Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

sábado, octubre 26

¿Debemos los anarquistas apoyar la insurrección catalana?


Surgen estos días en medios anarquistas debates sobre la conveniencia o no de apoyar y alentar la insurrección catalana, originada por la dura e injusta sentencia contra varios políticos independentistas por parte del Tribunal Supremo.

Escuchamos opiniones de distinto signo, algo que no nos debe alarmar. Siempre en nuestra historia hemos debatido ante problemáticas muy diversas. Por citar algunas: militarización o no; revolución o guerra; apoyo a los aliados de la I Guerra Mundial o pacifismo. Violencia o no violencia, comunismo o colectivismo...

Ello es debido a que el pensamiento anarquista, aunque parte de unas bases ideológicas y estratégicas básicas (antiestatismo, anticapitalismo, federalismo, apoyo mutuo, antiautoritarismo, autogestión...), no es un programa cerrado, y se enriquece en la confrontación de posturas. Creemos que es necesario contribuir a la reflexión sobre este conflicto y entendemos que, tanto los que defienden la no participación en las acciones en la calle como los que creen que hay que apoyar al pueblo catalán en su lucha, tienen sus legítimas razones.

Hay una postura que defiende la necesidad de que los anarquistas alentemos y colaboremos en cualquier tipo de insurrección. En este caso, aunque el detonante tiene relación con las aspiraciones de una parte de la población catalana a crear un Estado independiente, sus defensores afirman que en este caso la lucha está en la calle y el pueblo se está enfrentando a un Estado, el español e incluso al catalán, al defenderse de la violencia de los cuerpos represivos, mossos y policías. Además consideran que la lucha es justa, dado que la sentencia del Supremo aplica unas penas desproporcionadas de cárcel contra varios independentistas que, en algunos casos, tan solo se expresaron públicamente por la desobediencia civil y la creación de una república catalana.

A ello hay que sumar que algunos apartados de la sentencia del Supremo sientan un peligroso precedente para criminalizar la disidencia y la libertad de expresión, tal como han reconocido numerosos especialistas en derecho.

Otra postura dentro del este debate entiende que para nada debemos apoyar una lucha cuyo objetivo final es la separación de un Estado para construir otro, con sus instituciones y su monopolio de la violencia, con sus impuestos, sus jueces y sus capitalistas locales. Consideran los partidarios de la no intervención en el conflicto catalán que arrimar el hombro en estas barricadas conllevará que, los que estén en la primera línea llevarán la peor parte (cárcel, multas) y que, a la postre, la insurrección será aprovechada por la burguesía catalana para su propio beneficio, convirtiendo a los “radicales” en carne de cañón una vez consigan sus objetivos.

No les falta razón y hay antecedentes históricos que lo sostienen (véase la Revolución Francesa, la Comuna de París, La Revolución Española, la ucraniana de Makjnó...).

A nuestro juicio debemos respetar tanto unas como otras posturas. Los anarquistas, nuestros grupos y organizaciones nos hemos caracterizado siempre por nuestra autonomía, que es la base de la libertad a la que aspiramos. Hemos de respetar a los que honestamente acuden a la lucha, aunque inicialmente esté alentada por intereses diferentes y hasta contrarios a los de los antiautoritarios, pero también comprendemos a aquellos a los que les chirría arriesgar su integridad física para una causa que luego solo beneficiará a los defensores del Estado y del capital (aunque este sea catalán).

Partiendo de este respeto, nos postulamos no obstante favorables, en el actual estado cosas (en donde la represión policial y estatal está llegando a altas cotas), a apoyar al pueblo catalán que ha decidido desobedecer tanto al Estado español como a la disciplina de los partidos y organizaciones catalanistas y sus estrategias.

Hay que tener en cuenta que las actuales circunstancias de lucha insurreccional se escapan ya del control de los independentistas. Es ya una lucha del pueblo contra la opresión y la represión, una lucha que, de seguir intensificándose podría derivar hacia objetivos revolucionarios y de desestabilización del sistema estatista y capitalista (español y catalán).

Malatesta nos ayuda un poco a tomar postura, pues este tipo de situaciones ya se han experimentado desde el surgimiento del anarquismo. Así, consideraba que el deber de los anarquistas es siempre estar en medio del pueblo en rebelión, aunque sus aspiraciones sean limitadas. En este sentido el teórico italiano entiende que para que los anarquistas participen en la insurrección, es suficiente que ésta se haga contra los dominadores y tenga un carácter cualquiera de reivindicación política o económica en interés del pueblo, por pequeña que pueda ser.

No han sido pocas las ocasiones en la historia en las que muchos anarquistas, entre ellos Bakunin, participaran en insurrecciones no estrictamente anarquistas pero que llevaban en ellas el espíritu de rebelión contra un opresor. En el caso del Estado contra Cataluña es claro, y por eso, creemos que es bueno apoyar la insurrección catalana. Sirve además de gimnasia revolucionaria para un futuro, cuando, si llega a existir esa república catalana, los dirigentes catalanistas manden a sus sabuesos contra los trabajadores y los explotados.


Grupo Higinio Carrocera  

1 comentario:

  1. En mi modesta pero meditada opinión, el principal problema de los anarquistas es la unidad de acción a la hora de afrontar situaciones como esta que aquí se plantea. No existen "condiciones ideales" en las que los anarquistas puedan participar sin que se produzcan contradicciones, estas van a existir siempre, son en cierta medida el motor dialéctico de toda revolución. A este respecto es bueno recordar la reflexión de Saramago acerca de la diferencia entre contradicción e incoherencia:
    ""Al contrario de lo que suelen preceptuar los diccionarios, incoherencia y contradicción no son sinónimos. Es en el interior de su propia coherencia donde una persona o un personaje se van contradiciendo, mientras que la incoherencia, por ser, más que la contradicción, una constante del comportamiento, repele de sí a la contradicción, la elimina, no se entiende viviendo con ella. Desde este punto de vista, aunque arriesgándonos a caer en las telas paralizadoras de la paradoja, no debería ser excluida la hipótesis de que la contradicción sea, al final, y precisamente, uno de los más coherentes contrarios de la incoherencia.”

    Salud

    ResponderEliminar