En recuerdo de los "incontrolados" Progreso Ródenas, Félix Martínez y Eleuterio Roig, miembros fundadores de Los Amigos de Durruti
Con los trabajos que van en este
folleto -las biografías de tres anarquistas implicados en la
revolución española, en sus prolegómenos y en sus posteriores
consecuencias- se pretende no sólo reivindicar y dignificar la
experiencia de lucha llevada a cabo por ellos, sino dar a conocer la
diversidad y amplitud de vidas que lo dieron todo por la libertad y
por la destrucción del Estado, enfrentándose con toda su pasión
tanto a los enemigos declarados de la revolución como a sus falsos
amigos.
Ellos son tres de las muchas sombras
que prepararon y alentaron la guerra social combatiendo al enemigo
desde mucho antes del estallido revolucionario hasta después de
haber sido sofocado y ya va siendo hora de recordar que fue gracias a
gente corriente, a sus virtudes y a sus sacrificios, que se pudo
plantear en la práctica el cambio revolucionario.
Félix Martínez, Progreso Ródenas y
Eleuterio Roig fueron tres de los muchos que con la expropiación, el
sabotaje y la pluma mantuvieron a raya al enemigo durante los años
del pistolerismo, que salieron a la calle para derrotar a los
militares en Julio, que crearon las milicias y combatieron a los
fascistas por los montes, que denunciaron la reconstrucción
republicana del Estado, criticando el giro contrarrevolucionario del
gobierno en que participaban los propios dirigentes cenetistas,
enfrentándose, en primer lugar, a la militarización de las
milicias, abandonando las unidades militarizadas y no dudando en
combatir con las mismas armas que habían empleado contra los
fascistas a los enemigos de la revolución. La agrupación “Los
Amigos de Durruti”, un grupo de afinidad de más de 5.000 miembros
que ellos ayudaron a crear y cuyo fin era oponerse a las medidas
contrarrevolucionarias, fue prohibida después de los sucesos de Mayo
del 37 y sus miembros encarcelados, fusilados, perseguidos y
dispersados.
Estos revolucionarios “incontrolados”,
fueron tres de los muchos que, desautorizados además por la
burocracia de la CNT, vieron terminar la guerra doblemente
perseguidos -por un lado los fascistas y por otro los estalinistas y
sus lacayos republicanos- y sufrieron las durezas del exilio
implicándose en la resistencia contra los nazis y en las luchas por
la supervivencia y la dignidad de los refugiados.
Sus vidas nos dejan como referente la
perseverancia en la defensa de las prácticas revolucionarias y la
incombustible pasión con la que se enfrentaron a unos tiempos
difíciles con la rebeldía y los principios por delante.
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