo humano imposible de descifrar en las creaciones de la producción masificada?

Habitar lo común, como evocación de lo que podría ser. En frente, el desarraigo individual, como certeza de lo que es. Pero también, habitar lo común, como recuerdo de lo que fue y, para algunas culturas, como lo que aún sigue siendo.


Índice de contenidos

Invierno-Primavera 2014 / Extremadura

Crítica, análisis y debate en torno a la destrucción del territorio.

- Editorial

- Reportaje: Costumbres comunales de Aliste. Redacción editorial

- Miseria y defensa de las ciudades. Juanma Agulles

- Los límites de Madrid. Salvador Cobo

- El concejo aldeano en Cantabria: lo que pudo ser y no fue. Manuel García Alonso

- Amanecer en tiempos oscuros. Miquel Amorós

- Entrevista a Valentín Cabero Diéguez en torno a Ley de Sostenibilidad y Racionalización de la Administración Local. Redacción editorial

- La fábrica de los últimos hombres. Áurélien Berlan

- Comentarios en torno al libro La libertad en coma. Redacción editorial

- Lecturas recomendadas

- Correspondencia: A vueltas con Pemartín. Algunas notas aclaratorias a los comentarios de la Redacción. Alvaro Castro


116 págs.

Lugar para pedir en distribución: librería la Malatesta

Contacto editorial y pedidos: flordeedicion@yahoo.es

viernes, enero 16

Un Resquicio Para Levantarse. Historia Subjetiva Del APRE

Javi Ávila Navas

En este libro nos cuenta Javi Ávila Navas, llamado el Niño, sencilla y directamente, su vida. Pero hay vidas y vidas. Esta es la de un rebelde cuya forma de ser le lleva a participar en la creación de situaciones de las que dan qué pensar. Habiendo sido “cliente”, desde muy jovencito, de las instituciones punitivas estatales, se enfrentó siempre a ellas con impulso refractario y autoafirmativo, intentando y logrando la fuga en numerosas ocasiones. Aún así, ha pasado 28 años en prisión, muchos de ellos sometido al programa penitenciario de neutralización llamado eufemísticamente “Régimen Especial”, que podríamos llamar con mayor propiedad régimen de máxima crueldad, verdadero núcleo duro de la institución total carcelaria. Ante su acción deshumanizante, encontró, con sus compañeros de castigo, en la amistad y el apoyo mutuo y en la lucha común por la libertad, la justicia y la dignidad de todos, un refugio donde continuar siendo ellos mismos. Para avivar el fuego de la insurrección contra las infrahumanas condiciones de vida en las cárceles españolas, que llevaba encendido ya unos cuantos años, concibieron el APRE –Asociación de Presos en Régimen Especial– para intentar aglutinar, alrededor de una tabla reivindicativa y unas tácticas comunes, a la minoría de irreductibles que habían sido destinados a “la cárcel dentro de la cárcel” para quebrarlos, disuadiéndoles de seguir intentando la fuga y su supervivencia como seres humanos. Aunque la llama se extendió durante algún tiempo, su levantamiento fue finalmente aplastado en el aislamiento, por la violencia y por la astucia de la izquierda de la partitocracia española, los “socialistas” de la corrupción y del GAL, apoyados incondicionalmente por los “medios de comunicación de masas” y por la mayor parte de la sociedad española del momento. Pero conquistaron al menos un punto de vista, una perspectiva de la dominación, lograda enfrentándose a ella en primera línea. Muy reveladora, por tanto, para quienes alguna vez se decidan a intentar lo mismo. Desde ahí pueden comprenderse mejor también los cambios subsiguientes en el sistema penitenciario, como la construcción de macrocárceles o la invención de los “módulos de respeto”. Lo que se ofrece aquí es, entre otras cosas, un ejercicio de memoria y reflexión sobre todo eso.

COEDITAN: Tokata [boletintokata@yahoo.es]; CSO La Gatonera [csolagatonera@riseup.net]; L´Escafandre distribuidora [info@escafandre.org], Asamblea de Apoyo a Presxs de Madrid. Podéis pedir el libro a cualquiera de ellos.

Extraído de: http://tokata.info

martes, enero 13

Crítica de la denuncia jurídica como estrategia de lucha contra los centros de menores

Jorge del Arco plantea en este artículo un cambio de perspectiva en la lucha contra las cárceles para niños «infractores» y la denuncia del maltrato que es habitual en ellas. No desprecia el recurso jurídico pero lo considera insuficiente, puesto que el objetivo no puede ser el cumplimiento de una ley represora que ni siquiera siguen los funcionarios maltratadores, sino el cierre de los centros de menores. Tal objetivo no puede conseguirse limitando la protesta al ámbito jurídico correspondiente, sino transformando la sociedad, creando otra que no necesite confinar a una parte creciente de la población, sea adulta, menor de edad o extranjera. Aboga por la coordinación de colectivos y asociaciones específicas en pro de una transformación radical de las relaciones sociales.
Publicado en Argelaga 4.



Cualquier ámbito del antagonismo contra el sistema está atravesado por contradicciones fruto de la propia experiencia de lucha, del contexto histórico, de la relación de fuerzas en un momento dado y de las propias personas que la conforman. Digo esto como base para entender y afirmar que no hay fórmulas secretas o caminos rectos, que el resultado de los procesos de confrontación y de cambio depende de las personas que los lleven a cabo. Igualmente, cuando se trata de luchas tradicionalmente enmarcadas dentro del ámbito de lo social [1] en las que suele haber situaciones vitales dramáticas parece más difícil establecer líneas claras de actuación y es más complejo llevar a cabo estrategias que prioricen el largo plazo.

