Mural de Cynthia Veneno en el parque Moret de Huelva
La relación del arte con el movimiento libertario ha sido estrecha
desde siempre. Han existido muchos artistas que han contribuido a la
difusión de las ideas anarquistas desde diversos campos: literatura,
ilustración, audiovisual…; también muchos, a través de la práctica
artística, han encontrado un espacio de creación e indagación de otras
formas posibles de hacer, desde fuertes postulados políticos y
emancipatorios, frente a un modelo capitalista imperante que desde sus
inicios ha pretendido absorber y reforzar todo lo que contribuyera a su
consolidación.
Tal y como señala Luis Navarro en La anarquía del arte
y el arte de la anarquía: «arte y anarquía […] parecen hermanadas por
su origen, su despliegue y su fin último. Ambas surgen del mismo proceso
histórico, beben de las mismas fuentes del proyecto de emancipación
surgido de la Ilustración y se desarrollan juntas a lo largo de la
modernidad, con la instauración del capitalismo como sistema productivo y
en conflicto con él». Desde luego, el anarquismo surge frente al
capitalismo; el arte, sin embargo, ha sido siempre, también desde la
aparición del capitalismo contemporáneo, una pieza importante de las
élites en el poder; aunque siempre hubo disidentes que, desde el plano
creativo, hicieron frente a estas mismas élites.
Si, tal como nos cuenta Ana Muiña en Mina Loy. Futurismo Dada Surrealismo, «los movimientos artísticos que abandonan el siglo XIX para zambullirse en el XX descubren que la función del arte es “traducir” un texto al que llaman realidad y, por tanto, es preciso darle una nueva lectura a ese texto, cambiarlo por completo», al meternos en el siglo XXI encontramos nuevos paradigmas que van a seguir indagando entre viejas y nuevas concepciones de creación para sumergirse en ese traducir, leer, incidir en esa realidad.
UN BREVÍSIMO BOSQUEJODurante el mes de marzo, coincidiendo con el día de de la mujer trabajadora, se fueron sucediendo las noticias de ataques por parte de la extrema derecha a diversos murales feministas que se habían realizado en diferentes localidades del estado español. Uno de esos ataques fue el día 9 y se produjo en el Parque Moret de Huelva. El mural de la artista Cynthia Veneno aparecía con esvásticas y con pintura negra en un intento de destrozarlo; sin embargo, tal y como señala la muralista, estos ataques lo que consiguen es visibilizar mucho más el trabajo artístico en apoyo a la lucha feminista.
Cartel para la huelga feminista del 8M de 2018 diseñado por Yeyei GómezEsta ilustradora y poeta sevillana entiende que «el arte es una herramienta, un medio de expresión desde el cual puedo expresar todo aquello que no puedo verbalizar. Un formato que va más allá de tener o no una técnica». En su trabajo confluyen la representación de identidades disidentes y cuerpos no normativos con la crítica al sistema capitalista que los expulsa a los márgenes de la pobreza y la precariedad. A su vez encontramos una potencialidad a lo largo de su obra que radica en la reivindicación de lo cotidiano, los cuidados y la ternura como actos revolucionarios. Cynthia asegura que «como anarquista y artista, la relación entre ambas es inherente, ya que veo el arte como una herramienta fundamental que se nutre del anarquismo y viceversa. El anarquismo rompe esa cara elitista y estética del arte, desafía a un sistema que lo quiere invisible y sale de los museos para plantarse en las calles y los contenedores».
Por su parte, la ilustradora e historietista madriñela Yeyei Gómez nos habla del arte «como un instrumento del poder para construir la subjetividad de los pueblos, jugando un papel importante en la educación y el espíritu de una época», y continúa afirmando que «en una sociedad como la nuestra donde el arte es una mercancía más, creo que la especialización en lo político, o algunas obras abiertamente políticas, en ocasiones instrumentalizan en beneficio del artista luchas sociales. Con el peligro de producir obras que parezcan vías de escape sin llegar a producir grandes cambios».
La estética en la obra de Gómez guarda ciertos puntos en común con ilustradores y cartelistas anarquistas de principios del siglo pasado. Figuras alargadas con rostros sobrios que se desdibujan, que nos traen a la memoria a figuras como Alejo —ilustrador de periódico CNT—; viñetas satíricas de denuncia social que nos sugieren la pluma de Luis García Gallo; el uso de una gama cromática llamativa y reconocible, en el que predominan el uso del rojo, negro y morado. Una técnica con fuertes influencias del patrimonio artístico obrero. No es casual que para Yeyei haya más valor en la idea de arte como una herramienta en la que se problematizan los fenómenos que se dan en la sociedad —pretendiendo con ello contribuir a mejorarla—, que en la idea de arte como fin en sí mismo. «La sensibilidad artística y la sensibilidad anarquista comparten el compromiso férreo con una ética personal puesta siempre al servicio de la colectividad y del bien común, y donde la crítica no devenga en inmovilismo y aislamiento, sino en la participación activa», nos revela como un horizonte artístico comprometido.
Desde una perspectiva muy similar, el escritor y cineasta astigitano Manuel Onetti habla de la utilidad histórica para la perpetuación de modelos políticos hegemónicos, como es el caso de la Edad Media y la ingente cantidad de artistas que estaban al servicio de la Iglesia Católica representando el canon eclesiástico dominante, o como ejemplo más cercano, el arte soviético. Para Onetti el arte es «una intuición que tiene que ver con la forma de ver el mundo. Lo que haces con ella luego determina tu práctica artística (en cuanto a técnica e ideología)». En cuanto al poder transformador del arte, asegura que «nunca he creído en ese poder de transformación» y continúa exponiendo que cree «más bien que el arte sí puede cambiar a las personas. En ese sentido pienso que el arte tiene una proyección y unas connotaciones más individualistas que luego los sujetos pueden poner en común en otros lugares de índole exclusivamente política».
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