Bernard Charbonneau (1910-1996)
Así, en el siglo del artificio sentimos pasión por esta naturaleza que destruimos. Somos técnicos y a la vez bucólicos; normalmente, primero lo uno y después lo otro.
La experiencia de la naturaleza es hoy en día inseparable de la de su destrucción. El amor por el campo y los campesinos ya no significa participar de la fiesta cósmica, sino asistir como espectador a la agonía de uno y otros. Todo lo más, se puede aspirar en silencio el olor de la flor que va a marchitarse. Un fulgor supremo puede iluminar el cielo, y bosques de púrpura enaltecer la catástrofe; llega la noche. La naturaleza ha dejado de ser invencible, el campesino ya no es eterno. Ante la naturaleza ya no hay alegría en la que no vibre hoy una nota de angustia contenida o reprimida. Hemos dejado de ser pastores para convertirnos en su contrario: actores que interpretan un papel. Si queremos recuperar la naturaleza, primero tenemos que hacernos cargo de que la hemos perdido».
[Bernard Charbonneau. El jardín de Babilonia, traducción de Emilio Ayllón…]
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