Este artículo pretende hacer una reflexión sobre las estrategias que se están llevando a cabo, sobre todo desde la entrada en vigor de la «Ley de responsabilidad penal de los menores» en el 2001, contra los centros de menores. Partimos de la necesidad de llevar a cabo una práctica efectiva que persiga la desaparición de estas cárceles para niños, pero sabemos que ni todos los problemas de los chavales y las chavalas se reducen a los centros ni estos son algo aislado del resto de la sociedad.

Esta premisa nos permitirá entender la complejidad de un conflicto concreto de la que, como en cualquier lucha de las personas presas, son protagonistas los propios chavales y sus familias. Sin embargo, creo que en el caso concreto de los centros de menores, se da una situación característica que la diferencia de las luchas contra la cárcel o contra los cie. Los colectivos y las asociaciones que no se han dejado engatusar por el cuento de la «labor social», ni se han alineado con la Administración en los conflictos entre esta y los chavales, saben que la situación de maltrato institucional no se limita al interior de los muros. Saben, porque lo viven cada día, que la marginación y la desigualdad social son consecuencia de las relaciones sociales establecidas que configuran la biografía y la realidad de estos chicos y chicas. Por ello, los que se toman en serio lo que hacen no limitan su labor a unas horas de atención social, sino que comparten, y normalmente sufren, sus vidas con ellos. Esto hace que la perspectiva de lucha contra los centros que estos chavales puedan tener más allá de su propia experiencia personal, es decir en un sentido más social, pasa necesariamente por la propia labor de estos colectivos. A su vez, la perspectiva de acción de estos colectivos está profundamente condicionada por la relación con los chavales, las situaciones vitales de estos y también, claro, el tiempo y la energía que quedan después de pelearte a diario con la Administración o de buscar medios para sostener la propia actividad del colectivo.

La intención de este artículo no es menospreciar el trabajo de estas personas, todo lo contrario, la lucha contra los centros de menores no tendría sentido desde otro ámbito que no sea la propia realidad de los chavales, pero sí quiero apuntar aspectos de la lucha en los últimos doce años que creo necesario debatir.

Esta reflexión parte de analizar la evolución de los centros en relación a lo que ocurre hoy en día dentro de sus muros. Si echamos un vistazo a cual ha sido la estrategia de lucha vemos que, exceptuando la campaña específica contra Ibercaja, las líneas que se han seguido mayoritariamente han sido dos, por un lado las manifestaciones, concentraciones y protestas frente a los distintos centros e instituciones responsables de ellos y por el otro, la labor de denuncia social y jurídica de las situaciones de maltrato y agresiones [2], que han llevado a cabo, sobre todo, los colectivos y asociaciones de apoyo a presos y los que trabajan directamente con los chavales en sus barrios. Respecto a las manifestaciones y concentraciones poco voy a decir, tal vez fuera necesario hacer un análisis más exhaustivo, pero son lo que son y tampoco pretenden ser otra cosa. Sí me gustaría generar un debate sobre la estrategia de denuncia jurídica que ocupa gran parte del espectro de la lucha cotidiana contra los centros de menores.

Eso sí, antes, es necesario dejar claro que este cuestionamiento no se refiere a las estrategias de defensa jurídica de los chavales a los que persigue la justicia. En una situación de desmovilización social prácticamente total y nula fuerza efectiva en las calles sería dejarles a merced del sistema judicial y poco menos que convertirles en mártires encerrados por la causa, algo que desde luego, no es útil ni deseable. Quiero reflexionar respecto a la estrategia jurídica de ataque a los centros de menores y al entramado institucional de atención a los niños y niñas, las denuncias de agresiones de los carceleros, la denuncia del uso de la medicación psiquiátrica como contención química, la denuncia de las prácticas de aislamiento como castigo, la tortura, etc.

Esta estrategia parte de la perspectiva legalista de que cuando el poder incumple la ley es vulnerable porque, en tanto que garante de esta, estaría incurriendo en una contradicción fundamental tan evidente que le deslegitima y le fuerza a actuar. Sin embargo, lo que realmente deslegitima al poder es ser cuestionado de raíz por quienes están sometidos, no que se le ponga un espejo delante mostrándole sus miserias. Por desgracia, esta estrategia, por lo menos hasta ahora, no ha servido para cuestionar radicalmente ni los centros de menores ni la intervención social estatal. En todo caso, ha cuestionado su funcionamiento o sus desmanes, pero esto no ha hecho que haya menos chavales encerrados o que la situación en sus barrios haya cambiado significativamente.

En cuanto a la presión que pueda suponer la amenaza de una demanda jurídica para los carceleros y los educadores, la experiencia de estos años ha demostrado de sobra que la justicia no es igual para todos, algo que por otra parte no nos sorprende en absoluto. Solo una vez se ha conseguido sentar a los responsables de alguna agresión en el banquillo de los imputados, en el caso de la muerte de Philipp en el centro de menores Nivaria de Santa Cruz de Tenerife. Únicamente tres de los imputados fueron condenados, por torturas, no por la muerte de Philipp, y las condenas no pasaron en ninguno de los tres casos del año y medio de prisión [3]. Ni una sola denuncia más ha prosperado, por lo que no creo que estas denuncias les cohíban a la hora de maltratar a los chavales, sobre todo cuando tienen formas mucho más sutiles y menos explícitas para controlar y reprimir que la violencia física.

