Somos un tornado feminista que se nutre del aliento de las mujeres que fueron, llena los pulmones de las mujeres que somos y suelta una bocanada de aire hacia el futuro de las mujeres que están por venir.
Tras más de cuarenta años convocándonos a este 8 de marzo, como día de lucha feminista, venimos a arrasar con las injusticias de un sistema que nos sigue mirando desde arriba y con superioridad.
Somos un tornado feminista que viene del pasado, que se origina en las luchas de nuestras ancestras. El tornado que hoy nos convoca aquí nos llega con la memoria de las mujeres latinas, filipinas, rifeñas, marroquíes, saharauis y guineanas que se enfrentaron al colonialismo español; de las represaliadas por el franquismo, de las violentadas por su Patronato, de las desaparecidas, las exiliadas, las presas, las silenciadas, las olvidadas, de las mujeres que nunca dejaron de buscar. De las mujeres gitanas marginadas y despreciadas por una España que se decretó imperial, blanca y católica. Exigimos para todas y cada una que se esclarezca la verdad, que se haga justicia y que se repare el daño causado.
Somos el tornado feminista que se carga con la rabia y el recuerdo de las mujeres y criaturas asesinadas y agredidas por la violencia patriarcal, de los asesinatos ignorados en el mar y en las fronteras, de los asesinatos en las residencias de la tercera edad, de los suicidios cotidianos, que son también asesinatos.
Somos un tornado feminista compuesto de la energía de todos los cuerpos en lucha, de las personas con diversidad funcional, de las mujeres precarizadas, gordas, locas, psiquiatrizadas y cuestionadas. Somos disidencia y rabia, diversidad y abrazo. Somos las migrantes, las racializadas, las negras y marrones. Somos trans, intersex y no binaries, somos bolleras y bisexuales, somos las madres y las abuelas, las familias monomarentales, las familias disidentes, las disidentes de la familia.
Somos las jornaleras, las trabajadoras del hogar y de los cuidados, las aparadoras del calzado, las limpiadoras de hospital, las sociosanitarias, las kellys, las trabajadoras textiles en lucha y todas las mujeres en huelga, las cuidadas, las becarias, las riders, las autónomas, falsas o verdaderas. Somos las prostitutas. Somos las sin papeles, las expulsadas, las desahuciadas, las víctimas de trata y explotación sexual, agraria, textil y de los cuidados. Somos las estudiantes, las paradas, las jubiladas, las amas de casa. Somos las criminalizadas por luchar y las que no vamos a parar.
Somos tornado global, nos abrazamos con fuerza a nuestras hermanas de todo el mundo con las que gritamos por la paz: ucranianas y rusas, sirias y turcas, palestinas y yemeníes, sudanesas y malienses. Este tornado demanda el cese de todas las guerras para poner la vida en el centro. Se revuelve contra la violencia que están sufriendo nuestras compañeras peruanas. Nos unimos a todas las refugiadas, migrantes y desplazadas por las guerras y los desastres naturales, por las consecuencias del extractivismo y de la voracidad capitalista y colonial. La defensa de la paz, la soberanía y el planeta tiene rostro de mujer: Berta Cáceres, Marielle Franco, Ahed Tamimi o Mahsa Amini incendian este tornado en la revolución feminista que grita “Mujer, vida, libertad” con las hermanas iraníes, kurdas, y afganas, lucha con todas las mujeres musulmanas y árabes, que exigen decidir sobre sus cuerpos y sus vidas.
Lo decimos con más fuerza que nunca este 8 de marzo de 2023, en el que tenemos que repetir lo obvio: que luchamos contra un patriarcado capitalista, racista e imperialista que silencia la masacre de la valla de Melilla, ignora las muertes en el Mediterráneo, justifica los feminicidios, la violencia vicaria, el odio y las violencias contra las mujeres (ya sean cis o trans) y las personas LGTBIQA+, que niega la violencia obstétrica y cuestiona nuestra libertad sexual. Un patriarcado, aliado de la derecha y de la ultraderecha, que disputa hasta el hartazgo esos derechos nuestros –como el aborto– que hemos logrado luchando; un patriarcado que alimenta los discursos de odio hacia las personas trans y que hoy disfraza de preocupación por las mujeres su obsesión por recortar nuestra autonomía, nuestra agencia y nuestra libertad.
