Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

miércoles, agosto 4

Comestibles o Combustibles

 


El lema del título, lo usamos hace unos diez años cuando llegó la propuesta de reemplazar combustibles fósiles por combustibles de origen agrario como la colza, el maíz o el aceite de palma. En ese momento, era muy clara la ‘competición’ que surgiría entre dedicar la tierra agraria a cultivar “comestibles o combustibles”. Y no fue difícil tomar partido. Y no fue difícil encontrar consenso entre organizaciones campesinas y ecologistas.  

La dicotomía aparece de nuevo con la acelerada imposición de la llamada transición energética. Los parques solares de dimensiones extraordinarias se extienden en las mejores tierras campesinas -planas y orientadas al Sur – provocando una rivalidad directa con la producción de alimentos. Los parques eólicos no ocupan tanta tierra, pero en cualquier caso encarecen el precio de la misma impidiendo, por ejemplo, la llegada de nuevas manos campesinas que no pueden pagar lo que pagan las multinacionales que acaparan el negocio de las (llamadas) renovables.  

Entonces, en aras de la sostenibilidad, ¿por qué optamos? ¿Por ‘dejar’ espacio a la energía verde o por preservarlo para la agricultura?  

En mi opinión es una pregunta perversa pues el argumento de la sostenibilidad se ha convertido en una estrategia de perpetuación de un modelo social de privilegios que es la base de los conflictos sociales y ecológicos de nuestra civilización occidental. De hecho, en la alimentación la existencia de jerarquías está muy presente: los ricos pueden comer, los pobres pasan hambre; los hombres comercian, las mujeres trabajan; en Europa se come quinua ecológica, en Bolivia donde se produce no pueden pagarla. Y eso mismo ocurre con esta invasión de molinos y placas solares: darán energía a las ciudades marginando al campo; darán energía a las poblaciones ricas del Norte a costa del expolio minero con el cual se fábrica esta tecnología que contamina, fragmenta y asesina la tierra campesina de millones de humanidad que, hasta entonces, por cierto, vivían en perfecta armonía.  

Si la ecología es social no hay necesidad de escoger: Privilegios, No Gracias.

 

La Fertilidad de la Tierra, Primavera 2021. Gustavo Duch

 

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