i
Philomena Franz me mira desde el otro lado de la
pantalla. Tenía una cita con ella desde hace bastante tiempo. Su libro
ha sido uno de los que más me han sacudido de los últimos meses y no
quería guardarlo sin anotar previamente unas líneas en el blog.
Precisamente hoy se celebra el Día en Conmemoración de la Víctimas del
Holocausto. Hoy, cuando las bombas no paran de caer sobre Gaza y el
Estado de Israel prosigue con su limpieza étnica. Hoy, cuando buena
parte de la población judía aplaude el genocidio palestino y otros
tantos miran para otro lado, como si no fuera con ellos, exactamente
igual que hicieron los alemanes cuando millones de judíos eran
asesinados en las cámaras de gas. Hoy, cuando a pesar de las amenazas,
la represión y el señalamiento público, no son pocos los judíos que
alzan la voz contra el crimen y la ignominia.
ii
Llegué a Philomena Franz a través de otra mujer gitana, Ceija Stojka.
Las dos pasaron por los campos de concentración nazis, las dos
estuvieron al borde de la muerte, las dos sobrevivieron y las dos
acabaron narrando sus vivencias en varios libros y documentales. Philomena Franz lo hizo antes, en un libro maravilloso publicado en España por Xordica: Entre el amor y el odio. Una vida gitana; en una edición al cuidado de la investigadora María Sierra, autora también de El holocausto gitano.
Medio millón de gitanos fueron asesinados por los nazis hasta 1945. La tragedia del pueblo romaní no recibió, ni de lejos, la merecida consideración que el holocausto judío. Lo cuenta María Sierra en el epílogo del libro:
Lo que sucedió en la posguerra con los sinti y los romaníes perseguidos por el nazismo fue muy distinto: la justicia alemana negó durante mucho tiempo que hubieran sido perseguidos colectivamente durante el nazismo por motivos raciales o ideológicos, considerando por el contrario que en la mayoría de los casos la detención habría sido realizada dentro de un legítimo combate gubernamental contra la delincuencia.Terrible. Sin embargo, el valiente testimonio de mujeres como Philomena Franz y la lucha decidida de las asociaciones gitanas, lograron que el Porrajmos, el holocausto gitano, no fuera barrido de la historia. Aunque, a pesar de lo anterior, me sigue pareciendo increíble que apenas si podamos encontrar información en internet sobre Joseph Eichberger, uno de los principales instigadores del genocidio romaní, el doctor Ritter, antropólogo que jugó un papel clave en la elaboración de informes supuestamente científicos que justificaban la inferioridad racial de los gitanos, o el campo de concentración de Marzahn, destinado a recluir a la población gitana antes de la celebración de las Olimpiadas de Berlín de 1936.
iii
Philomena
Franz escribe que cuando odiamos perdemos y que solo el amor puede
salvarnos. Que una mujer como ella, que ha sido víctima de un odio
desmedido e inhumano, afirme eso con tanta rotundidad, nos habla a las
claras de la profunda humanidad de su legado, afirma la grandeza de su
victoria contra el mal, pues, tal y como dice María Sierra, el campo de
concentración pretendía deshumanizarlos, robarles su dignidad y su
empatía, destruir los lazos sociales que tejen nuestra naturaleza,
nuestra propia identidad de especie.
Veo a Philomena Franz en esa foto, mirando calmada a la cámara, con la belleza y la serenidad de una mujer gitana con la que no han podido, que pasó por el mundo sembrando paz, y solo puedo querer imitar su ejemplo, multiplicar sus palabras y tener presente siempre su manera de entender el mundo.
Extraído de https://labandadeloscuatro.blogspot.com
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