Hace ya algunos años, publicamos un par de artículos sobre la nueva tendencia que se estaba desarrollando en nuestro territorio con la implantación de decenas de macrogranjas, fábricas de carne instaladas en entornos rurales para alimentar al mundo. En ese momento, nos centramos en analizar los efectos sobre el clima, el empleo y la población rural, nuestra salud y, por supuesto, sobre los animales, pero dejamos para un futuro hablar de las condiciones laborales en estos centros de tortura y muerte.
“En el año 2018, en el Estado español fueron sacrificados más de 50 millones de cerdos y existían más de 15 millones de ovejas y cabras y 6 millones y medio de vacas. Como dato para hacernos una idea, en 2015 se sacrificaron 356 millones de aves destinados a consumo humano, la gran mayoría pollos seguido a mucha distancia de pavos y en 2018, 43 millones de conejos.
Nuestro país es el mayor productor de carne de cerdo de Europa y el tercero mundial, solo por detrás de China y Estados Unidos, países con muchísima mayor superficie y población.
Si bien el número total de granjas de porcino en nuestro país ha disminuido de forma drástica (entre 1999 y 2009 desaparecieron más de 110.000 explotaciones, un 61,4% en tan solo una década), el número de animales no ha dejado de aumentar. En ese periodo, el censo de cerdos se incrementó en un 12,3%, de los que el 90% de ellos pertenecía a una granja industrial, y el tamaño de estas no para de aumentar: en 2009, la media de cerdos por granja era de 120 animales y en 2013 ascendía ya a 467. En 2019, las granjas con más de 10.000 cerdos suponen solo el 2,5% del total, pero albergan a más del 40% del porcino español”.
(…) actualmente el 78% de las más de 80.000 granjas de porcino en el Estado español son intensivas, y aunque estemos hablando solamente de cerdos, conviene señalar que éstos suponen más de la mitad de todo el ganado existente. Mientras que en Europa la tendencia ha comenzado a invertirse, disminuyendo la producción de carne un 5% en los últimos cinco años (lo cual no es casual, si no que ha sido impulsado desde las instituciones), aquí ha aumentado un 15%, más de la mitad de la cual es exportada.
¿Y qué significa todo esto? Básicamente: peores condiciones para los animales, tremenda contaminación atmosférica y del suelo y acuíferos, deforestación de vastas extensiones en otras latitudes donde se cultiva la soja y demás materia prima para los piensos, además de otras cuestiones sociales como las pésimas condiciones laborales, el despoblamiento rural, etc.”
Holocausto para los animales…
Ya apuntábamos, aunque nos quedábamos con ganas de profundizar en ello, que “Como consecuencia directa de esta expansión de macrogranjas, se necesita una nueva forma de dar muerte de manera masiva a estos animales, por lo que se están construyendo macromataderos como el de Binéfar, capaz de acabar con 32.000 cerdos al día.”
En estos días el matadero de Binéfar ha vuelto a ser noticia, esta vez por la detención de los hermanos Pini, dueños de Litera Meat, empresa al que pertenece el matadero, acusados de agresión sexual a una trabajadora y delito contra los derechos de los trabajadores.
Para conocer cómo es el matadero de Binéfar, nos hacemos eco de las palabras de una activista por la liberación animal que participó durante meses en una acampada en este pueblo para tratar de impedir su construcción hace ya cuatro años. Lamentablemente, el matadero se construyó, pero de la acampada surgieron vínculos y reflexiones muy útiles para futuras luchas que se recogen en un texto accesible desde la web de la editorial ochodoscuatro:
Binéfar, en la provincia de Huesca, se encuentra en una de las capitales de mayor explotación animal a nivel estatal y europeo. Los campos que rodean el pueblo están totalmente minados de granjas. El olor fétido y repugnante de la zona es debido a las cubas rebosantes de cuerpos de animales en descomposición y a las incontables balsas de purines que se encuentran en las veredas de los caminos.
Antes de la proyección del macromatadero de Piero Pini Binéfar ya contaba con un matadero conocido y de gran importancia, Fibrín, ubicado dentro del pueblo, justo en la parte trasera del supermercado Día.
Vecinas de Binéfar nos contaban como en días de lluvia intensa llegó a brotar sangre por las alcantarillas, y cómo en verano todo el pueblo huele a putrefacción y hay que cerrar ventanas y puertas para que la peste no inunde el interior de las casas.
Un lugar donde la muerte y la explotación animal forman el paisaje, donde los camiones de animales chillando hacia el matadero o la granja de engorde están integrados en lo cotidiano. El lugar perfecto para ubicar allí el matadero más grande de Europa, «Litera Meat». En este espacio del horror 20 horas de cada día son asesinadxs 32.000 cerdxs. 160.000 cada semana, más de 7 millones y medio de animales asesinados al año. Un asesinato cada 3 segundos.
Toda la trama corrupta relacionada con el proyecto de la construcción del macromatadero de Piero Pini (el empresario dueño de Litera Meat) fue destapada por un periodista del diario Público llamado Ferran Barber. Así conocimos que el gran empresario de los mataderos había sido encarcelado por sobornos, corrupción y fraude fiscal, y que estaba relacionado con mafias y metodologías turbias para el desarrollo de sus macabros negocios. Estos procedimientos los siguió manteniendo en Binéfar, donde un policía local ejercía a la vez de escolta privado de la familia Pini, donde políticos con poder y mando tuvieron relación con ventas del terreno del macromatadero, y donde la representante sindical de las personas trabajadoras del macromatadero era una «amiga cercana» de la empresa.
