Jean Vigo (1905-1934), uno de los mayores mitos de la
historia del cine, y sin duda, uno de los que más lejos llevó su
espíritu libertario. Desconocido en estos lares más allá de los círculos
cinéfilos, su obra se encuentra actualmente editada en DVD, y existe
sobre él una importante bibliografía.
Resulta
extraordinario que su excepcional prestigio se apoye sobre todo en dos
películas que tuvieron una gran influencia en el desarrollo posterior
del cine francés:). La conexión anarquista de Jean provenía directamente
de su padre, Eugène-Bonaventure de Vigo, periodista y militante de
origen catalán según unas fuentes, ítalo-francés según otros. Fue
ampliamente conocido en los medios libertarios de su época con el
sobrenombre de Miguel Almereyda (anagrama de "y a de la merde"),
director del periódico “Le Bonnet Rouge”. Su trayectoria militante se
inscribe en el capítulo que Jean Maitron describe como de “dispersión de
las tendencias”, y se adscribió especialmente en la Liga
Antimilitarista cuya divisa era “Pas un homme, pas un centime pour le
militarisme¡”. Almereyda llegó a ser uno de los principales
organizadores del Congreso antimilitarista de Amsterdam. Por sí esto no
fuera suficiente –en una Francia enferma de patrioterismo como se verá
más tarde, en 1914-, su nombre apareció ligado a la tentativa de
atentado contra Alfonso XIII a finales de mayo de 1905, tentativa
fallida que Carlo Malato atribuyó a Mateo Morral, quien al parecer, por
la época frecuentó París según consta en las memorias de Pedro Vallina,
Almereyda también sería de los portavoces de la corriente anarquista
integrada en el partido socialista sin renunciar a sus criterios
propios, lo que llevó una y otra vez a la prisión, y finalmente a un
suicidio que no se creyó nadie. El biógrafo de Vigo lo sitúa en una
evolución cada vez más reformista en el área de Jean Jaurés (pacifista
radical que fue el primer muerto de la “Gran Guerra”), y al decir de
Porton, llegó a compartir la actitud “pro-guerra” de otros anarquistas
como Kropotkin y Jean Grave. Sin embargo, a Jean lo trataron como
a “el hijo del traidor”.
En el retrato cinematográfico que le dedicó un pretensioso Julien Temple, Vigo. Historia de una pasión (Burning Up, Francia-GB-España,
1999), el papel de Almereyda le correspondió al actor sevillano Adolfo
Fernández, pero la historia se le escapa. Esta fue una evocación
silenciosa ya que esta aparición tiene lugar a través de los sueños de
Jean, como un “fantasma que domina su vida”, de una conexión que al
parecer de Temple resulta determinante ya que este “Vivió atormentado
por el asesinato de su padre. No podía olvidarlo, y su inicio en el cine
responde a una inquietud política. Tan sólo en los últimos años, al
realizar L´ Atalante, aceptó su pasado y se inspiró en su
propio existencia para hacer una película sobre su vida”. ¿Asesinato o
suicidio?, todo indica que se trató de un suicidio, eso sí inducido por
una situación que acabó resultando insoportable para el veterano
anarquista. En la trágica ocasión, se dice que utilizó los cordones de
los zapatos que su hijo le había regalado unos días antes…
Reconocido en el mundo del videoclips –autor favorito de los “Rolling
Stone”-, Temple ha conocido una errática trayectoria como director de
cine. Su debut con Principiantes cosechó pésimas
críticas, que todavía empeoraron con la siguiente: Las chicas de la
tierra son fáciles. Según contará el mismo, trabajó durante años en el
proyecto, y pro sus declaraciones, es evidente que se documentó
profusamente. Pero la la película se olvida. La trama está centrada en
la historia de “amour fou” entre Jean Vigo (James Frain), y su compañera
Lydu Lozinska (Romane Bohringer), la hija de un industrial polaco, a la
que conoció en el sanatorio donde ambos estaban ingresados. Ella sufría
la enfermedad de Pott, o tuberculosis ósea, de manera que se trata de
dos enfermos que vivirán muy poco tiempo. Fue rodada en diversas
localizaciones –los Pirineos, Niza y París-, para ofrecer una idea
precisa de los trayectos de los enamorados. Los actores hacen un
verdadero esfuerzo, y el presupuesto fue holgado. Temple quería rendir
homenaje a un cineasta que “realizó sus películas untos con sus amigos,
fuera de la industria. No quería ser famoso, sólo quería hacer
cine”. Le gustaban las películas de Vigo, “sobre todo por su espíritu y
lo que representa ahora, cuando existe una verdadera batalla para salvar
el alma del cine. El cine independiente es hoy más importante que
nunca., porque más que nunca se ha convertido en la lucha contra la
venta en serie de las hamburguesas de Hollywood”. Declaraciones más o
menos interesantes que no afectaron el resultado final fue una película
banal que no convenció a nadie.
La historia de Vigo es en
buena parte, la de un cinéfilo empedernido. Toma parte muy activa del
cineclub de Niza, lo que le procuró contacto con experimentadores
cinematográficos de todo el mundo. En 1929 se compró una cámara Debrie
que probaba por todas partes. Por este tiempo, invitó a Boris Kauffman (hermano de Dziga Vertov) para trabajar con él y realizaron la obra: “Sobre Niza” (À Propos de Nice
-1930). En este corto mudo, Kauffman filmaba y Vigo dirigía. Con
frecuencia Vigo llevaba a Kauffman a pasear en silla de ruedas con una
cámara entre las piernas y tapada por una manta (la silla de ruedas
pasaba desapercibida en una ciudad como Niza), calificada por él mismo
como "punto de vista documentado", en realidad se trataba de una
requisitoria contra la sociedad burguesa. Así eran capaces de filmar a
las personas sin que se diesen cuenta, que era lo que ambos buscaban
porque eran partidarios de la teoríakino-pravda (cine-verdad), lo que le
liga con el cine “bolchevique” más experimental.