Asimismo para que una denuncia tenga alguna oportunidad de prosperar ha de referirse a una agresión muy concreta con detalles muy específicos y, sobre todo, ilegal. Aunque no infravaloro en absoluto el hecho de que gracias a estas denuncias se haya acabado con cierta impunidad de las palizas y agresiones físicas más explícitas, tampoco quiero dejar de recalcar que hay muchas otras formas de maltrato que son legales y contra las que esta estrategia no puede hacer nada. Esto implica que, a la postre, para que las denuncias lleguen a algún sitio por la vía judicial se simplifica el discurso y se cambia nuestro lenguaje por el del Poder. La experiencia nos dice que esto solo lleva a la legalización de la tortura, como en el caso del aislamiento como contención, o a cambiar las porras por los psicofármacos y seguir haciendo lo mismo pero de forma más sutil.

Desde el 2001, ha pasado tiempo suficiente para sentarnos a pensar si lo que hacemos es acorde con nuestros objetivos a largo plazo y para analizar lo que se ha conseguido con las estrategias que se han llevado a cabo.
Mi reflexión es que la batalla jurídica consume fuerzas y recursos, sin dar apenas frutos, al menos en cuanto al objetivo de acabar con los centros de menores se refiere. Esto no quiere decir que haga un balance de la rentabilidad de la lucha, pero sí creo necesario analizar la efectividad de nuestros ataques para saber cómo golpear mejor y como avanzar en nuestras metas para no ir siempre a remolque del Poder.

El objetivo, compartido con las asociaciones y colectivos que trabajan directamente con los chavales, es acabar con los centros de menores y eso solo será posible con una transformación de la sociedad. Esta sociedad no ha creado los centros de menores por error o porque se haya dado la coincidencia de que los tipos más crueles y retorcidos hayan redactado la ley de responsabilidad penal o estuvieran en el sitio donde se decidía qué hacer con los chicos y chicas de los barrios pobres, sino porque responden a unos intereses. Es por este motivo que me pregunto si la denuncia jurídica sirve a nuestros objetivos.

Existen dos objetivos principales en la denuncia jurídica que ya he mencionado por encima. Por un lado la búsqueda de justicia ante situaciones de agresiones y maltrato y por el otro un apoyo firme, en tanto que proviene de uno de los poderes del Estado, a la propia denuncia social. Respecto al primero, dudo que el sistema judicial pueda reparar el daño que se infringe en los centros de menores a los chavales y a sus familias, tanto por la inoperancia de las denuncias como por no creer que la condena a un carcelero restaure la pérdida de un ser querido o las lesiones que haya podido provocar. Como he dicho, la propia inoperancia de las denuncias garantiza que la justicia no sirva para que casos de agresiones no se repitan, por no mencionar que la propia existencia de los centros es un maltrato con el que la justicia ni puede ni quiere acabar. En cuanto al segundo objetivo, el peso que pudiera aportar el respaldo judicial a la denuncia pública de las asociaciones y colectivos tiene numerosas lagunas que deben ser analizadas para evaluar el impacto de nuestras tácticas en la lucha. En primer lugar, ese respaldo solo puede ser conocido por la opinión pública mayoritaria si cuenta además con la difusión de los medios, algo que es difícil que ocurra, dado que defienden los mismos intereses que los propios centros y sobre todo que escapa a nuestro control, por lo que confiar una parte importante de la estrategia de lucha a un medio sobre el que como mínimo es cabal tener muchas dudas, parece no tener mucho sentido. En segundo lugar, no creo que los centros de menores sigan existiendo después de estos años de lucha, denuncia y difusión porque no se sabe lo que ocurre dentro. Más bien parece que la información en esta sociedad carece de peso y trascendencia porque se ve, y se vive, de lejos. Mucha gente se escandaliza, incluso es posible que sienta algo parecido a la indignación, cuando se entera por el programa de Ana Rosa, o porque algún periódico informe de la condena a un carcelero, de lo que ocurre dentro de los centros de menores, pero inmediatamente después lo hace porque ha subido la luz, porque se hace público otro caso de corrupción o porque han muerto unos obreros en Bangladés al derrumbarse la fábrica en la que cosían la ropa que lleva puesta. Esa información no supone ningún cambio significativo en la vida del que la recibe por lo que tal vez debamos empezar a preguntarnos qué sentido tiene seguir buscando la implicación cuantitativa de la masa social en la problemática de los chavales encerrados.

La presión popular, escandalizar a la opinión pública sin un discurso más profundo, con el cual es más que probable que mucha gente no se identifique y por tanto pierda afinidad, solo disimulará o, en el mejor de los casos, suavizará tanto el encierro como el maltrato, cosa que no ha ocurrido hasta ahora. No se trata de mantener un discurso meramente ideológico de postulados maximalistas abandonando en la práctica a los chavales presos, pero sí analizar hasta qué punto nuestra lucha va en pos de destruir y acabar con los centros de menores, y, por tanto, transformar la sociedad, o si nuestra práctica refuerza y mejora, en tanto que disimula y hace más difícil hacer explícito, el maltrato institucional.

