Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

jueves, agosto 27

La guerra de las semillas


Hace ya 12 mil años que todos los campesinos siembran y seleccionan semillas. Hoy, el 75% de las semillas cultivadas han desaparecido del planeta.

¿Qué está pasando?

Que se quiere hacer de lo que la naturaleza nos brinda de forma natural una MERCANCÍA.

¿Cómo?

Imponiendo la “certificación” de las semillas y decretando a la vez que todas las demás están fuera de la ley.

El comercio de semillas en España

El control de semillas está sujeto a las normativas propuestas por la Unión Europea y se divide en dos tipos de competencias:

· en el comercio interior, mandan las autonomías
· en el comercio exterior, manda el Estado a través de la Oficina Española de Variedades Vegetales

Solo se puede comerciar con las semillas inscritas – y por lo tanto impuestas – en el Catálogo Nacional de Variedades Comerciales y/o en el Catálogo Comunitario.

Además, los Productores/Obtentores pueden proteger la propiedad intelectual de una semilla inscribiéndola en uno o ambos catálogos lo que les garantiza el cobro de los royalties correspondientes.

La misma vida está siendo PATENTADA.

También está estrictamente regulado el uso que se puede hacer de las semillas, a saber:

el agricultor que las haya comprado puede obtenerlas de nuevo de su primera producción, siempre y cuando las vaya a utilizar en su propia explotación pero no puede comerciar con ellas, ni intercambiarlas, ni regalarlas a un tercero.

El comercio fuera del sistema de certificación se considera ILEGAL.

En otras palabras: el campesino es libre de adquirir únicamente las semillas de los catálogos oficiales, no puede usarlas a otros fines que su propia siembra, ni tampoco cultivar otras especies. Si lo hace está FUERA DE LA LEY.

Además, solo obtendrá subvenciones institucionales si demuestra que compra semillas certificadas.

En realidad, si lo miramos detenidamente, esas subvenciones sirven para controlar indirectamente el mercado de los alimentos ya que, desde el Estado, se sabe de antemano la producción que va a haber de tal o cual alimento, lo que permite todo tipo de especulaciones.

Así planteado, no se ve el problema, ¿verdad? Es en la práctica en donde las cosas se ponen feas.

En marzo de 2013, salió una noticia titulada “La SGAE de las Semillas” en el País en la que se informaba de que 70 agricultores habían sido multados por los inspectores de cultivos que buscan los que vulneran la ley de propiedad intelectual – a los que llaman cariñosamente “hombres de negro” – : las mandarinas que habían sembrado no tenían “papeles” así que fueron condenados a pagar más de 15 millones de euros en concepto de royalties, a 7 euros por árbol y además se les prohibió recolectar la producción.

Un aviso de lo que nos espera.


¿Quiénes “fabrican” nuestras semillas?

Curiosamente, algunos de los mayores productores de semillas del planeta os sonarán:

BAYER MONSANTO por Alemania: el primero fue el glorioso inventor del gas Zyclon B, principal artífice de la solución final de los campos de exterminio nazis. El segundo del famoso gas naranja usado en la guerra del Vietnam y del archiconocido RoundUp, muy usado todavía en España – somos el país que más químicos gasta de la Unión Europea, en algo teníamos que ser buenos –, pese a que su principal componente: el glifosato, haya sido declarado cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud.

SYNGENTA por Suiza: multinacional con múltiples patentes desde insecticidas hasta céspedes de la que no encontraréis información en Internet salvo su propia publicidad.

LIMAGRAIN para Francia: se presenta como una inofensiva cooperativa de agricultores que “crea” más de 300 variedades de semillas para cultivos extensivos, horticultura y jardín.

DUPONT PIONEER para Estados Unidos: creada en 2012 cuando la primera se “divorció” de Syngenta. La segunda está especializada en semillas de cultivos extensivos y organismos genéticamente modificados entre otros.

Para darnos cuenta de lo que puede ocurrir dejando que nuestra alimentación caiga en esas manos hablaremos de la realidad de nuestros vecinos franceses.

Allí un campesino ya no puede aprovechar las simientes de su cosecha ya que, tras el rechazo frontal y casi unánime de la Unión Europea a los transgénicos – a excepción de España, que cultiva el 48% de esas variedades -, se han impuesto las semillas híbridas.

¿Y qué las caracteriza?

Están certificadas – se pagan royalties por ellas -, todas las plantas que dan son exactamente iguales: en altura, color, forma, etc… pero no da semillas nuevas, así que no se puede reproducir.

Cada año hay que volverlas a comprar para poder sembrar.

Para hacernos una idea del poder de esas multinacionales sobre la comida de todos nosotros diremos que en Francia, el 95% del maíz que se cultiva les pertenece – unos 769 millones de Euros al año – y que BAYER MONSANTO, en particular, posee la tercera parte de ese jugoso pastel de semillas.

Las nuevas leyes que se están cociendo en la Unión Europea quieren dar más uniformidad todavía a las semillas para provecho de esas 4 multinacionales.

La idea es proteger sus beneficios impidiendo por ley el libre intercambio y la siembra de semillas no catalogadas.