Somos el tornado feminista que arrancará las raíces profundas de las violencias machistas, alzando la voz por las asesinadas, las que sufren violencia de sus parejas o exparejas, las que son violadas o agredidas sexualmente, las que sufren en el hogar, el trabajo, la calle, los espacios públicos, en la pareja, la familia, la sociedad y en las instituciones del estado.
Somos el tornado feminista que arrasará con esa cultura de la violación que silencia nuestras voces, duda de nuestra palabra, nos acusa de aquello que sufrimos, imponiéndonos una falda más larga o mayor resistencia, y que justifica a los agresores por tener una supuesta naturaleza irrefrenable, despojándolos de su responsabilidad.
Este tornado feminista nos carga de la energía necesaria para seguir luchando en las calles hasta que las violencias machistas desaparezcan. Los avances que estamos consiguiendo para que nuestro consentimiento esté en el centro, para que nuestras decisiones importen, para que nuestro deseo se tenga en cuenta y para que los cuerpos de las mujeres no puedan ser agredidos ni violados, se logran gracias a todas las que gritamos ayer, hoy y siempre: “¡Hermana, yo si te creo!” Es necesario un verdadero cambio cultural, con medidas educativas, de protección y de reparación auténtica para todas las mujeres, la infancia y la adolescencia amenazadas y que elimine, de una vez por todas, el retrógrado sesgo patriarcal de la justicia.
Gritamos: “¡No solo nos matan los feminicidios!” Porque también nos mata un sistema capitalista que feminiza, precariza e invisibiliza los cuidados, que recorta los servicios públicos, que nos excluye. Nos matan las subidas de los alimentos, la exclusión sanitaria y los recortes en sanidad, los desahucios y el precio de la vivienda, los salarios de miseria y las ayudas inexistentes, los CIEs, el calentamiento global, la contaminación, la pobreza energética, los prejuicios. Nos mata una precariedad que nos roba los sueños, el tiempo y la salud mental.
Este tornado feminista viene para acabar con este gobierno neoliberal de la Comunidad de Madrid que está en guerra contra sus gentes. Ante su asfalto, queremos árboles; ante su privatización, queremos escuela pública; ante sus recortes, queremos centros de atención primaria, y personal sanitario; ante su especulación, queremos vivienda digna; ante sus placas franquistas, queremos la memoria de las mujeres; ante su contaminación, queremos transporte público; ante sus corridas de toros, queremos centros sociales; ante su objeción, queremos abortar en la sanidad pública, ante sus silencios asesinos, queremos nuestro orgullo trans. Y, sobre todo, este tornado imparable baila diverso y lleno de fuerza porque Madrid es chotis, reguetón, cumbia, kizomba, tecno y la danza del león.
Nuestro tornado feminista limpiará los cielos, los ríos y los mares, reducirá las emisiones y el calentamiento global. Mientras tanto, peatonalizará los accesos a los coles, hará carriles bici y ciudades accesible para todas, defenderá los parques y los centros de salud, protegerá a las barrenderas del calor, devolverá la luz a la Cañada, abrirá los servicios sociales a todas las personas que los necesitan, invertirá en la Red de Atención a Víctimas de Violencia. Nuestro tornado feminista derribará los muros y las fronteras. Mientras tanto, presionará para que haya citas de asilo disponibles, para que se apruebe ya la regularización extraordinaria de las personas en situación administrativa irregular y para que se legisle contra el racismo.
Nuestro tornado feminista acabará con el binarismo, el patriarcado y la opresión sexual. Mientras tanto, defenderá con uñas y dientes los derechos de la infancia y la adolescencia trans, el reconocimiento de les no binaries y una educación afectivo sexual que construya una sociedad sin violencias en la que nos podamos expresar con libertad y deseo.
Desde todos los rincones, urbanos y rurales, desde todos los barrios y todos los pueblos, desde todas las luchas, desde todos los cuerpos, desde todas las existencias y capacidades, desde todas las generaciones, las feministas invocamos el tornado que ya lo está revolucionando todo. Este tornado no parará hasta que tengamos un Madrid y un mundo en el que quepamos todas, todes, todos.
Somos tornado feminista. Desde la Comisión 8M del Movimiento Feminista de Madrid gritamos fuerte ¡aquí estamos las feministas! ¡Aquí estamos las transfeministas!
Somos el grito necesario. El feminismo lo está cambiando todo.
Por la Comisión 8M 2023 de Madrid
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