Nuestra historia empieza en el lejano 1909. A dos de los mayores exponentes de aquél entonces que se llamaba la corriente anti-organizadora, es decir los milaneses Ettore Molinari y Nella Giacomelli, les vino la idea de transformar en diaria la hoja que editaban aperiódicamente: ‘’La Protesta Umana”. El periódico salió cotidianamente por casi un mes luego fue interrumpido por obvios problemas financieros, de distribución y también de público. Fue aquel un momento particular y el experimento pareció no poder tener una continuación. Pero la idea habia nacido y la contribución de Giacomelli y Molinari en la fase siguiente sería fundamental.
En la inmediata primera posguerra, el movimiento anárquico probará a transformar el prestigio que ha adquirido en el periodo inmediatamente precedente a la guerra y durante la guerra, con su coherente oposición a ella, en un momento de coágulo revolucionario de gran parte de las fuerzas políticas de la extrema izquierda. Se llegó así al abril de 1919, cuando en Florencia, en un congreso nacional de gran parte de las fuerzas anárquicas italianas, tanto organizados como no, se concluyó sobre la necesidad de juntarse en una organización: la Unión Comunista Anárquica Italiana.
Uno de los puntos focales de aquel congreso fue justo el debate sobre la prensa, en esa situación reaparecieron las figuras de Molinari y de la Giacomelli, que desde primeros de 1919 ya han acordado con otros compañeros de Milàn, y no sólo milaneses, proponer no solamente a la primera ocasión un periódico sino incluso nacional. Ellos llevan a Florencia esta idea con mucha fuerza y convicción. Se dio después difusión dentro del movimiento una circular para empujar a los grupos y los militantes a participar activamente en la suscripción. En el clima de 1919, con las fuerzas
en efervescente crecimiento, la iniciativa fue acogida con verdadero entusiasmo. Las nuevas palancas tuvieron en aquel entonces una importancia notable, porque el movimiento estaba creciendo de manera casi exponencial. Sectores sociales enteros, sobre todo en sus elementos jóvenes, se acercaron al movimiento anárquico, con intensidad que no se daba desde los tiempos de la I Internacional. El apoyo incondicional y decisivo vino de Malatesta que, incluso obligado todavía al exilio en Londres, se mantuvo en continuo contacto con los compañeros en Italia. Después de poco tiempo se abrió realmente la suscripción y se empezaron a mover los primeros pasos. El 9 de octubre de 1919 fue publicada la “Circular- Anuncio” de la redacción del periódico y los fondos empezaron a llegar: a la salida “Umanitá Nova”, pudo contar con una caja de cerca de 200.000 liras. El nombre le fue dado por el mismo Giacomelli que explicó: “Umanitá Nova es el título del diario anarquista en proyecto, título templado, casi evangélico, no entonado, alguien dice, a la concitada respiración de la sociedad en fermento, a lo tumultuoso alternarse de acontecimientos, a lo amenazador perfilarse de acciones violentas y de propósitos audaces de esta hora que vivimos. (...) ¡Umanità Nova! Abraza en su significación completa lo máximo de nuestras aspiraciones, y nos señala el camino para llegar sin deviamientos (...) Nos encaminamos hacia lo ineluctable. La revolución no es más un sueño; el comunismo libertario es una meta alcanzable; el ideal anarquista ya no es una utopía. El grito de la muchedumbre que sale tumultuoso de los talleres y sale de los campos inmensos y fecundos, representa la más alta de las protestas humanas contra el secular sufrimiento; Espartaco está a punto de partir sus cadenas; las conciencias se sublevan por la renovación del mundo. Umanità Nova, meta suprema de todas nuestras luchas y nuestros dolores,nosotros te adoptamos como símbolo luminoso de una visión viviente, y te levantamos por encima de todas las muchedumbres, hacia todos los corazones, faro y bandera de luz y libertad”.
El gobierno buscó todas las maneras de obstaculizar la salida. Empezó parando la llegada de los fondos y retardando la correspondencia, entonces los anarquistas protestaron vigorosamente en el “Avanti!”*. Luego se adoptó un decreto ley que contingentó el papel a toda pérdida de los nuevos periódicos: fue el caso de “Umanità Nova” qué tenía apenas que nacer, y que se encontró enseguida sin papel. Entonces los trabajadores de las minas de carbón del Valdarno intervinieron, pues proveían la energía a las papeleras, comunicando que no harían más entregas hasta que las papeleras no hubieran garantizado también el papel a “Umanità Nova”, también este último problema técnico fue superado. Por fin, el 26 de febrero de 1920 salió el primer número de “Umanità Nova”, 4 páginas, edición nocturna, 10 céntesimos de coste. 9.000 copias la primera tirada pero cosa de un mes subió a 40.000 que subieron a 50.000 en los momentos más calientes, y si no imprimiera más, fue por la penuria de papel. La caja superó el millón de liras.
Un éxito enorme, pues, que se reflejó no sólo sobre el movimiento anárquico, sino sobre una vasta área de izquierda que ya fue contigua al movimiento y les quedará por bastantes meses, hasta que la situación, con la quiebra de la ocupación de las fábricas, no tomará otro contexto.
La línea política y la audacia de los anarquistas en las luchas los hicieron crecer en términos numéricos y de peso. Si al Congreso de Florencia del 1919 se adhirieron 145 grupos, en el de julio de 1920, en Bolonia, ya fueron cerca de 700. En el campo sindicalista la Unione Sindacale Italiana (USI) de 58.000 afiliados al final del 1918 pasó a 180.000 en la primera mitad del 1919 y a 300.000 el año después. En campo Confederal los anarquistas lograron tomar a los reformistas secretarías estratégicas como del FIOM* de Turín, con Pietro Ferrero y Maurizio Garino. Fue un momento mágico para el anarquismo italiano, al que contribuyó no poco el periódico. Esta gran incisividad se manifestó ulteriormente en el curso del imponente movimiento de las “ocupaciones de las fábricas’’ por parte de las maestranzas. Basta girar las páginas del periódico, septiembre de 1920, para tener una idea de la gran actividad de los anarquistas en las fábricas y en los talleres ocupados y administradas por los trabajadores. La revolución, el cambio radical de la sociedad, el mundo nuevo que lleva a la justicia social pareció al alcance. En cambio un acuerdo sindical
entre padronato y CGL, a cambio de un hipotético “control obrero”, rompió el frente de los trabajadores y devolvió las fábricas a la patronal, mientras la burguesía, después del gran miedo, organiza el desempate, coadyuvada por el Estado y las fuerzas militares que la sustentan. La represión no tarda en llegar y en octubre fue arrestada la redacción de “Umanità Nova” casi al completo, mientras que centenares de detenciones y registros fueron efectuados en toda Italia contra los anarquistas y los sindicalistas revolucionarios. Enseguida será la USI decapitada con la detención de todo el Consejo General.
La policía, en cambio, no lograba entender cómo el periódico todavía podía salir todos los días, con la redacción completa en la cárcel. De nada sirvieron las intimidaciones y los interrogatorios de los tipógrafos. En la redada no cayó Gigi Damiani, que se encontraba en un tren con Malatesta, durante el viaje de estos de Bolonia a Milán, dónde la policía los esperaba. Los dos se pusieron de acuerdo sobre como eludir el cerco. Damiani bajó antes de la llegada a Milán y se iría. En la clandestinidad contactó con elementos a salvo de la oleada represiva y creó una red que le permitió cierta libertad de movimientos. De este modo redactaba el periódico, que luego llegaba a Milán donde sería regularmente impreso.
Extraído del periódico CNT
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