En nuestras sociedades contemporáneas las tragedias ya no se repiten como farsas, directamente se transforman en destinos turísticos. Tras la emisión de la miniserie Chernobyl, el número de visitantes creció espectacularmente, si bien en 2018 ya había sido de 71.862 personas. La banalización del mal no conoce límites en la era de la mentira desconcertante. La idea de que Chernóbil fue «sólo un accidente» que hoy podemos conmemorar alegremente, o incluso visitar los lugares irradiados con la intención de conseguir un selfie impactante, es un ejemplo más de esa servidumbre voluntaria de la que hablaba Roger Belbéoch. Los miles de muertos provocados por el accidente, las consecuencias para la salud de miles de niños bielorrusos, la gran mascarada y las mentiras flagrantes de los «expertos» durante la gestión de la catástrofe y de las consecuencias posteriores, todo ello parece haber pasado al terreno de la ficción sin mayor problema.
En los dos textos que componen el libro (Chernoblues, 2001, y La sociedad nuclear, 1990), Roger Belbéoch, físico de profesión y referente de la lucha antinuclear, muestra que la energía nuclear no sólo crea perjuicios para la salud y el medioambiente: propicia también un tipo de sociedad autoritaria, la única verdaderamente compatible con la civilización industrial coronada por el átomo, donde la servidumbre ciudadana se pliega al dictamen de los expertos de la tecnoburocracia.
Belbéoch tenía la capacidad de analizar los problemas de la energía nuclear al margen de todo esquema establecido y de todo compromiso. Sus análisis, efectuados con una lucidez, una competencia y un rigor poco común, nos alertan sobre los riesgos ligados a la industria nuclear, riesgos confirmados por las catástrofes de Chernóbil y después Fukushima. Belbéoch siempre buscó la verdad, pero nunca buscando honores ni recompensas.
Roger Belbéoch (1928-2011), físico especializado en la aceleración de partículas y en las radiaciones ionizantes, trabajaba como investigador para el CNRS cuando empezó a interesarse por los efectos de dichas radiaciones. Al calor del movimiento de crítica a la ciencia Survivre et vivre, fundado en 1970, comenzó a articular una labor crítica de la tecnología nuclear y de los engaños que la han acompañado desde su nacimiento. Colaboró de forma asidua con La Gazette Nucléaire, revista editada por la Agrupación de científicos por la información sobre la energía nuclear (GSIEN), de la cual formaba parte, así como con Lettre d’Information del Comité Stop Nogent-sur-Seine, comité antinuclear del que también fue miembro. En colaboración con su mujer, la también física Bella Goldsztein (1928-2016), escribió Tchernobyl, une catastrophe. Quelques éléments pour un bilan, Allia, París, 1993 (reeditado por La Lenteur, 2012), y Sortir du nucléaire c’est possible avant la catastrophe, L’Esprit Frappeur, París, 1998.
En los dos textos que componen el libro (Chernoblues, 2001, y La sociedad nuclear, 1990), Roger Belbéoch, físico de profesión y referente de la lucha antinuclear, muestra que la energía nuclear no sólo crea perjuicios para la salud y el medioambiente: propicia también un tipo de sociedad autoritaria, la única verdaderamente compatible con la civilización industrial coronada por el átomo, donde la servidumbre ciudadana se pliega al dictamen de los expertos de la tecnoburocracia.
Belbéoch tenía la capacidad de analizar los problemas de la energía nuclear al margen de todo esquema establecido y de todo compromiso. Sus análisis, efectuados con una lucidez, una competencia y un rigor poco común, nos alertan sobre los riesgos ligados a la industria nuclear, riesgos confirmados por las catástrofes de Chernóbil y después Fukushima. Belbéoch siempre buscó la verdad, pero nunca buscando honores ni recompensas.
Roger Belbéoch (1928-2011), físico especializado en la aceleración de partículas y en las radiaciones ionizantes, trabajaba como investigador para el CNRS cuando empezó a interesarse por los efectos de dichas radiaciones. Al calor del movimiento de crítica a la ciencia Survivre et vivre, fundado en 1970, comenzó a articular una labor crítica de la tecnología nuclear y de los engaños que la han acompañado desde su nacimiento. Colaboró de forma asidua con La Gazette Nucléaire, revista editada por la Agrupación de científicos por la información sobre la energía nuclear (GSIEN), de la cual formaba parte, así como con Lettre d’Information del Comité Stop Nogent-sur-Seine, comité antinuclear del que también fue miembro. En colaboración con su mujer, la también física Bella Goldsztein (1928-2016), escribió Tchernobyl, une catastrophe. Quelques éléments pour un bilan, Allia, París, 1993 (reeditado por La Lenteur, 2012), y Sortir du nucléaire c’est possible avant la catastrophe, L’Esprit Frappeur, París, 1998.
Puedes encontrar el libro aquí
Las voces de estas personas que nos alertan quedan enterradas por el griterío ensordecedor de la masa consumista que hace de todo algo divertido y superficial. No analiza, no indaga, no piensa.Un saludo.
ResponderEliminar