Obtiene un contrato para la realización de un cortometraje documental, Taris (1931),
pero rehúsa otras proposiciones. Gracias a la amistad del actor René
Lefévre, Vigo encuentra un productor “aficionado” pero comprensivo,
Jacques-Louis Nounez. Puede así realizar, con presupuestos limitados, Zéro de conduit (1933), muy mal recibid9 e inmediatamente prohibida por la censura, después L’Atalante (1934),
también mal acogida por la profesión. Vigo agoniza mientras los
distribuidores hacen corregir su película, rebautizada como Le chaland qui passe. Tres
cortos y un largometraje, bastaron a Jean Vigo para imponer una visión
del mundo de una originalidad sin precedentes y construir una obra rica y
cargada con el peso de una vida que se hace. Por primera vez, con Vigo,
el cine se eleva a la altura de las otras artes. “Era un cineasta
nato”, según Ehhie Faure. Entendamos: un creador que no dominaba su vida y que no podía encontrar su lugar exacto en el mundo más que mediante el cine.
Sus procedimientos se apartan del surrealismo, sus automatismos
funcionan para retener únicamente sus más altas miras: la conquista de
la surrealidad (“Es verdad que el más allá, todo el más allá está en
esta vida?”), la fusión de la realidad y el sueño (“Ese punto del
espíritu donde lo real y lo imaginario dejan de ser percibidos
contradictoriamente”), la superación de la muerte “(Vivir y dejar de
vivir son soluciones imaginarias”), la insurrección permanente contra la
sociedad burguesa, la unión inseparable de la idea de amor con la idea
de revolución, el amor loco (“La gran promesa que subsiste después de
haber sido mantenida”, escribió André Breton), se podría afirmar, sin
grandes riesgos, que Vigo es no solamente el primero, sino el más
auténtico director surrealista. A propos de Nice (1930), “punto
de vista documentado”, “cine de compromiso”, proviene del “cine-ojo”
vertoviano. En este mismo estilo, Vigo continúa, entre el júbilo y el
sarcasmo, un documentalismo social “para abrirnos los ojos”. Zéro de conduite (1933)
fusiona el frescor subjetivo de la mirada de la infancia con las
explosiones fantásticas o líricas, del panfleto. Señalemos también que
Porton la sitúa en el centro de su trabajo sobre la pedagogía anarquista
y el cine. Está finalmente, L’Atalante (1934), esta película
sin igual, hace que el sueño y el deseo se abran a la vida real, en un
mundo irreductiblemente concreto, carnal, sensual, sin que sea posible
encontrar un solo punto de separación. Además, la presencia de Michel
simon liga la película con el mejor cine de Renoir y de Carné. En 1933,
Vigo inició un proyecto para rodar un largometraje sobre el anarquista
Eugene Dieudonné que acababa de editar sus apasionantes memorias. El
filme tendría que haberse llamado Evadé du bagre, pero no pudo ser.
Truffaut, que homenajeó a Vigo en su primera y mejor obra, Los 400 golpes –en la que no poca gente encuentra registros anarquistas- , escribió en Las películas de mi vida:
“Pasando revista al cine francés de los inicios del sonoro, se da no
cuenta de que entre 1930 y 1940 Jean Vigo esta prácticamente sólo sin
más compañía que la de Jean Renoir, el humanista, y Abel Gance, el
visionario, aunque la importancia de Marcel Panol y de Sacha Guitry ha
sido infravalorada por los historiadores del cine. Evidentemente, Vigo
está más cerca de Renoir, aunque lo supera en crudeza y también en
pasión por la imagen” anotemos que, aparte de diversos documentales
franceses, tenemos un film colectivo sobre Jean Vigo, Á propos de Nice, la suite
(Francia, 1995) en el que tomaron parte, cineastas como Raoul
Ruiz, Costa-Gravas, Catherine Breillat, Abbas Kierostami, o el portugués
Manoel de Oliveiras que entrevista a Luce, la hija de Vigo que dirá:
“Me gustaría decir algo que siempre me ha preocupado. Encuentro injusto
haber sido objeto de prejuicios favorables por ser la hija de Jean Vigo,
mientras que Vigo fue objeto de prejuicios desfavorables porque era el
hijo de Almereyda, un anarquista muerto en prisión”. Y finalmente:
añadamos que el apartado dedicado a Vigo es uno de los más brillantes en
el libro de Richard Porton sobre el cine y el anarquismo editado en
Gedisa (Barcelona, 2001). Actualmente, el conjunto de su obra es
perfectamente asequible en DVD, y deberían ser pasto de buenos
cine-forum.
Extraído de kaosenlared.net
Lo tengo pendiente, qué ganitas de que tengamos funcionando el ateneo. Nene, lo del libro lo vamos a hacer en serio, aunque sea a medio largo plazo, qué pollas... Vamos a hacer lo que nos gusta y que arda el mundo.
ResponderEliminarNi los 4 de la banda pueden con la turbocultura lugareña. Obsesivamente escucho desde hace muchos años: http://www.youtube.com/watch?v=S6yuR8efotI
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