Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

jueves, octubre 21

Yogur y carne, alimentos de alto impacto ambiental y animal, aunque sean ecológicos o de ganadería extensiva

 

 

Este artículo se inspira en una papelera. Una papelera que estaba llena de plásticos. No es un caso aislado. Si ojeas las papeleras de la ciudad las verás llenas de material reciclable: botellas, latas, bolsas… Mi papelera tenía una curiosidad. Albergaba siete o diez, envases de yogur. No los conté. Eran demasiados.

La publicidad funciona, aunque mienta. La inconsciente ciudadanía quiere creerse esos bonitos anuncios de vacas felices regalando su leche a cariñosos granjeros que las llaman por su nombre. También prefiere pensar que el reciclaje es ecológico.

La Fundación Española de la Nutrición (FEN) recomendaba la ingesta de CINCO lácteos al día. Años más tarde, sus anuncios solo recomiendan TRES lácteos al día. Lo de cinco era exagerado. Pero… ¿quién financia la FEN? Un vistazo a su web les hace perder toda credibilidad. Los que pagan esos “estudios” son las empresas más contaminantes del planeta. Vemos empresas interesadas en que se consuman lácteos en envases de usar y tirar, tales como Puleva, Pascual o Nestlé. La FEN tiene otros socios sospechosamente interesados en estudios alimenticios a medida: Coca-cola, Pepsi, McDonalds, Campofrío…

Esas empresas no pagan para que la FEN difunda resultados de una investigación científica objetiva. Las empresas pagan para que nos engañen. La realidad científica no tiene que reflejarse en la publicidad.

Tampoco hace falta ser científico para percatarse del infierno que suponen las granjas de animales en las industrias actuales. No hay vacas felices que regalen su leche. El concepto de granja ecológica y de bienestar animal no es viable. Y si lo fuera, no verías sus anuncios en TV. Lo rentable es tratar a los animales como si fueran máquinas insensibles. Los animales de granja huirían si pudieran.

Los que consideran que comer carne y lácteos es algo esencial en su vida, se agarran a la ganadería extensiva como salvación. Los estudios científicos indican que la ganadería extensiva tiene un nivel de emisiones de carbono superior a la intensiva. Toda ganadería (extensiva o intensiva) es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad. Otros estudios reflejan que:

Digámoslo muy claro:

Es mejor comer de forma vegana aunque nuestros alimentos procedan de lejanos países y se hayan producido en las peores condiciones ambientales.

En otras palabras, si el mundo adoptara una dieta basada en plantas las tierras de agricultura podrían reducirse de cuatro mil millones de hectáreas a solo mil. Otros estudios ofrecen resultados similares. RECORDEMOS ESTE DATO: El 85% de las tierras de cultivo se utilizan para alimentar ganado y solo produce el 32% de las calorías. Esto implica que solo el 15% restante de tierras se usa para cultivar plantas para consumo humano directo y eso supone el 68% de las calorías. Liberar tierras de agricultura (rewilding) supone un respiro a la naturaleza (reducir pesticidas, reducir consumo de agua, etc.). Dejando de comer chuletones al punto, podemos reverdecer el planeta azul.

Hay al menos cuatro argumentos para comer menos carne y otros seis para rechazar los lácteos. No hace falta ser científico para entenderlos. Solo hace falta tener un poco de sensibilidad ambiental y animal. Mientras haya indiferencia, seguirán muriendo vacas porque no dan suficiente leche.

 

Extraído de https://blogsostenible.wordpress.com

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