Por contextualizar y dar una visión completa de lo sangrante de todo esto es importante tener en cuenta que antes de la construcción del matadero Binéfar tenía casi pleno empleo (el arcaico y recurrido argumento de “el pueblo necesita trabajo” en este caso tampoco sirve), y las personas que trabajan en Litera Meat son mayoritariamente migrantes de procedencia africana, al igual que en otros mataderos y granjas de la zona. Creo que no hace falta imaginar el filón que tienen los empresarios como Pini con personas de gran vulnerabilidad como la población migrante. Esto ha quedado plasmado en la gestión de la crisis de la pandemia, donde el macromatadero ha vuelto a hacerse famoso por un brote de coronavirus que reflejó la precariedad de sus condiciones laborales. La falta de escrúpulos es total y en todas las direcciones.
Aunque los asesinados siguen siendo los animales no humanos.
El impacto medioambiental de un proyecto como este es devastador. Según su propio informe técnico la emisión de CO2 es de 126 toneladas al día y 1.3 millones de metros cúbicos de basura contaminante cada año. 150 camiones llenos de animales y cadáveres entrando y saliendo del lugar por jornada.
El gasto de agua es también descomunal. Tras el macromatadero hay un embalse que comunica con un pantano gigante. De ahí se nutre el macromatadero para funcionar, gastando 60 litros por segundo, 5000 metros cúbicos de agua al día, el equivalente a dos piscinas olímpicas.
… infierno para las trabajadoras
Cuando la destrucción de la vida de miles de animales y de la naturaleza te da completamente igual, no es extraño que los derechos de tus trabajadores no sean tampoco una prioridad.
Con la complicidad de todas las instituciones, de todos los partidos políticos (sí, todos, Podemos también apoyó la construcción de este centro de muerte), y de los sindicatos CCOO y UGT, la familia Pini ha aprovechado la alfombra roja con la que se le dio la bienvenida para vulnerar los derechos de sus trabajadores.
Desde CNT se ha hecho una labor de denuncia de la situación de los más de 1.600 trabajadores de la empresa y de la represión sindical que sufren por su actuación:
Son incontables las irregularidades que se producen diariamente en este centro de trabajo, muchas de ellas ya denunciadas a Inspección de Trabajo en numerosas ocasiones, que ya ha sancionado varias veces a la empresa sin que las multas parezcan suponerle a Litera Meat un impedimento demasiado grande para seguir quebrantando la ley. La triste realidad es que existe la violación de los derechos en prácticamente todas las áreas de la actividad laboral: personal obligado a hacer horas extras bajo amenaza de despido (incluso más de 12 horas, 6 días a la semana) incumpliendo constantemente la normativa sobre horas extras, vacaciones, festivos, descansos diarios y semanales. Constantes despidos por estar en situación de baja médica (producida precisamente, en muchas ocasiones, por ritmos desorbitados en las cintas de trabajo o por tener que deshuesar piezas de cerdo durante 10 horas al día con cuchillos desafilados), por solicitar permisos para el cuidado de hijos/as o familiares a tu cargo o por prácticamente cualquier circunstancia de salud que impida a un/a trabajador/a ir a trabajar. Faltas muy graves de seguridad y salud laboral, como por ejemplo en las deficiencias en los EPIS y las herramientas de trabajo o en las ya conocidas aglomeraciones de la plantilla durante los momentos más duros de la pandemia del Covid-19, denunciados a Salud Pública ya que produjeron más de 1.000 infectados en la zona por la cadena de contagios (300 de ellos de la plantilla).
El último logro, que nos recuerda la involución de la realidad en los curros, que no atiende a la idílica situación que nos relata la ministra de Trabajo, fue la jornada de ocho horas. Parece una lucha del pasado, pero hace unos meses, setecientas personas pararon su trabajo para reivindicar un derecho que quien crea que está consolidado es que está fuera del mundo. Ese mismo día, y tras el parón, la empresa cedió, aceptó las exigencias de CNT y eliminó la obligación de realizar horas extraordinarias, que no estaban siendo pagadas.
Como todo, el éxito de esta acción no surge de la nada, y menos en un centro de trabajo en el que la mayoría de las trabajadoras son de origen extranjero, con más de veintidós nacionalidades. La Sección Sindical de CNT lleva desde la inauguración del matadero realizando un trabajo sindical de denuncia ante Inspección de Trabajo y Juzgados, y de acompañamiento a los trabajadores a través de asesoramiento sindical y de cursos de prevención de riesgos laborales, así como denunciando el compadreo que las dos grandes centrales sindicales y los partidos políticos tienen con los (pongamos presuntos, por lo que sea) criminales hermanos Pini.
Ahora, y tras la detención e ingreso en prisión de los dos capos, Piero y Mario, el sindicato convocó una concentración en el pueblo con el lema “basta de abusos en Litera Meat” y, desde la preocupación por el clima laboral en el que pueden hallarse inmersas nuestras compañeras se ha decidido abrir una oficina de atención y acompañamiento integral contra los abusos, dotada de medios jurídicos, sindicales y de acompañamiento psicológico para las trabajadoras, donde recoger y analizar cualquier tipo de abuso que se haya podido producir.
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