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Louise Michel. 1871

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Émile Armand

viernes, agosto 3

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?


¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (en inglés: Do Androids Dream of Electric Sheep?) es una novela corta, perteneciente al género de la ciencia ficción, escrita en 1968 por Philip K. Dick (1928-1982)

El clásico del cine de ciencia ficción, Blade Runner, dirigido por Ridley Scott en 1982 se basa –aunque muy libremente– en esta novela. Dick murió ese mismo año, antes de que se estrenara la película.

La acción se sitúa en un mundo cubierto de polvo radiactivo, tras una guerra nuclear que ha matado a casi todos los animales, por lo que la gente tiene animales eléctricos. El protagonista es Rick Deckard, un ex-policía y experto Blade Runner (aunque en la novela no tiene este nombre, sino el de «cazador de recompensas»), que debe eliminar a un grupo de Nexus 6 —androides de última generación casi idénticos a seres humanos— que ha llegado hasta la Tierra, huyendo desde una colonia espacial debido a las terribles condiciones de vida a las que estaban sometidos.

La novela, uno de los clásicos de Dick, trata temas como el impreciso límite entre lo artificial y lo natural, la decadencia de la vida y la sociedad, y aborda diversos problemas éticos sobre los androides. También, dado su estética y descripciones de un mundo destruido, abandonado, donde la tecnología es omnipresente, se la puede enmarcar en el género del cyberpunk.

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? transcurre en 1992 (2021 en algunas ediciones más recientes de la novela), varios años después de la lluvia radioactiva provocada por la «Guerra Mundial Terminal», que diezmó gran parte de la tierra. Este polvo radiactivo que contamina gran parte de la tierra no se había originado en ningún país y no había sido previsto, y sin embargo, se había ido extendiendo hasta abarcar gran parte del globo.

Como consecuencia, las Naciones Unidas alientan y animan a la gente a emigrar a colonias fuera de la tierra para preservar a la raza humana de los efectos del polvo radiactivo producido por la guerra. La ONU utiliza medios como la televisión para promover la emigración, mediante frases como «¡Emigra o degenera! ¡Elige!». Uno de los incentivos es que cada familia que decida emigrar recibirá un androide sirviente hecho a medida (también llamados despectivamente «andrillos»). En la novela el término «androide» es usado generalmente para referirse a seres artificiales de composición biológica –«Androide Orgánico» según el libro—, sin embargo en la ciencia ficción moderna el término ha llegado a significar a máquinas no-biológicas, p. ej.: los «droides» de «Star Wars».

Las personas que permanecen en la tierra viven en ciudades caóticas donde la radiación causa enfermedades y daña sus genes. Todos los animales están en peligro de extinción: el polvo radiactivo ha matado todas las aves y diezmado a las otras especies animales.

Tener y cuidar un animal se considera una virtud cívica y un símbolo de estatus social, dependiendo en la rareza de la especie. Los animales se compran y venden tomando como referencia el último número de la revista Sydney de aves y animales; los animales extintos figuran allí con el precio del último ejemplar vendido. Algunas personas que no pueden pagar un animal verdadero eligen comprar uno artificial para mantener su posición social. El protagonista de la historia, Rick Deckard, tenía una oveja que murió de tétanos y la remplazó por una réplica eléctrica del animal para mantener las apariencias. Las empresas encargadas de crear, reparar y atender animales eléctricos gozan de popularidad en esta sociedad. Preguntar si el animal del vecino es eléctrico se considera tabú, una falta muy grave de cortesía, más aún que averiguar si los dientes, el pelo o los órganos internos de una persona son genuinos.

Los androides son usados en colonias humanas, principalmente la de Marte, pero muchos de ellos huyen a la tierra para escapar de la soledad del planeta rojo y para ser libres de la esclavitud a la que los someten los humanos. Se los fabrica con elementos completamente orgánicos y son físicamente indistinguibles de las personas. Cazadores de recompensas, como Deckard, rastrean y «retiran» androides fugitivos, que generalmente se hacen pasar por humanos. Se realiza un análisis de médula en el cuerpo de cada androide “retirado” para comprobar que no se haya asesinado a una persona. Debido a diferencias en el nervio vago, un androide puede suicidarse con sólo contener la respiración.

Es necesario para los cazadores de recompensas aplicar test como el de empatía de Voigt-Kampff para diferenciar humanos de androides. El test mide la actividad cerebral y el movimiento de los ojos en respuesta a disparadores emocionales, muchos de los cuales involucran maltrato a los animales. Como los androides no pueden sentir empatía, su respuesta emocional es significativamente diferente a la de los seres humanos. El test de Boneli, algo más sencillo, mide la velocidad de respuesta del Arco Reflejo que se produce en los ganglios superiores de la columna vertebral.

Otro de los instrumentos de la novela es el «Órgano de Ánimos Penfield», llamado así por el neurólogo Wilder Penfield, que induce emociones en los usuarios. El usuario puede marcar un número y experimentar de forma automática cierto humor o emoción. Ejemplos incluyen: «Conciencia de las múltiples posibilidades que el futuro me ofrece» (481), «Reconocimiento satisfactorio de la sabiduría superior del marido en todos los temas» (594), «Deseos de ver la televisión, no importa lo que haya» (888), «Descanso reparador y merecido» (670) y «Deseo de marcar» (3). Muchos usuarios tienen un programa diario de ánimos.

El icono cultural más significativo de la tierra es el «Amigo Buster», el jovial presentador del «talk show» de humor «El Show del Amigo Buster», que hace simultáneamente un programa de radio y televisión 23 horas al día. Buster ataca frecuentemente en sus programas el mercerismo.

Al leer la novela se nos presenta el dilema de cuál es el tema principal. En una primera lectura vemos que hay dos temas principales: el asunto religioso del mercerismo y la relación entre hombres y androides, pero ambos temas están tan estrechamente ligados que desembocan en un único tema: la realidad (tema recurrente en las novelas de Philip K. Dick).

A lo largo de la novela destaca la idea de unión espiritual entre todos los seres humanos a través de una máquina con la que los sentimientos de cada persona individual son compartidos por el resto. Sin embargo, es curioso que para lograr esta unidad los seres humanos deban recurrir a una máquina y que, en cierto momento de la novela, se plantea la teoría de que Mercer pueda ser un impostor. Así se ahonda en la idea de que todo lo que parece real para los humanos es algo falso, como ocurre en el caso de los androides. Por otro lado, en muchos aspectos, los objetos artificiales son más perfectos que los reales puesto que no degeneran: los animales eléctricos no enferman y los androides humanos parecen más conscientes de la importancia del concepto de humanidad que los propios hombres.

Pero, ¿qué es la realidad en este libro? Como se ha mencionado antes, es difícil establecer los límites entre lo que es real y lo que no. La dificultad con la que se encuentra el protagonista a la hora de distinguir a los humanos de los androides es una prueba de esta confusión entre lo real y lo ficticio. Asimismo, el propio mercerismo triunfa por el culto a lo falso: sensaciones falsas que ayudan a evadirse de la realidad, la probable falsedad de Mercer... El sueño de realidad del protagonista, identificado con su necesidad de un animal vivo, se pierde en la nada. De nuevo lo irreal se impone a lo real. Lo vivo está condenado a morir y a degenerar; lo no vivo seguirá ahí para siempre.

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