"La educación de los militares (incluyendo a la policía),
desde el soldado raso hasta las más altas jerarquías, les convierte
necesariamente en enemigos de la sociedad civil y el pueblo. Incluso su
uniforme, con todos esos adornos ridículos que distinguen los
regimientos y los grados, todas esas tonterías infantiles que ocupan
buena parte de su existencia y les haría parecer payasos si no
estuvieran siempre amenazantes, todo ello les separa de la sociedad. Ese
atavío y sus mil ceremonias pueriles, entre las que transcurre la vida
sin más objetivo que entrenarse para la matanza y la destrucción, serían
humillantes para hombres que no hubieran perdido el sentimiento de la
dignidad humana. Morirían de vergüenza si no hubieran llegado, mediante
una sistemática perversión de ideas, a hacerlo fuente de vanidad. La
obediencia pasiva es su mayor virtud. Sometidos a una disciplina
despótica, acaban sintiendo horror de cualquiera que se mueva
libremente. Quieren imponer a la fuerza la disciplina brutal, el orden
estúpido del que ellos mismos son víctimas".
Mijaíl Bakunin
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