Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

jueves, octubre 29

Los muertos y los dormidos. Patricio Rascón

 


TORNOS

 Los pasajeros me miran con desconfianza;

Algunos se ponen nerviosos

Cuando me acerco a los tornos.

 

Pero no son capaces de decirme:

Déjame en paz,

Yo ya sé vigilarme solo.


***

CACERÍA

 ¿Qué pretendía,

Sujetando de los brazos

Por detrás,

A aquel atleta negro,

Una cuarta más alto que yo?

 

¿Cómo intentaba detener la explosividad del músculo,

Entrenado en el gesto relampagueante de la huida?

¿La plasticidad del salto

De quien está acostumbrado al asedio,

A confiar su vida al nervio de sus piernas?

 

El interventor gritaba:

¡Sujétalo fuerte!

¡Que no escape!

 

Aflojé a mi presa.

Odio las cacerías.

 

 ***

BAD MILK

 
¿Con esa mala leche, un salón de té?
RADIO FUTURA

 En el bar

De este lugar de paso,

Todas las tardes se detiene un selecto grupo

De crédulos currantes,

Ante humeantes tazas de café,

Para arreglar el mundo.

 

Y,

Entre sorbo y sorbo,

Tacita a tacita,

Empapelan simpapeles,

Abortan abortistas,

Desorejan antitaurinos,

Descasan homosexuales,

Talan ecologistas,

Etc., etc.

 

Es nuestro pequeño Tea Party local.

Aunque sin nada de té:

Sólo café expreso

Y mucha mala leche.


***


EL CUARTO OSCURO

 

¡Nos tratan como a borregos,

Como a borregos!,

Clama un abuelo al salir por el torno.

 

Tras él viene el compañero,

Que hace el servicio de vigilancia dentro del tren

Y te dice:

No sé como me he contenido

Y no le he dado un sopapo al viejo.

 

Después te habla de cierto cuarto oscuro

Que hay en la estación,

Reservado para los chicos malos,

Y te pregunta que si ya lo has utilizado,

Sonriendo irónicamente.

 

De buena gana le dirías que sí,

Que has estado muchas veces

Encerrado dentro.

 

Pero le dices que no,

Que no sabes nada de ningún cuarto oscuro

Y que ni falta que te hace saberlo.

 

EDUCACIÓN

 

A María Rascón

 Don José rompía palmetas en las manos de los niños;

Don Emilio les destrozaba las piernas

Con una manguera del butano;

Don Bartolomé le reventó la nariz

A la Santi contra la pizarra

Y a mí me hinchó a bofetadas por recriminárselo.

 

No podíamos ir con quejas a nuestros padres

Porque eran capaces de reforzar la lección

De los maestros con más golpes.

 

Eran tiempos en los que a la tortura se le llamaba educación

Y al miedo,

Respeto.

 


MANO DERECHA

 

A Antonio Rascón, in memoriam

 Tras apartar sus ojos del periódico,

Me dice Pedro,

Uno de tantos empleados que acuden por las mañanas

A tomar café al bar de la estación:

¿Qué habría ocurrido si Franco no hubiese actuado,

Si hubiese dejado que gobernasen los comunistas?;

Y yo respondo con una de esas frases neutras

Que he aprendido a esgrimir cuando quiero salir del paso

Sin presentar batalla.

 

Minutos más tarde,

Mientras me debato aún entre si mi respuesta

Fue pragmática o cobarde,

Asociando ideas,

En la retina de mi memoria

Rememoro una escena difusa,

Que durante muchos años estuvo oscilando,

Y oigo la voz de mi tío que me confiesa:

Tú tendrías tres o cuatro años, tu padre puso tu mano

Sobre el tubo de escape de su moto, aún caliente,

y dijo: Para que no te arrimes y te quemes.

 

 

 Patricio Rascón. Los muertos y los dormidos. Fahrenheit 450º. 2020

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