Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

sábado, mayo 4

El periodismo ha muerto: clickbait y sensacionalismo en la era de la desinformación


En la era digital, donde la información fluye a la velocidad de un clic, el periodismo ha caído víctima de su propia sed de atención y audiencia. Ahora más que nunca, el periodismo se ha sumido en una cultura del sensacionalismo que socava la integridad de la información y prioriza la espectacularidad y el morbo sobre la verdad. Un peligroso juego donde el amarillismo reina y la objetividad se desvanece.

Es un hecho empírico que la contaminación en los medios de información es total. El periodismo agoniza en un momento en que, aún más, ha caído por un abismo del que parece imposible que pueda recuperarse. La objetividad y libertad de prensa son términos absolutamente utópicos, ya que las grandes fortunas y el poder son los que marcan las líneas editoriales. No te salgas del tiesto porque habrá represalias. En las reuniones y comidas entre directivas de medios de comunicación, políticos y empresarios, se compran y venden votos, se blanquean prácticas poco éticas y se hace un constante lavado de cara a marcas, sponsors y personas, así como, por otra parte, se envenenan perfiles, ideas o partidos según interese. Nada nuevo bajo el sol.

Pero si el mundo de la información es todo lo contrario a lo que debería ser, en estos tiempos actuales, muy confusos en mi opinión, donde la tecnología ha desbancado a los medios tradicionales como televisión, prensa escrita y radio, los responsables de éstos, han sido conscientes de ello, aunque les costó. A causa del nacimiento de podcast, blogs, redes sociales y otros medios en los que cualquiera puede tener una palabra, por pequeña que pueda ser o parecer, ha hecho un daño enorme, hiriéndolos casi de muerte. Sencillamente ya no funciona. Había que encontrar otro tipo de fórmulas para mantener su status de poder y continuar sacando tajada, aunque para ello hubiera que destruir todavía más la profesión y la poca credibilidad que quizá les quedaba.

El periodismo dejó hace mucho tiempo de lado su deber primordial de informar, adoptando tácticas para atraer al gran público a sus últimos reductos. Si bien la prensa del corazón había conseguido hacerlo como nadie en programas de la telebasura tanto patria como internacional con cotilleos, mentiras y cebos constantes para mantener a la audiencia pegada al televisor, pensaron que esto se podía llevar a otras ámbitos, como la política o la prensa deportiva. Y funcionó. Funcionó que te cagas.

Comenzaron a verse programas como "La Sexta Noche" y "Al Rojo Vivo" en política o "El Chiringuito de Jugones" en deportes. Ambos circos televisivos, donde rivales políticos de distintas ideologías discutían, intentando darle un toque serio, pero sabiendo que la audiencia subía con enfrentamientos directos, entre gritos e insultos. Cosa que, por supuesto, Josep Pedrerol y su equipo siguen explotando como nadie en El Chiringuito, convirtiendo las madrugadas en un show atroz, ridículo y con niveles preocupantes de vergüenza ajena, pero siguiendo la misma fórmula que los anteriores. Hace poco llegó a mis ojos una captura de este programa en el que exponían con letras mayúsculas: "NO A LA POLÉMICA". Mi carcajada no pudo ser mayor: viven literalmente de eso. Lo peor es que creo que ellos mismos creo que se consideran verdaderos referentes.

El comparar el periodismo social y político con el deportivo es terrible, ya que, a causa de la polarización y la exageración, estamos construyendo unas mentes que se toman estos asuntos como si de un Real Madrid - Barcelona se tratase, faltando a su sentimiento crítico. 

Con la muerte anunciada de la prensa escrita, los portales digitales eran el paso lógico a dar. El problema es que la competencia por sus lectores está más complicada debido a lo que decía anteriormente; a veces interesan más opiniones de personas de a pie que de críticos y articulistas de profesión, de los cuales sabemos quién les paga y por qué dicen lo que dicen. Para ello, llegó la cultura del clickbait, que consiste en crear titulares estridentes y noticias parciales, con medias tintas y titulares engañosos, cuanto más, mejor. Esto crea en el receptor una necesidad de pulsar sobre el enlace, aunque luego se encuentre con otra cosa totalmente diferente. Poco importa se hay noticias de un amarillismo voraz o violento para las personas afectadas, todo vale con tal de arañar clics y, con ellos, más dinero. 

Se supone que las ciencias de la información nos abrirían las puertas de la libertad de expresión y el acceso a la verdad, quienes nos protegerían de la corrupción, del abuso de poder y de las empresas malignas. Deberían señalarnos con el dedo a los que nos bajan los sueldos y nos suben los precios de la comida, de los alquileres y a los que los protegen, pero en lugar de eso, tomaron el camino de lo contrario, alimentando la maquinaria de la discordia y manipulación. Las líneas entre la información y la opinión se difuminaron peligrosamente, creando una atmósfera tóxica donde los hechos son sacrificados en el altar de la narrativa sensacionalista. Se supone que el Cuarto Poder era en beneficio de la sociedad, no los que se forran a su costa.

 

DaviOne

 

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