Todo esto y mucho más es necesario para que funcione el sistema capitalista, tecnológico industrial en el que sobrevivimos la mayoría de los oprimidos. Decimos que sobrevivimos porque la mayoría de nosotras vivimos en entornos completamente artificiales, como son las ciudades, sometidos a ruidos, contaminación electromagnética, respirando aire viciado y tóxico, consumiendo agua extraída de los afluentes que se encuentran, gracias a la industrialización, completamente contaminados, llenos de metales pesados, celulosa, ácidos sulfúricos, materia fecal proveniente de los millones que habitamos las ciudades, etc. En las plantas potabilizadoras de agua simplemente filtran esta agua y le ponen cloro para eliminar los virus y bacterias pero continúan estando los metales pesados y otras sustancias ya que les costaría mucho trabajo a las empresas de agua sacarlas y no darían abasto para suministrar la demanda de agua de las grandes ciudades y los complejos industriales.
Realmente a los poderosos no les importa que tomemos esta agua sino que lo que les importa es que funcione con normalidad la industria y el consumo. La comida que consumimos en la mayoría de los casos es artificial, con semillas creadas en laboratorios, sembradas en campos de monocultivos y luego fumigados en reiteradas oportunidades por pesticidas o fungicidas. Prácticamente todos los cereales, verduras o frutas que comemos fueron rociados con estos venenos durante su proceso de crecimiento y maduración. Si estos alimentos son envasados o procesados para elaborar algún producto industrial, se le agregan químicos, conservantes, saborizantes etc. Las harinas, arroces o azúcares son refinados a tal punto que se elimina prácticamente todo el alimento nutritivo que poseen. Con respecto a la carne, los animales que se consumen en la gran mayoría de los casos fueron reproducidos de manera artificial, encerrados, alimentados con granos transgénicos e inyectados con hormonas para que crezcan de una manera acelerada. La producción de leche o de huevos también es completamente artificial y los animales sufren una tortura constante. Entonces ¿cómo nuestros cuerpos y mentes no van a estar enfermos o débiles? Obviamente que de esa manera les es más fácil tener a la población controlada. Además somos consumidores constantes del sistema farmacéutico que hace grandes negocios con nuestra salud. Millones padecen cáncer, leucemias y otras enfermedades terribles por vivir en estas condiciones y lo peor es que las políticos hacen campañas de que construyeron tal o cual hospital o salita barrial y que este año se invirtió tantos millones en el presupuesto de salud. Todo esto lo hacen obviamente para desviar el foco del problema que es vivir bajo este sistema industrial alejados del entorno natural.
¿Por qué soportar todo esto? ¿Por qué pudiendo vivir de una manera tan distinta, en armonía con la naturaleza y en forma comunitaria, padecemos guerras, hambre, fronteras, gobiernos, estados…? ¿Por qué aceptamos que unxs pocxs manden y otrxs obedezcan? ¿Por qué la mayoría acepta a la propiedad privada de lo necesario para vivir? ¿Por qué muchas no se indignan de ver tanta miseria, tanta devastación de la vida y de las relaciones sociales?
Para nosotras, anarquistas, la principal causa de toda esta desidia son las RELACIONES DE PODER, que se han naturalizado a la fuerza a lo largo de miles de años desde el surgimiento de los Estados y de la propiedad privada. Las relaciones de poder generan privilegios y que existan desigualdades sociales, sexismo o especismo y son el motor de la devastación a la que venimos haciendo mención. Los poderosos o lxs que aspiran a la toma del Poder ven a las masas como un instrumento para la producción (obrerxs) y como consumidores de productos, como fuerzas armadas para sus ejércitos y policías, como votantes en las elecciones, etc. A la naturaleza la ven como un “recurso” de donde obtener materias primas para la industria. El ser humano mientras más poder tiene, más ambicioso se vuelve, tornándose en un ser sin ningún tipo de escrúpulos para obtener más Poder y privilegio o mantener el que ya posee. La tiranía del ser humano con poder ya la hemos visto a lo largo de la historia y sobran los ejemplos. Los poderosos son poderosos porque han sabido construir a lo largo del tiempo estructuras que les permitan manipular el pensamiento de las personas y reprimirlas cada vez que fuera necesario para evitar rebeldías. Así fue como fueron surgiendo los Estados y establecieron la propiedad privada en manos de unos pocxs y para cuidarla ejércitos, leyes, cárceles. La religión fue un instrumento fundamental para la domesticación de la personas ya que a través de ella se predicaba la obediencia a la autoridad divina y a las autoridades terrenales.
