Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

miércoles, julio 4

Destruir para crear. Crear para destruir.


La pasión por la destrucción es también la pasión creativa.” M. Bakunin

La sociedad moderna en la que los individuos se desarrollan en el actual mundo occidental se encuentra inundada de contradicciones:
Vivimos para trabajar bajo el yugo del salario, que supone al mismo tiempo el robo de nuestras vidas; pero que a su vez resulta indispensable si queremos poder optar a las necesidades más básicas; y de esta manera, aumentamos cada vez más el poder de la clase dominante y su engranaje de explotación.
Nos dicen que estudiemos como condenados en sus escuelas y universidades para alcanzar una futura posición social que nos permita vivir con cierta tranquilidad y bienestar; a la par de pertrecharnos de un cierto capital cultural que aumento nuestro prestigio en este mundo de apariencias. Nos dicen también que el estudio nos dará saber y cierto grado de autonomía para defender nuestras libertades y derechos… Pero por más que se estudie y avance en la jerarquía de nivel de los estudios, más ignorantes se hacen los individuos sobre la realidad social que les rodea y más adaptados a una vida de sumisión voluntaria, de horarios, de normas, de jefes, de dogmas, de rutina, de egoísmo… de muerte cotidiana.
El Capital mismo y su amante, el Estado, desarrollan la eterna contradicción de destruir para crear. Destruir los sueños, las voluntades, las conciencias, la imaginación, las ansias de libertad del individuo; para crear obediencia, aislamiento y uniformidad.
Destruye el autoestima de las personas para crear traumas, miedos y sufrimiento psíquico; para que, de esta manera, busquemos la felicidad en comprar nuevos productos, fármacos o formas de ocio creados por el propio sistema que genera nuestras debilidades y falsas necesidades.
Destruye el entorno natural –ríos, montañas, mares…- para crear fuentes de extracción de materias primas, para de este modo crear nuevos productos, que nosotros, los explotados de cualquier parte del mundo, fabricaremos para luego tener que consumirlos. De esta destrucción en términos ecológicos, se deriva la creación de enfermedades y otros padecimientos, para los cuales el sistema o, más bien, su engranaje en el que estamos insertos, creará remedios que tendremos que costearnos, que en muchas ocasiones destruirán nuestra salud y nuestra capacidad de acción. Destruye, el Capital, en nombre del progreso, para crear un concepto del desarrollo de la humanidad unido a la destrucción y aniquilamiento de la vida natural.
Nos dicen también, que con la destrucción de la disidencia a través de la criminalización, golpes, prohibiciones, torturas, cárcel, heridos y muertos, crea y mantiene nuestra “libertad”. Nos dicen, pues, que manteniendo nuestras muchas cadenas que nos destruyen como personas, mantenemos las libertades y derechos que ellos dicen habernos otorgado.
Pues bien, es hora que apliquemos de una vez por todas, esa misma contracción, ese dualismo entre destrucción y creación contra el sistema que lo desarrolla día a día. Que destruyamos su propiedad privada, para construir la propiedad común o colectiva; que destruyamos su autoridad, su delegacionismo y jerarquía social para construir modelos organizativos horizontales, asamblearios donde los propios implicados en las distintas problemáticas sean quienes decidan sobre ellas en común e igualdad; que destruyamos su trabajo asalariado para construir un modelo productivo controlado por los propios trabajadores que atienda a las necesidades reales de las personas; que destruyamos su educación que nos inculca sus valores de egoísmo, competitividad… para construir una pedagogía que pretenda construir individuos libres, solidarios y conscientes; destruyamos su cultura de masas convertida en productos de consumo, para crear una cultura común, libre, de y para nosotros mismos. Destruyamos sus valores, para crear los nuestros: solidaridad, apoyo mutuo, acción directa, federalismo, horizontalidad y autogestión.
Y esa destrucción no puede esperar al mañana. Debe empezar desde el ya y el ahora; desde nosotres mismes y nuestras propias organizaciones. Debemos aniquilar todo vestigio, todo valor de la sociedad estatal capitalista de nuestro entorno, para así poder combatirlos a niveles más generales. Debemos construirnos a nosotres mismes en base a los valores de la ética libertaria. Nuestras propias organizaciones, deben destruir y crear en su seno, aquello que pretenden combatir y aquello que pretenden propagar. De otra manera, estamos abocados a reproducir los valores del sistema, de la clase dominante, de la Dominación; destruyéndonos como personas, destruyendo nuestras organizaciones como proyectos revolucionarios.
Empecemos a construir la anarquía. Empecemos a destruir al Estado y al Capital.

JUVENTUDES LIBERTARIAS DE MADRID
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