Veo necesario renunciar decididamente y sin ambigüedades al ámbito jurídico como campo estratégico de lucha porque la violencia y el maltrato contra nuestros chavales no es un desmadre de las empresas que gestionan los centros, responde a la necesidad del Estado de gestionar las consecuencias tanto de sus políticas como de la propia organización social. Evidentemente, los intereses económicos de las empresas agravan la situación, pero una gestión pública de los centros no significa el fin del encierro. Del Estado podemos esperar, en el mejor de los escenarios posible, en el cual por descontado no deberíamos confiar, que regule y disimule el maltrato explícito, pero no que aborde el trasfondo ni la raíz del problema, pues ya hemos dicho que es inherente a su existencia y responde a los intereses capitalistas.

Ante esto, no hay ni recetas mágicas ni propuestas específicas, más allá de seguir fortaleciendo un tejido social que realmente, y de forma efectiva, pueda oponerse al Estado y su maquinaria y afrontar la transformación radical de las relaciones sociales. La organización colectiva y la coordinación entre todas las personas, colectivos y asociaciones que luchan contra el encierro, ya sea de niños, de adultos o de extranjeros, es el único camino para poder plantar cara. Es decir, una organización, entendida como coordinación no como estructura aglutinante, tanto de los propios chavales como de sus familias y de las personas que luchan desde dentro y desde fuera contra los centros. La experiencia demuestra que es mucho más efectivo que la lucha jurídica individual, caso a caso, contra el aparato estatal.

Analizar el pasado para conocer nuestros errores y nuestros aciertos es una estrategia de lucha inteligente. Siempre denunciamos que los centros de menores, a pesar del nombre aparentemente aséptico, son auténticas cárceles de niños y niñas. Seamos pues consecuentes con esta afirmación y pensemos cuándo han sido más efectivas las luchas de los presos y presas. ¿Cuándo han tenido más fuerza como colectivo frente al Estado? Desde luego no ha sido cuando han peleado individualmente cada caso contra los juzgados de vigilancia o contra Instituciones Penitenciarias, sino cuando se han organizado por su propia cuenta para luchar. Parece absurdo plantear ahora mismo la necesidad de una copel en versión juvenil, pero es necesario comprender que la autoorganización es el único camino factible a largo plazo si queremos ir más allá de pedirle al Estado que resuelva nuestros problemas o controle a sus carceleros.

Si realmente nos tomamos en serio cambiar la sociedad hay que empezar a hacerlo desde ya con una perspectiva que busque la raíz de los problemas y los combata. Dejarnos llevar por la aparente imposibilidad de cambio profundo y real solo limita nuestra propia estrategia y la condena al fracaso. Como mucho, y no es poco, conseguiremos sacar a unos cuantos chavales de los centros e impedir que entren otros tantos, pero no dejará de haber ni centros ni niños encerrados. Los centros de menores cambiarán de forma o de nombre para ajustarse a las necesidades que tenga el Estado, ya sea privatizando completamente su gestión, construyendo más macrocárceles, diseminando a los niños y niñas por casas de familias de bien –profesionales o no– o recuperando el manicomio como lugar de contención de los chicos más problemáticos. En cualquier caso, los barrios de los chavales seguirán siendo como son y estos seguirán siendo materia prima que rentabilizar tanto para crear puestos de trabajo como beneficios económicos.

Espero que estas líneas contribuyan a generar un debate y una reflexión crítica sobre nuestras estrategias de lucha con el fin de armarnos mejor y permitirnos avanzar en la inversión de la relación de fuerzas. Algo imprescindible para transformar la realidad de nuestros barrios y sacar a las personas presas de sus cárceles.

Jorge del Arco, otoño 2013

Notas

1. Digo esto consciente de que toda lucha contra el orden capitalista es eminentemente social, pero utilizo el matiz para referirme a procesos de lucha en los cuales el protagonismo directo es compartido entre las personas que sufren una determinada situación, por ejemplo los chavales presos, como de personas que aún no sufriendo directamente la misma situación deciden involucrarse en ese aspecto concreto de la lucha contra todo el sistema. Hay características comunes a estas luchas de carácter social como puede ser el bajo grado de politización de las personas que sufren la opresión determinada.

2. Catorce muertes desde el 2001.

3. No digo esto porque piense que la prisión sea una solución ni porque la desee como forma de venganza. Sirva de ejemplo cuantitativo de la ecuanimidad de la Justicia.

sábado, enero 10

El oro de Salave. Minería, especulación y resistencias

VV.AA.  

La fiebre del oro, que en las últimas décadas ha supuesto la irrupción de las corporaciones mineras en buena parte de África y América Latina, ha llegado también al Estado español, y concretamente a Asturias.

Este libro es una contribución a la lucha contra el proyecto de una mina de oro en el occidente asturiano. Allí, en las inmediaciones de Tapia de Casariego, huertas y ganaderías ecológicas, escuelas, pesquerías tradicionales y el ecosistema singular de las Lagunas de Silva se encuentran amenazadas.No queremos la mina. Ni en Salave ni en la aldea de al lado. Ni tampoco en Galiza ni en Grecia. Ni en otro continente. No queremos ser el patio trasero del capitalismo ni contribuir a que otros territorios y comunidades lo sean.

