Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

jueves, marzo 13

Fania Kaplan: La Anarquista que baleó a Lenin

Los anarquistas no solo hicieron el primer ataque a los explotadores con un coche bomba de la historia, también, del seno del antiautoritarismo nacieron vengadores que fueron el azote de infinidad de tiranos en todo el mundo y que hicieron de la acción individual su arma.
Estos tiranicidas, hombres y mujeres que han quedado en la memoria revolucionaria han dado todo, han dejado su vida, han cambiado o contribuido a cambiar los ríos de la historia.

Ellos han dejado un profundo grito que se convirtió en símbolo feroz que retumbó de cárcel en cárcel, de corazón en corazón y que se coló amenazante a la fuerza en cada cuartel o habitación de poderoso.
Aquel grito de “viva la anarquía” retumbó en Chicago, fue dado por Caserio, Ravachol, Bresci… iba en el alma del atentado de Lucetti contra Mussolini y en el brazo de Radowitzky contra el coronel Falcón.     El “viva la anarquía” en el muro de un celdario o en el último grito amenazante de un condenado a muerte por el poder, fue la frase de la tempestad, fue la propia reconstrucción venida en una tormenta a decir: el poder caerá, el poder caerá…
Hombres y mujeres que iban a recuperar la vida dejándolo todo, hombres y mujeres que se convirtieron a sí mismos en el instrumento de venganza de los más débiles y excluidos, pero sin querer representarlos, destrozaron cadenas y los muros de la opresión una y otra vez.
De esta raza era Fania Kaplan, de la de aquellos titanes del mundo que pasaron a la acción.

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