Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

viernes, marzo 19

El abismo se repuebla

 


Jaime Semprún

 

El abismo se repuebla es un libro que marca un punto de inflexión en el pensamiento crítico revolucionario, cerrando una etapa de balance que debutó con la revista Encyclopédie des Nuisances (EdN) y el libro de Debord, Comentarios sobre la sociedad del espectáculo. Constituye un nuevo momento de la reflexión teórica coincidente con la entrada en una época oscura donde la sinrazón ha llegado a su punto más alto: la destrucción del medio obrero, la entronización de una sociedad de masas, la globalización de los mercados y el salto tecnológico hacia adelante tienen su correlato en el descenso abrupto de la crítica social hasta casi su práctica desaparición. [...]

Con estas claras palabras comienza Miguel Amorós la presentación de esta imprescindible obra que publicamos en una traducción revisada de Tomás González.El abismo se repuebla es un texto muy importante en el contexto de la crítica social radical y sincera, pero no es lo deseablemente conocido entre los lectores en castellano. Es un escrito que aporta poderosos y lúcidos argumentos a las líneas de discusión sobre la alienación y la dominación en la sociedad contemporánea. Y está emparentado —por la brevedad, la urgencia y la importancia de su irrupción en el debate social— con textos como el Comunicado urgente contra el despilfarro, A nuestros amigos, La revolución del arte moderno y el moderno arte de la revolución, La abolición del trabajo o Cómo vivimos y cómo podríamos vivir por citar algunos ejemplos. Celebrado y criticado ampliamente desde el momento de su aparición, creemos que sigue siendo un texto de imprescindible lectura.

[…] Las cosas que la gente no tiene ganas de escuchar, que no quiere ver aun cuando estén bien a la vista son entre otras las siguientes: primero, que todos los perfeccionamientos técnicos que han simplificado la vida hasta eliminar de ella casi todo lo realmente vivo, fomentan algo que ya no es una civilización; segundo, que la barbarie surge, como algo natural, de esta vida simplificada, mecanizada y sin espíritu; y, tercero, que, de todos los resultados terribles de esta experiencia de deshumanización a la que la gente se ha prestado de buen grado, el más aterrador de todos es el de su descendencia, ya que este es el que, en resumidas cuentas, ratifica todos los demás. Por ello, cuando el ciudadano-ecologista se atreve a plantear la cuestión que cree más molesta preguntando: «¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos?» en realidad, está evitando plantear otra realmente inquietante: «¿A qué hijos vamos a dejar el mundo?». […]

No hay comentarios:

Publicar un comentario