En la época moderna la ciencia fue ocupando el lugar de la religión y ahora la mayor parte de la población cree de una manera incuestionable en las afirmaciones de científicos, avalando el avance tecnológico industrial. A través del sistema educativo y los medios de comunicación se manipula las mentes y los hábitos de consumo de las personas, controlando la información para que acepten el orden impuesto de las cosas. Pero a lo largo de la historia siempre existieron quienes se levantaron contra las injusticias generadas por el poder. Si toda esta devastación de la tierra está relacionada con las lógicas de poder que ven a la naturaleza como un mero recurso de donde obtener materias primas para las industrias, deberíamos enfrentarnos a esta realidad de una manera opuesta, es decir, sin reproducir poder, organizándonos horizontalmente. Enfrentamos un desafío muy grande ya que nos han alejado intencionalmente de nuestra conexión con la naturaleza, por eso la mayor parte de los seres humanos no se sienten parte de ella y es por ese motivo que si por ejemplo se está deforestando un bosque o se vuelan las montañas con explosivos para obtener minerales, muchos se mantienen indiferentes. Debido a esta desconexión con el entorno natural, las personas en la mayoría de los casos reaccionan recién cuando un determinado proyecto industrial afecta directamente el territorio que habitan o trabajan. Un ejemplo claro de las consecuencias que genera la destrucción de un ambiente natural como era el monte de Berisso- que fue prácticamente destruida para construir un puerto de contenedores- fue la inundación que se provocó en el 2012 en la Ciudad De La Plata con un saldo de más de 100 muertos y miles de damnificados por el desequilibrio ambiental tras el desmonte en la zona. Este puerto forma parte del mega-proyecto conocido con el nombre de IRSA (iniciativa de integración de la infraestructura regional) establecido para toda la región sudamericana por parte de los grandes grupos económicos y fomentados por el Banco Mundial. El proyecto incluye la construcción de carreteras y puertos para poder agilizar la circulación de materias primas obtenidas del continente, fomentando la devastación, el saqueo y el extractivismo de la región. También implica aumentar la militarización del territorio para evitar protestas o acciones que puedan entorpecer el fluido de las mercancías.
No es la intención de este escrito mencionar todas las zonas de destrucción ambiental o proyectos que pretenden poner en marcha en cualquier momento los poderosos. Lo que sí se puede decir es que es necesario intentar percibir la real dimensión que tienen estos proyectos, cómo nos afectan y nos afectarán en el futuro. Cada segundo que pasa avanza la devastación, la represión sobre las que luchan o resisten el territorio que habitan. Si las personas que están movilizadas en contra de la devastación de la tierra recaen en el pedido de leyes nuevas o que cumplan las que ya existen, terminan cayendo en la trampa del sistema que traduce la disconformidad social al lenguaje político y reformista que no rompe con la lógica del sometimiento. La experiencia y la lógica nos deberían clarificar que cuando luchamos contra un proyecto que destruye la tierra, estamos luchando contra el Estado (políticos y empresarios). Por eso es necesario focalizar a dónde podemos atacar y con qué herramientas, sacándonos las lógicas de reproducir el Estado en las luchas. ¿No es absurdo pedirle a los empresarios que cumplan las leyes que ellos mismos crearon y sostienen a través del Estado? ¿Para qué sirven los estudios de impacto ambiental, si las consecuencias de la explotación están siendo sufridas por la gente? ¿Y si las empresas se establecen dentro de los marcos legales y tienen aprobados sus estudios ambientales, no estarían igualmente contaminando? La devastación se produce dentro y fuera de la ley. Todo lo que consumimos dentro de este sistema tiene explotación, muerte, devastación. En muchas ocasiones las luchas con lógicas ciudadanas basadas en la legalidad que pregonan prácticas como juntar firmas, solicitar entrevistarse con funcionarios del Estado, para pedir que se cumplan las leyes de la constitución, etc, pueden demorar un proyecto nocivo para el ambiente, pero verdaderamente se frenan estos proyectos cuando la gente sale a la calle, cuando se ejerce presión directa sobre los funcionarios, cuando se bloquea directamente tal o cual industria.
Ejemplos como el bloqueo en la planta acondicionadora de semillas transgénicas de Monsanto en Malvinas Argentinas, Córdoba, o la toma de territorios por parte de los mapuches del sur de Chile con el objetivo de recuperar lo que les pertenece y frenar un proyecto de mega-minería, armándose para la autodefensa de una posible represión del Estado. En Cheran, territorio dominado por el Estado mexicano, las personas impidieron el paso de la maquinaria que estaba destruyendo los bosques y se autoorganizaron para defender su territorio, cansadas de las mentiras de los políticos. Podemos concluir entonces que la forma coherente es la acción directa siempre, extendiendo la solidaridad entre las diferentes luchas, con ayuda mutua, difundiendo problemáticas a las que nos enfrentamos sabiendo que todas están relacionadas entre sí ya que son luchas contra el Poder. Aunque muchas personas se estén manteniendo al margen de las luchas, las ideas y las prácticas por la libertad son contagiosas. ¿Quién no quiere ser libre? ¿A quién no le gustaría respirar aire puro, beber agua natural y comer cosas orgánicas? ¿A quién no le gusta ver a los animales libres en medio de su habitad? Destruyamos todo lo que nos destruye. Los poderosos que nos esclavizan y asesinan diariamente negociando con nuestra sangre tienen nombre, apellidos y puestos de mando. Nuestra libertad y dignidad están en juego, una posibilidad revolucionaria se construye y esto es posible porque somos una chispa que puede generar un incendio sobre su ridículo y asqueroso orden de las cosas.
Texto de Organización sin Autoridad elaborado para discutir en la actividad del 2 de Agosto en Quilmes, Arg.
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