Si oyes decir
que nada nuevo ocurre,
que todo está callado
y las naves varadas,
niega tres veces con la cabeza
y no mires atrás.
Hay una multitud aquí y no es silenciosa,
está inundando los caminos,
exigiendo el fin del mundo,
reclamando el comienzo del mundo.
Si oyes decir
que ya nadie protesta,
remueve los hormigueros con una hoz;
hay huestes de amantes
con piedras y antorchas en los puños
en cada rincón de las fábricas,
junto al charco de aceite y sangre,
junto a la máquina de cercenar dedos y futuros,
cerca de ti,
muy lejos de ti.
Algo grande va a acontecer.
Si perjuran que la huerta va a desaparecer
y la aldea arde por culpa de la ciudad
o viceversa,
si crees que este año será el último
en el que tu abuela recogerá las patatas
y temes verla llorar cuando se percate
del parecido de las arrugas en sus pieles,
coge la horca,
clávala bajo la sociedad de consumo;
hay un detonador escondido
entre los tallos de las judías.
Cava con energía
la tierra de la desmemoria,
es sólo cuestión de agilidad en las articulaciones,
es tan sólo cuestión
de perderle el miedo a la violencia,
a la explosión ineludible.
Cuando des con el punto medio
Aristóteles llevará muerto una eternidad,
pero tú aún puedes reventar la metrópolis
y comenzarlo todo de nuevo.
Algo grande va a acontecer.
Se agostan cosechas
que nunca antes se marchitaran,
pero tú ya sabes de dónde nace el pánico,
a cuánto está el quilo de carcoma
o de cuántas maneras
puede una niña morir
antes de pintar el primer borrón
en la superficie rendida
de una pared de cal.
También sabes, sin embargo,
parir el grano de la abundancia,
copular con los hórreos por las noches
y preñarlos de todas las mañanas posibles,
inventar nuevas maneras de decir
siega,
maja,
cosecha;
y sabes que el sistema
no sobreviviría al regreso por sorpresa
de todas las formas en las que un pueblo
puede volver a amarse a sí mismo.
Algo grande va a acontecer.
Sal ahí fuera y contempla
cómo se retuerce el árbol
antes del incendio,
cómo se diseña
la forma imperfecta de una nómina,
cómo arde
un contrato por obra y servicio
y tus pupilas con él;
escucha la música del progreso,
el ruido de la motosierra
creando el desierto.
Si te dicen que todo está perdido,
rasca el fondo de los bolsillos;
seguro que encuentras algo
con lo que atascar la máquina,
una pinza del pelo, un mechero,
una uña roída,
un poema sin rematar,
un saltamontes,
una telaraña,
huesos de cereza,
un pico,
un perpiaño,
una casa,
un hogar.
Algo grande va a acontecer.
Si asistes a una reyerta en el campo de la feria
y no es por amor
o por el precio
de una junta de bueyes,
si ya no quema el sol de marzo
y la conquista del pan ya no da
para una triste copla
si la harina es hoy óxido,
ficción,
psicodelia,
idiosincrasia,
esquilmo
-cualquier cosa
menos el símbolo contra el hambre que fue-,
abre la boca
y que el mundo conozca
cómo duele no estar muda ni sorda,
cuánta verdad,
cuánto porvenir puede crear
un grito en tu garganta
o los golpes de puño adecuados,
con el ritmo idóneo,
contra el cuero apropiado.
Algo grande va a acontecer.
Que la historia sepa
que pusimos a girar la tierra al son de la muiñeira,
que sí, que hicimos de nuestro culo un pandero(3),
que no detendremos este baile mientras haya
torreiro(4) bajo los pies,
revolución bajo los pubes,
entre los muslos,
donde concebimos la tempestad, el chaparrón
que os descubrirá el pecado,
os anegará los ojos, os inundará
los talleres del nuevo esclavismo
donde se cosen y descosen imperios
cimentados en la artritis,
el reuma
o el tremor
de nuestra fe en nosotrxs.
Algo grande va a acontecer.
¿Has notado algo así como un cardume
alrededor de los tobillos,
haciéndote cosquillas,
despertando en ti la necesidad
de poseerlo todo,
y con todo,
también a ti?
Es el presente
poniendo nombre y tacto a la revuelta,
el deseo cumplido del retorno
de nuestros cuerpos a nosotrxs,
el lugar de donde nunca debieron salir.
Es lo que se siente
cuando los orgasmos nos pertenecen,
cuando ya los únicos imperativos que aceptamos
son los de la propia anatomía, la musculatura
dando las órdenes precisas
para alterar la postura,
variar la forma en la que disfrutar
del estremecimiento de saber
que todo va a cambiar
porque todo está cambiando.
Algo grande va a acontecer.
(1)
Reunión nocturna de gente para divertirse, tocando, cantando y bailando música
tradicional gallega, de forma abierta, participativa e improvisada. Tradición
ancestral que se ha recuperado y normalizado y que goza de gran popularidad
entre amantes de la música y el baile tradicional.
(2) Grito improvisado,
agudo, fuerte y prolongado, que se emite en señal de alegría en fiestas,
foliadas o durante algunas labores agrícolas. Muy característico de la música
tradicional gallega.
(3) Dicho equivalente a “hacer de su capa un sayo”. Pandero: instrumento tradicional gallego de percusión con marco rectangular y piel por ambos lados, tocado con las manos y tradicionalmente por mujeres. Muy presente en Galicia y Portugal, así como en otras regiones de la península ibérica.
(4) Terreno, tradicionalmente de tierra o hierba, acondicionado para servir de
zona de baile de una fiesta. Actualmente, en el ámbito de la música tradicional
gallega, designa la zona en la que bailan las bailadoras y bailadores al son de
la música, independientemente del lugar, tipo de terreno, etc.
Carlos Da Aira. Punto de Ignición, 2021
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