Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

lunes, febrero 26

Thomas Cole y su visión de las civilizaciones

 El pintor paisajista estadounidense Thomas Cole pintó una serie de cinco lienzos titulada El curso del imperio (1836, New York Historical Society). Representan el nacimiento, auge y caída de una ciudad imaginaria. Los cinco cuadros cuentan una historia que ocurre en el mismo sitio, pero el punto de vista cambia. En los cinco cuadros aparece una misma montaña, como símbolo de algo inmutable que ve, con pasividad, cómo pasa el tiempo.

- Cuadro 1, El estado salvaje: Muestra un paisaje en el que el hombre se adapta a la naturaleza. No la domina. Viven en tiendas de campaña, al estilo de los tipis de los indios americanos.

 

- Cuadro 2, El estado pastoral: El poblado ha aprendido a cultivar y a domesticar animales, hay música, danza y templos megalíticos. Algunos dicen que aquí el ser humano vive en armonía con la naturaleza, pero es muy discutible, porque «domesticar» animales supone someterlos, quitarles su naturaleza y su libertad. Parece evidente que esa armonía con la naturaleza está más presente en el estado anterior. Armonía no significa ausencia de peligros, ni de enfermedades, ni de muertes. Estar en armonía significa aceptar la naturaleza como es, sin intentar someterla. Harari explicaba en su magnífica obra Sapiens que «la revolución agrícola fue el mayor fraude de la historia». «Los culpables fueron un puñado de especies de plantas, entre las que se encuentran el trigo, el arroz y la patata. Fueron estas plantas las que domesticaron al Homo sapiens, y no al revés».

 

- Cuadro 3, La consumación del imperio: La población ha crecido y viven en una monumental ciudad de mármol. El gobernante va de rojo aclamado por sus súbditos. Es una ciudad que se rodea del lujo, habiendo dado la espalda a la naturaleza. Este es el estado actual de las sociedades opulentas. ¿Qué futuro les espera en la siguiente fase?

 

- Cuadro 4, Destrucción: El lujo —o el abuso— no puede durar eternamente. Es inherentemente insostenible. Son los ricos los que destrozan a fondo el planeta y crean desigualdades que atraen poderosamente la violencia. En este caso no es la naturaleza la que ataca, sino un ejército enemigo, como tantas veces ha ocurrido en la Historia. El humo de la destrucción se mezcla con las nubes de desgracia. La estatua de un guerrero parece querer luchar tras haber perdido su cabeza y su mano. La destrucción también podría venir por haber construido sociedades ambientalmente insostenibles. El fracaso ecológico fue la causa de la decadencia en sociedades prósperas, como por ejemplo, en la isla de Pascua, en la cultura maya o la de los indios anasazi en Norteamérica.

 

- Cuadro 5, Desolación: Aquella próspera ciudad es ahora un conjunto de ruinas. El nombre del cuadro representa lo que el pintor quiso expresar. Sin embargo, algunos no vemos tristeza, sino esperanza, porque la naturaleza vuelve a colonizar el espacio que fue suyo en el pasado. Las ruinas se van pintando de verde. La ruinosa columna es ahora el hogar de una familia de aves. El poder de la naturaleza se muestra superior al de cualquier especie particular. Hay una belleza esperanzadora en las ruinas de construcciones humanas colonizadas por la naturaleza salvaje. Véanse las ruinas de Angkor Wat en Camboya; o la ciudad de Pripyat en Ucrania, abandonada por el desastre nuclear de Chernóbyl.


Una vez más, el arte nos hace repensar nuestro día a día; nos ayuda a imaginar el futuro y a planificarlo.

Como dice Harari, «los cazadores-recolectores se basaban en decenas de especies para sobrevivir, y por lo tanto podían resistir los años difíciles incluso sin almacenes de comida». En cambio, si algo fallaba (lluvias, plagas…) los campesinos morían por miles o millones. En sociedades agrarias aumentó la violencia. También creció el número de seres humanos y la seguridad alimentaria mejoró. Pero eso no significa que hubiera más felicidad. Y en muchos aspectos se empeoró (contaminación, abuso de los animales, etc.).

Hoy sabemos que no podemos volver atrás, por muy románticos que seamos. Hemos alterado el mundo y nuestros instintos de forma irrevocable. Sin embargo, el futuro no está escrito. Aunque muchas sociedades han pasado, de una u otra forma, por las etapas que describe Cole en sus cinco lienzos (por ejemplo, los mayas, entre otras), nuestra sociedad no tiene que pasar obligatoriamente por la destrucción.

Estamos, eso sí, al final del tercer cuadro y ahora nos toca una decadencia, decrecimiento o colapso. Llamémosle como queramos, pero el despilfarro no puede continuar. Si  lo hacemos mal, será una transición dramática, posiblemente con guerras, hambrunas, pandemias, dictadores y destrucción del pasado. Si lo hacemos bien, podrá ser una sociedad abierta, humilde, igualitaria y que conserve los conocimientos actuales que puedan ser útiles.

 

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