La nueva guerrilla urbana rechaza la
sociedad actual y sus valores. Deroga los valores de aquella sociedad y
por medio del nihilismo reconstruye y descubre unos nuevos conceptos.
Pero frecuentemente el nihilismo está entendido como un concepto vago
y abstracto. Algunxs lo confunden con un pesimismo filosófico, otrxs con
un arrogante y degenerado pseudoegoismo. No vamos a presentar la
definición etimológica de la palabra “nihilismo”, sino que hablaremos
del significado que este adquiere en los textos y en los ataques de la
guerrilla anarquista. Empezamos por una conclusión que viene de lo que
hemos vivido.
A pesar de todo nuestro odio hacia el
mundo del Poder y su civilización, no podemos ocultar que somos siembra
de esta época. Su veneno lo encontramos por todos lados, puesto que los
ídolos del Poder acechan en cada uno de los aspectos de nuestra vida.
Incluso nosotrxs mismxs, que siendo anarquistas rechazamos la
civilización actual, ¿cuántas veces durante los momentos más liberadores
nos tropezamos con nuestro lado “malo”? Dentro de nuestro grupo,
en nuestras amistades y en nuestros amores, puede todavía existir la
sombra del Poder, la posesividad, la copia de prototipos, la pálida
imitación de papeles sociales, las divisiones, los pseudoegoismos…
El hecho de que somos anarquistas no
significa que estemos impolutxs y esterilizadxs de la sociedad actual y
de su civilización. Sin embargo, significa que estamos en
permanente guerra contra ella, aspirando a sacudir de nuestro interior y
de nuestro alrededor todas las costumbres y hábitos autoritarios junto
con sus residuos. En esta guerra el nihilismo funciona como purgador. Y
eso porque no habla simplemente sobre una más liberada reformulación de
las relaciones sociales, sino sobre la destrucción total de esas últimas
y sobre su reconstrucción desde cero a base de unos nuevos valores que
van a surgir tras la anarquía. Cuanto más en el fondo destruyes tanto
más intensamente crearás las presuposiciones para una nueva y radical
regeneración.
El nihilismo por medio de la acción
directa contribuye violentamente a la destrucción de todos los ídolos de
la civilización moderna y saca de su pedestal todos esos valores
que hoy en día están socialmente aceptados. Todos los valores y todas
esas prisiones morales de los compromisos quedan anihilados y liberados
de la sombra del Poder, mientras que unos nuevos significados se van
creando. El nihilismo es la vida que se mueve hacia las infinitas
posibilidades de liberación. Quizá todo eso suena muy abstracto. Pues,
hablemos de manera un poco más tangible. Porque la poesía del nihilismo
al mismo tiempo crea las ruinas de ese mundo. Especialmente hoy en día
observamos como la percepción anarquista se confunde y mezcla con los
residuos de unas teorías mutiladas y de unas ideologías invalidas.
Frecuentemente aparece una repugnante mezcla de anarquía con unos
análisis puramente económicos, con marxismo científico, con obrerismo,
con democracia directa o comunización. De esta manera la anarquía queda
lisiada y empobrecida, se limita y retrocede. Pierde su vivacidad y
su crítica, corriendo peligro de volverse una ideología muerta más.
Al leer y debatir los análisis y
textos que circulan en el ámbito anarquista, especialmente ahora con la
crisis económica, vemos que predominan especulaciones expresadas en un
lenguaje totalmente seco. El lenguaje del pasado y de una
ideología muerta. Por ejemplo, una de las cuestiones centrales en esas
discusiones es la propuesta de la autogestión de los medios de
producción. Es decir, el problema con mucha facilidad se centra en quién
tenga en sus manos los medios de producción. Algunxs ya van fantaseando
sobre autogestionados servicios públicos, órganos de beneficio
público, etc. Pero algo así no cambiará la esencia del mundo. Al
contrario: ese punto de vista obrerista que ve el apropiarse de los
medios de producción como proyecto motriz de liberación, de hecho no
sólo es incapaz de cuestionar el mundo del Poder sino que además lo
reproduce. Lo reproduce porque manteniendo el masivo proceso
productivo, aunque sea en su forma autoorganizada, conserva el trabajo
especializado, el control tecnológica, las metrópolis y la sociedad de
masas.
