martes, abril 28
Rescate de 60 gallinas. Nosotrxs no vamos a parar
Rescate de 60 gallinas / Diciembre 2014 from Julian Torello on Vimeo.
CASTILLA Y LEÓN, 2014
60 GALLINAS RESCATADAS
A las gallinas les gusta pisar el césped, tomar el sol, retozar en la tierra y escarbar. Son seres muy sociables, aprenden las unas de las otras. Les gusta acicalarse las alas, volar a lugares altos para dormir y buscar sitios tranquilos para hacer sus nidos.
Cada año en España, unos 4 millones de gallinas son privadas de todo eso para que se puedan usar sus huevos. Da igual que sean industriales, o se llamen ecológicos o de corral. Todos vienen de la explotación de individuos que, a pesar de pertenecer a otra especie, son como nosotros en muchos aspectos (pueden sentir, sufrir, disfrutar, relacionarse y comunicarse). Para producir cualquier tipo de huevo, las gallinas son vendidas, compradas, privadas de su libertad, usadas como cosas, como máquinas de producir y, finalmente, asesinadas para convertirse en pienso o caldo.
Por cada gallina utilizada para poner huevos, han muerto muchos pollitos macho (descartados por no se útiles, mueren triturados, aplastados o asfixiados). Gran parte de las gallinas viven hacinadas, muchas sufren mutilaciones, heridas y enfermedades que nunca se curan porque resulta más rentable dejarlas morir y comprar otras. Las horas de luz se alteran para aumentar la producción, y algunas no llegan a ver el sol nunca.
Igual que ellas, millones de animales en el mundo son usados como objetos por el hecho de no ser humanos. Sufren la explotación, el cautiverio y la muerte para nuestro beneficio. Ayudarles está en nuestra mano. Así lo hicimos nosotros:
Alguien empezó a buscar información y pensó que era posible. Consiguió ayuda de algunos amigos que pensaban y sentían lo mismo, y empezamos a investigar (en locutorios, sin móviles, en sitios tranquilos...¡la seguridad es muy importante!)
No es que no tuviéramos miedo, pero nos conocíamos bien, confiábamos los unos en los otros y estábamos dispuestos a esforzarnos y arriesgarnos. Era un esfuerzo pequeño comparado co9n la importancia que tendría en la vida de esas gallinas.
Encontramos un lugar en el que podrían vivir seguras, donde serían respetadas y no explotadas. Calculamos cuántas podríamos sacar, y empezamos a hacer planes.
Un par de personas hicieron varios viajes, entraron en varias granjas, a diferentes horas del día, para calcular las posibilidades. En unas semanas encontraron el objetivo. Era un lugar a las afueras de un pueblo que producía huevos para una marca importante. Había varias naves rodeadas por una valla. Tenían perros vigilando, pero no tuvimos muchos problemas para entrar. El olor era horrible.
Cuando nos asomamos vimos que no tenían jaulas. Aun así, había cientos de gallinas amontonadas. Algunas estaban agolpadas en repisas y otras tumbadas en el suelo. Unas eran gordas, como sobrealimentadas. Otras estaban escuálidas y les faltaban las plumas, tenían heridas, etc. También vimos algunos cuerpos aplastados. Ese era el lugar. Sabíamos que podíamos sacar de allí todas las posibles, y teníamos que intentarlo.
Hicimos varias visitas, de día y de noche. Nos aseguramos de que no había alarmas ni cámaras. Nos hicimos a la idea de que necesitaríamos varios coches, así que buscamos los posibles caminos de salida y de entrada, los sitios para aparcar sin ser vistos, etc.
Planificamos cuántas personas necesitaríamos para entrar y sacar a las gallinas, para grabar, y para vigilar desde fuera. Necesitábamos también algunas herramientas, ropa adecuada para no ser reconocidos, y alfo para cambiarnos después.
Buscamos también la manera de comunicarnos con las personas que estaban vigilando, y decidimos hacia dónde correríamos si venía alguien, qué diríamos si nos pillaban y, sobre todo qué NO diríamos si nos detenían: Nada.
Nos repartimos las tareas. Mientras algunas personas se concentraban en meter a las gallinas en las cajas que habíamos preparado para que estuvieran cómodas, otras les iban llevando a los coches. En menos de dos horas, estaba hecho.
A la mañana siguiente, las 60 gallinas respiraban aire puro, y empezaban una nueva vida.
Todos podemos hacer algo para ayudar a los demás animales, dejando de usar los productos que vienen de su explotación, liberándolos y rescatándolos de centros de explotación.
NOSOTROS NO VAMOS A PARAR
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