El libro incluye el documental:

El oro de Salave. De Jose Alberto Álvarez (Paraíso Local Creativo)
Un colegio cooperativo de educación especial, huertas y ganaderías ecológicas, un chico apasionado por la arqueología romana, percebeiros y pescadores de artes tradicionales... El proyecto psicópata de la mina de oro se enclava en una zona llena de experiencias respetuosas con su entorno. Éstas se encuentran en peligro y defienden ilusionadas un futuro muy distinto al del expolio por el que se empecina la multinacional aurífera.

208 páginas 
2013 Cambalache

Lo puedes descargar aquí

miércoles, enero 7

Lobos y corderos


En Corea
una locutora vestida de riguroso luto
y deshecha en lágrimas, anuncia
que el líder ha muerto.

La gente comienza entonces a sollozar desconsolada
y los ciudadanos norcoreanos hacen entonces
lo que el régimen espera de ellos.

En España
una locutora vestida de riguroso rojo
y palabra de honor,
dibuja una sonrisa perfecta
antes de decirnos que no esperemos al último día
para realizar nuestras compras navideñas.

La gente comienza entonces a llenar los centros comerciales
y los súbditos españoles hacen entonces
lo que el régimen espera de ellos.

Dictadura, democracia.





Antonio Orihuela. El amor en los tiempos del despido libre. Ed. Amargord, 2014

domingo, enero 4

Crimental (1ª parte)

1

Durante la madrugada del día 16 tras investigaciones realizadas por los Mossos y bajo cobertura de la Audiencia nacional, varios Locales, viviendas y casas ocupadas son asaltadas por la policía siendo detenidas 11 personas (7 de las cuales a día de hoy han ingresado en prisión) bajo la acusación de crear un presunto grupo anarquista “terrorista”. Las únicas pruebas aportadas es el propio pensamiento de dichas personas detenidas, la única acusación, la palabra escrita por ellas… Parece ser que ya no es necesario montajes como el caso escala1 para criminalizar al movimiento libertario pues simplemente por pensar como anarquista ya es en sí un delito punible de terrorismo, por lo tanto organizarse con gente afín es por definición un delito de pertenencia a organización terrorista. Antes del acto delictivo consideran que hay un pensamiento delictivo haciendo del concepto crimental desarrollado por Orwell en la novela 1984 un nuevo artículo del código penal y de la ley de enjuiciamiento penal. Esta situación nos hace a toda la gente que lee y piensa más allá de las chorradas deportivas, sospechosa de pertenecer a organización terrorista y como a un anarquista se la rempamplinfa el  poder o no poder presentarse a las elecciones, la ley de partidos echa a medida al conflicto de Euskalerria va transformándose en una práctica penal echa a medida de anarquistas o cualquier otro grupo que se plantee luchar por cambios reales sin necesidad que en sus planteamientos se plantee la acción armada o violenta.

Tanto la ley mordaza y como el considerar el pensamiento como prueba de cargo para una acusación de terrorismo  dejan impune cualquier exceso represivo. Solo la opción pasiva del voto como única respuesta social a las injusticias es la permitida por los que realizan dichas injusticias y las leyes constitucionales han dejado claro que el votar no sirve para nada por la imposibilidad real de cambiar el sistema desde dentro.

Estas leyes son en si la máxima expresión de la democracia, la realidad pornográfica del “imperio de la ley” que toda constitución de la dictadura del Capital· nos garantiza. La protesta, la disidencia, la voluntad de cambio solo puede ser expresada por los cauces que el Estado y las leyes marcan: El voto, la encuesta, el consumo… Y por todo esto no es de esperar que un triunfo del sector progresista para administrar dicha dictadura haga retroceder dichas leyes. La Audiencia nacional, la ley antiterrorista perduran gobierne quien gobierne. La criminalización del pensamiento crítico, la protesta y la ley mordaza perduraran aunque cambie el pretendido signo del gobierno. La insumisión generalizada, el que dichas leyes sean inaplicables, según nuestra opinión, son la única posibilidad de acabar con dichas leyes.  Lo único que queda es desobedecer colectiva y socialmente, sin legitimar ninguna acción policial o decisión judicial con la obediencia. Plantear esa insumisión nos hace plantear la necesidad de una auto organización generalizada y coordinada: esto precisamente es una de las acusaciones que el juez acepta como motivo a que la gente compañera sea encarcelada. Urge dicha coordinación como urgen la creación de comités anti-represivos y pro-presos.  Mientras los Podemos y demás quieren con una pretendida radicalidad representarnos, poco a poco nos irán encarcelando, marginando y silenciando. Participar del parlamentarismo es participar de dicha represión, marquemos claramente quien es dictadura del capital y quien quiere liberarse

2

Es conocido que desde la desaparición a finales de los años setenta (primeros ochenta) de los diferentes grupos autónomos, dejaron de existir grupos armados anarquistas. Tras el montaje del Caso Escala cíclicamente la brigada encargada de perseguir anarquistas montaba redadas inventando la existencia de algún grupo armado, para justificar el sueldo, además de, preventivamente desorganizar los distintos movimientos sociales. También se esforzaban en vincular no solo al anarquismo con ETA, sino está a cualquier movimiento social de protesta anticapitalista por moderada que fuese.