Por lo tanto la pregunta es: ¿quizás
estamos aceptando las condiciones y procesos del mundo autoritario,
porque pensamos que podemos transformarlos en unas condiciones
y procesos liberadores?
En nuestra opinión, ninguna liberación
puede llegar tras la autogestión de la miseria y de la producción
heredadas del mundo del Poder. Así la cuestión no puede
limitarse simplemente a ¿quién tiene los medios de producción: lxs
capitalistas o lxs trabajadorxs? Con el nihilismo la cuestión va más
allá, hasta destruir por completo aquellos medios de producción.
Igualmente la existencia de las
metrópolis modernas es una cuestión más que debemos de abarcar. No tiene
sentido hablar sobre la anarquía y la liberación si estas no van juntas
con la destrucción de las grandes ciudades. Y cuando decimos
“destrucción de las metrópolis” no tenemos en mente sólo lo de quemar y
derrumbar las cárceles, las comisarías, los ministerios y los demás
símbolos del Poder. Lo entendemos como la destrucción nihilista de todos
los fundamentos estructurales de las ciudades. Las metrópolis con su
arquitectura constituyen una edificación autoritaria que está
al servicio del sistema actual. Se trata de un inmenso y densamente
poblado desierto social. Una fábrica social que funciona sin parar, un
ambiente artificial que produce soledad y enajenación, que establece la
dictadura de las mercancías, el control de conductas sociales, la normal
circulación del dinero, la existencia de zonas de trabajo, zonas de
entretenimiento, zonas residenciales, etc. Además, las metrópolis están
destinadas a ser pobladas por sociedades multitudinarias. Sociedades de
masas que para organizar y cubrir sus propias necesidades, terminan
en unos centralistas modelos de organización social.
Asimismo, la sobresaturación de la gente
propicia la jerarquía piramidal y deroga a los alcances equivalentes.
Por esto, con el nihilismo y la anarquía propagamos el derribo arrasador
de las ciudades y la destrucción de la sociedad. La liberación de la
gente es acabar con la dimensión de masa que tiene la sociedad y
crear pequeñas y autónomas comunidades. Solamente tales comunidades
propician la comunicación, el crear juntamente, el debate, la
experiencia personal y la vivencia colectiva. Al mismo tiempo, el
nihilismo anarquista rechaza a la aterciopelada y camuflada
opresión civilizadora. Todos los logros de la civilización dominante,
todos los momentos de su cultura y sus pensamientos, pertenecen al mundo
del Poder. Incluso la música, el cinematógrafo y la literatura
frecuentemente sirven como propaganda del Dominio. Es por eso que se
producen en forma de objetos/artículos para el consumo de masas, lo
hacen las correspondientes industrias de música, de cine, etc. Con sus
representaciones artísticas reproducen modelos de conducta social y de
mentalidad como también fortalecen la intrincada red que actualmente
aprisiona nuestras vidas. Incluso el arte alternativo promulgado por la
subcultura aparentemente disidente, en realidad funciona sólo como una
válvula de descompresión. Sus supuestamente subversivos mensajes y su
non-conformista y poco peligroso carácter, no son más que una
“libertad” ofrecida por el sistema que así produce su propia forma de
disidencia.
De este modo lo puede asimilar muy fácilmente,
convirtiéndolo en el consumo de películas alternativas, de música
alternativa y de diversión alternativa. En pocas palabras, es el mismo
sistema el que ofrece una manera ya preparada para que lo rechaces, pero
sin que vayas a molestarlo o a constituir una amenaza para él.
