Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

martes, julio 4

Naufragios morales

 


Mientras algunos malnacidos siguen pidiendo mano dura contra la inmigración, muertes que podrían evitarse siguen sucediéndose. Las más llamativas, las ocurridas recientemente en el mar Jónico sin que se sepa exactamente el número de fallecidos en un barco que transportaba a cientos de personas. El deseo de las autoridades europeas de evitar que los migrantes lleguen a sus costas ha sido más fuerte que cualquier intención de asistencia humanitaria. Nada sorprendente, ya que es lo que ocurre por activa o por pasiva de modo permanente, pero esta vez la catástrofe ha tenido ciertas proporciones y ha invadido los medios generalistas. Esta más que claro que la vieja y mezquina Europea, con su maldita unión de poderes políticos y privilegios económicos, no desea en absoluto poner los medios para que las personas que migran viajen y soliciten asilo en condiciones dignas. Sí, es cierto que no todos los gobiernos parecen a priori de la misma calaña, que los más conservadores son los que abiertamente mantienen un discurso de rechazo a la inmigración; en la práctica, la Unión Europea en su conjunto hace poco o nada cuando los derechos humanos más elementales son transgredidos, un reparto de roles entre gobiernos que recuerda aquel de poli bueno y poli malo para al final llevar a cabo el mismo objetivo.

Las versiones oficiales sobre las recientes muertes en el Jónico, como no puede ser de otra manera, se ponen en entredicho. Los guardacostas griegos aseguran que se acercaron al barco de migrantes para prestar ayuda, pero desde la nave se les dijo que no querían rescate alguno y que su objetivo era llegar a Italia. Sin embargo, los supervivientes niegan esta versión y aseguran que no se negaron a ser remolcados a la costa griega. Otra versión mantiene que un barco se acercó al bote con cientos de personas migrantes para atar dos cuerdas con la intención de remolcarlo; las malas condiciones de la nave hizo que se averiara el motor y algunos supervivientes afirman que los intentos de arrastrarla, algunos testimonios dicen que intentando llevarla a costas italianas, provocó finalmente que se desestabilizara. Diversos activistas y ONG han pedido una investigación exhaustiva sobre los guardacostas griegos y sobre Frontex, el ejército europeo de fronteras, que también estaba al tanto de los problemas del barco. Veremos en qué queda la cosa, pero son ya muchos episodios en que la política migratoria de Europa, con unos u otros protagonistas, provocan muertes perfectamente evitables; mientras, ya se ha detenido a varias personas del barco como posibles traficantes de personas y sin pruebas claras.

De hecho, el gobierno reaccionario de Grecia lleva mucho tiempo efectuando devoluciones al mar de personas en busca de refugio; el Estado griego puede adoptar el rol de poli malo, pero el resto de Europa mira hacia otro lado. Según cifras de ACNUR, Alto Comisionado de Naciones Unidas, 325 personas murieron o desaparecieron en el Mediterráneo Oriental, el mismo lugar del naufragio de hace escasos días, este año se habrá superado seguramente la cifra al hablar hasta más de 500 desaparecidos. Los medios generalistas, para consumo de las masas, encubren estas muertes evitables, o directamente asesinatos, con la palabra «tragedia», eufemismo que evoca alguna suerte de incidente sin culpables. La realidad es que la causa no es nada incidental, mientras que la culpable tiene un nombre claro: la vieja y mezquina Europa, con su férreo control migratorio, usando a polis malos como el gobierno griego o señalando a difusos traficantes de personas. Por supuesto, estamos hablando de muertos de tercera y ya estamos habituados a ver «tragedias» en nuestros repulsivos medios generalistas ante las cuales solo mostramos un (muy) pasajero estremecimiento. Nos empeñaremos en señalar, una y otra vez, al culpable de tantos crímenes, que es la política migratoria de la vieja y mezquina Europa.

 

Juan Cáspar

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