A falta de lucha armada, amplían el concepto de terrorismo mediante la definición del terrorismo de baja intensidad que permite perseguir cualquier comportamiento que consideren violento como acto terrorista. No se detienen comandos sino jóvenes manifestantes de la llamada calle borroka, ahora están ampliando dicho modelo a todo el territorio bajo dominio del Reino de España.

Destrozos sin víctimas de jóvenes manifestantes son juzgados con más severidad que agresiones a personas realizadas por borrachos futboleros, violadores o grupos fascistas. En si ya antes de la ley mordaza que nos cae encima, la sombra de acusaciones de terrorismo planeaba contra cualquier resistencia por leve que fuese contra los planes de la dictadura del Capital. Las propias definiciones de pertenencia, colaboración o apología a grupo terrorista son tan ambiguas que cualquiera puede acabar acusado de dichos delitos. En si ya escribir sobre ello, poner en duda la legitimidad de la política sobre el terrorismo, uno ya corre el riesgo de ser acusado de tal.

El Reino de España es incapaz de existir sin enemigos internos nativos, es incapaz de mediar en los conflictos sociales sin aplicar la represión y utilizar la violencia. Para justificarse necesita, entre otros enemigos, de un terrorismo local y si no lo hay lo inventa. La represión de dicho “terrorismo” le permite aislar a todo movimiento libertario o popular emancipatorio y amedrentar la revuelta con duras penas de cárcel. También hay mucha pasta dentro de los servicios antiterroristas para desmantelarlos con el paro que hay y el peligroso mundo que les rodea.

La tregua en Euskadi no buscada por el PP deja huérfana esta opción, ya que las rentas del pasado en propaganda no duran mucho. Los anarquistas son una buena alternativa a perseguir pues la persecución de la Yihad solo acosa a cuatro restaurantes magrebíes y a unos pocos inmigrantes reunidos en precarias mezquitas y lavadoras llenas de Dixan. El integrismo no es utilizable para reprimir la población solo para aterrorizarla con indiscriminados atentados donde la propia gente es en sí misma un objetivo y generalizar aún más el racismo. Con el anarquismo, persiguiéndolo, pueden inventar conspiraciones internacionales y acosar a casi todos los movimientos sociales pues hay posibles anarquistas en toda posible protesta y de toda posible procedencia.

Defender inocencias es absurdo cuando ni siquiera buscan culpabilidades reales, materiales. Cada vez que el movimiento libertario emerge es golpeado por la represión, es algo que debemos asumir para poder contra restar con la solidaridad dicha represión, pues nuestro objetivo no es cambiar el régimen o negociar uno nuevo, sino la conquista de la propia vida individual y colectiva frente la alineación, la precariedad y el encuadramiento político. Esto último hace que los libertarios nos plantemos continuamente el papel de la violencia, la no violencia y las diferentes formas de acción directa (con la correlación de fuerzas actual una guerra desigual sería un suicido). Todas estas leyes especiales que coartan la libertad de pensamiento están para impedir dichos análisis críticos. Todo debate queda entorpecido por el pensamiento único de someterse al imperio de la ley, a los márgenes de la legalidad o a las verdades inamovibles de las vanguardias armadas, con sus líderes, infiltrados, mártires e intereses ocultos. Imposible desarrollar un una crítica, un debate sobre este tema sin la intervención policial, el ruido de los media y las imposiciones de dirigentes de la revolución o su contra.

Históricamente al no esperar nada de la política y sus formas, el movimiento libertario se ha dedicado a crear la revolución en presente, organizándose a partir de la creación de estructuras temporales de auto organización, en la más inmediata vida cotidiana más que en la preparación de la futura Revolución y toma de Poder prometidos tras largos sacrificios por las vanguardias y un sinfín de claudicaciones reformistas. Eso hace que les sea peligroso el anarquismo más que como una posible organización armada, en su concreción en movimientos sociales que transforman la vida cotidiana. De ahí que cada vez más se esté criminalizando actos sin víctimas, se esté persiguiendo las propuestas del pensamiento crítico y se esté intentando recuperar a los movimientos sociales mediante el palo o la zanahoria.

No tenemos otra, como gente antiautoritaria: la revolución está en la vida cotidiana, en la superación de sus miserias y precariedades, desconfiando de todo clientelismo que las diferentes formas de religiosidad, sectarismo y socialdemocracia nos proponen para asumir la existencia del Estado. La autodefensa y la reapropiación de la vida secuestrada por el Estado-Capital forman parte de la praxis libertaria. La lucha esta contra la explotación del Trabajo, la generación de organismos autogestionarios sin esperar la victoria final, la creación de valores culturales propios. Muchos movimientos sociales actuales, sabiéndolo o no, adoptan formas libertarias o antiautoritarias: el feminismo, las ocupaciones, los movimientos asamblearios, el sindicalismo revolucionario, el lgtb, las ocupaciones, la contra cultura, el veganismo y un largo etc. El pretender hacer una Revolución sin tomar el poder hace de la revolución libertaria una práctica permanente, global y cotidiana. El futuro es ahora.

