Foto: Los Mártires de Chicago –
(De izquierda a derecha) George Engel, Samuel Fielden, Adolph Fischer,
Louis Lingg, Michael Schwab, Albert Parsons, Oscar Neebey August
Spies.
Realizamos una recopilación de las últimas palabras pronunciadas por los compañeros anarquistas asesinados en Chicago y convertidos en símbolo de la lucha obrera:
Michael Schwab:
Hablaré
poco, y seguramente no despegaría los labios si mi silencio no pudiera
interpretarse como un cobarde asentimiento a la comedia que se acaba
de desarrollar. Lo que aquí se ha procesado es la anarquía, y la
anarquía es una doctrina hostil opuesta a la fuerza bruta, al sistema
de producción criminal y a la distribución injusta de la riqueza.
Ustedes y sólo ustedes son los agitadores y los conspiradores.
Adolf Fischer:
Solamente tengo que protestar contra la pena de muerte que me imponen porque no he cometido crimen alguno... pero si he de ser ahorcado por profesar mis ideas anarquistas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo inconveniente. Lo digo bien alto: dispongan de mi vida
Albert Parsons:
El principio fundamental de la anarquía es la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por un sistema de libre cooperación universal, el único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la represión, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien: mátenme.
Hessois Auguste Spies:
Honorable juez, mi defensa es su propia acusación, mis pretendidos crímenes son su historia. [...] Puede sentenciarme, pero al menos que se sepa que en el estado de Illinois ocho hombres fueron sentenciados por no perder la fe en el último triunfo de la libertad y la justicia
Louis Lingg:
No, no es por un crimen por lo que nos condenan a muerte, es por lo que aquí se ha dicho en todos los tonos: nos condenan a muerte por la anarquía, y puesto que se nos condena por nuestros principios, yo grito bien fuerte: ¡soy anarquista! Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!
El porque debemos recordar a todos los caidos, de
que nos sirve podrian pensar algunos, creo que para estas posibles
preguntas hay una respuesta excelente:
"Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas."
Rodolfo Walsh
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