Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

viernes, diciembre 30

Procès

 


En el verano de 2011

los políticos catalanes

tuvieron que entrar al parlamento

en helicóptero,


las movilizaciones populares

pusieron cerco a la Generalitat

como forma de denunciar a la casta política,

sus privilegios, su distanciamiento

de los problemas de la gente,

y la corrupción que minaba

todo el entramado institucional.


Los Mossos reprimieron sin compasión

a los manifestantes, dejando

treinta y tres heridos

y veinte detenidos a los que se les pidió

ocho años de cárcel

y multas de cientos de miles de euros.


Seis años después,

los que eran repudiados por el pueblo

al grito de “Ningú ens representa”

y considerados mercenarios del poder,

se han convertido en héroes,

y las instituciones que se rechazaban,

reivindicadas al tiempo que se vitorea a los Mossos.


La explicación de este cambio se llama Procés,

y consiste en darle a todo una mano de pintura

a base de emoción, sentimiento, lengua y cultura

con los que revalorizar unas instituciones

y a unos políticos que habían perdido toda credibilidad

y prestigio.


Es el milagro del nacionalismo, que se come

toda posibilidad de crítica,

refuerza a las élites, y permite algo insólito,

la colaboración entre clases

que hace factible que los trabajadores

abracen a sus explotadores,

muestren adhesión a sus opresores

y aplaudan a las instituciones que legitiman su sumisión.


Mientras los políticos españoles y los políticos catalanes

saben que todo es fruto de una farsa,

la escenificación de un sainete

en el que acaban entendiéndose

y hasta durmiendo en la misma cama,

la población mantendrá una patética y lamentable división,

pues ha creído a pie juntillas

la confrontación teatralizada por los de arriba.


La brecha que se cierra por arriba

se abre por abajo,

pues la culpa de todos los males

ha sido orientada hacia otros oprimidos

que no por ser españoles son menos oprimidos

que los hoy obnubilados oprimidos catalanes,

convencidos por sus pintores de brocha gorda,

a base de patria, identidad, bandera, lengua y enemigo,

de que con cambiar el color de la opresión

la opresión del Estado desaparece.

 

 

 Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Poesía completa (2014 -2019)

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