Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

sábado, enero 30

Entre tormentas y canciones


La mentalidad individual ha quedado totalmente destruida por lo hiperespecialización del trabajo y por los dogmas del consumo que nos ven como simples objetos hechos para comprar y comprar cada vez más con el fin de acumular y de poseer más y más. “Eres” en cuanto más posees y la experiencia individual ya no es tenida en cuenta para nada, ni tampoco la verdadera sabiduría.

La sabiduría de hoy en día se basa en la asimilación de unos conceptos utililitarios y pragmáticos donde los conceptos profundos y vitales se ven relevados a un segundo plano en favor de un “dentro de lo malo esto es lo mejor”.

Las experiencias vitales han sido eliminadas del mapa, ya no cuentan para nada los conocimientos y las habilidades que te permiten llevar una vida digna y autónoma, nuestras mentes son incapaces de distinguir entre lo que es más conveniente para ti y para tu entorno, y lo superfluo e inútil que solo sirve para alimentar al ego.

Nuestras individualidades se han convertido en meros fantasmas de lo que podrían haber llegado a ser gracias a un completo desarrollo de las potencialidades como individuos en estados de verdadera discapacidad para afrontar diferentes situaciones que se nos antojan imposibles de comprender y que seguramente estén causadas por el mismo sistema al que todos y todas alimentamos, y que, además, son individualizadas y tratadas como errores personales cuando está claro que tienen un componente colectivo, en muchas ocasiones, grande.

No puedo compartir el término sociedad, no puedo compartir ese concepto porque simplemente no existe, lo que existen son diferentes sujetos insensibles que tratan de sobrevivir a un entorno caníbal que solo les permite sobrevivir a duras penas y adaptarse a unas condiciones que cada vez son más precarias mientras 2.153 milmillonarios acumulan aproximadamente el 40% del producto interior bruto mundial.

Mientras tanto nos quieren divididos, nos quieren peleando por las migajas que nos sueltan a través de sus títeres y perros falderos (espero que sepáis quienes son todos estos), nos quieren mutilados y alienados y bien enfrentados en partes irreconciliables, haciéndonos seguir polémicas e intrigas con las que mantenernos entretenidos y, además, pretenden que no sepamos ni apreciar lo que nosotras y nosotros somos capaces de hacer por nosotros y nosotras mismas.

Cada día, a las 8 de la tarde, oigo desde mi dormitorio como se encienden unos altavoces y suena el aclamado “Resistiré” como himno omnipotente ante todo lo que está sucediendo... Ese el colmo de mi vaso, espero que, sin entrar en si es “buena” o “mala” la canción, también veáis en esa canción una forma más de alienación al sistema, otra vuelta de tuerca para convencernos de que acatemos al sistema y, a la vez, para marcar aún más nuestra individualidad ya de por sí atomizada. ¡Ahora somos héroes! ¡y sin salir de casa! ¡Para mí que se traguen su retórica post-movidista hasta que se les atragante!

Si salí a aplaudir los primeros días del confinamiento a la ventana, fue porque hay gente que está dando la vida por salvar un montón de vidas y como protesta ante los diferentes gobiernos que han estado recortando en bienes básicos para una comunidad libre y sana. No voy a apoyar a ningún estado que priorice la economía y los mercados antes que el bienestar de la comunidad, ¡no voy a apoyar a ningún estado, y menos si es capitalista!

Se está repitiendo lo mismo otra vez, al final, no somos más que ovejitas pastoreadas por lobos, lobos de afilados colmillos que aprovechan cualquier oportunidad para hincarnos los dientes y hacernos sangrar hasta la muerte; esa sangre es la sangre de los pueblos, de los pueblos carcomidos por los oprobios del capital y de sus súbditos neoliberales...

Yo les digo que han topado por la rabia, han topado con la rabia y el odio de alguien que no aguanta la opresión, de alguien que no aguanta la desigualdad, de alguien que ahora si que siente aquella frase que una vez le dejaron dibujada en una camiseta: “solo hay algo más fuerte que el amor a la libertad, el odio a quien te la quita”.

No soy ningún mesías, pero es que la verdad es que esta clase de momentos me hacen despotricar y hacen que de mi interior salgan miles de demonios que yo mismo me encargaré de enviar a todos nuestros “santos”, porque la sangre de Prometeo corre por mi interior y mi amor hacia la humanidad y al planeta aumenta, mientras mi odio hacia los que verdaderamente fomentan este desastre crece a ritmos forzados.

Me alegro que, aunque se intente invisibilizar e incluso criminalizar, siga habiendo corazones que luchen por un mundo más solidario, por un mundo, al fin y al cabo, más comprometido con todo lo que les rodea, esto es un verdadero ejemplo de lo que puede hacer un pueblo organizado, esa es la verdadera razón de mi lucha, esas son las luces que me hacen dislumbrar como podría contarse todo esto, todos ellos, que llegan a poner su vida en riesgo por el bien común, son mi razón de ser y es a ellos y ellas es a las que hay que agradecer que, aunque las posibilidades sean difusas, se pueda soñar con un mundo realmente mejor; y es así, es verdaderamente así, en la organización horizontal de las bases, como se puede construir un mundo verdaderamente libre, justo y unido. Yo prometo seguir metido en mi trinchera (con quien me gusta estar) y me iré feliz de esta vida si consigo arañar y recuperar un poco de lo que nos han quitado.


-Richie punk-

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