Las ranas viven entre pantanos, arroyos, nueces y sombras. Caminan sin miedos, nadan por las
tardes, incluso cuando hay lluvia. No miran el tiempo, lo sienten, no
corren con prisa, corren con ganas. Duermen entre cojines de
burbujas, bosques y la música de los pájaros. No existen los relojes. En
la Selva las ranas cada noche tienen fiesta, y no celebran el nacimiento de ningún
dios ni santo. Las ranas son anfibios, no humanos, no conocen la fe, pero sí la
solidaridad y el apoyo mutuo. En la Selva las ranas viven sin dinero y no
leyeron a Kropotkin, ese incansable amante de la humanidad. Las ranas no tienen
presidentes ni autoridades, deciden todo en comunidad, organizadas en federaciones
libres con ranas de otras lagunas y estanques.
En el mundo de las ranas todo pertenece a todos, y al no existir
propiedad privada ni dinero, la tasa de crímenes entre ellas es casi
inexistente.
En el mundo de las ranas tampoco abundan grandes industrias, pero sí infinitos medianos y pequeños talleres donde se estudia y a la vez trabaja, pero no por un sueldo, ni un por vale, sino por el disfrute de aportar, por la pasión de compartir, de crear.
Pero
las ranas no siempre vivieron así, antiguamente eran dominadas por una fuerza
maligna que creció entre ellas durante siglos. Pasaron por regímenes donde los
malos tratos eran habituales, ya que las ranas
feudales obligaban a las demás a
trabajar de sol a sol, sin derecho más que a comida, y a veces ni
siquiera a un poco de agua o alimento.
Después
de varios siglos de dominación feudal decidieron poner fin a la
esclavitud de dichos señores, y
declararon la república de las ranas, donde la
propiedad privada y el libre mercado sustituyó al todo poderoso monarca
rana-ranón, y aunque existieron avances en materia social, este nuevo
sistema
capitalista de mercaderes no trajo consigo la igualdad ni la libertad
que la
gran mayoría esperaba, ya que las ranas burguesas que años antes
levantaron la bandera de la liberación, no fueron capaces de acabar con
las formas autoritarias de la sociedad, simplemente cambiaron el Poder
de
manos, de los latifundistas a los mercaderes, de los ejércitos
mercenarios a
los ejércitos profesionales, de los códigos bíblicos a los códigos
penales, de
los monarcas a los presidentes,
instituciones que aunque con otras características de todos modos
heredaron la esencia déspota y autoritaria del antiguo régimen
anfibio, donde unos pocos deciden y otros muchos callan.
La
resistencia contra esta nueva dominación se extendió por muchos años,
generación tras generación, las ranas
aprendieron a través del estudio y la experiencia las causas del porqué una
vez consolidada la revolución que acabó con el feudalismo e instauró la
república de las ranas, los vicios del sistema continuaron, o incluso las
calamidades del autoritarismo sapo aumentaron: pasaron por guerras y hambrunas,
provocadas por la sociedad de la propiedad privada, donde todo era una mercancía,
todo, la salud, la educación, la comida. Lo único que importaba era producir y
consumir. Las aguas de las lagunas se contaminaron, los recursos eran
disputados por las élites político/financieras de las diferentes regiones. En
el afán de acumular se formaron países con grandes ejércitos, cárceles y
carreteras, estos a su vez conformaron alianzas con otros países, pero no para
el beneficio de la mayoría de las ranas, sino, para el interés egoísta de los
gobernantes y capitalistas.
Para
reemplazar este orden social injusto diferentes propuestas y visiones se
levantaron dentro del movimiento social anfibio, unas hablaban de que el método
correcto era el sindicalismo, otras, la organización en frentes de lucha
coordinados desde organizaciones específicas, otras, desde la informalidad y el
ilegalismo. Las diferentes posturas generaron grandes debates, no exento de
tensiones y polémicas, a las comunidades anfibias les costó tiempo darse cuenta
de que para desplazar un régimen autoritario tan extendido, era necesario unir
fuerzas y virtudes desde los diferentes colectivos de ranas, en vez de discutir
airadamente qué orgánica era mejor. Dicha situación cambió definitivamente
cuando en un congreso de ranas libertarias, un grupo de estudio expuso con gran
elocuencia la conclusión de que los métodos organizativos en disputa eran
complementarios y no antagónicos, siempre y cuando compartieran los mismos
objetivos básicos: la abolición del Estado, el capitalismo y toda forma de
dominación; y los mismos medios: el asamblearismo, la horizontalidad y el mutuo
acuerdo.
Esta
opinión, aunque sin ser inédita, fue expuesta de tal forma que convenció a
muchas ranas y organizaciones, que poco a poco se coordinaron en instancias
formales e informales, fundaron periódicos de gran tiraje, centros sociales,
cooperativas anfibias, sociedades de resistencia, sindicatos y federaciones en base a las
necesidades e intereses de las mismas ranas en lucha. Fue así como tras no
pocas batallas contra la burguesía anfibia, lograron derribar el régimen de la
propiedad privada, reemplazándolo por lagunas libres sin Estado ni jerarquías
de ningún tipo.
Hoy
para mantener dicho orden social, cada rana aporta desde sus capacidades, no
separan las funciones políticas de las
labores económicas, evitando así el nacimiento de burocracias. Cada
rana, si así lo desea, participa en las asambleas periódicas de la comunidad, y
en estas no reina la Dictadura de las mayorías, nadie domina a nadie. Cuando en
una asamblea un determinado número de ranas decide las actividades a realizar,
si un grupo o individualidades de ranas no están de acuerdo, simplemente no se
suman a la acción, o la realizan de otra manera, y aunque a veces hay
dificultades, como en cualquier convivencia social, no hay mayores complicaciones, porque los valores comunes de las ranas son: el apoyo mutuo, la solidaridad, la
autonomía, y el respeto a la naturaleza, a los ríos, los peces, y a todos los
animales de la selva.
Es
así como las ranas lograron construir una sociedad libre, sin cárceles, ni
cuarteles, ni tanques, ni armas; estas solo se pueden observar en los museos
del viejo orden. Muchos años les costó, pero finalmente dejaron atrás la contaminación, el autoritarismo y la
miseria. Las ranas gozan hoy de agua fresca, frutos, miel de nísperos, abrigo
para todos, juegos de imaginación, literatura y paseos por el acantilado de las
mentes frescas.
Texto: @tierrarevuelta
Dibujo: @DaniEla
Cuento extraído del folleto "Las pecas de Guillermito y otros cuentos ácratas".
Cuento extraído del folleto "Las pecas de Guillermito y otros cuentos ácratas".
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