3

Sin caer en la conspiranoía de un Poder policial absoluto que tiene a toda la sociedad bajo vigilancia hay que considerar que detrás de la represión, del control social confluyen una serie de estrategias, objetivos que marcan las políticas represivas, las tácticas policiales y la propaganda de los medios. Cada proceso represivo debería de ser analizado más allá de las frases hechas de los panfletos. Seria pueril que no hay nada detrás de cada táctica, de cada detención y más cuando estas aparentan ser totalmente arbitrarias. Basadas en acciones y delitos que en si todas las personas autoorganizadas en los movimientos sociales podríamos cumplir como requisitos para padecer las mismas acciones judiciales y policiales.

La simplicidad y torpeza que durante sus estancias en el Poder que ha demostrado el PP no nos debe despistar. El partido en el Gobierno cambia pero la policía permanece, funcionando con una autonomía y decisión que supera muchas veces a la torpeza de los políticos. Es de suponer que ya nadie tiene la imagen de que los creadores de las políticas de seguridad y represión son unos garrulos desertores del arado, o mejor dicho del PIRMI. Estas políticas y estrategias represivas no solo se gestan en las cúpulas de los servicios de seguridad, detrás de ellas hay un cúmulo de actores que van desde creadores de las ciencias dedicadas al control social, como grupos de presión (empresarios, centros de poder económico, político, social), políticas de Estado de los partidos, estrategias geopolíticas y económicas de las instituciones internacionales del capitalismo. Intentar discernir y desentrañar estos procesos puede ayudar a defendernos de la represión, a actuar más eficazmente, creando un contrapoder informativo y unas buenas bases para la autodefensa.

Los actuales desarrollos científicos y tecnológicos de se describen como una revolución en la información, disfrazándose como liberación en la intercomunicación. Detrás de cada liberal anuncio de Facebook, de cada cuenta gratuita de Google o antena de video comunitario proporcionada por cualquier institución de la gobernación no hay un presente liberado sino un presente bajo estudio y manipulación de las ciencias del dominio, del control. Cada tecnología conlleva sus propias formas de dominio aunque también crea las respuestas más o menos ludistas a estas.

A nivel teórico las estrategias represivas ya no se fundamentan solamente en valoraciones maquiavélicas subjetivas, ni tampoco exclusivamente en la hegemonía técnica. Utiliza la ciencia más pura aplicándola al comportamiento humano. A nivel de ejemplo, la mecánica de fluidos se utiliza para el control del comportamiento de multitudes y se aplica tanto para el control de motines como para el urbanismo y arquitectura. La psiquiatría, sociología, antropología pasan a ser cuantificadas como lo son la física, la química y otras ciencias positivistas.

En el caso de la gobernación del Reino de España las cantidades de dinero dedicadas a las tecnologías militares y a estas ciencias de control social superan de largo a otras investigaciones dedicadas a la mejora real de la vida colectiva.

En bioquímica y medicina ha habido recortes, en estudios estadísticos y tecnologías aplicables a la Defensa y la Represión no solo se han incrementado los gastos sino que también se han privatizado, pagando todos unas investigaciones las cuales solo beneficiaran al Gobierno que compra los resultados a las empresas de los amigotes...

En si los recortes en sanidad, en educación, la falta de tratamientos para enfermos crónicos, el espectáculo del ébola, el dejar a su suerte a la gente con hepatitis C, el cerrar comedores colegiales.., si bien se justifican con razones económicas, es de sospechar que las razones reales entran más en una estrategia de desgaste de la revuelta, la gente enferma no lucha. La defensa de los grupos sociales más débiles desmoviliza luchas radicales ya que la gente debe quemar fuerzas en cuestiones básicas además de permitir la intrusión en el tejido social de los oprimidos la sopa boba y la caridad. Matar al perro, quito importancia al grave echo de amenazarnos con una bomba biológica pero la estupidez se manifiesta en defensa de la mascota, los medios publicitan la crueldad del gobierno contra los animales ocultando su crueldad social: la muerte de centenares de personas (y como siga así miles) por enfermedades tratables para nada es publicitada ni mucho menos protestada. Todo Queda en la soledad del velorio, el desespero en urgencias y en las normativas que dan a médicos y enfermería la potestad de autoridades del orden con la excusa de las agresiones para desplazar el conflicto de lo social a lo personal y judicial. En si el principal objetivo de toda estrategia represiva es generalizar el aislamiento y la incomunicación individualizando el conflicto social. Del acto colectivo y social de la protesta en la calle al acto aislado y mediatizado  del voto. Podemos, Guayem, los grupos constituyentes y demás opciones electorales que surgen de la protesta del 15-M no están ahí para radicalizar lo colectivo, más bien para encauzar toda protesta a la múltiple soledad del voto en la urna. Ya lo dicen en sus discursos anti abstencionistas para solucionar las cosas cambia el voto ellos ya decidirán…

