Con Arte y anarquismo ponemos en la calle el octavo número de Minianarquismos. En este número realizamos un repaso al pensamiento anarquista con algunos textos que creemos especialmente significativos sobre cómo el movimiento libertario ha concebido el fenómeno de la expresión artística. Creemos que el resultado posibilita un acercamiento que evita las lecturas superficiales y muestra el valioso legado del anarquismo con su innegable capacidad emancipadora.
Esta concepción del arte que piensa en
la literatura como sofisticado ejercicio intelectual responde a una de
las varias concepciones burguesas de la creación. Tras esta visión de la
literatura, hay una concepción del artista como genio, como
individualidad especialmente dotada, que cobró fuerza tras el medioevo y
que durante el romanticismo (ese movimiento pequeñoburgués) exaltó al
artista como ser diferenciado, particular… Esta idea se ha prolongado
hasta hoy y tiene un calado innegable en las sociedades occidentales que
han interiorizado dicha forma de entender al artista. Por todo esto,
los pensadores orgánicos dicen que la literatura social es un subarte o
arte torpe de barricada y denuncia. No hay nada que decir. Debemos
darles la razón. La creación burguesa pensada como estética (como ética
del jarrón de museo), con su refinamiento, con sus genios y sus
admiradores de genios, sus sutilezas y su capacidad de indagar en lo más
profundo, no puede sino mirar con desdén a una literatura para destruir
el poder y el estatuto del artista profesionalizado. El arte es
demasiado importante como para dejarlo en manos del artista. Por el
contrario, descentralizar la figura del creador (y desacralizarlo),
anclarlo a las necesidades comunes y llevarlo al encuentro de lo
colectivo son fundamentos propios de la cultura literaria del
anarquismo.
Arte y anarquismo
Varios autorxs
28 pp.
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