Finalizada la
pantomima de París, los testigos se dividen entre los partidarios de la
expresión “oportunidad perdida” y los del “acuerdo histórico”.
Evidentemente todo depende de las expectativas y de las posiciones
ideológicas de cada uno… y de sus intereses. Así entre los decepcionados
los hay cercanos al “acuerdo histórico” como es el caso de WWF y
Greenpeace y algunos sinceramente decepcionados como es el caso de
ecologistas en acción (otra cosa sería la lucidez de cada posición y de
su punto de partida). El mundo de la sostenibilidad , del que forman
parte las cumbres climáticas, es cada vez más una especie de farándula,
una especie de farsa, donde unos "negociadores", unas "partes", una
constelación de organizaciones, cada vez más profesionalizadas
representan papeles pre-establecidos y que son un fin en sí mismos, las
ONG (muy abundantes en el sector) hacen el papel de buenos, las
organizaciones gubernamentales el de responsables y los estados
(incluidos el Vaticano) el de profundos reflexionadores sobre la vía más
correcta... ¿Y las corporaciones?, las corporaciones van a la suya
(como siempre) con el apoyo incondicional de todos los actores
anteriores.
Todas
estas conferencias utilizan un catálogo de siglas y de términos de
argot totalmente ininteligibles para las "personas normales".
UnitedNations Framework Conventionon Climate Change (UNFCCC), Subsidiary
Body for Scientific and Technological Advice (SBSTA), Subsidiary Body
for Implementation (SBI), Nationally-determined Mitigation Contributions
(NDMC), New Market Mechanism (NMM), Global Public-Private Partnerships
(PPPs) y así cientos de siglas y acrónimos (sin contar las siglas de las
organizaciones). Hay toda una capa de burócratas, separados de toda
realidad, que tienen como finalidad auto reproducirse dentro del teatro
de la organización "contra" el cambio climático.
El
documento de los acuerdos de París, como todos los tratados de la ONU,
es un galimatías lleno de siglas, de circunloquios y de verbos en tiempo
condicional (el debate entre deben y deberían estuvo a punto de hacer
naufragar el acuerdo). En resumen 20 años de negociaciones (desde la
primera conferencia de 1995) han servido de poco, las emisiones han
seguido (y seguirán) aumentando.
Todo
se deja en manos de los mercados (excepto las jugosas subvenciones por
más de 500 millones anuales a la industria de lo fósil). Pero el mercado
de carbono no acaba de funcionar, todo el diseño giraba en torno a
precios más altos de los que ahora se pagan (menos de 6 € por tonelada,
el valor de una caña y unas aceitunas) y la tendencia es a bajar. Con
estas rentabilidades no hay ningún tipo de especulador (fondos buitres,
ratas capitalistas diversas ...) que quiera «arriesgar» cuando los
beneficios son tan escasos. Así que los fondos capitalistas (y muchos
estados, como China) se dedican a invertir en otros aspectos del cambio
climático, invierten en tierras cultivables (millones de hectáreas
acaparadas en África y Asia), en bosques (y plantaciones como las de la
palma de aceite) y de recursos hídricos, hay miles de millones de euros
en fondos financieros «climáticos» ...
Lo
que ahora desea el petrocapitalismo es terminar de amortizar sus
infraestructuras y agotar los yacimientos Todo ello, como hasta ahora,
con la subvención de los fondos públicos, evidentemente.
Hay
varios mecanismos para lograr esto, pero lo que ahora está más de moda
es el secuestro de carbono y la geoingeniería. El secuestro, ya sea en
la vegetación, en el fomento de la bioenergía o en plantas de bombeo del
dióxido de carbono hacia depósitos subterráneos. Lo que parece generar
más esperanzas de negocio en geoingeniería son la «gestión de la
radiación solar": alterar la atmósfera para reflejar parte de la
radiación solar esparciendo productos químicos y la "fertilización" con
hierro del mar para aumentar la productividad biológica y fijar el CO2:
alterar más lo que ya está alterado.
Otra
buen negocio "contra el cambio climático" sería "la agricultura
inteligente", que no es otra cosa que la agricultura industrializada
reciclada a hostias: semillas patentadas, transgénicos, fertilización
masiva y uso indiscriminado de agrotóxicos, ahuyentando a los campesinos
para dejar lugar a la agroindustria.También se trata de poner en valor
(y comerciar con ellos) los "servicios ecosistémicos" convirtiendo la
biodiversidad y los ecosistemas en nuevos recursos a explotar (créditos
de carbono). Todo ello con el fin de mercantilizar y
monetarizar lo poco que quedaba sin estar en las garras del capital (al
menos no totalmente), el aire y lo que es natural. Pues bien todo este
mercado ha quedado abierto con los acuerdos “históricos” de Paris.
Los
estados y las corporaciones capitalistas son los que destruyen el
clima, y sólo acabando con ellos hay alguna posibilidad de enderezarlo,
los gobiernos, las ONG, la Alianza por la Justicia Climática lo único
que hacen es profundizar la crisis, dar justificaciones a los
perpetradores y promover nuevos productos financieros climáticos.
Un 1% de la población acapara/consume un 50% de la riqueza,
si prescindimos de este 1% nos quedaremos igual y reduciremos en un 50%
las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero), seguramente un 5%
de la población mundial acapara el 75% de la riqueza, si prescindimos de
este 5% reduciremos en un 75%, el 25% que nos queda puede bastar para
mantener a todos, el problema no son el 95%, el problema son el 5%
acaparador. Hasta ahora siempre habían sido arrojados por la borda de la
nave tierra a los pobres, ya van siendo hora de que tiramos a los
ricos.
Puede parecer una tontería,
pero en el fondo lo que necesitaría la mitigación del cambio climático
sería un black bloc global (lo que se ha echado de menos en las
manifestaciones llenas de batucadas, animalitos de peluche y disfraces
de oso polar),. La organización criminal más grande (hasta el momento)
en el planeta, la Organización Mundial del Comercio se tambaleó en
Seattle, aunque se recuperó muy rápido.
Encontrar
la manera de dar al cambio climático un papel central en la
confrontación con el poder es uno de los problemas con los que nos
encontramos y de los que no acabamos de encontrar la solución. A pesar
de que siempre nos llenamos la boca con la necesidad de globalizar y
extender las luchas y que esta sería precisamente una lucha global que
incluye sectores y geografías diversas.
Tumbar la COP22 o la COP23 puede que sea un sueño, pero es un sueño que vale la pena soñar.
¡¡POR UN PLANETA LIBRE Y SALVAJE !!.
Extraído de http://archivomoai.blogspot.com.es
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