Frecuentemente la civilización no nos
permite ver el mundo en su dimensión natural. Las invenciones culturales
de los seres humanos moldean las teorías muy complejas,
las formalidades educadas, los papeles sociales separados y las
actitudes fingidas que nos alejan de la alegría que es la esencia de la
vida. Al contrario, el nihilismo es en cierto sentido la opción de
autenticidad. No necesitamos todos esos disfraces adquiridos
y civilizadores para poder disfrutar de los valores y los placeres de
nuestro ser. Por esto proponemos destruirlo todo. No basta con abolir el
Estado y sus instituciones para saborear la libertad, se precisa una
destrucción nihilista de la percepción del mundo que tenemos hasta
ahora. Destrucción de una percepción antropocéntrica que nos pone en el
centro del universo, como si todo fuera girando a nuestro alrededor. Una
percepción semejante ineludiblemente crea mecanismos autoritarios que
hace que queramos expandirnos y dominar a la naturaleza, a los animales
y, lógicamente, a otros seres humanos. Destruyan, destruyan, destruyan,
hasta que lleguemos a eliminar nuestra vida vieja para construir algo
anárquico y libre. Y mientras que exista el recuerdo del Poder, ya que
este se lo pasa bien en nuestro interior, la destrucción tiene que ir
mucho más a fondo, tiene que ser consciente y continua…
En pocas palabras podríamos decir que
el nihilismo es detonador de la anarquía. Es el continuo poner en duda y
cuestionar, que lo ve todo críticamente, continuamente evolucionando la
anarquía. Al mismo tiempo no permite que la anarquía se convierta en La
nueva guerrilla urbana anarquista un nuevo orden dirigente. El
nihilismo es aquella situación que puede hacer que las palabras sí digan
algo que no se ha dicho hasta ahora y que los colores revelen algo
que no ha sido visto hasta ahora. Es la revelación de una nueva vida que
golpea, ataca y deroga las restricciones y limitaciones del Poder, de
las ciudades, de la sociedad, de la civilización y de los medios de
producción. Es una tentativa de realmente comprender nuestra vida, una
tentativa que la libera de la actual complejidad del técnico
y tecnológico ambiente en el que vivimos. De este modo lleva la vida a
un estado de consciente simplicidad, ahí donde las emociones y los
pensamientos derogan a las reglasy a los límites.
De esta manera aportamos a la destrucción
de la sociedad burguesa, teniendo como objetivo tanto derrumbar sus
fundamentos como también el derribo total de la idea actual del disfrute
y el gozo. Abandonamos el culto de los objetos en el mundo de las cosas
muertas y nos llenamos de insaciabilidad de los deseos, del intelecto y
de los sentimientos. Nos negamos a que los cálculos fríos y su certeza
se encarguen de nuestra vida. Las relaciones humanas tienen que ser
basadas en la pasión, porque si no, se hundirán en el aburrimiento y la
repetición.
Por esto, aunque las probabilidades de
liberación son desconocidas en cuanto a su perspectiva, la evolución y
el moverse son más preferibles que la seguridad del estancamiento.
Porque de la inmovilidad lo único que puedas esperar es la muerte. En
realidad ni la anarquía ni el nihilismo ofrecen garantías, pero los dos
sí ofrecen la vida. La vida no va sin movimiento, sin evolución o sin
conflicto. Los conceptos mismos de la amistad, de la comunicación y del
amor serán probados con una nueva intensidad y con una nueva pasión. Lo
único cierto es que se despedirán representaciones que hoy en día son
todas falsas y envenenadas.
Con su mareante forma, el nihilismo se
levanta irrespetuoso y provocador frente a todas las ideologías
“revolucionarias” que quieren predeterminar las sociedad futuras que
ellas mismas evangelizan. Esas ideologías revolucionarias nos recuerdan a
alguien que intenta encerrar todo un mar en una botella. La vida y la
anarquía no son un manual de uso que te enseña como descubrirlas. Ni la
ruptura con el Poder ni la acción directa anarquista
prometen soluciones, sino experimentan con las infinitas eventualidades
de libertad en que cada uno y una a su vez crea una nueva probabilidad.
Esto que hoy en día es nuevo, mañana será viejo y tiene que ser
superado. Cada uno de los respiros necesita el siguiente.
Así construimos la nueva Persona Libre en una vida anárquica. Ahí donde
todo es posible…
Conspiración de Células del Fuego [de la primera fase] / FAI/ FRI
LA NUEVA GUERRILLA URBANA ANARQUISTA
CONSPIRACIÓN DE CÉLULAS DEL FUEGO
CONSPIRACIÓN DE CÉLULAS DEL FUEGO
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