No les basta con tener ya el 60% de las pequeñas explotaciones de la producción de alimentos del planeta en sus manos.

Es inaceptable que empresas privadas controlen la “despensa” de la humanidad.

 ¿Qué pasará si consiguen controlar las semillas?

Pues que gobiernos y poblaciones nos convertiremos en sus rehenes.

Bastará con que amenacen al Gobierno de turno con dejar de abastecerlos de semillas para conseguir lo que quieran y no hay garantía alguna de que no nos impongan transgénicos o cosas peores.

Estas multinacionales, para blanquear un poco su imagen codiciosa y rapaz ayudaron a crear el famoso Banco de Semillas de Svalbard, que abre sus puertas cuatro veces al año.

Está financiado por 19 países pero también por DUPONT PIONEER, SYNGENTA, la Fundación Bill y Melinda Gates y la Fundación Rockefeller entre otros, todos causantes del monocultivo y monopolio.

Más de 800 mil semillas de los cinco continentes están almacenadas allí, a 18ºC bajo cero, pero ni se sabe durante cuanto tiempo pueden permanecer activas, ni las consecuencias que pueda tener el almacenarlas en un solo lugar.

Se suponía que se podían reclamar en caso de necesidad, pero cuando los campesinos sirios las pidieron, porque se habían quedado sin semillas viables a causa de la guerra, no se las dieron.
Lo peor de todo es que nadie sabe las consecuencias que tendrá esa nueva alimentación de “diseño” sobre nuestra salud y nuestro entorno; y a esas multinacionales les da igual.

En su búsqueda incesante e inhumana del beneficio inmediato juegan con fuego a la vez que nos distraen con cortinas de humo y nos hacen sentirnos culpables de lo que está pasando.

No olvidemos que son 5 las empresas que comercializan más del 60% de nuestros alimentos en España.

Pero cuando aparece un tirano también lo hace la resistencia. Y en nuestro país vecino, un comerciante de semillas ecológicas libre de derechos, sigue resistiéndose al invasor: se llama KOKOPELLI.

En activo desde 1999 no solo comercia con ellas sino que recupera variedades olvidadas, tiene un programa de distribución gratuita llamado: Semillas sin Fronteras y va luchando en los pleitos que de año en año, le imponen las multinacionales.

La han difamado, se han escrito libros en su contra, han advertido de lo “peligroso” de sembrar esas terroríficas simientes en el jardín, y no ha servido de nada.

Hace alarde de irreductibilidad cual la famosa aldea gala de Astérix. ¡Ahí es nada!

Sus semillas llegaron a España a través de la Asociación Amigos da Terra de Galicia (fundada en 1998) que se benefició de su programa gratuito Semillas sin Fronteras y las plantó en su huerta comunitaria en 2016.

(Su representante, Ángel Dorrio, atendió muy amablemente a la autora de este artículo).

Pero KOKOPELLI no es el único disidente; la Doctora en Física Cuántica Vandana Shiva ha creado en la India, su país natal, un banco de semillas libres de derechos que no solo las distribuye sino que también intenta recuperar antiguas variedades casi desaparecidas.

¿Y por qué una doctora de prestigio se preocupa de tales asuntos?

Pues porque en los últimos diez años más de 200 mil campesinos se han suicidado en la India por las deudas que contrajeron al comprar semillas híbridas del llamado algodón BT cuya cosecha no rindió lo prometido.

Pocas son las voces que protestan ante el expolio sistemático de la vida que perpetran las grandes multinacionales alegando – cómo no – que todo es por nuestro bien.

Hay una guerra sin cuartel, encubierta, que pagaremos cara si nos quedamos de brazos cruzados, como la vaca que ve pasar el tren.

Se trata de nuestra supervivencia.

¿Qué podemos hacer?

Consumir productos ecológicos y de proximidad siempre que sea posible.

Secar y almacenar sus semillas: por si acaso…

Concienciar del problema a los que tenemos a nuestro alrededor.

De nosotros depende.

REFERENCIAS:

www.aragon.es/-/control-y-certificacion-de-semillas

Oficina Española de Variedades Vegetales: https://www.mapa.gob.es/es/agricultura/temas/medios-de-produccion/semillas-y-plantas-de-vivero/

mapa.gob.es/app/consultasprosemplan/ProductorListado.aspx

Catálogo Comunitario: www.mapa.gob.es/app/regVar/default.aspx

Diario el País, Domingo 03/03/2013: https://elpais.com/economia/2013/03/01/actualidad/1362169193_684159.html

KOKOPELLI: https://kokopelli-semences.fr/fr/

La guerres des graines: https://www.youtube.com/watch?v=vkOrBMs5RTM

https://en.wikipedia.org/wiki/Vandana_Shiva

Amigos da Terra, Galicia: http://amigosdaterra.net/info/160415_adt/

Solutions locales pour désordre global, Coline Serreau: https://www.youtube.com/watch?v=mqYgBhNnk3k&feature=youtu.beLa Guerre des Graines: https://www.youtube.com/watch?v=vGtGSFneI7o
Extraído de https://www.ecoagricultor.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario