Hacer un balance crítico sobre la cuestión de la ciudad y el moderno urbanismo y señalar algunas pistas para conducirnos fuera del estancamiento en que nos encontramos, nosotros todos, pobladores de la megaurbe global, es el principal propósito que anima el presente libro de Juanma Agulles, La destrucción de la ciudad, premiado recientemente por ediciones Catarata en su certamen anual de ensayo.
Uno de las virtudes de esta obra es su concisión y su claridad, méritos nada desdeñables dada la vastedad del tema abordado. En varios capítulos, algunos de los cuales ya conocíamos por haber sido publicados en revistas como Raíces o Cul de Sac, el autor va desplegando las líneas fundamentales de sur reflexión sobre el pasado y presente de la megalópolis, es decir, sobre la forma culminante y amenazante del proyecto urbano que fue antaño la ciudad: compendio de las aspiraciones de organización política y espiritual de una buena parte de la humanidad. De la ciudad como espacio posible de convivencia y emancipación a la moderna conurbación, espacio amorfo sometido a la mercancía, hay una transición mediada por el fracaso del proyecto de la modernidad, como el autor no explica, y que da cuenta justamente del apogeo del pensamiento de la deconstrucción en todas sus variantes. Acabada la época de los «grandes relatos» tenemos que adaptarnos, según los teóricos de la posmodernidad, a habitar en escenarios tan frágiles como efímeros. Si el centro ya no existe, entonces todo está permitido, y de ahí que la arquitectura posmoderna sea el reflejo de ese sinsentido que encierra la moderna sociedad de consumo.
Uno de los puntos interesantes del libro de Agulles es su insistencia en querer salvar el proyecto de la ciudad de sus derivas catastróficas a partir de la edad industrial. No se trata pues de una condena del medio urbano, sino justamente de señalar todo lo que en el medio urbano opera hoy contra las mismas condiciones que hacen posible una vida digna en una ciudad. Cada uno de los ensayos contenidos en el libro ilumina esta idea desde diversos ángulos, ofreciéndonos un prisma de reflexiones y argumentos que apuntan a una conclusión de orden político. La ciudad hoy, lo que seguimos llamando «ciudad», constituye el espacio que ciega nuestra capacidad de habitar y de ser, como lo expresa el autor : «nos queda la tarea de evidenciar en toda su crudeza este hecho : vivimos fuera del mundo que una vez fue nuestro hogar, casi sin esperanza ni atisbo de redención. Lejos de la naturaleza y lejos de la comunidad. Y aun así debemos encontrar razones para permanecer juntos.»
Apoyándose en esta visión radical, el autor desvela el hecho de que los espacios urbanos son hoy el escenario de un Poder incontestable. Ni que decir que la moderna tecnología es el factor que asegura el crecimiento exponencial de ese poder, en su sentido material como ideológico. Y toda veleidad estetizante, propia de la posmodernidad, revierte de manera constante en el refuerzo de esta situación. ¿No hay entonces salida ? Eso es lo que Agulles plantea en el último ensayo del libro «Saliendo de la ciudad sin límites». Consciente de la paradoja que supone abandonar o superar un espacio ilimitado, Tecnópolis, la megaurbe que cubre hoy el planeta, («la pregunta que se nos plantea es cómo salir de una ciudad cuyas murallas desaparecieron y sus límites se perdieron en el horizonte.»), ¿cómo encontrar pues el camino de vuelta a una visión más equilibrada de las cosas ? Como nos señala, no basta abandonar Tecnópolis y cumplir el retorno a la tierra, por muy satisfactorio que esto pueda resultar a primera vista. Frente a eso, Agulles nos pone en guardia contra cualquier ilusión de retorno o vuelta a un espacio no invadido por la megaurbe, invitándonos más bien a reconocer la complejidad de los procesos en marcha. Se trata de «recrear la ciudad», aquel espacio que intentó privilegiar la convivencia y la libertad, y para ello, previamente, tanto en el plano de las ideas como de los actos, será necesario «desmantelar Tecnópolis».
Para ello el autor nos indica algunas pistas: «Hay, por eso, multitud de frentes en los que luchar contra el envoltorio simbólico e ideológico que la urbanización construye a diario. Una cultura urbana refractaria a los designios del desarrollo tecnológico puede ser, por tanto, un buen motivo para permanecer juntos.»
José Ardillo
La destrucción de la ciudad
El mundo urbano en la culminación de los tiempos modernos
Juanma Agulles
Los libros de la Catarata, Colección Mayor, 612. Madrid 2017
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