Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

viernes, diciembre 6

Sobre ese participio que alude al poder político

 

Sí, con ese magnífico titular no me refiero a otra cosa que al Estado. ¿Por qué diablos nos oponemos los lúcidos ácratas a esa tan «necesaria» institución? Y es que el Estado, supongo que en su forma moderna, liberal y democrática, ha logrado impregnar el imaginario de gran parte del personal observándolo como algo, no sé si del todo bueno, pero entendido principalmente como necesario. Ya los anarquistas clásicos, tremebundos por un lado en la crítica a la institución estatal, aclaraban no obstante que se referían principalmente a todo gobierno, es decir, al hecho de que decidan unos pocos, estén o no legitimados democráticamente, sobre el resto. El objetivo era, lo expresaré con bellas palabras, abolir toda autoridad e institución coactivas para fundar una sociedad de libres e iguales y satisfacer, sobre la armonía de los intereses diversos y el concurso voluntario de todo quisque, las necesidades sociales. Esto será todo lo «utópico» que se quiera, pero si alguno de los numerosos experimentos estatales que las historia nos ha deparado se ha acercado a dicha «sociedad de libres e iguales» que venga Bakunin y lo vea. Y, por supuesto, tampoco el capitalismo, a pesar de lo que sostengan algunos mitómanos actuales, sumamente simplistas e interesados, por no decir abiertamente mistificadores. Pero, centrémonos en el Estado.

La aclaración libertaria sobre que la oposición fundamental era al gobierno (a cualquier forma de oligarquía, dicho con otras palabras) era por tantas veces equipararse los conceptos de Estado y sociedad al referirnos a una comunidad humana reunida en un determinado territorio. Supongo que de ahí, una de las tantas falsedades vertidas de forma indignante, que los adversarios del anarquismo hayan sostenido que los ácratas deseaban, poco menos que, la ruptura con todo vínculo social. Sin palabras. No sé tampoco si dicha matización acaba resultando efectiva, ya que lo mismo que se piensa que el Estado es necesario, pues lo mismo un gobierno. Y, seguramente, hasta resulta necesaria la estupidez, sostenedera de tanta iniquidad. Para la visión ácrata, el orden del Estado, trascendente, externo e impuesto por la fuerza, se opone al de la sociedad, inmanente y surgido en su interior producto de la actividad de los seres humanos. Creo que se entiende bien. Entonces, el Estado viene a ser una mistificación de la organización social, una rechazable autoridad permanente y coercitiva digna de ser desterrada. No hace falta aclarar que el anarquismo jamás se opuso a todo tipo de autoridad, repetiremos que solo a esa que trata de imponer una minoría a los demás, lo mismo que tampoco muestra rechaza a todo tipo de poder, ya que precisamente el Estado supone arrebatar una potestad que solo pertenece al conjunto de la sociedad. Uf, no me quiero poner demasiado teórico, ni demasiado denso, pero hay que clarificar conceptos.

No me queda claro el origen del Estado, que algunos sitúan simplemente en la conquista y el saqueo, pero sin negarlo por supuesto, tampoco creo que sean tan sencillo. Seamos justos, es posible que existan otras explicaciones además del hecho abiertamente autoritario, quizá se pensara en origen en la autoridad como un hecho positivo al estar unas personas más capacitadas y eso luego derive en una estructura estatal. Sea como fuere, lo cierto es que el Estado puede tener también estar originado en una tendencia del ser humano con la que tenemos que lidiar los anarquistas: la voluntad de poder (visto este de forma muy amplia donde también cabe la dominación sobre otros). La realidad final es que el resultado es una organización político-militar con un aparato administrativo en el que unos mandan y otros, a veces con la ilusión de cierta libertad y cierta capacidad de elección, obedecen. Sin embargo, tampoco podemos reducir el Estado solo a sus aparatos de control: gobierno, administración, ejército, policía, escuela.. Para su existencia, efectivamente, necesita la estructura estatal del imaginario social, de cierto proceso mental en los ciudadanos para legitimar un poder centralizado y supremo diferenciado de la sociedad. Dicho con palabras más mundanas, el Estado es también una cuestión de creencia y los lúcidos y escépticos ácratas, también para esto, somos partidarios de la descreencia.

 

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/10/18/sobre-ese-participio-que-alude-al-poder-politico/

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