4

Pensar que la independencia del poder judicial existe en el Reino de España es creer en la bondad navideña. Los jueces no son independientes, los políticos deciden los cargos del escalafón. Las leyes dan valor de prueba a las conjeturas de la policía y el fiscal. Normalmente las investigaciones del juez de instrucción están bajo tutela de las investigaciones Policiales. La vedetes de la magistratura no son más que cantos de cisne para animar las páginas de sucesos y política de los pornógrafos de la mentira de los media. En sí, ser juez no se diferencia mucho, en la mayoría de los casos, del hecho de ser un fiscal.  Cuando un juez se salta esa norma más tarde o más temprano será apartado a destinos sin importancia. La instrucción y el juicio no son más que una trealización de un castigo decidido sumariamente. Es escandalosa la realidad que en el Reino de España todo el ámbito judicial funciona para proteger al Estado y a las clases dominantes3. Con las escandalosas injusticias que ha generalizado la crisis algunos jueces se salían del guion marcado en sus sentencias, que mejor solución que impedir el acceso gratuito a la Justicia. Las clases populares quedad aún quedan más desprotegidas y la disciplina de jueces y fiscales  en los casos cotidianos fortalecida. Del disimulo de que la justicia es solo un derecho para los que participan del Poder se ha pasado a una justicia sin disimulo ni vergüenza propiedad de estos. Los casos de corrupción no son más que rencillas políticas y juegos de ilusionismo para hacer creer que el sistema funciona, lo que fallan son las personas4. Ante la nueva generalización de la precariedad incluso muchos investigadores y jueces deciden perseguirla pues en su propio ámbito ya sea indirectamente viven dicha precariedad. La crisis actual no solo ha afectado a las clases baja sino que se ha cebado también con una clase media que había olvidado eso de pasarlas canutas.

5

Una y otra vez se hace necesario concretar que el movimiento libertario no es homogéneo y en si cuando mucha gente usamos dicho término lo usamos con el significado más abierto posible. Si ya el anarquismo no es algo definible con dogmas (a pesar que algunos anarquistas pueden parecer muy dogmáticos) por ser por definición un movimiento heterogéneo y heterodoxo. Cuando usamos el término de movimiento libertario es para incluir en este, a toda corriente antiautoritaria y anti jerárquica de los movimientos sociales. El movimiento libertario entendido así es la organización natural y espontanea de los oprimidos frente al Estado-Capital y sus modelos culturales. Es lógico que sin necesidad de muchos espectáculos el movimiento libertario les sea peligroso, tanto por su transversalidad, su capacidad de adaptación y pluralidad.

Quizás, repitiéndonos, el carácter de la operación Pandora, las acusaciones y los posibles delitos están destinados precisamente a combatir esa transversalidad, autonomía y falta de jerarquía orgánica. Están centrados en intentar prohibir la libre comunicación de ideas. Por otro lado sospecho también que se les hace muy difícil entender una práctica social sin jerarquías, ni obediencias a estas derivadas. Necesitan dirigentes con los que interactuar, lugares concretos que desmantelar, organizaciones cerradas que prohibir, personas conocidas a las que detener. En la situación actual imagino que no quieren desatar una represión antiterrorista indiscriminada contra el grueso de la población precaria, esta persecución se desarrolla de manera administrativa mediante las multas de la ley mordaza la cual impide que los pobres recurramos dichas multas y ni tan siquiera tengamos un simulacro de un juicio justo…


jueves, enero 1

Contra la Democracia, por los GAC (Grupos Anarquistas Coordinados)

Contra la Democracia es un libro de 92 páginas, editado por Grupos Anarquistas Coordinados, en el que se hace un análisis de la democracia (tanto parlamentaria como alternativa) como expresión del sistema de dominación, buscando refutar los mitos ciudadanistas que exaltan un presunto “modelo distinto de democracia” y avanzar hacia una teoría y práctica verdaderamente subversivos con los valores de ésta.

Para descargar o leer online, click aquí.

Cabe señalar que en su auto, el juez Bermúdez, infame escoria de la fascista Audiencia Nacional responsable de la Operación Pandora, señalaba a este libro, entre otros elementos igual de ridículos (como por ejemplo tener una cuenta Rise Up o libretas con apuntes), como una de las pruebas de que, supuestamente, lxs detenidxs son miembros de una “organización con finalidad terrorista de carácter anarquista violento”. Ésto se basa en que el colectivo editorial que firma la obra es GAC, Grupos Anarquistas Coordinados, es decir, la misma sigla que ya apareció anteriormente en el juicio contra Mónica, Francisco y lxs otrxs 3 compas detenidxs por su presunta participación en los ataques del llamado Comando Mateo Morral (que luego, salvo Mónica y Francisco, fueron sobreseídxs por falta de pruebas).

Dejando a un lado que los GAC de los que habla el juez Bermúdez son en realidad una pequeña propuesta que, además y para colmo, cuenta con un e-mail de contacto abierto (¿cuándo una “organización terrorista” ha tenido una vía de contacto tan vulnerable?, para más info click aquí) este libro lleva tiempo publicado en la red en PDF, y su tenencia no sólo no supone ningún indicio de pertenencia a organización terrorista alguna ni es delito (aunque ahora con la nueva reforma del Código Penal que pretenden introducir, hasta leer te puede costar caro, ya que quieren castigar la tenencia y/o difusión de lecturas que comprometan “el orden democrático” o “la convivencia normal de los ciudadanos”, ¡volvemos al franquismo, si es que lo hemos abandonado algún día!), sino que además es accesible a cualquiera con un poquito de curiosidad.

Sin embargo, y para facilitar el acceso al mismo (especialmente ahora que sabemos que os jode tanto su contenido como para enviar a 7 personas al talego por tenerlo), he decidido subirlo al blog, pues toda vez que un libro, fanzine, panfleto, vídeo, palabra o pensamiento sea ilegal o comprometedor para los amos de este asqueroso mundo, cobrará interés para quienes hemos decidido luchar contra él.

Lee, auto-organízate y ataca.